martes, 26 de diciembre de 2017

JORGE LUIS BORGES EL TANGO CUATRO CONFERENCIAS

Editorial sudamericana lanzó en  la pasada feria del libro de Buenos Aires un texto que recoge cuatro conferencias sobre el tango. “Las grabaciones que dan origen a este libro llegaron a manos del escritor Bernardo Atxaga en el 2002 cuando José Manuel Goikoeetxea le entregó unos casetes envueltos y le explicó que habían pertenecido a un gallego, que se había ido a la Argentina de niño y luego trabajado como productor musical en Alemania ( Era de Manuel Román Rivas. Fallecido en el 2008). Este se las había traído de Buenos Aires y se las regaló a  Goikoeetxea en agradecimiento por su amistad”.  La autenticidad de las mismas estás absolutamente comprobada. La primera conferencia se llama: “Los orígenes del tango”. La Segunda: “De compadritos y guapos”, la tercera: Evolución y expansión” y la última: El alma Argentina. (Al principio su intención era hacer una investigación sobre Evaristo Carriego que  paradójicamente termina en un estudio sobre el tango)
Este texto está lleno de excelentes referencias sobre el tema, con las articulaciones acostumbradas de este gran escritor que terminan convirtiendo cualquier disertación en buena literatura; comienza con Evaristo Carriego como era lógico. Borges tiene la virtud de volver lo local en universal, de ir contando las historias desde lo coloquial asumiendo siempre una indagación sobre conductas, marcas y valores de su Buenos Aires de principio de siglo XX, las que gracias a la música y la literatura se han vuelto universales: La venganza, la historia del arrabal, los amores contrariados. Entre otras, cuenta la historia de Palermo, el Barrio de sus ancestros, lleno de casas solariegas con patio, una vida coloquial que por supuesto  ha desaparecido. Toca de manera tangencial el fenómeno de la emigración, con sus influencias más emblemáticas, las trasformaciones sociales de un país en ciernes, lingüísticas, las etimologías, siempre entorno al tango, su nacimiento y consolidación a nivel mundial.
La tercera conferencia, que llama “Evolución y expansión”, entre 1910 y 1914,  se decanta Borges en su máxima expresión. Cita a Rubén Darío, Lugones, narra con cierta sorpresa  como el tango se tomó a Europa, como entró en los grandes salones. Dice: “El filósofo irlandés Berkeley dijo famosamente que “Ser es ser percibido” y también que “Ser es percibir”. Pues bien, hasta aquel momento habíamos percibido a los otros países, habíamos percibido el pasado, el presente, pero no habíamos sido percibidos por el mundo”. Habla de los visitantes ilustres, del bandoneón, ese instrumento nuevo que trasformaría la música, que sería una revolución. Expresa que el tango surge de la milonga. Luego el tango se va entristeciéndose, languideciendo. La tristeza viene de la migración italiana, se escucha en lugares específicos de la gran ciudad: Adela, Palermo, cerca de la penitenciaría, o de la calle Chile del barrio sur o quizás de los barrios viejos, se fue alejando de los barrios viejos y se fue adentrándose a la Boca. Borges a pesar de estas citas no está totalmente de acuerdo lo que hace del texto una indagación muy hermosa. Cita a Ascasubi, Estanislao Del Campo, Vicente Rossi. Termina citando a Gardel, su gran aporte como cantante. En este lugar hace una disgregación de la poesía. Borges recuerda que la poesía empieza con la epopeya, cita el “El cantar del Mío Cid, el Beowulf,el “Ramayana”.
La última conferencia: “El alma Argentina”. Termina con un análisis de la composición del tango,  de su internalización, sobre todo de la llegada a Japón, de los muchos tópicos en que se expresa, de la opinión de conocedores del tema.  Siempre he duda de la aparición de obras póstumas, los escritores parecieran que trabajan después de su muerte por efecto de las editoriales, que buscan a granel textos, sobre todo cuando se trata de un hombre universal como Borges. En este caso no tengo dudas sobre la autoría de estas conferencias







sábado, 16 de diciembre de 2017

AÑORANZAS POR AQUELLOS LIBROS Y LECTURAS DE MI PREDILLECCION

La biblioteca personal se va volviendo con el tiempo en una presencia remozada de nuestras predilecciones como lectores, es un reflejo del itinerario de formación y encantamiento a lo largo de una vida donde los libros fueron y serán la más grata compañía, es el testimonio de lecturas alucinantes que están a la espera para volver algún día a darnos el placer de aquel primer encuentro. Recorro lentamente mi biblioteca, los estantes desordenados, voy bajando libros para abrirlos y por gracia de la lectura de  un párrafo, vuelvo a retroceder muchos años, a sentir cierta complicidad con un autor que no abordaba, en todo caso, está ahí, disponible, esperando que  vuelva por sus páginas, al hacerlo se me vienen muchas sensaciones, sin ninguna pretensión crítica, constituyen más bien huellas inenarrables de una experiencia que me marcó en el pasado. Recuerdo en principio como llegue al autor, lo que significó para mí, trató de revivir el momento de su lectura y sobre todo lo que dejó el texto en mi memoria y lo que aún produce. Hay libros que parecen sagrados desde la perspectiva personal. El círculo de lectores publicaba en el año 75 del siglo pasado clásicos latinoamericanos. Eran obras completas que trimestralmente  entregaba a sus lectores. Tendría quince años y con mucho esfuerzo, alcahueteado por mi madre, los compraba y los leía de cabo a rabo. Ahí me encontré con Onetti, con Borges, con Cortázar, con Fuentes, con García Marquez. Nadie me había dicho quienes eran estos señores y yo en una adolescencia precoz los leía simplemente por que llegaban por esos avatares del destino a mis manos.  Desde el principio, pese a que no entendía muchas cosas, Borges me produjo una alucinación de la que aun no despierto. Era consciente en mi ingenuidad de su enciclopedismo,  de una sabiduría aplicada a unos relatos como si fueran simples piezas de un rompecabezas ficcional infinito y sin barrera alguna. Las memorables citas y sus articulaciones con el relato me encantaban. En esta navidad he tomado todos los libros de Borges, incluyendo aquel tomo. Leo uno que otro relato, algún ensayo, la conferencia sobre los libros del texto: “Borges oral”……..por esa vía recuerdo mi casa en mi adolescencia, mi pequeña habitación, la  biblioteca que lentamente le iba robando espacio a la ropa y se fue tomando cada centímetro implacablemente. Descubrir ese otro mundo fue una experiencia de la que aún no me repongo. Cuando leí a Gabo, “En este pueblo no hay ladrones”, ese hermoso cuento, quede impertérrito….ni hablar de “Cien años de Soledad”. Pero nada es igual a lo que me produjo el libro “Los miserables” de Víctor Hugo. Mi vida cambió totalmente. La ficción que es una transposición estética de la realidad dejó de ser un pasa-tiempo para ser parte ineludible de mi existencia, una razón de ser, una manera de comprenderme y comprender al ser humano y al mundo a través de estas hermosas historias. El ensayo de la noche a la mañana se convirtió en una lectura prevalente, de todo mi gusto; la historia, la filosofía. Mi padre compró los clásicos Grolier y en estos tomos me encontré con Aristóteles, Platón, Dostoievski, Cicerón, una antología excelente de poesía hispanoamericana, Chejov…con estudios preliminares de Alfonso Reyes, Germán Arciniegas, de Martínez Estrada…un bocado de cardenal insuperable, 20 tomos que he tratado de adquirir lentamente y que me abstraen totalmente cuando vuelvo a ellos. Quien lee ahora a Wladislae Reymont, nobel polaco que publicó hace muchos años la novela “Los campesinos”, a Larra, Baroja, Tomas Carrasquilla……tal vez no quiere hablar de los libros más leídos este año, ni de los más vendidos, pese a que siempre se publican excelentes textos……..…he querido disfrutar mi biblioteca…Camus, Savater “Panfleto contra todo”, los cuentos de Tolstoi, las antologías de cuentos policíacos, Cortázar, uno que otro Best seller……..Recorro mi apartamento atestado de libros y pienso en el destino que tendrán cuando me muera……..Hoy, al lado de mis adorables hijos, son mi mejor compañía…..Mi hija mayor me preguntó: ¿Papa qué te regalo en esta navidad: Pensé…lo mejor…un buen libro.        

jueves, 14 de diciembre de 2017

ROGELIO ECHAVARRÍA


Se confirma la crisis de la poesía, la muerte de este gran poeta Colombiano no ha suscitado los homenajes acordes a una obra importante, remozada, de una calidad indiscutible:

 El transeúnte

Todas las calles que conozco
son un largo monólogo mío
llenas de gentes como árboles
batidos por oscura batahola.
O si el sol florece en los balcones
y siembra su calor en el polvo movedizo
las gentes que hallo son simples piedras
que no sé por qué viven rodando.
Bajo sus ojos que me miran hostiles
como si yo fuera enemigo de todos
no puedo descubrir una conciencia libre
de criminal o de artista
pero sé que todos luchan solos
por lo que buscan todos juntos
son un largo gemido
todas las calles que conozco.

