martes, 18 de octubre de 2016

EL PREMIO NOBEL DE LITRATURA



Admito que me entusiasme mucho cuando supe la noticia del premio nobel de literatura, Bob Dylan es el símbolo de una época que nos trae los más gratos recuerdos, no sólo por todo lo que representó para la juventud, sino por todo lo que se jugó en pro de un mundo diferente. Sus canciones, su poesía, su actitud iconoclasta fueron una apuesta hermosa por la vida que se perdió entre los entramados de un realismo lejos de nuestros sueños. Después de traer a colación sobre la época que marcó su trayectoria, con sus posturas críticas al sistema, con todo lo que implicó el movimiento juvenil que denostaba de todo del cual fue fiel represente, de escuchar de nuevo su música, de leer alguno de sus relatos, ahora recuerdo que en el primer número de la revista Mito de Colombia de la mano de Gaitan Duran se publicó un relato suyo (1955), de leer lo poco que se consigue, llegue a la conclusión que el comité Sueco que otorga el premio se equivocó, que el premio de literatura hizo un giro que aún no termino de comprender.
Empecemos por lo esencial. Sus canciones están llenas de poesía, son versos hermosos. Los grandes poemas épicos como la “Ilíada” y la “Odisea” son el ejemplo más emblemático de la tradición oral, se cantaban, constituyen el nacimiento mismo de la literatura.  Hace poco se publicó en los Estados Unidos en una edición cerrado toda su prosa. Es un hecho la literatura va más allá de lo escrito. El premio a Bob Dylan representa que el abanico de posibilidades se amplió, un buen libretista de cine o de televisión tendrían el mismo derecho, de igual manera los grandes compositores cabrían en esta bolsa, para no citar otras formas de expresión más revolucionarias.

Creo que en este punto es donde empiezo a tener serias dudas sobre el giro de la academia Sueca. No es que las canciones de Bob no estén llenas de poesía, incluso a escrito relatos, aunque siempre habrá mucha controversia al respecto como todos los años, pero no es un escritor, no hay corpus, esto quiere decir que el espectro que abrió la academia en este orden podría terminar en una especie de desbordamiento que afecta a la propia literatura. Sí uno mira a un compositor de la talla de Agustín Lara, de Armando Manzanero que aún está vivo, podría decir que este último es un serio candidato al nobel, lo mismo pasaría con ciertos compositores Ingleses. Pienso que más bien la academia habría podido crear un premio alternativo que cubriera estas expresiones tan importantes y dejar el nobel en las condiciones que hasta ahora lo ha otorgado. Es un hecho que en adelante en materia de pronósticos la cosa se pone de otro pelambre, pues ya no sabríamos apostar por tal o cual escritor, ahora hay que pensar en compositores, yotuber, grafiteros………y por su puesto en libretistas y guionistas.
Las dudas ni siquiera tienen que ver con la calidad de su poesía, de la expresión como tal, sino de cómo evitar una dispersión que le hace daño a la literatura en lo que tiene que ver con el premio nobel, pues mal o bien cuando se concedía generaba muchas controversias y constituía una puerta para volver la mirada a ciertos escritores olvidados, genera siempre un reverberamiento crítico, que obliga a tomar posición. Tal vez yo no esté preparado para este giro, pero en lo que atañe a lo propiamente literario aún me quedan muchas dudas, creo que el corpus creativo de Bob Dylan no daban para un nobel, aun así reconozco en este compositor un icono de una época muy bella y un canta-autor de talla mayor.   






