jueves, 17 de abril de 2014

GRACIAS GABRIEL GARCIA MARQUEZ


Nunca acabaré de agradecerle al autor de la novela más grande del idioma español después del “Quijote” con  “Cien años de soledad” y por su puesto el colombiano que nos dio más gloria en toda su historia,por haberme regalado las páginas de literatura que me dieron los momentos más alegres y especiales como lector.  He escrito en este blog mucho sobre su obra, pero es indudable que este momento me obliga a volver a los temas que más me conmueven de su vida y de su obra.
Su amor por la literatura fue inconmensurable. Abandonó todo por esta pasión. En el primer capítulo de “Vivir para contarla” está escrita de manera magistral esta historia frente a la incomprensión de su padre y la tenacidad de su madre por hacerlo un hombre de bien. Nunca renunció a este compromiso y fue fiel a su destino.
Gabo fue un hombre tímido, su conversación era agradable, ordenada como sus novelas, atrapaba al interlocutor, lucida e inteligente, con el tono típico de un caribeño de mil quilates. El itinerario creativo de Gabo se parece a sus novelas. La genealogía de su obra es un recorrido exhaustivo por la historia de la literatura, por la historia de latinoamericana, desde sus propios mitos y con la altivez de quien los descifra a cabalidad para el mundo, pero con un elemento relevante, se otean algunas de las claves para los amantes de la escritura, de cómo se arma un texto. No se nos puede olvidar que su vida estuvo llena de penurias propias de un escritor en un país y en un mundo que no esta hecho para tolerarlos y menos para valorarlos.
Desde el primer cuento  la “Tercera resignación” en 1947, la publicación de su primer novela “La hojarasca”  su obra crece en tal medida,  basada en una disciplina sin parangón que lo hacía trabajar con un horario inmodificable, que le permiten construir 33 libros que hoy enorgullecen a toda Hispanoamérica, con una factura impecable, un encanto indescifrable donde se decanta la mejor literatura del idioma español.
Esta nota, la escribo desde el agradecimiento, consciente de su legado y esperando realizar un escrito acorde con su grandeza solo con la intención de decirle: Su obra le hará eterno.