Fue un periodista de carrera, un hombre culto, sin arrogancias, la soledad de la capital, como alguna vez lo dijo en una de tantas entrevista, lo llevó a escribir poesía, con los años se convertirían en los versos de:” El transeúnte”. Nació en Santa Rosa de Osos, igual que Porfirio Barba Jacob su mayor influencia. La muerte fue su  obsesión, le compuso a esta inexorable presencia, a esa silenciosa compañía, lloraba cuando leía a Epifanio Mejía, a Zaid. Su labor crítica es de suma importancia, las antologías de la poesía colombiana suyas son memorables, didácticas y constituyen una verdadera guía de la geografía poética nuestra. “Se   le asoció en un principio con el grupo literario "Cuadernícolas" y más tarde con la generación de "Mito". No obstante, su obra permanece casi insular dada su sencillez, brevedad y hondura existencial”. 

La Muerte me coge el pie,
yo la cojo del cabello;
si se queda con mi pie,
me quedo con su cabeza.

La Muerte me coge un brazo,
yo la agarro con el otro;
cuando amanezca estaremos
dando vueltas en redondo.

Un prologo al transeúnte expresaba con sabiduría sobre su poesía: “En la poesía de Rogelio Echavarría hay humor. Ligereza de baile y música, juego verbal. Un humor tenue, que podríamos llamar metafísico. Como en esta "Biografía":

Ayer, sueño.
Hoy, recuerdo.
¿Cuándo realidad?

Se nos ha ido un cultor de la buena poesía, un estudioso, un divulgador y un gran ser. No lo digo yo, lo dicen sus amigos.








jueves, 7 de diciembre de 2017

ALEJANDRO ROJAS ( RELATO )

El médico hace poco después de verlo le dijo con preocupación e ironía –No solamente tienes un corazón muy grande, tienes sobre-peso, debe cuidarse mucho en adelante…está para cuidados intensivos- Esta sentencia lo marcó, fue el corolario de sus últimos días.. su corazón era muy grande, desproporcionado, de cierta manera definía su forma de ser. Alejandro fue un hombre lleno de bondad, nunca tuvo un ápice de rencor con nadie. Era alto, gordo, bien parecido, un rostro muy Italiano, desparpajado, leal hasta los tuétanos, con un humor inteligente y  repentista. Su figura me recordaba  los personajes de Capolla en "El Padrino", caminaba lento y siempre estaba pensando con absoluta seriedad en proyectos grandes, descomunlaes……..parecía un ministro de obras sin cargo alguno. Ayer me llamó como todos los días a preguntarme: ¿Cesar cómo va todo?....actué como hacemos casualmente, como sí tuviéramos la vida comprada- ya te llamo- le dije mientras hablaba por el otro teléfono……A la media hora me llamó un amigo del alma que conocí por Alejo, hicimos una  apuesta al futuro tomados de las manos y me dijo: Le tengo malas noticias…Alejandro se acaba de morir…….impertérrito, sin palabras, absorto, ratifique que la vida es única y temporal…no se nos puede olvidar nunca…..Me encuentre intespectivamente de nuevo con la muerte de la peor manera………Mi amigo del alma, ya no estaba…ya no volvería…no me hablaría nunca más..No compartiría más………Alejandro me brindó una amistad que fue como el As debajo de la manga que me permitía  saber que no estaba sólo, como los segundos a bordo él estaría siempre conmigo sin importar los resultados, era una fortaleza espiritual inmensa. Mucha veces me llamó prendido a decirme_ Este seguro Cesar…No importa…yo estoy contigo, pase lo que pase..sin angustias……
Con Alejandro compartí un periplo muy largo en Europa que recuerdo como si fuera ayer……..Viajando se conoce la gente y ahora que ya no está, me consuelo recordando estos momentos que sellaron nuestra amistad…con el ganamos, perdimos, nos reímos, lloramos, nos abrazamos, escuchamos música….Alejandro era ante todo un músico, un enamorado del folclor, de la guitarra,  de la música de cuerda….pienso que esta era su pasión…aunque si leyera este texto estoy seguro que me corregiría…pues su  pasión fueron su esposa y sus hijos…de eso no hay duda.  Hace casi tres años me presentó un gran amigo…….La vida me dio un regalo de su mano, la mistad con Oscar Rojas…En un sociedad llena de intereses es difícil decir, tengo un amigo…No puedo escribir acorde a las responsabilidades que nacen de tantos años de amistad……ante estos hechos, la mejor estrategia es el silencio……A Mónica y a sus hijos…..hay que recordarle que:  nadie realmente muere sí atendemos a su espíritu….siempre decanta en todo lo que hacemos, está ahí..Mire a sus hijos y lo comprobará fácilmente…Pienso que a nadie se le debe recordar con tristeza…en este caso no lo perdonaría Alejandro…la vida continua y el mejor homenaje es seguir luchando….para ser feliz,..No para otra cosa.

sábado, 2 de diciembre de 2017

EL HOMBRE QUE FUE CHESTERTON


Savater es un excelente  lector, de ello dan cuenta muchos libros suyos sobre la experiencia de leer.“La infancia recuperada”, que sigo abriendo de vez en cuando, ensayo lúcido, alegre que incita gratamente a la lectura, siempre suelo recomendarlo a los jóvenes. Este texto aparecido en la revista “Babelia” del periódico “ El país” de España, que reproduzco es una muestra de este talento. Espero mis lectores lo disfruten. Cesar H. Bustamante.

Fernando Savater

"Creo que es una verdad abstracta que cualquier literatura que represente nuestra vida como peligrosa y sorprendente es más verdadera que cualquier literatura que la represente como vaga y lánguida. Pues la vida es una lucha, y no una conversación” (G. K. Chesterton).

Uno de los empeños más evidentes de Chesterton (Londres, 1874-Beaconsfield, 1936) en casi todas las páginas que escribió es refutar la perspectiva moderna, pero de raíces clásicas, que describe el mundo con tintes lúgubres y pesimistas, un lugar donde incluso los goces sensuales y rebeldes están tocados por el ala negra de la desesperación. Para Chesterton la verdadera herejía moderna no es haber rechazado o ignorar a Dios sino rechazar o ignorar en qué consiste la alegría. No oculta su intención apologética, más bien blasona de ella hasta el punto que a veces su particular cruzada llega a hartar un poco incluso a quienes sentimos mayor simpatía por él. No es que predique con demasiado entusiasmo sino que su enorme entusiasmo sólo alcanza su cénit en el arrebato predicador. Pero no hay que confundir su actitud con una postura conformista que conjura los abismos de la existencia irreligiosa con abluciones de agua bendita. Al contrario, apuesta por la ortodoxia descartada en la era moderna pero desde una orilla trémula e incierta que tras un velo de humor resulta tan inquietante como el peor paganismo. No promete un futuro feliz para tranquilizarnos sino que precisamente nos inquieta por medio de él. Por decirlo con las mismas palabras con que describe la función de la buena poesía, “clama contra todos los mojigatos y progresistas desde las mismísimas profundidades y abismos del corazón destrozado del hombre, que la felicidad no es sólo una esperanza, sino en cierto extraño sentido un recuerdo y que somos reyes en el exilio”.

