lunes, 1 de agosto de 2011

“MEDIANOCHE EN PARIS” DE WOODY ALLEN


Es paradójico que el mejor homenaje en los últimos 10 años hecho a Paris, teniendo en cuenta la animadversión de los franceses por todo lo americano, sea de la mano de este excelente director. La película logra evocar el encanto de la ciudad luz, diferente a todas, absolutamente hermosa. La historia en apariencia, es de una simplicidad excepcional : Al rubio Owen Wilson como Gil, artista en crisis creativa y emparejado con la superficial Inés (Rachel McAdams), su prometida y con quien pasa una temporada en París junto a sus padres. Gil sólo quiere renunciar a los éxitos de taquilla, a la frivolidad y quiere lanzarse a su vocación: escribir como sus amados escritores de los años 20, Francis Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway, y por eso respira y vive por las calles de París como si se le fuera la vida en ello( Periódico el Tiempo).

Woody Allen logró  encontrar su propio remplazo, se reencarna como actor, en un mimesis formidable: Wilson, en una película ciento por ciento alleniana, es un personaje puramente alleniano. Se mueve, habla y reacciona como lo haría Woody Allen si tuviera el protagónico. Neurótico, culposo, cómicamente amargado, como ya antes lo han hecho otros actores que han hecho de Allen: desde Kenneth Branagh como Lee Simon, el periodista con ínfulas de novelista en Celebrity (1999), hasta Scarlett Johansson como la estudiante de periodismo Sondra Pransky en Scoop (2006), una clonación femenina del director. "Fue grandioso ver a Owen en ese papel, porque él es lo opuesto a mí", explica Allen sobre esta nueva representación de sí mismo en el cuerpo de otro actor. "Yo tengo la apariencia de un intelectual de la costa Este, mientras que él es un rubio relajado de la costa Oeste amante de las playas. Y eso le da al personaje una dimensión que yo jamás le habría podido dar".

Woody Allen reconstruyó una época sublime, mítica,  como si leyeramos " Paris es una fiesta". Aparece Gertrude Stein,  una historia que  se va tejiendo entre la bohemia propia de los 20, con Hemingway, el matrimonio Fitzgerald, Dalí, Buñiel, Picasso. El filme logró en una narración cargada de nostalgia, con una fotografía formidable, en medio de las tensiones y paranoias  típicas de este director, hacer un homenaje sin igual a una ciudad que vive más en el pasado que en el presente.

Esto respondió Woody Allen a la pregunta específica sobre el tema:

-¿Le habría gustado vivir en esos años 20?,

"Creo -dice Allen- que es una gran trampa pensar que viviendo en otro tiempo la existencia sería mejor. Todos quieren salir de lo que están viviendo ahora, porque la vida es bastante dura y no tiene demasiada diversión. Pero yendo hacia atrás en el tiempo sólo se extrapolan las cosas buenas. Si vas a los años 20, naturalmente encontrarás cosas maravillosas, pero si vas al odontólogo, no habrá novocaína y tampoco habrá aire acondicionado... Por lo que no me gustaría ir a otro tiempo que no sea el de ahora". Gracias a sus horas y horas de lectura juvenil, Allen sólo tuvo que sacar del baúl de sus recuerdos los nombres de los escritores y artistas más admirados por él para poner el telón de fondo de esta inusual aventura de un viaje en el tiempo: "No tuve que hacer una gran investigación porque cuando crecí fui un gran fan de toda esta gente, fui un gran admirador de Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Gertrude Stein, T.S. Elliot, del trabajo de Dalí, Picasso. Fue fácil escribir un guion sobre eso".

Que bien, hay que ir a verla.