Con tan solo 48 años ha
escrito más de 3500 páginas, que le han dado un reconocimiento importante,
primero en su Noruega natal y después en toda Europa y Norteamérica. Se están
publicando novelas extensas, que uno pensaría que no tienen cabida en el mundo contemporáneo,
aun así, contra todo sentido común, las de este hombre, han tenido un éxito sorprendente
y lo que es mejor, se están leyendo masivamente.
sus novelas, con la excepción
de sus dos primeros libros: (Fuera de este mundo, 1998) y un ensayo sobre los ángeles,
(Un tiempo para todos, 2004), son autobiográficas, son seis, saga titulada: "Mi lucha", están escritas
explotando todo el espectro de sus experiencias, sin corta pisas, tomando todo
lo que hay, incluyendo a familiares y amigos que han quedado de cuerpo entero
en sus textos. En sus novelas habla de su mundo: “Escribir es sacar de las
sombras lo que sabemos. No de lo que ocurre allí, no de qué clase de actos se
realizan allí, sino del allí en sí. Ese es el lugar y la meta de la acción de
escribir. ¿Pero cómo llegar hasta ese punto?”, anota en "La muerte del padre", en
una de las tantas reflexiones que sostiene Mi lucha. En el segundo tomo, su
mejor amigo, Geir, describe a Knausgård en una comida familiar y pareciera que
está hablando de las zonas más oscuras de la saga: “Este hombre ha hecho una carrera
relatando lo fracasado que se siente. Un episodio triste tras otro. Vergüenza y
arrepentimiento por doquier” (1).
Se han publicado dos en
español: “La muerte de mi padre” y “Un Hombre
enamorado”, por editorial anagrama. Traigo a colación, esta especie de Proust Nórdico,
porque insisto que la novela mantiene una vigencia inusitada. Uno podría enumerar cada sentimiento humano y
encontrar la novela que lo abarca de manera perfecta. El amor, la soledad, la
angustia, el desamor, para solo citar algunos aspectos, están perfectamente
descritos en muchos libros. Hoy no quisiera fungir con las pretensiones de un
crítico, sino la condición de un lector, que ve con satisfacción como se siguen leyendo novelas y cada vez hay más autores exitosos.
Karl Ove Knausgård, es un fenómeno literario.
Quiero trascribir la entrevista hecha por el periódico “El mundo”, de España, realizada por Luis Alemany, que me
parece muy puntual:
P.- Tengo un amigo danés.
Cuando empecé a leer 'Mi lucha', le pregunté por las diferencias que hay entre
el idioma danés, el sueco y el noruego y le conté de sus libros. Y me dijo que,
a él, el noruego le suena muy musical, casi chistoso. Al parecer, tenía una
amiga noruega que se pasaba el día hablando del suicidio, pero nadie la creía
porque tenía acento noruego.
R.- Es verdad. Bueno,
supongo que es verdad, porque uno no sabe nunca cómo suena su voz. El acento
noruego, para mí, es el acento normal, claro. Pero es cierto que los daneses y
los suecos me suenan duro y que ellos nos ven como a unos personajes dulces y
un poco naíf. Y creo que tienden a no tomarnos muy en serio.
P.- Esta entrevista me hace
mucha ilusión pero, al mismo tiempo, tengo la sensación de que cualquier charla
sobre Mi lucha está condenada a ser anecdótica, una bobada. ¿Le molesta el
ruido alrededor de 'Mi lucha'?
R.- Supongo que sí me
perturba, porque me he venido a vivir al campo, a un pueblo que no tiene nada
que ver con Mi lucha. Todo es muy pacífico y muy tranquilo aquí. Es una forma
de protegerme de ese ruido. Pero bueno, no debo quejarme, el éxito de Mi lucha
me ha abierto muchas posibilidades maravillosas. Ha sido todo para bien... ¿Las
entrevistas? Ahí pasa una cosa curiosa: cuando entrego un libro, en el momento
que salgo del despacho del editor, soy incapaz de decir una sola palabra sobre
lo que he escrito. Siento que no tengo nada que decir: lean el libro y dejenme
en paz. Pero, claro, si queremos que se hable de literatura, de mi literatura,
algo tendremos que inventar, ¿no? De modo que, poco a poco, entrevista a
entrevista, voy desarrollando un discurso y acabo por descubrir alguna idea que
desconocía por completo. O sea, que sí, las entrevistas tienen sentido
relativamente, pero tampoco están tan mal.
P.- Me interesa saber de su
vida después de 'Mi lucha'. ¿Es usted mejor persona de lo que era antes de
escribirla? ¿Más paciente, más generoso?
R.- Soy mejor padre, creo,
pero porque ya tengo una experiencia, no por Mi lucha. Y luego está el éxito de
los libros que me ha quitado algunas frustraciones. Pero mejor persona... yo no
diría tanto como que soy mejor persona.
P.- ¿Y más sincero? Porque
me imagino que, después de escribir seis libros como los de 'Mi lucha', todo el
mundo alrededor debe de esperar que sea usted absolutamente sincero
absolutamente siempre.
R.- No... Si es que por eso
escribí 'Mi lucha', para ser completamente sincero una vez en la vida. Porque
en el día a día real no se puede ser así, todos tenemos que socializar y
escondernos muchas cosas para no hacernos daño
P.- ¿No hay ni una sola
escena deshonesta en 'Mi lucha'?