Es evidente que Chesterton es un escritor lleno de humor, a veces francamente cómico, que incluso diríamos que se pierde —o pierde el hilo de lo que está contando— por un buen chiste o una carambola verbal. Hasta cuando está hablando del tomismo medieval o del militarismo alemán puede ser sumamente divertido. Pero aun reconociendo esa infrecuente virtud, aunque lo leemos con una sonrisa perpetua en los labios y a veces con una abierta carcajada, también es cierto que al cabo de un rato de leerle nos sentimos más fatigados que si hubiéramos tenido entre manos el libro de un autor más aburrido. No trato de plantear una paradoja de apariencia chestertoniana y decir que los autores divertidos cansan antes que los aburridos: esta paradoja no es propia de G. K. Chesterton por la sencilla razón de que es falsa. Luego hablaremos de ello… Lo cierto es que hay una buena razón para que esa paradoja en general falsa sea en su caso verdadera. Y es que cada página, no cada página sino cada párrafo, no cada párrafo sino cada línea o línea y media de Chesterton plantea una polémica. Leerle es participar en un torneo interminable, en una batalla de esas que comienzan al alba y aún sigue entre mandobles y lanzadas cuando llega el crepúsculo. Al levantar con un suspiro la vista de la página que estamos leyendo, tenemos la imaginación llena de tópicos muertos, de evidencias destripadas, de creencias indiscutibles que han sido discutidas hasta que hemos dejado de creer en ellas y yacen yertas. Cada observación aparentemente inocente ha dado lugar a una refriega, cada certeza se ha disuelto en un pulso, cada perspectiva histórica vulgar ha sido arrastrada por las mulillas después de varias estocadas y el correspondiente descabello. El rato que leemos a G. K. Chesterton no estamos disfrutando del sillón en nuestro gabinete sino que hemos galopado en nuestro corcel de guerra por el campo de liza, que no en vano se llamó en tiempos “campo de la verdad”. No es extraño que de vez en cuando tengamos que descansar…

Antes dije que una paradoja falsa o artificiosa no pertenece al género que cultivó Chesterton, cuya maestría en ese campo le envidian incluso quienes le detestan y sobre todo los que pretenden sin éxito imitarle. Borges señaló perspicazmente que una característica de Oscar Wilde que suelen menospreciar hasta los que más festejan sus boutades y trallazos de ingenio es que por lo común además tiene razón. Algo semejante puede decirse del estilo pugnaz de G. K. Chesterton: no busca sobre todo sorprender o desconcertar (aunque es evidente que no le disgusta conseguirlo) sino hacernos pensar dos veces y desde un ángulo menos trillado lo que suponemos obvio… porque vemos a otros aceptarlo como tal. Cuando polemiza con escritores de talento a los que sin duda admira (Chesterton tenía buen ojo literario y nunca desprecia a un autor por no compartir sus ideas) se nota especialmente este tipo de chocante esgrima. Elijo un ejemplo entre mil. Como tantos otros antes o después que él, critica en el gran Rudyard Kipling su adoración del militarismo. Pero se distancia crucialmente de los demás en su argumentación, de acuerdo con su línea paradójica: “El mal del militarismo no es que enseñe a ciertas personas a ser feroces y altaneras y excesivamente belicosas. El mal del militarismo es que enseña a la mayoría de los hombres a ser mansos y tímidos y excesivamente pacíficos. El soldado profesional gana más y más poder a medida que decae el coraje de una comunidad. (…) Los militares ganan el poder civil en la misma proporción en la que los civiles pierden las virtudes militares”. Más adelante señala que nuestra época ha logrado a la vez “el deterioro del hombre y la más increíble perfección de las armas”, lo que ya era cierto en aquellos días y lo es mucho más en los nuestros. El complemento ideal de la beata admiración de los uniformes y la fanfarronería es el repliegue pacifista. Incluso quienes más veneramos a Kipling tenemos que asumir que este sesgo inusual del reproche usual que se le suele hacer es diabólicamente certero…

Podríamos aducir otros muchos casos en que Chesterton, cuando aparta la vista de los elfos y los gerifaltes de antaño, señala con penetración las grietas de la modernidad. A la fascinación del cine le opone que propicia errores irrefutables, sobre todo en materia histórica: cuando alguien escribe disparates en un libro siempre salen otros diez o doce escritores que señalan sus fallos, pero nadie hace otra película para enmendar las equivocaciones filmadas. Es más, los que ven películas no suelen leer además libros para conocer las mentiras de la pantalla, hasta tal punto —señala G. K. Chesterton— que la palabra “pantalla” cobra el extraño sentido de lo que encubre y disimu­la. ¿Qué hubiera dicho ante el actual imperio de la pantalla digital y sus embelecos? También la creciente idolatría de la naturaleza, que ya apuntaba en su tiempo en la aplicación del darwinismo a la moral y en el nuestro en la psicología evolutiva o la ecología, le mueve a reflexiones oportunas: “Basarse en la teoría evolutiva permite ser inhumano o absurdamente humano, pero no humano. Que tú y el tigre seáis lo mismo puede ser un motivo para ser amable con el tigre. O para ser tan cruel como él”. En cuanto a sus ideas políticas, la fundamental para él era la democracia y la entendía del mejor modo posible: “He ahí el primer principio de la democracia: que lo esencial en los hombres es lo que tienen en común y no lo que los separa”. Aún no se había puesto de moda lo de que la mayor riqueza humana es la diversidad y quincalla intelectual semejante…

Chesterton fue un decidido humanista pero convencido de que mejoramos nuestra humanidad al reflejarnos en lo divino. En una vida no excesivamente larga pero muy fecunda escribió narraciones, poemas, piezas teatrales, ensayos y artículos. También unas estupendas biografías, que nada tienen que ver con el puntillismo académico que levanta sesudo inventario de la frecuencia de los alivios intestinales de los personajes estudiados y miserias parecidas. En las suyas, de escritores, santos o artistas, Chesterton realiza a mano alzada un retrato del alma de su biografiado, es decir de aquello que le hizo único y que justifica nuestro interés por su vida. También su memorable autobiografía sigue el mismo criterio. En España tenemos la suerte de contar desde hace décadas con múltiples ediciones de la mayor parte de la obra de G. K. Chesterton. Acantilado ha editado varias, entre ellas últimamente un volumen de Ensayos escogidos seleccionados por W. H. Auden que recomiendo a quienes quieran conocer esta faceta del autor, distinta a su habilidad como articulista. Y Renacimiento se lleva la palma, con un amplio catálogo que incluye todos los géneros: su publicación más reciente reúne lo mejor que escribió G. K. Chesterton para celebrar la Navidad, una fiesta religiosa y popular, con abundante tradición gastronómica y llena de ilusiones mágicas, que se celebra en familia y disfrutan (¡o disfrutaban!) sobre todos los niños…En una palabra, hecha para gustar al gigante feliz.






miércoles, 22 de noviembre de 2017

SERGIO RAMIREZ

Castigo Divino fue una obra que leí hace muchos años, la primera de este gran escritor y aún hoy puedo revivir la grata impresión que me causó esta obra polifónica: “un triple asesinato con estricnina, perpetrado por un joven abogado de veinticinco años en las personas de su propia esposa, una posible amante y el padre de ésta. La novela se construye a modo de expediente del caso, combinando registros diversos y divergentes, propios de la industria cultural y de discursos “no literarios”, como se evidencia sin problemas con un simple repaso de los títulos de las partes y capítulos del texto”[1].  Muchas voces, desde diferentes ámbitos, con lenguajes propios en una trama que sabe llevar al lector al éxtasis, con una calidad literaria que vislumbraba el hombre que hoy ha sido galardonado con el premio Cervantes. En adelante cada obra ha sido una grata sorpresa y una confirmación de sus dotes de narrador. Lo sigo religiosamente y me parece que ha tenido una vida a la par del pueblo centroamericano: Contradictorio, rico, hermoso, lleno de una riqueza cultural inabarcable, políticamente convulsionado,  lugar que  constituye el eje de su narrativa y desde donde realiza la mirada estética, que se decanta con excepcional calidad no solo en sus novelas, sino desde una obra ensayística y periodística extensa y constante.
Su carrera la comenzó como cuentista, publicó muy joven buena parte de sus relatos, después algunas novelas hasta llegar al premio Alfaguara con  “Margarita está linda la mar”. A partir de ahí son muchas las novelas publicadas,  en una contante producción, cada novedad la espero con avidez. Su  vida política  da como para una novela, llena de sobre-saltos, gira al compás de su convulsionada Nicaragua, le ha permitido elucidaciones importantes, que son una huella indeleble de quien  fue  protagonista de muchos hechos importantes de su país. Nunca ha dejado de escribir sobre lo que pasa en su tierra Centroamericana y el mundo, pese a que desde hace mucho tiempo se dedicó solo a las letras. Hablo como lector agradecido, sin pretensiones críticas, alegre del reconocimiento que acaba de tener.  Espero volver sobre su obra y de antemano se que dará mucho  más, es un hombre joven como escritor, talentoso, gratas serán las sorpresas.