miércoles, 12 de octubre de 2016

EN CAUSA PROPIA DE ERNESTO VOLKENING


Este  es el diario de un crítico muy importante para Colombia, un lector consumado. “Ernesto Volkening (Amberes, pero de vecindario renano-alemán, 1908-Bogotá, 1982) llegó a Colombia en 1934, recién graduado de Derecho, y aquí se quedó hasta su muerte. De hecho, toda su obra —sus ensayos paulatinos y constantes— la publicó en Colombia, salvo la bella edición de ese libro extraño y maravilloso, entre diario y evocación de la infancia europea, que es Los paseos de Lodovico (1974). Y sus dos únicos libros colombianos son, el primero, selección de sus ensayos, y el segundo la edición revisada de su tesis de grado en Derecho”.
Quiero comentar el libro “En causa propia”,  re-editado por la universidad EAFIT de Medellín, valioso aporte a las letras Colombianas, no solo por el rescate que hace de nuestra memoria literaria y crítica, sino por la divulgación y reverberamiento que producen estas re-ediciones.. El texto es un diario de sus lecturas, sin mayores pretensiones, no fue escrito para ser publicadas, refleja la agudeza de un lector fuera de serie, juicioso, preparado, con mucha sensibilidad, su mirada sobrepasa los rígidos análisis académicos, son los efectos del deslumbramiento que le dejan ciertos libros y autores, el revelamiento de las emociones que se desprenden desde el texto que lee, sus impresiones,  la esclerótica de un  poliglota enfrentado a un mundo muy ajeno al suyo por circunstancias históricas especiales. Su formación académica la tuvo en Europa.  El descubrimiento del talante creativo de esta parte del mundo lo impresionó mucho y de hecho con sus escritos  contribuyó a su desciframiento a través del estudio de autores y libros muy puntuales.
Oscar Collazos escribe el prologo del texto, esto expresa: “Cada lector crea y construye su método para leer. Y lo que importa y revela es lo que con ellas-la lectura y la mirada- se destruye y construye desde la sensibilidad y la crítica, porque ambas se evidencian en el momento de la destrucción y el caos, como dice Volkening- no basta, pues, con la contemplación pura: precisa mirar a través de las cosas”, , los libros sólo viven cuando se leen; puesto que la biblioteca constituye su muerte”.
Cada lector responde a una formación, desde ahí parten sus elucidaciones. Hay lectores emblemáticos como Borges, Octavio Paz, Vargas Llosa, de una cultura descomunal.  Volkening, también lo era, es un lector fuera de serie, profundo, quien no realiza juicios, ni elabora esquemas, trasmite lo esencial de los textos desde una espiritualidad que abrevó en lo más calado de la cultura occidental. La diferencia es que hay dos culturas enfrentadas, este europeo se ve incorporado a una cultura que lo asalta, diferente a su país de origen, del cual se vino evitando los horrores de la guerra.  
Cuando uno entra a leer estos diarios queda impertérrito. Nunca había leído unos diarios de esta calidad, no me deslumbra su conocimiento desproporcionado de la buena literatura, ni su excelsa y exquisita prosa, no, es el tacto, la textura de, la manera como expresa lo que le deja cada lectura, El 26 de junio escribe: “El que está habituado a asociar al barroco las ideas de énfasis y de plenitud desbordante hará bien en leer a Baltasar Gracia.  Sin duda, esto es bien barroco, y del mejor, más por añadidura representa una de aquellas audaces abreviaturas en las cuales aparece el periodo clásico contraído al mínimo, encerrado en formulas cuyo laconismo llega gongoristas extremos.” Las disertaciones sobre el quijote con que comienza este diario son fascinantes, inducen a lecturas olvidadas: “Cuando Don quijote, tras extensas lecturas de “Amadis De Gaula” y otros libros de caballería resuelve salir como caballero andante, ha de ver se en ella la inversión de usuales procederes literarios. Lo leído se trasforma ahora en aquella realidad viva la que tomaban los viejos autores el material para sus historias”.  
Este libro es además una biografía literaria de su relación personal y crítica con Gabriel García Márquez: “Gabriel es hombre de porte sencillo y natural, sin pretensiones, tiene un manera discreta de mostrar sus simpatías. Su fama de autor debiera haberme intimidado, pues así me suele suceder en presencia de gente de peso. Pero al contrario fue él que dio la impresión de sentirse inhibido.  Curioso parece que me tiene como un pozo de sabiduría, sin embargo, se creó al instante un ambiente de mutuo entendimiento, más aún experimente en e trato de él, igual qué para que con los personajes de sus libros. Esa sensación honda de familiaridad que no había vuelto a sentir desde mi amistad con Benno.” Sus articulaciones y referencias literarias son caso aparte:  “En filosofía sin supuestos” de Danilo cruz Velez, parte II, página 210, ahí donde el autor, interpretando a Heidegger, se ocupa del modi essendi, encontré una clave para el entendimiento de  Robert Musill y su “Hombre sin atributos”. Lo posible es lo todavía no real, la posibilidad se ve, pues, dese la realidad; es un escalón previo de la realidad. Lo posible es lo que se puede llegar a ser; por lo tanto, no debe ser pleno, sino ser deficiente. Además, lo posible es lo indeterminado. En estos dos respectos, la posibilidad es lo posible no es todavía planamente pero puede llegar a ser, su posibilidad es doble; puede llegar a ser real o no llegar a serlo. Por ello, la posibilidad se opone a la necesidad”, etc.”.
Volkening fue un fiel lector de la obra de Nicolás Gómez Dávila, su mirada a este autor, siempre fue de respeto y sorpresa, de deslumbramiento con una inteligencia de tantos quilates. En este diario hay citas bellas alrededor de sus diarios. No me queda más que recomendar su lectura.