R.- Al principio me propuse
ser absolutamente sincero. Luego me resigné a ser absolutamente sincero con mis
recuerdos, sincero conmigo mismo. Porque otra cosa... Los episodios ya no son
episodios, son recuerdos y cada uno tiene el suyo. Pasarán 100 años y aún habrá
quien diga: 'aquello no ocurrió así como lo cuenta en el libro'.
P.- ¿E injusto? ¿Siente que
ha sido injusto con alguien?
R.- Creo que he contado
cosas que quizá causaron algún dolor innecesario, estoy pensando en alguna
página sobre mi ex novia. Pero no diría que fuese exactamente injusto.
P.- Hace unos meses
entrevisté a su colega Hanif Kureishi, que está obsesionado por el
psicoanálisis. Le dije que yo intuía que escribir novelas por lo menos tenía
que valer para ahorrarse psicólogo. Y me dijo que de eso nada. Que, con mucha
suerte, vale para pagar el psicólogo.
R.- Estoy completamente de
acuerdo con Kureishi. Bueno, puede que en el momento de escribir haya una
sensación de alivio, de curación. Hay un momento muy potente y muy positivo.
Pero es un momento. Y, si lo que uno espera es desanudar la vida, entender los
porqués, dónde se equivocó, qué le hizo daño en la infancia... Bueno, mi
experiencia es que, en ese sentido, la literatura no sirve. También es verdad
que yo no escribí Mi lucha con ese propósito, no esperaba entender el pasado.
Esperaba que ocurriesen cosas, cambiar mi presente y mi futuro.
P.- ¿Le interesa el
psicoanálisis?
R.- La verdad es que nunca
he ido a un psicoanalista. Pero bueno, he leído a Freud y me ha gustado mucho.
Como literatura, quiero decir.
P.- ¿Qué piensa si le digo
que mi mujer mostró menos interés que yo por 'Mi lucha'? Y que creo que es
porque ve sus libros como sentimentalismo de chicos, 'cosas de tíos' que le
quedan un poco lejos.
R.- Soy un hombre que
cuenta sus experiencias de hombre... No sé, hay mucha gente que no conecta con Mi
lucha y lo entiendo, pero no me parece que sea una cuestión de género ni
cultural. Creo que está en el carácter de cada uno. Ahora he estado en San
Francisco y me crucé con un grupo de mujeres nativas americanas que me decían
que se identificaban muchísimo con mis libros...
P.- ¿Y no le apena no haber
escrito más despacio? ¿No haber sido más perfeccionista con la prosa y el
estilo?
R.- Sí, en parte sí. Pero
también sé que, si hubiera escrito más despacio se me hubiesen escurrido muchas
ideas e imágenes que tenía que prender con urgencia. De alguna manera, creo que
si uno escribe sobre la muerte, debe hacerlo con detenimiento, virtuosamente.
Y, si escribe sobre la vida, debe hacerlo con urgencia.
P.- Había un chiste sobre
'Un hombre enamorado': son 600 páginas y no sale nadie en todo el libro que
trabaje de verdad. Todos son treintañeros que estudian, actúan un rato por la
mañana, escriben sobre ángeles o lo que sea y después cuidan de sus hijos desde
las tres de la tarde. No hay nadie que vaya a una clínica o a una factoría o a
un despacho y acabe agotado al final del día.
R.- Es completamente cierto
y, además, me parece una crítica muy relevante. En la sexta parte hay muchas
páginas dedicadas a ese tema. Pertenezco a esta cultura de clase media
intelectual, un poco cerrada. De todas formas, eso ocurre en Un hombre
enamorado más que en ningún otro libro. Allí salen, sobre todo, los amigos de
mi mujer en Suecia que pertenecen a ese mundo. Su madre es actriz, por ejemplo.
Y Suecia es un país muy generoso para las becas y ese tipo de cosas. En los
libros que transcurren en Noruega, el tipo de familias que aparecen son
distintas, hay más clase trabajadora.
P.- La última pregunta es
un poco una divagación: el caso es que yo pienso en Mi lucha y la imagen que me
viene a la cabeza es más bien luminosa: críos que juegan en el bosque y se
bañan en el mar, una pareja de amantes en Estocolmo en verano... Es un poco
raro que un lector español lea una obra hecha por un noruego sobre la
fragilidad y la insatisfacción lo que le venga a la cabeza sea una escena
veraniega. No sé si eso significa que, en el fondo, hay algo optimista en 'Mi
lucha'. O si es un poco ingenuo esto que le digo
R.- No sabría qué
decirle... Mi vida, hoy en día, es estupenda: vivo en un sitio bonito, con unos
paisajes preciosos, con unos hijos que son felices... Pero, aun así, hay una
parte de la vida que es problemática. No le diría que sea un lado oscuro, es
más bien como una zanja que separa tu interior del mundo exterior y del que no
se debe hablar. Bueno, de eso hablan los libros que he escrito y supongo que
por eso conectan con mucha gente que reconoce la relación con sus padres. Todo
el mundo tiene experiencias negativas. En realidad, la única manera que se me
ocurre de hablar de esas cosas de una manera compleja es a través de las
novelas.
(1): El nuevo antihéroe de la literatura: la lucha de Knausgård.
http://papeldigital.info/lt/2014/05/24/01/paginas/090.pdf.
www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/la_muerte_del_padre_pp.pdf(1): El nuevo antihéroe de la literatura: la lucha de Knausgård.
http://papeldigital.info/lt/2014/05/24/01/paginas/090.pdf.