[1] Castigo Divino Gisela Kozak Rovero . Castigo divino, de Sergio Ramírez
novela policial, folletinesca, satírica y autorreflexiva

martes, 14 de noviembre de 2017

ROSA MONTERO PREMIO NACIONAL DE LITERATURA EN ESPAÑA

El premio nacional de literatura a esta excelente escritora es apenas una confirmación tardía de sus dotes excepcionales en materia periodística y narrativa.  Ha sido testigo de cargo de los procesos históricos, culturales y sociales de su país en los últimos treinta años. Las críticas y ensayos son parte esencial de su obra. Es una crítica rigurosa y lúcida de los intrincados procesos de  consolidación y ajuste de la democracia Española; en sus novelas narra con absoluta lucidez la tragedia de una sociedad inequitativa, las angustias existenciales del ciudadano de a pie. Hay multiplicidad de temas en su obra: feministas; las luchas sociales; la crítica al capitalismo y las ideologías; la nostalgia, el pasado como recurso necesario para entender el atribulado presente, la memoria por lo tanto; los problemas de pareja.  
"Ha sido profesora visitante en Wellesley College, Boston (EEUU) y en la Universidad de Virginia (EEUU). Ha impartido minicursos de escritura creativa en la Universidad de Bingham Young, Utah, (EEUU) y en el Miami Dade College, Miami, (EEUU) y recibió una beca para dar conferencias de la Queen’s University de Belfast (Reino Unido). Ha enseñado literatura y periodismo en la Escuela de Letras y en la Escuela Contemporánea de Humanidades, ambas de Madrid. Ha impartido lecciones magistrales en aperturas de curso y ceremonias de graduación en diversas universidades, entre ellas la de Salamanca, la Complutense de Madrid y la Carlos III. Ha participado en centenares de simposiums, conferencias y encuentros en Europa, América, Asia y África, desde Ferias del libro como las de Guadalajara (México) o Fráncfort (Alemania) a actividades académicas en universidades como Harvard y Cornell (EEUU), Oxford y Cambridge (Reino Unido), Heildelberg y Gotinga (Alemania), Venecia (Italia), Pau (Francia) o Minia (Egipto), entre muchas otras”[1].
Son muchos los premios que ha recibido: “Escribió  los guiones de una serie de televisión, Media Naranja, que obtuvo el premio Martín Fierro a la mejor producción extranjera en Argentina en 1988 y trabajó como coguionista, presentadora y entrevistadora en la serie documental argentina Dictadoras (2015). En 1978 ganó el Premio Mundo de Entrevistas, en 1980 el Premio Nacional de Periodismo Literario y en 2005 el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid a toda una vida profesional, entre otros galardones profesionales”[2].


“Ha publicado las novelas: Crónica del desamor (1979), La función Delta (1981), Te trataré como a una reina (1983), Amado Amo (1988), Temblor (1990), Bella y Oscura (1993), La hija del caníbal ( Premio Primavera de Novela en 1997 y premio Círculo de Críticos de Chile 1997), El corazón del Tártaro (2001), La Loca de la casa (2003), Premio Qué Leer 2004 al mejor libro del año, Premio Grinzane Cavour al mejor libro extranjero publicado en Italia en el 2005, Premio “Roman Primeur”  de Saint-Emilion, Francia (2006); Historia del rey transparente (2005), Premio Qué Leer 2005 al mejor libro del año, y Premio Mandarache 2007; Instrucciones para salvar el mundo (2008), Premio de los Lectores del Festival de Literaturas Europeas de Cognac (Francia, 2011); Lágrimas en la lluvia (marzo 2011), Lágrimas en la lluvia. Cómic (octubre 2011), Premio al Mejor Cómic 2011 por votación popular (Salón Internacional del Cómic de Barcelona), La ridícula idea de no volver a verte (marzo 2013), Premio de la Crítica de Madrid (2014) y Prix du Livre Robinsonnais 2016 de la Bibliothèque du Plessis Robinson, Francia; El peso del corazón (2015) y La carne (2016).
También ha publicado el libro de relatos Amantes y enemigos, Premio Círculo de Críticos de Chile (1999), y dos ensayos biográficos, Historias de mujeres y Pasiones, así como cuentos para niños y recopilaciones de entrevistas y artículos”.
En este blog han aparecido sendos artículos sobre una que otra novela de Rosa Montero. Soy un lector asiduo de su obra, solo quiero resaltar sus dotes y esperar que continúe produciendo textos con la acostumbrada calidad narrativa que le caracteriza.






sábado, 4 de noviembre de 2017

ENTRE LA OFERTA DESMEDIDA Y LAS PREFERENCIAS COMO LECTOR

Estoy leyendo con juicio y absoluto encanto la biografía de Reiner Stach sobre Kafka. Son dos extensos tomos que pretenden descifrar la relación entre biografía y obra, con todas sus articulaciones y representaciones, de alguna manera es una interpretación de su mundo creativo, pretende encontrar las claves más relevantes del autor, las que sin lugar a dudas se decantan a partir de su biografía. Recordé el trabajo de Citati sobre el mismo autor, de una absoluta lúcidez y la infinidad de ensayos de importancia publicados en los últimos años sobre la obra de este excelente escritor. Traigo a colación el tema porque a los que nos apasiona la lectura, con la infinidad de textos que se publican, con la disponibilidad de trabajos y libros en la red, frente a la escases de tiempo, establecer prioridades de acuerdo a nuestros gustos se volvió una absoluta necesidad y de hecho nos genera cierta ansiedad. El texto de Stach es de más de tres mil páginas, el texto de Citati no siendo tan extenso es denso y rico en referencias que nos llevan a otros libros. Pese a que mi lectura es la de un apasionado sin mayores pretensiones, traigo al tema para tocar un tópico: Como leer en estos tiempos de sobre-oferta…como no caer en la dispersión y peor, en una especie de paranoia. Siempre estoy leyendo además de una novela, o más de una, dos o más ensayos académicos y por su puesto mucha crítica. En los dos últimos años  he asistido a las ferias del libro solo para disfrutar de los conversatorios y el intercambio de experiencias críticas,  tengo la adquisición de nuevos textos parada, son muchas las lecturas aplazadas. Por ello siempre hablo de la necesidad de establecer prioridades, más cuando tenemos por rigor estar haciendo relecturas. La experiencia de leer, eso que tanto nos apasiona, no puede convertirse en una angustia más. De hecho, no he citado la cantidad de buenos blog, de revistas académicas, de artículos de periódicos que conllevan mucho tiempo. Revistas como “Especulo” y “Letras Libres”, blog de calidad como los de “Boomerang literario” del país de España, son un bocado que difícilmente descartaría de mis lecturas. A propósito de Citati, se acaba de publicar “Un único Crimen / “La muerte de la mariposa. Zelda y Francis Scott Fitzgerald de su autoría, por la calidad profundidad indiscutible de sus libros, se convierten en una tentación. Patricio Pron trae unos apartes que me dejan expectante e incitan a empezar su lectura: “"Toda la vida de Fitzgerald fue una grieta", sostiene Citati. "Ya desde su infancia había vivido una serie continua de reveses: carencias, pérdidas, desengaños amorosos, renuncias, abandonos, fracasos, humillaciones, heridas tremendamente sangrientas o, por lo menos, presentimientos de pérdidas y de heridas. [...] De niño, soñaba que no era hijo de su padre, sino un huérfano de sangre real; de adolescente, sus compañeros lo detestaban, por lo que se convirtió en una especie de chivo expiatorio; en la universidad nunca llegó a conseguir un papel protagonista en los clubes de estudiantes; no fue a la guerra para morir como un héroe, e incluso cuando se casó con Zelda y llegó a ser un escritor de enorme éxito, vio en el triunfo la sombra de las futuras catástrofes". Lo mismo me pasa con el libro de Roberto Calasso sobre Baudelaire. Repito, prioridades y un orden, pese a reconocer que somos simples lectores sin ninguna bitácora de compromisos.   

domingo, 22 de octubre de 2017

ISHIGURO, EL NOBEL QUE VA AL “GRANO LITERARIO”

