martes, 16 de julio de 2019

LITERATURA FEMENINA EN COLOMBIA


Las últimas ferias del libro de Bogotá fueron el escenario de sendos lanzamientos de novelas y ensayos de excelentes escritoras colombianas, hay un afán de publicar  obras que antes no tuvieron oportunidad en un país profundamente machista, esto significa para el público en general la visibilidad de una producción importante, de hecho hay una efervescencia e interés de parte de las editoriales, momento que ha permitido la publicación de trabajos sobre literatura femenina que estaban engavetados y de cierta manera olvidados, la academia por décadas viene haciendo una labor encomiable al respecto. La realidad en Colombia ha sido otra. Montserrat Ordoñez en un ensayo sobre el tema categoriza:” La producción y la crítica literarias, en Colombia, han pertenecido al espacio del hombre, con pocas excepciones significativas. Se encuentran más nombres de escritoras en la poesía que en la narrativa y en la crítica, un fenómeno que en otros países se ha tratado de explicar por posibles razones extraliterarias, tales como la imprescindible necesidad de más dinero, más tiempo y más espacio para poder producir obras si no de más valor, por lo menos de más longitud”. México es un ejemplo de país que le ha dado mucha importancia a las escritoras, de ello dan cuenta el número importante de narradoras de mucha relevancia mundial y la infinidad de trabajos y publicaciones sobre el tema. En el caso nuestro hemos tenido una producción constante, a estas publicaciones no se les dio la relevancia que tenían, hablo de las editoriales y de una crítica que des-atendió el tema.
Recuerdo que en mi casa había una producción extensa de libros de soledad Acosta De Samper, una escritora del siglo 19 muy prolífica y de suma importancia en el marco de la historia de la literatura colombiana. Las autoras del siglo XIX  son mucho más  de la que imaginamos: Mis recuerdos de Tibacuy, de Josefa Acevedo de Gómez; Aurora, de Mercedes Párraga de Quijano Otero; Nuestros próceres, de Waldina Dávila de Ponce; Luz y sombra; Un caballero español, de Eufemia Cabrera de Borda; y Un asilo en La Goajira, de Priscila Herrera de Núñez. Esto para recordar que siempre las mujeres han estado presentes en nuestra literatura.
El siglo XX y sobre todo en las dos últimas décadas han aparecido obras y escritoras jóvenes que rompieron ese paradigma de discriminación. No hablo de Marvel Moreno, de Fanny Buitrago, Laura Restrepo, o de Maria Mercedes Carranza, Meira Del Mar, Silvia Galvis que hacen parte de nuestro canon, me refiero a un grupo de escritoras que hasta ahora nadie conocía y que han escrito obras de suma importancia para nuestra literatura, las que por fortuna, la crítica empieza a tener en cuenta. La escritora Adriana Rosas consuegra a propósito de la ausencia de mujeres en muchas antologías del cuento trae un artículo de la revista Semana que expresa: En Colombia solo escriben los hombres. O al menos esa es la impresión que ofrecen los libros de historia de la literatura nacional: son muy pocos los nombres de mujeres que aparecen en ellos. Pareciera como si las obras de las mujeres hubieran estado ausentes por años de los circuitos editoriales y de los medios de comunicación. Además, los críticos literarios no se han preocupado por hacer un análisis serio sobre la escritura femenina”. En este blog hace poco escribí sobre dos escritoras colombianas que ameritan tenerse en cuenta: Adelaida Fernandez Ochoa y Adriana rosas Contreras, a ellas se suma: La poeta Alejandra Jaramillo, Alejandra Lerma, amparo Osorio excelente ensayista, Andrea Cote, Carolina Sanín, Andrea Mejía, Margarita Rocio Robayo, para solo citar algunas.
A este rosario de buenas escritoras se suma un innumerable número de ensayistas que desde la academia vienen produciendo y aportando estudios críticos muy rigurosos. La universidad Central de Bogotá, la universidad nacional, La UIS, la Universidad Javeriana y la del Norte en Barranquilla, vienen realizando investigaciones y de hecho publican textos muy serios que ameritan organizarse y publicarse en la red, es una tarea silenciosa que es preciso hacer relucir y divulgar. Otra variable la constituye el buen número de revistas que desde la academia cumplen una tarea pedagógica importante, constante y rigurosa donde las mujeres están presentes.
El trabajo de auscultar ese universo es imprescindible, no solo por la calidad de las obras, sino por justicia. En las regiones también se está produciendo a granel, este blog intestaré hacer un seguimiento a la literatura femenina en adelante. Ofrezco disculpas, pues soy consciente que he omitido muchos nombres en este artículo, pero espero realizar un artículo más ordenado y acorde con el momento que vive la literatura femenina.