La
lectura es un sucedáneo vital para todos aquellos que vemos en este quehacer la
sangre para sobrevivir a tantas vicisitudes de la vida, que no siempre
somos capaces de asimilar del todo por razones diversas que, no vale la pena traer a colación. ¿Qué he leído este año: Muchas
cosas, aunque realmente algunos autores y lecturas delirantes me vuelven a
confirmar que, gracias a las divinas pre figuraciones del azar, los escritores y
los libros existen y los tengo a la mano por la red y las TIC.
El
momento político que vive el mundo y mi país me llevaron a leer muchos textos y
libros alrededor del tema de la violencia y la resolución pacifica de conflictos, que son fundamentales para la convivencia.
Me
tocó volver a leer las memorias de personajes históricos, sobre hechos de Colombia en los últimos 100 años. Ordenar e
interpretar los diferentes acuerdos políticos alrededor del conflicto interno. Sus tensiones y documentos relevantes
alrededor de este tema tan delicado. Fue una tarea refrescante. Cuando se empieza a leer
historia Colombiana desde su formación como república, nos vamos encontrando con los primeros conflictos entorno a la visión de estado que tuvieron nuestros próceres, donde cada uno quería imponer a sangre y fuego sus ideas, hecho que me permite inferir que, nuestros problemas son ancestrales y responden al mismo
contexto enredado de estos tiempos.
Lo
confirma lo sucedido esta semana al alcalde de Bogotá, gracias a un procurador ideologizante quien le vuelve a torcer el cuello a la historia, desconociéndola, pero en todo caso ejerciendo una potestad inexplicable, lanzando sentencias y condenas inquisitoriales, legales en apariencia,
no justas, ni ponderadas, ni equitativas desde la perspectiva de la ética y la justicia social.
Hay
textos emblemáticos a los que volví de nuevo: “Manual de historia de Colombia”. Este
esfuerzo fue un compendio de ensayos publicado por “El instituto de cultura y
procultura” hace más de 20 años, que tuvo como director científico a Jaime
Jaramillo, quien reunió a un grupo de autores especializados. A esta se sumó el
texto de “Henao y Arrubla”, los de Javier Ocampo, Salomón Kalmonovis, Daniel
Pecault, Malcolm Deas, Paul Oquist, David Bushnell, James Henderson.
La
lectura en todo caso es esclarecedora. Se entiende mejor el presente después
de estas lecturas en la medida que la confusión actual entre ideologías e intereses personales,
saqueos, corrupción y apropiación de lo público desde esferas del poder en procesos donde la usurpación de los privado, sigue presentándose de manera continua, y es consecuencia del pasado nefasto que no hemos podido superar, ni entender.
Leí ademas las memorias de Alberto Lleras, de Andrés Pastrana, Carlos Lleras Restrepo. López Michelsen en esas excelentes columnas de grata
recordación que nos enseñaron gran parte de lo que fuimos, Jorge Childe, el
columnista más agudo que hemos tenido de tan grata recordación. Es difícil descifrar
por qué no hemos matado tanto, como la sangre ha sido el lugar común desde que
nacimos como república y hasta dónde el poder y el amor desmedido por la tierra (Ambición primigenia) que nació cuando Colon habló en nombre de la reina de
España y dijo de un solo tajo: esto es mío, sigue siendo lo común en nuestra cotidianidad. Nuestra tierra siempre ha estado en
manos de unos pocos, es una verdad de a puño y es nuestro peor problema y la causa conflicto armado.
El
texto más lúcido de todos de los que aborde, es “La paz, La violencia: Testigos de excepción” De
Arturo Alape. Allí están las claves de todo lo que nos pasó.
Los textos de literatura fuera de la anterior tarea, siguen siendo el pan
comer de mis pasiones. John Katzembach, lo
leo desde hace más de diez años, es un autor de novelas policíacas muy importante, entretenido, además
de ser absolutamente importante desde la perspectiva de la literatura, estoy
atrapado por “Retrato de Sangre” novela que me desvelo. Solo queda decirles a mis
lectores, aborden su lectura.
Gabriel
Vásquez, el escritor Colombiano, volvió a regalarnos una novela formidable:
“El ruido de las cosas al caer”, que ratifica todo lo que se dice sobre su obra y la calidad de la misma, que le ha permitido cosechar todos los premios habidos y por haber este año. Queda
decirle a este escritor exitoso, que no se deje llevar por la presión de las editoriales y publique sólo
cuando los textos estén listos. Hay una cita en Wilkipédía que quiero traer a colación,
porque varias veces he dicho, que Bolaños rompe con el Boom: "Aunque
reconoce su deuda con Gabriel García Márquez, su obra es una reacción al realismo
mágico; así, a propósito de “Historia secreta de Costaguana” dijo: "Quiero olvidarme
de toda esa retórica aburridísima de América Latina como continente mágico o
maravilloso. En mi novela hay una realidad desmesurada, pero lo que es
desmesurado en ella es la violencia y la crueldad de nuestra historia y de
nuestra política. Déjeme que aclare algo con respecto a esa cita, que por
supuesto se refiere, en tono de sarcasmo cariñoso, a Cien años de soledad. Yo
crecí con esta novela, y puedo decir que la lectura de Cien años… en mi
adolescencia puede haber contribuido mucho a mi vocación, pero creo que todo el
lado del realismo mágico es de lejos lo menos interesante que tiene esa novela.
Yo propongo leer Cien años como una versión distorsionada de la historia
colombiana. Ahí está lo interesante: en lo que hace Cien años… con la masacre
de las Bananeras o con las guerras civiles del siglo XIX, no en las mariposas
amarillas ni en las colas de cerdo. Como todas las novelas que son grandes de
verdad, Cien años de soledad exige de los lectores que la reinventemos. Yo creo
que esa reinvención hay que hacerla olvidándonos del realismo mágico. Y lo que
he tratado de hacer en mi novela es contar el siglo XIX colombiano en una clave
radicalmente distinta y me temo que opuesta a lo que los colombianos han podido
leer hasta ahora”. Esto ha sido así, sus textos lo confirman.
Qué
bien por William Ospina. Sus ensayos volvieron sobre el buen camino y sigue
reflexionando sobre Colombia: “Pa qué se acabe la vaina” una recopilación de
ensayos sobre diversos temas y un libro puntual sobre educación.
Todas
estas lecturas en medio de mis gustos reconocidísimos: Borges, Paz. Steiner.,
Gadamer, Habermas, Foucault…y uno que otro poeta. Espero en la próxima entrega
hablar de un solo libro. Sería mi libro de año.
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