A propósito del nobel de literatura, creo que esta entrevista hecha a su traductor en español, publicada por el periódico Colombiano “El espectador” es absolutamente lúcida y describe perfectamente el universo literario de este autor con absoluta agudeza, desde la perspectiva estética de quien conoce perfectamente su obra. Me pareció importante reproducirla y espero mis lectores la disfruten.
21 Oct 2017 - 9:00 PM
Nelson Fredy Padilla
Jesús Zulaika, el principal traductor al español del nuevo nobel de Literatura –a través del sello editorial Anagrama–, da las claves para acercarse a la obra del autor japonés-británico.
Usted es traductor literario desde 1980. ¿Por qué y cómo se convierte en el principal traductor de Kazuo Ishiguro para Anagrama?
Anagrama normalmente me propone obras y autores. En el caso de Ishiguro, acepté el encargo de traducir The unconsoled (Los inconsolables, 1996), siendo ya Ishiguro famoso por su novela –y, sobre todo, por la versión cinematográfica de ésta– The remains of the day (Los restos del día, 1989). Luego vinieron las otras dos obras que he traducido de él: When we were orphans (Cuando fuimos huérfanos, 2001) y Never let me go (Nunca me abandones, 2005). Anagrama –siempre que puede, y por razones de coherencia estética– sigue el criterio de “a un autor, un traductor”. En el caso de The buried giant (El gigante enterrado, 2015), se me propuso también su traducción, pero no pude aceptar por hallarme ocupado con otro libro de la casa.
Por favor, haga una explicación de cada obra: “Los inconsolables”, a su juicio “muy aburrida” y que califica como “una locura y muy experimental que el propio Ishiguro la consideró fallida”; “Cuando fuimos huérfanos” y “Nunca me abandones”, la más aplaudida y que usted define como “muy clásica”.
Los inconsolables es una obra realmente difícil e inclasificable. Se diría que estamos, en el mejor de los casos, ante un queso gruyer o, en el más delirante, de un agujero de gusano cuántico (si tal cosa existiere). Todo es kafkiano, los narradores y los tiempos y los hechos se entremezclan y confunden, proliferan las incongruencias y los anacronismos, todo puede cambiar en la siguiente página o capítulo. Es una novela experimental cuya intención no es clara a primera vista (o no llega a serlo en absoluto en ningún momento). Por eso la definí como “locura” y la juzgué “muy aburrida”: no logra entroncar con la realidad cotidiana ni con alguna posible ciencia-ficción, que es lo que el lector seguramente esperaría, y se convierte en cambio en una narración plomiza que muy a duras penas concita la curiosidad o el interés.
Cuando fuimos huérfanos es quizá otro experimento, pero más atemperado y comedido. Al modo de las novelas policíacas, Ishiguro arma una historia en la que hace viajar al detective protagonista de la Europa en el umbral del fascismo al Shanghái cosmopolita de la época en busca de una cosa que en realidad es otra. Deambula por la ciudad invadida por el ejército japonés tratando de desentrañar el enigma de la desaparición de sus padres hace ya casi una vida. Un detective célebre en busca de su infancia. Estamos ante una novela harto complicada en estructura y forma –aunque inteligible–. Caprichosa y un tanto surrealista, aunque preñada de sentido en su indagación de las incógnitas del hombre del siglo XX –y de siempre–.
Nunca me abandones es una novela casi perfecta. En ella el grado de integración entre fondo y forma es sencillamente asombroso. Y su progresión dramática, admirable. Es necesario leerla para que tales juicios dejen de suscitar incredulidad y encuentren su validación en lectores de toda índole. Con esta obra, Ishiguro se consagra como un autor capaz del “más difícil todavía”.
Dijo usted que Ishiguro es “un narrador de los pies a la cabeza”. Descríbame su técnica narrativa.
Kazuo Ishiguro es un narrador de pies a cabeza, he dicho en un medio español. En efecto, lo es. Cuenta historias. Cuenta estados de ánimo. Cuenta enigmas. Cuenta avatares. Cuenta el amor y el destino y la culpa y la búsqueda. Cuenta grandezas y miserias. Y lo hace con eficiencia suma. Y sin filigranas, sin poses ni floreos. Va al “grano literario”. De ahí que su estilo sea tan sobrio, tan plano, incluso tan prosaico. A diferencia de otros narradores británicos de su generación, emplea la lengua exclusivamente como un útil, y nunca como un elemento de lucimiento o una exhibición de virtuosismo. Ello no obsta para que su prosa alcance a veces alturas de genuino lirismo.
¿Por qué le pareció “bastante prosaico”?
¿Por su sencillez formal, por su casi nulo uso del arsenal léxico del riquísimo idioma inglés. Y rectifico: no es un estilo prosaico: es un estilo “aparentemente” prosaico.
¿Por qué destacó que no use giros retóricos y tienda a la sencillez?
Por lo mismo que acabo de decir en el punto anterior. Rehúye tanto la exhibición léxica y los profusos despliegues de sinónimos y encantamientos verbales afines cuanto las perífrasis, los giros de pensamiento y los tropos en general: las metáforas, las metonimias, las hipérboles, las iteraciones, las lítotes...
Por qué resaltó que tiene “sintaxis más latina que sajona”?
Precisamente por su empleo de ese tipo de sintaxis propia del latín: uso de los nexos ortodoxos e inexcusables, de las oraciones de relativo; escaso apego a las yuxtaposiciones sistemáticas (el “pegamento de la coma”, lo he llamado en alguna ocasión) del inglés, con el consiguiente abuso del gerundio en la mayoría de sus construcciones lingüísticas).
¿Cómo describe la “gran fuerza emocional” de la que habla la Academia Sueca?
En la narrativa de Ishiguro sin duda hay una gran “fuerza emocional”. En sus tramas se van sembrando pistas, indicios, pinceladas, apéndices de las preocupaciones espirituales y de sentimiento del autor. Si bien en Ishiguro no han de buscarse moralejas ni moralina alguna, no por ello renuncia a dar página a página su visión del mundo, en la que caben a un tiempo el lado oscuro de la vida y la bondad, la generosidad, la piedad, la esperanza. La mirada de Ishiguro irradia un sistema de la emoción que, aunada a su estética –una sencillez formal en absoluto reñida con la belleza–, impregna sin disimulo todos sus textos.
También dijo la Academia que “ha descubierto el abismo bajo nuestro sentido ilusorio de conexión con el mundo”. ¿Cómo explica esto?
“Ha descubierto el abismo bajo nuestro sentido ilusorio de conexión con el mundo”. Suscribiría este juicio. Nos creemos firme e incluso cómodamente anclados en el mundo, creemos que nuestra vinculación con la realidad no es susceptible de quebrarse, que no vamos a perder pie con facilidad, y nos equivocamos: no es más que una certeza ilusoria. El mayordomo la pierde al perder la fidelidad férrea a su señor (que deja mucho que desear en el aspecto ético) y a la tradición: en el viaje iniciático que emprende, todo se viene abajo… El músico ve cómo sus verdades y descubrimientos estéticos no interesan realmente a nadie, cómo todo el paisaje humano a su alrededor es frívolo y venal... Christopher Banks, el célebre detective, se pierde en una sima de fracaso y de absurdo... El mundo de los jóvenes clones, inmerso en un aura de irrealidad, es menos ilusorio que ese otro mundo al que sirven y para el que han sido creados.
Un vocero de la Academia se refirió a Ishiguro como una mezcla de “Jane Austen y Kafka”. ¿Sensibilidad y existencialismo a la vez?
¿Ishiguro un híbrido de Jane Austen y Kafka? Podría ser una idea a considerar, una forma de expresar cierto emparejamiento posible. ¿Acertada? No me atrevería a pronunciarme. En todo caso no es un paralelismo que me haya venido nunca a las mientes al leer (y traducir) al reciente premio nobel.
También dijo que “explora lo que se tiene que olvidar para sobrevivir como un individuo y como una sociedad”. ¿Su opinión?
