sábado, 3 de octubre de 2020

LA LECTURA

 Además de ser una profesión es una pasión incontenible. Hoy se lee más que nunca, privilegiare la literatura y la filosofía como tal. Borges decía: La lectura debe ser una forma de la felicidad. No hay que caer en la tristeza de las bibliografías, de las citas de fulano y luego un paréntesis, luego dos fechas separadas por un guión, y luego una lista de libros críticos que han escrito sobre ese autor. Todo eso es una desdicha”. Cicerón citado por Juan Pablo Segundo en un texto llamado "Cruzando el umbral de la esperanza" una de sus encíclicas: "Qué más quieres si tienes una biblioteca que se abre en un pequeño jardín"

Estanislao Zuleta en un ensayo sobre la lectura expresa:  Nietzsche dice que “existe la ilusión de haber leído, cuando todavía no se ha interpretado el texto. Y esa ilusión existe por el estilo mísero en que escribe”.

Harold Bloom como crítico vivió de sus libros, pero sobre todo de ser un excelente lector. Decía: “No hay una sola manera de leer, aunque hay una primordial por la cual debemos leer, a la información tenemos acceso ilimitado, dónde encontrar la sabiduría”. Los judíos encontraron en los textos sagrados todo lo que deberían saber sobre la vida. Con ellos nació la hermenéutica. Mire esta cita de Zuleta: “Nietzsche dice que primero el espíritu se convierte en camello, es el espíritu que admira, que tiene grandes ideales, grandes maestros. Por ejemplo, en el caso de Nietzsche, Schopenhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación; el camello es el espíritu sufrido, el espíritu que busca una comunidad con cualquier cosa. –Es un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el Zaratustra es una teoría del pensamiento–. Si no se logra leer así, no se entiende nada; pero el espíritu no es sólo eso, admiración, dedicación, fervor, y trabajo; el espíritu es también crítica, oposición y entonces dice que el espíritu se convierte en león; Como león se hace solitario casi siempre y en el desierto se enfrenta con el dragón lleno de múltiples escamas y todas esas escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces el espíritu se opone al deber, es el espíritu rebelde, el que toma el tú debes como una imposición interna contra la cual se revela, que mata todas las formas de imposición y de jerarquía, pero que todavía se mantiene en la negación”. La lectura es un mecanismo de introspección que requiere esfuerzo, una de las formas de metérsela a este mundo de manera lúcida desde una perspectiva estética, es un acto absolutamente individual, reflexivo, una búsqueda a través del otro, desde el texto.

La lectura no solamente es una manera de descifrar la naturaleza humana, también nos permite aislarnos de las presiones que se nos imponen desde afuera, en una sociedad dominada por unas variables muy lejos de la condición estética. Leemos simplemente por placer.

Qué leer en un mundo donde se accede a los libros por miles. El universo de las letras es infinito. Con la pandemia aparecieron las ferias virtuales, un mundo loco. El diario “El país” de España, todas las semanas a través de su revista Babelia entrega 50º recomendados por semana. Hablo de un solo diario, entonces el lector poco avezado o el más experto que hace.  

Elsa M Ramírez Leiva[1]en un trabajo en la red esto escribe: “Leer y lectura, verbo y sustantivo, en la dimensión conceptual o en la feno–menológica, pueden entenderse de una manera simplificada o compleja, no sin consecuencias. Universalizar concepciones sobre la lectura, basadas en el acto de decodificación y comprensión, implica reducirla a un solo aspecto y soslayar su complejidad, pues al sustraerla de las condiciones subjetivas, culturales, sociales e históricas contenidas en las representaciones y prácticas sociales de lectura de los diversos objetos escritos, no se favorece el análisis cabal que fundamente y explique el fenómeno y con ello, se limita la construcción o innovación de conocimiento al respecto. Así, se impide también el avance epistemológico de las disciplinas vinculadas con el estudio teórico–metodológico de la lectura y la formación de lectores y, por consecuencia, poco se aporta a la renovación de las instancias que producen, organizan y distribuyen los objetos escritos, así como de las que pretenden estudiar y evaluar las capacidades y los comportamientos lectores”[2].

Hay una teoría compleja sobre el acto de leer. La fenomenología y Barthes trabajaron explícitamente en esto. No hay escrito sin sustentación expresaba este último. Estoy leyendo la biografía de José Asunción Silva: “Chapolas negras” de Fernando Vallejo. Es un trabajo riguroso y exhaustivo. Cuando uno entra en su lectura se ubica en la capital colombiana de finales del siglo XIX, fría, mojigata y estéril en materia de poesía. El poeta fue un incomprendido. Quiero resaltar como desde la primera página uno se adentra en época especifica de la mano de una pluma magistral. Bogotá nunca valoró ni entendió al genio. La lectura de este texto nos arroba totalmente. Este acto de introspección con un universo constituye la mayor felicidad que nos brinda el libro, el texto. George Steiner en un ensayo llamado “Texto y contexto” habla de nuestra relación con el texto. Primero, cuál es el status del texto y nuestra relación con él.  Elucidar la relación del lector con el texto es el cometido de este ensayo. Es cuestión implica el tipo de comprensión de las realidades subyacentes de la cultura, de las condiciones de coexistencia entre la cultura y otros modelos competidores de cohesión social que un análisis de nuestras relaciones con los textos está destinado a elucidar”.

Yo soy un lector anodino. Sin ninguna pretensión intelectual. Un simple lector hedonista.  Steiner se pregunta: Cuál es la cuestión del texto en nuestra cultura contemporánea. Leer frente a una cultura consumista significa estar supeditados a las presiones del mercado encubiertas en un intelectualismo de mercado. No caer en estas presiones es ya un paso adelante y un respecto por lectores como Borges, Steiner, Zuleta, William Ospina, Vila-Matas.