León Tolstói en su emblemática novela “Ana Karenina” escribe:
“Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz
tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”. En un mundo donde todos los mitos se mueren,
se diluyen, nada perdura, lo efímero es la constante, las parejas se separan en
muy corto tiempo, siempre por motivos insustanciales y vacuos, Luis Fernando Ángel
y Blanca Duque, celebran esta navidad 25 años de casados. Para ello han
preparado dos eventos, por fuera de ciertos protocolos tradicionales,
convencidos que tienen muchos motivos para hacerlo.
Pocas parejas se ajustan tanto el uno para el otro como esta.
Cuando conocí a Luis hace 17 años, quede impertérrito, un hombre más alto que
el promedio, parece un personaje de novela policiaca de la baja Renania, lúcido
de sobremanera, con un humor negro lacerante, cuando las mareas crecen,
resguarda sus preocupaciones muy bien, en una especie de lobotomía intencional,
creo, que nunca pierde el control pese a los temporales que lo asedien, al
final, las respuestas frente a las vicisitudes están siempre a la mano. Para
esa época un proyecto comercial, con algunos asociados, hacer muebles, con carpintería
propia, daba señales de morir muy pronto, prácticamente no tenía futuro. Nunca
lo vi ante este impase fuera de sus cabales, menos desesperado. Mesurado, así
este bailando sobre el filo de la navaja. En una decisión trascendental en su
vida empezó a pasar hojas de vida con una perseverancia casi religiosa. Es un hecho,