Confieso que esta es una aseveración para mí un tanto oscura. ¿Hay que olvidar para sobrevivir? En un sentido sí, para no arrastrar el peso del sufrimiento o de la culpa; pero en otro no, porque quien olvida su pasado está condenado a repetirlo.
Estoy leyendo su traducción de “Nunca me abandones” y, de alguna manera, siento a Ishiguro como un Carver –cuentista norteamericano del que usted es traductor– haciendo novela. ¿Qué opina?
No sé qué decir al respecto. He de confesar que me ha sorprendido esa impresión suya. No había pensado en ello, pero ahora que lo hago tengo que decirle que no, que al leer al gran Ishiguro escribiendo Nunca me abandones no veo al gran Carver escribiendo una novela. Creo que son autores muy distintos. En Ishiguro veo una mirada muy limpia, no contaminada y alejada del pesimismo ontológico –aunque empático y tierno– de Raymond Carver. Los dos son autores que me gustan mucho. Pero creo que los separa un gran abismo en multitud de sentidos. (Seguiré pensando en ello, no obstante).
¿Conoce en persona a Ishiguro o tuvo contacto con él?
No. No lo he conocido en persona. Ni por teléfono ni por correo. Me habría gustado, por supuesto, pero nunca he tenido ocasión de ir a Barcelona en ninguna de sus estancias en España.
Desde la neutralidad hasta la coautoría del traductor, ¿hasta dónde llegó su libertad interpretativa con este autor?
Recuerdo que al traducir a Ishiguro sentía siempre una gran sintonía con los postulados vitales que intuía subyacían en sus historias –y en su forma de contarlas–. El hecho de que una de sus obras me pareciera fallida (Los inconsolables) no me impide respetarla como merece (en su calidad experimental, de tentativa), y si al cabo me pareció aburrida no diré que –pese a ello– no la considerara interesante. Respecto del sentimiento de una posible voluntad mía de coautoría, diría que no más que en otros autores y obras. Mi implicación en el trabajo procura siempre limitarse a llevarlo a cabo con la mayor honradez y fidelidad al autor y su texto. Tal vez sea un poco a posteriori cuando me apreste a juzgar, y la obra me subyugue, o me deje indiferente, o no me guste. [Puede sonar extraño, pero mientras trabajo me desprendo en la medida de lo posible (a veces me cuesta mucho, lo reconozco) de todo prejuicio o predisposición que pueda detectar en mí, porque creo sinceramente que tal talante anímico beneficia el resultado].
Usando sus palabras, ¿qué “variaciones, permutaciones y combinaciones, significados, figuras, sobreentendidos, sentidos del humor, juegos de palabras, sugerencias, resonancias, matices”, le costaron más con Ishiguro?
Recuerdo esas palabras. Respondía con ellas a una pregunta del entrevistador de “Ni a palos”. Aludía a los innúmeros vericuetos estilísticos de los textos y a las correspondencias a las que éstos habrán de dar lugar al verterlos a otra lengua (la mía, en este caso). Entonces resulta crucial la elección cuidadosa de los términos, ya que la hermenéutica de un texto narrativo siempre puede ser cuantiosa y laberíntica. En Ishiguro tales posibilidades no son, felizmente, muy numerosas, dada la diafanidad formal de sus historias. El “significado” queda menos soterrado que en otros autores, si bien tal significado es muy profundo, muy humano, muy “filosófico”, como creo que ya he dicho.
¿Va a seguir traduciéndolo?
Espero que sí. Espero que Anagrama me encargue la traducción de su siguiente novela. No sé cuándo podrá ser esto, porque Ishiguro es muy poco prolífico y suele tomarse su tiempo.
Usted no sólo traduce a Ishiguro, sino a Ian McEwan, que para muchos británicos debió ganar el Nobel. ¿Lo sorprendió que se lo hubieran otorgado primero a Ishiguro? ¿Qué diferencias ve entre los dos escritores?
De McEwan sólo he traducido Amsterdam (premio Booker 1998). A menudo se me confunde con mi hermano Jaime Zulaika, excelente traductor que ha traducido a casi todo McEwan (amén de a Julian Barnes, Barbara Pym, Sarah Waters, Alan Bennett...). Amsterdam es una novela digna y de destacable mérito, pero no es de las mejores de su autor (en mi opinión, no deja de ser una suerte de divertimento con ínfulas solemnes, una obra menor). Las demás novelas de este autor sí lo sitúan en un lugar de preeminencia.
Otra comparación de la que me interesa su punto de vista es la de Ishiguro, un japonés de nacimiento criado en Inglaterra, versus Yukio Mishima, japonés de nacimiento, vida y muerte, también traducido por usted. Más sabiendo que el primero se interesó por el segundo a través de un diálogo con otro nobel como Kenzaburo Oé.
Mishima-Ishiguro... El paralelismo existe, sin duda. Pero en una formulación de primero establecerlo para después negarlo. Mishima es lo oscuro, lo acerbo, la violencia, el determinismo, el desquite. Lo existencial a título estricta y exclusivamente personal, íntimo, aunque revestido de una preocupación histórica y de la especie. Mishima es narcisismo con un alto grado de resentimiento y fanatismo. E Ishiguro es mesura, inteligencia y genuina zozobra ante el hombre y su destino. Mishima es un magnífico escritor, e Ishiguro no le va a la zaga. Ambos son japoneses, pero lo que en Mishima obra tal vez como fatalismo, en Ishiguro es más bien una filiación, un ADN que si bien no se improvisa e imprime un carácter indeleble, ha sabido salvar las barreras de ánimo e idioma y se ha hecho universal (sin perder por ello la mirada de Oriente).
También traduce a otros clásicos norteamericanos como Wolfe, Mailer, Faulkner y Dos Passos. ¿Qué le aportó el inglés norteamericano a su visión como traductor del mundo anglosajón?
El inglés norteamericano es sobremanera rico en argot y jergas y muy “agradecido” para el traductor al español. Yo he aprendido mucho con la narrativa de ese país, sin por ello dejar de apreciar enormemente el inglés del Reino Unido, Irlanda y demás países de habla inglesa.
¿Qué escritores colombianos ha leído y qué impresión le dejaron?
Debo confesar con cierta vergüenza que, aparte de la obra de Gabriel García Márquez en su totalidad, no he leído más que –y sólo en parte– a Álvaro Mutis y a Fernando Vallejo. Sálveme decir con toda verdad que los tres me han gustado mucho.
¿Cuál fue su experiencia con “Principiantes”, de Carver, con respecto a la primera vez que lo tradujo?
Carver ha sido –y supongo que aún sigue siéndolo– una gran experiencia en mi vida. Un autor “distinto”, en todas las acepciones imaginables del término. El estilo inconfundible de Carver después de pasar por la criba inmisericorde de Gordon Lish quedará para siempre en el canon como un logro irrepetible. Pero las historias son suyas, sólo de él, exclusivamente. Y ahí está el quid de la cuestión. La mirada de Carver no tiene parangón en la literatura occidental del siglo XX. Su escepticismo, su humanidad, su fuerza y su debilidad, su empatía, su penetración psicológica y la poesía de su prosa –no sólo la de sus poemas– lo hacen un autor único. El tándem Carver-Lish ha dado un estilo a mi juicio insuperable en la narración corta, pero la historia y el “punto de vista” son sólo de Carver. Y hemos de felicitarnos de que así sea. Carver es el cantor del hombre humilde, anónimo, de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, de las miserias y grandezas del norteamericano de clase baja, de la lucha, de la no rendición, de la sempiterna posibilidad de redención del ser humano. “Principiantes” es una obra de hondura y belleza deslumbrantes. Fue la versión original de “De qué hablamos cuando hablamos de amor”; fue así como la escribió Carver, y como se la entregó a Gordon Lish con el ruego casi mendicante de que la publicara. El editor Lish, en lugar de publicarla tal cual, metió “la mano-tijera” y entró a saco en ella. Con frialdad y pericia despiadadas. El resultado es formidable: la colección de relatos se convierte en una obra maestra, una obra de arte impar en la cuentística estadounidense. Tanto la versión original como la “cribada” han quedado como auténticas joyas literarias.



