domingo, 15 de marzo de 2009

UN VIAJE A LA FICCION DE MARIO VARGAS LLOSA

La calidad de Vargas Llosa como crítico excepcional de la literatura está descontada. Su mirada se sale del contexto habitual de la crítica profesional. Cuando leemos sus ensayos o artículos, nos encontramos con un lector agudo, serio y quien sabe amalgamar su extensa cultura con las condiciones enormes como creador, para darnos una mirada absolutamente lucida. Los libros sobre Flaubert, Gabriel García Márquez, Víctor Hugo, sus ensayos sobre Faulkner y ese hermoso libro “la verdad de las mentiras”, constituyen muestra ejemplar de su trabajo impecable en este orden. Este libro sobre Onetti, de 227 páginas, que es el producto de unas conferencias dictadas en la universidad de Georgetown, se suma a estos trabajos. El prefacio se puede saltar sin ningún problema, para entrar de plano en la materia propuesta. El escritor nos entrega las claves interpretativas de una obra y autor completamente diferentes y con matices biográficos muy particulares. El análisis, se abre con “el pozo “. La definición de su protagonista entregada por Magda Díaz Morales es cabal al estudio de Vargas Llosa: El poeta y soñador Eladio Linacero, protagonista de la novela El pozo de Juan Carlos Onetti, no es una persona de la que pueda uno prendarse. Es un ser para quien "todo en la vida es mierda (...), un pobre hombre que se vuelve por las noches hacia la sombra de la pared para pensar cosas disparatadas y fantásticas", el autor Peruano señala como en la novela reinan: “el pesimismo, la soledad y aquella angustia que condena a sus personajes en seres marginales, en entredicho existencial con el mundo, individualistas acérrimos y antisociales.” Esta claro la argucia utilizada por Onetti, a través de la ficción frente a la realidad avasallante: “Como en esta realidad sin esperanza no hay dónde ni a quién acudir Eladio Linacero huye a la ficción, hospitalario lugar que puede hacerse y rehacerse con total libertad, dócil a sus apetitos y caprichos de soñador.” Lo curioso, es que Onetti, no conocía nada de la literatura Europea de corte existencialista, coincide con esta corriente, pero está lejos de recibir alguna influencia directa. Este capitulo de un total de once, resultan imprescindibles para descubrir facetas de Onetti aun no develadas. El segundo es hermoso, sobre su obra la “vida breve” con paralelos sobre Faulkner y Borges, es para alquilar Balcón. El octavo, análisis de la ficción a la cruda realidad, locura y ficción, presenta el mundo de Onetti magistralmente. Este ensayo se deja leer fácilmente, es de una profundidad incuestionable y nos deja ver a un Vargas Llosa que muchas veces se pierde en el debate político.