Además de ser una profesión es una pasión incontenible. Hoy se lee más que nunca, privilegiare la literatura y la filosofía como tal. Borges decía: La lectura debe ser una forma de la felicidad. No hay que caer en la tristeza de las bibliografías, de las citas de fulano y luego un paréntesis, luego dos fechas separadas por un guión, y luego una lista de libros críticos que han escrito sobre ese autor. Todo eso es una desdicha”. Cicerón citado por Juan Pablo Segundo en un texto llamado "Cruzando el umbral de la esperanza" una de sus encíclicas: "Qué más quieres si tienes una biblioteca que se abre en un pequeño jardín"
Estanislao
Zuleta en un ensayo sobre la lectura expresa: Nietzsche dice que “existe la ilusión de haber leído, cuando todavía no se ha
interpretado el texto. Y esa ilusión existe por el estilo mísero en que escribe”.
Harold Bloom
como crítico vivió de sus libros, pero sobre todo de ser un excelente lector. Decía:
“No hay una sola manera de leer, aunque hay una primordial por la cual debemos
leer, a la información tenemos acceso ilimitado, dónde encontrar la sabiduría”.
Los judíos encontraron en los textos sagrados todo lo que deberían saber sobre
la vida. Con ellos nació la hermenéutica. Mire esta cita de Zuleta: “Nietzsche
dice que primero el espíritu se convierte en camello, es el espíritu que admira,
que tiene grandes ideales, grandes maestros. Por ejemplo, en el caso de Nietzsche,
Schopenhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación; el camello es el
espíritu sufrido, el espíritu que busca una comunidad con cualquier cosa. –Es
un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el Zaratustra es una teoría del
pensamiento–. Si no se logra leer así, no se entiende nada; pero el espíritu no
es sólo eso, admiración, dedicación, fervor, y trabajo; el espíritu es también
crítica, oposición y entonces dice que el espíritu se convierte en león; Como
león se hace solitario casi siempre y en el desierto se enfrenta con el dragón lleno
de múltiples escamas y todas esas escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces
el espíritu se opone al deber, es el espíritu rebelde, el que toma el tú debes
como una imposición interna contra la cual se revela, que mata todas las formas
de imposición y de jerarquía, pero que todavía se mantiene en la negación”. La lectura
es un mecanismo de introspección que requiere esfuerzo, una de las formas de metérsela
a este mundo de manera lúcida desde una perspectiva estética, es un acto absolutamente
individual, reflexivo, una búsqueda a través del otro, desde el texto.
La lectura no
solamente es una manera de descifrar la naturaleza humana, también nos permite aislarnos
de las presiones que se nos imponen desde afuera, en una sociedad dominada por
unas variables muy lejos de la condición estética. Leemos simplemente por
placer.
Qué leer en
un mundo donde se accede a los libros por miles. El universo de las letras es
infinito. Con la pandemia aparecieron las ferias virtuales, un mundo loco. El diario
“El país” de España, todas las semanas a través de su revista Babelia entrega
50º recomendados por semana. Hablo de un solo diario, entonces el lector poco
avezado o el más experto que hace.
Elsa M Ramírez
Leiva[1]en
un trabajo en la red esto escribe: “Leer y lectura, verbo y sustantivo, en la
dimensión conceptual o en la feno–menológica, pueden entenderse de una manera
simplificada o compleja, no sin consecuencias. Universalizar concepciones sobre
la lectura, basadas en el acto de decodificación y comprensión, implica
reducirla a un solo aspecto y soslayar su complejidad, pues al sustraerla de las
condiciones subjetivas, culturales, sociales e históricas contenidas en las
representaciones y prácticas sociales de lectura de los diversos objetos
escritos, no se favorece el análisis cabal que fundamente y explique el
fenómeno y con ello, se limita la construcción o innovación de conocimiento al
respecto. Así, se impide también el avance epistemológico de las disciplinas
vinculadas con el estudio teórico–metodológico de la lectura y la formación de
lectores y, por consecuencia, poco se aporta a la renovación de las instancias
que producen, organizan y distribuyen los objetos escritos, así como de las que
pretenden estudiar y evaluar las capacidades y los comportamientos lectores”[2].
Hay una teoría
compleja sobre el acto de leer. La fenomenología y Barthes trabajaron explícitamente
en esto. No hay escrito sin sustentación expresaba este último. Estoy leyendo
la biografía de José Asunción Silva: “Chapolas negras” de Fernando Vallejo. Es
un trabajo riguroso y exhaustivo. Cuando uno entra en su lectura se ubica en la
capital colombiana de finales del siglo XIX, fría, mojigata y estéril en materia
de poesía. El poeta fue un incomprendido. Quiero resaltar como desde la primera
página uno se adentra en época especifica de la mano de una pluma magistral. Bogotá
nunca valoró ni entendió al genio. La lectura de este texto nos arroba
totalmente. Este acto de introspección con un universo constituye la mayor
felicidad que nos brinda el libro, el texto. George Steiner en un ensayo
llamado “Texto y contexto” habla de nuestra relación con el texto. Primero, cuál
es el status del texto y nuestra relación con él. Elucidar la relación del lector con el texto
es el cometido de este ensayo. Es cuestión implica el tipo de comprensión de
las realidades subyacentes de la cultura, de las condiciones de coexistencia
entre la cultura y otros modelos competidores de cohesión social que un análisis
de nuestras relaciones con los textos está destinado a elucidar”.
Yo soy un
lector anodino. Sin ninguna pretensión intelectual. Un simple lector hedonista.
Steiner se pregunta: Cuál es la cuestión
del texto en nuestra cultura contemporánea. Leer frente a una cultura consumista
significa estar supeditados a las presiones del mercado encubiertas en un intelectualismo
de mercado. No caer en estas presiones es ya un paso adelante y un respecto por
lectores como Borges, Steiner, Zuleta, William Ospina, Vila-Matas.