jueves, 5 de octubre de 2017

KAZUO ISHIGURO PREMIO NOBEL DE LITERATURA


Cuando se otorga el nobel a un escritor que leemos hace muchos años, la satisfacción es mucha, Ishiguro es fiel representante de una generación remozada, exitosa, que rompió el cordón umbilical con la anterior, ha producido una obra contundente, su prosa exquisita, bien hilvanada, de una levedad y hondura textual inexplicable para la crítica especializada, agradable de leer, con temas que tocan al hombre contemporáneo en su más intimo fuero, la decisión no me sorprende por lo tanto, tiene muchos lectores de culto, los que le seguimos perniciosamente y quienes siempre esperamos su próxima novela con mucha ansiedad.
EFE, realiza una síntesis muy puntual de su trayectoria literaria: “Ishiguro es autor de ocho libros, entre las que destaca "The Remains of the Day" (1989), cuyo título en español es "Los restos del día", pero más conocido como "Lo que queda del día", que fue el elegido para la película protagonizada por Anthony Hopkins en 1993. Los temas más recurrentes en su obra, explicó la Academia sueca, son la memoria, el tiempo y el autoengaño. El galardonado también se ha adentrado en la ciencia ficción con su obra distópica "Never let me go" ("Nunca me abandones", 2005) y en su último trabajo, "The buried giant" ("El gigante enterrado", 2015), exploró "cómo la memoria se relaciona con el olvido, la historia con el presente y la fantasía con la realidad", explica el fallo”.  Es un escritor formado en los Estados Unidos: “Ishiguro nació en 1954 en Nagashaki y vivió en Japón hasta los cinco años, ya que en 1960 su familia se trasladó al Reino Unido, donde su padre trabajó como oceanógrafo".
"El escritor estudió Filología Inglesa y Filosofía en la Universidad de Kent y participó en un curso de escritura creativa en la Universidad de East Anglia, momento en el que empezó a publicar cuentos. Su primera novela, "A Pale View of Hills" ("Pálida luz en las colinas") fue publicada en 1982 y con ella obtuvo el premio Winifred Holtby Memorial, pero fue en 1988 con "The Remains of the Day" cuando se consagró tras ganar el Booker Prize”.
Javier Aparicio Maideu del periódico “El país” de España alguna vez hizo una reseña que me pareció magistral por la descripción puntual de la forma y el fondo de sus novelas, describe los artificios creativos de la misma: “En Cuando fuimos huérfanos, su novela anterior, se inventó al detective Banks para hacernos creer desde buen principio que teníamos entre manos una de detectives. Pero lo que en realidad teníamos era un nuevo caso de travestismo textual. A las primeras de cambio el autor deja claro que le traen sin cuidado las pesquisas que su héroe emprende en el Londres de 1930 y en su Shanghai natal, y es que, por enésima vez en la narrativa de Ishiguro, las apariencias engañan, apenas si interesa la trama y lo único que en realidad importa es la construcción de la genuina identidad del protagonista a través de su proceso mental, una íntima exposición moral de la condición humana que trasciende la anécdota y escoge al personaje por encima de la acción. Nunca me abandones, su última y espléndida novela, tampoco es lo que parece, y sus hechuras de fábula futurista con ecos góticos de la claustrofobia y la sordidez de Flannery O'Connor resultan el persuasivo espejismo con el que el autor de Lo que queda del día le esconde al lector su verdadero objetivo: tejer una alegoría de la inmanente orfandad del individuo que funcione a la manera de una fábula moral. Se nos invita a creer que se trata de una novela de ciencia-ficción, pero no lo es. Una novela de Ishiguro jamás es lo que pretende ser, sino un tramposo ejercicio de enmascaramiento del género que confunde y que desbarata el horizonte de expectativas del lector”[
Su narrativa es fresca, nos va llevando en las historias como quien escribe una crónica, haciendo las descripciones de la complicada naturaleza humana en los contextos cotidianos que le amargan, de manera simple en apariencia, que es lo complicado en literatura, pero con una excelente prosa, historias bien armadas, nos atrapa  desde el principio, una vez empezada una novela no se quiere soltar. La única manera de disfrutar es leyéndolo. Espero se multipliquen sus lectores con este premio.







[1] Javier Aparicio Maideu. La historia más triste. Periódico “El País” de España”.


lunes, 25 de septiembre de 2017

LA FILOLOGÍA EN TIEMPO DE LA ERA DIGITAL

Dos personajes históricos (Nietzsche y José Eusebio Caro)   de suma importancia para las letras y la filosofía, cada uno en espacios muy específicos, me han acercado ineludiblemente al tema de la filología. En estos días, gracias a una conversación casual con María Paula, una prima encantadora quien estudió filología inglesa,  volví a escrutar y a revivir el entusiasmo por una ciencia que en estas dos últimas décadas amplió el espectro de sus competencias con la revolución de las tecnologías de la información y el conocimiento. Hoy, para la investigación académica, Las ciencias humanas, la lingüística, el derecho, la filosofía, la filología constituye un saber imprescindible. Dónde están los filólogos y que hacen en estos tiempos es una pregunta ineludible. Admiro  el trabajo silencioso que se lleva a cabo en el instituto Caro y Cuervo de Bogotá, la mayoría de veces se queda en manos de los especialistas, no tienen la divulgación que merecen tales esfuerzos.  Leyendo a George Steiner, los trabajos publicados sobre Nietzsche en su aniversario, variopintos y muy interesantes, la biografía de José Eusebio Caro de Fernando Vallejo y algunos ensayos sobre Andrés Bello corroboré como esta ciencia está imbricada en todo lo que hacemos y decimos. Ahora que Colombia se bate en un proceso de paz he ratificado hasta la saciedad como las palabras son vehículos cargados de significados, con ellas se encubren muchos intereses, se manipula y se miente en nombre de la verdad. La filología, que no es otra cosa que la comprensión genealógica de los textos, la búsqueda de su origen, el desciframiento de su armadura, la escoriación histórica de las palabras y su evolución, para poder entenderlas en un contexto determinado, se ha convertido en una ciencia necesaria en esta era de la información. No solo para los estudios especializados de literatura, para la elucidación sobre los grandes textos de filosofía, para entender cómo evolucionan los idiomas, sino en el decir de Habermas, en el marco de una teoría de la comunicación de las sociedad: Eso que él llama, teoría de la acción comunicativa. Foucault, trabajó en todos los textos sobre poder y saber, la evolución de las palabras en las legislaciones, como se expresa el poder en diferentes épocas. Me pregunto por ejemplo por un solo término muy manoseado en estos años: “La seguridad”, expresión muy  usada por los gobernantes y los políticos, con ella se encubren todo tipo de políticas y acciones, la mayoría de veces perversas. En “Vigilar y castigar” de Foucault hay una escrutación de la acción penal desde la ley, atendiendo a la evolución histórica de algunas palabras con las que se solía  castigar. Hay mucha filología en este texto.
Mi prima viaja a Inglaterra a realizar una especialización. Hablé muy poco con ella, recordé los textos de Borges sobre la literatura inglesa. Los filólogos y críticos especializados siguen trabajando los escritos de Shakespeare en su versión original. No me imagino  el efecto en un lector ávido de descubrimientos al tener contacto con estos textos, el hecho de poderlos trabajar abiertamente. Recuerdo la tarea maratónica de Harold Bloom con el texto extenso “La invención humana”, “revisar las 38 obras teatrales de William Shakespeare, para sustentar la hiperbólica afirmación de que el dramaturgo inventó nada menos que la personalidad humana”.  Le deseo la mejor suerte a mi prima y me depara una envidia de las buenas.  




jueves, 21 de septiembre de 2017

FILOSOFÍA Y PROSA

Quiero hablar de algunos textos y filósofos que se leen con absoluto agrado producto de una prosa excelsa, bien facturada, que no le envidia nada a las mejores obras de literatura en textura, belleza y rigor.  Nietzsche, para citar al más emblemático, es un autor cuyo valor literario de sus textos es incuestionable, es reconocido por infinidad de críticos,  terminó imponiendo un estilo particular, el aforismo, es la figura literaria preferente en su obra, de mucha exigencia y rigor, su influencia se decanta  fácilmente en muchos escritores contemporáneos, su prosa es metafórica, abierta, parece un juego de arma-todo, depende del lector, se da para interpretaciones múltiples, en un doble juego, donde se baten autor y lector, el aforismo es siempre cortante, tiene un filo peligroso, hay que descifrarlo, corresponde a un estilo contestario e iconoclasta, es el sello del filósofo alemán. Tomo por estilo de un autor, lo que lo diferencia de otros, en la construcción de sus textos, su esencia particular, lo que lo individualiza e identifica. “Uno puede hablar de estilo refiriéndose a la configuración de la obra o remitiéndolo a un concepto histórico". El estilo es el sello del autor, la huella digital que lo diferencia de otros. Leer a Schopenhauer en su idioma y traducido es difícil, podría uno admitir sin temor a equivocarse que su estilo es muy complicado, inentendible para muchos.

Hay filósofos y pensadores que gozan de un prestigio literario indiscutible: Nietzsche, Cioran, Sartre, Camus, Foucault, Ortega, Savater, Deleuze, Derrida, Freud.  El pensamiento es la base del estilo. Jesús de Ferrero, quien escribe en Boomerang literario, tiene un blog excelente, expresa en su última entrada: “Los filósofos, poetas, escritores de obra sólida y unitaria, con frondosa vegetación por fuera y mucho fuego por dentro, se convierten en planetas semánticos. Platón es un planeta semántico, pero también lo son Sófocles, Descartes, Nietzsche, Primo Levi (y su opuesto Junger). Y también lo son Poe y Whitman. A veces el planeta semántico se puedo componer de una sola obra de autor incierto, por ejemplo el Tao Te King (como hermosamente se escribía antes). Son planetas porque podemos ver su límite, conformado por su obra, e intuir su redondez, porque forman en sí mismos un mundo que ilumina de algún modo el mundo, porque crean su propio sistema de fuerzas, su propia divina comedia”[1].
Estoy leyendo a Gilles Deleuze, el texto: “Nietzsche  y la filosofía” es una muestra absoluta de lo que es un ensayo filosófico con el rigor, el estilo y la belleza de una obra literaria. No solo hay claridad conceptual, sino que su estilo es envidiable, se deja leer. En Colombia existió un filosofo muy importante para Latinoamérica, con obras de referencia obligada: Danilo Cruz Vélez, no solamente fue un gran filosofo, sino que sus  textos estan sustentados en una prosa diáfana, rigurosa gramaticalmente hablando y que tiene la facultad de hacer fácil lo que es muy díficil de digerir.  Fernando Savater, tiene similares características, por ello es reconocido como un gran divulgador. Los textos de Foucault sobre-pasan estas medidas, su estilo, prosa, construcción y argumentación es casi perfecta, habría podido ser un escritor excelente, de hecho sus ensayos literarios lo confirman.
Voy a terminar con un pequeño resumen que sirve de entrada a un texto sobre Borges en referencia a su elucidaciones sobre filosofía, constituye un acápite perfecto a lo que estoy tratando : “La relación de Borges con la filosofía parece haber sido objeto de tres interrogaciones: ¿Es acaso Borges un filósofo? ¿Cuál es su filosofía? ¿Qué hace con la filosofía? Sin embargo, no es seguro que en las respuestas a estas preguntas se explicite cuál es el valor de Borges para la filosofía. Se trata aquí de una pregunta diferente que, si la condición de filósofo de Borges es precisamente lo que se halla en juego, no podemos esperar contestarla desde su propia obra. Proponemos hacerlo a partir de la historia de la filosofía y la teoría del discurso filosófico de Gilles Deleuze. En efecto, creemos que es posible encontrar allí un modo novedoso de interpretar la famosa sentencia borgeana según la cual la filosofía sería una rama de la literatura”[2].







[1] Jesús De Ferrero. Boomerang literario. Planetas errantes, planetas semánticos.
http://www.elboomeran.com/blog/74/blog-de-jesus-ferrero-cielos-e-infiernos/
[2] . Axel Cherniavsk La filosofía como rama de la literatura: entre Borges y Deleuze.
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1666-485X2012000200001

miércoles, 13 de septiembre de 2017

MI MADRE ESTA MUY GRAVE ( RELATO)

Toda relación con la madre es de dependencia, de hecho no importa cuánto crezcamos, no cambia, siempre será complicada lo que no quiere decir que no pueda ser feliz. Cuando vi a mi mamá en cuidados intensivos de la clínica Shaio de Bogotá después de un viaje intempestivo desde Medellín, conectada a todo tipo de aparatos, disminuida físicamente, postrada diría, confirmé que las llamadas de urgencia no eran exageraciones y que realmente estaba muy mal. A las ocho de la mañana de un sábado de septiembre de dos mil diez y siete (2017), empezó esta reflexión que me llevó a escribir este relato por  los sucesos que tanto me afectan. Un día después de mi llegada, estuve  cuarenta y cinco (45) minutos con ella en cuidados intensivos, a solas, en un silencio cómplice, expectante y misterioso, estaba completamente sedada. Realizaba movimientos bruscos, involuntarios, efecto de una lucha interna inexplicable. Me impresionó como en estos eventos está uno a merced de los médicos, inerme, nadie en el fondo sabe que pasa en el cuerpo, ellos están en una búsqueda tenaz por entenderlo, leyendo los síntomas, analizando las reacciones, basados en la infinidad de datos vitales con los que se evalúa el estado de la persona, oteando para poder proceder. Se parece a esas novelas policíacas donde se busca entender todo alrededor de un evento específico. Mi madre tiene 80 años, su vida no ha sido para nada fácil,  ha sido una guerrera y siempre ha resuelto cada problema que se le presenta con una tenacidad admirable. La tragedia fue y continúa siendo una constante en su vida,  es complicado entender como ha resistido  a tanta pérdida y dolor. A las familias siempre las unen estos hechos. Cuando me llamaron me dijeron está muy grave, en un tono cómo queriendo decir, de esta no va a pasar. Hace casi un mes y medio habíamos estado en el matrimonio de uno de sus nietos, Camilo, en una fiesta inolvidable que nos congregó después de muchos años. Hoy paradójicamente, nos reuniremos muchas personas, gracias a este triste suceso, vendrán a la clínica personas que no veía desde hace más de veinte (20) años y paradójicamente cada una de ellas tiene una relación especial con mi madre.  Miraba su rostro en la soledad de de una habitación de urgencia en medio de mil aparatos y no asimilaba el momento, tal vez lo entendía  prefigurando conceptos de sentido común: la edad, ya no puede más, sería un pre-infarto, en últimas me preguntaba, cómo ese cuerpo que alguna vez fue bello, lleno de vida, alegre, resuelto, vital en todo, terminó en un estado de vulneralidad tan desmesurado, lacerante y difícil de manejar. Nunca a pesar de lo inexorable imaginamos que todos somos candidatos fijos a estos estados. Pensaba de nuevo en los límites. En nuestra existencia se nos dificultad entender los limites. La vida es un tránsito hacía la muerte, a la vejez. Nacemos y empezamos a morir.
Mi madre vive hace mucho  tiempo con mi hermana Nayibe,  ella tiene dos hijos, han compartido su vida en una buena convivencia, sus nietos son una de las alegrías más grandes. Mi cuñado Rubén de igual manera tiene una relación  especial con mi madre y nunca ha tenido resistencia a su estadía en su casa. Son más de veinte (20) años de una convivencia total con acuerdos tácitos muy bien resguardados. De hecho el día de la crisis se encontraban Iván y Rubén, ellos cumplían con sus rutinas habituales. En este apartamento las rutinas son muy marcadas, todos tienen un trabajo y unos cronogramas muy puntuales. Curiosamente  pasa lo mismo con Nayron el perro consentido de ellos, sabe cuándo se van a ir, a qué hora se arreglan, los siente llegar a metros, en fin, es plena compañía, incondicional, pero sometido a rutinas como a todos y por su puesto consentido por la familia en pleno, especialmente por mi madre. Estoy convencido que la felicidad de una familia se le debe más a las alegrías pequeñas que se van juntando con los días, que a los  hechos de trascendencia que consideramos sustanciales,  casi nunca valoramos nuestras rutinas que son la constante. De pronto Iván, desde su pieza contigua a la de mi madre, sintió un toser raro y como un atoramiento. Se acercó y lo que encontró fue una persona desgonzada, morada y colapsando, casi sin signos vitales. Con mi cuñado en una actitud lúcida, pese al evento tan grave e intimidante,  la llevaron de inmediato alzada al carro y la trasladaron a la clínica. La evaluación de los médicos fue que este acto de alguna manera le salvó la vida.  Pensaba ahora viéndola dormida que no he sido un buen hijo,  en momentos como este es imposible evadir las culpas remozadas, des-hacer lo vivido. Siempre le he agradecido a mi hermana la constancia y perseverancia en sus cuidados con mi madre, su atención, el estar ahí siempre. Suplió mi ausencia y como dice Freud, los actos fallidos que hoy no me enaltecen. La síntesis del sentido de la existencia es perversa. Tengo la certeza por hechos como este, que no hemos entendido el verdadero sentido de la vida. Nos batimos y amargamos en cosas que al final no tienen importancia. Olvidamos lo esencial.
A las diez de la mañana después de verla, de hablar con la enfermera jefe, de tomarme un tinto, pensé que lo único que tenemos es tiempo, pese a que es  poco, realmente no le damos la importancia que tiene esta realidad Es un hecho después de la muerte inexorablemente nos vamos diluyendo en la memoria de todos los seres que nos conocieron, incluso de las personas más cercanas. Después de irnos seremos un vano recuerdo, una cita apenas, una anécdota, una nostalgia, el peso de una ausencia que se desvanecerá. La sumatoria de las pérdidas de mi madre son muchas. Las tragedias incontables y sus resistencias aún más memorables.
A las diez de la mañana comenzaron a llegar  los parientes más cercanos y las personas que de alguna manera tuvieron una relación vital con ella. Después de ver semejante romería entendí que con cada una tuvo una relación muy especial. Detrás de cada persona hay una historia. Hay una constante en todas estas historias particulares. Ella siempre sirvió en el momento preciso y con cada persona que convivió  tuvo una relación vital, la vida les cambió a partir de algunos hechos muy especiales. No hablo de dinero, me refiero a esa persona que resulta ser fundamental para uno en la existencia, después de ella, la vida será otra cosa. Miryan, como se llama mi madre, lo fue para cada una de ellas.