Hace pocos
días murió Mercedes Barcha, la esposa de Gabo. Fue su compañera de toda la vida, su único amor. El mayor miedo de Gabriel García
Márquez, fue la muerte. Además de escribir para que los amigos le
quisieran más, lo hizo para superar este temor, con sentido de
trascendencia y cierta inclinación a la superstición, este miedo le asaltó desde la niñez, se enfrentó a este galimatías en la vieja casa de los abuelos en
Aracataca siendo muy niño, la casa de los mil misterios, del mundo metafísico, conoció sus misterios de la mano subliminal de las mujeres que la habitaban, este miedo lo asedio de manera inclemente toda la vida, desde esos días asumió como lo más normal vivir entre fantasmas. Mercedes conocía y comprendía este mundo inconsciente
del escritor y los miedos que le atormentaban, alivianaba con inteligencia estas agencias.
Su discreción
fue absoluta. Según Darío Arismendi, Mercedes era callada y discreta, en círculos
privados era muy elocuente. Manejaba de manera absoluta la economía del nobel,
quien siempre reconoció lo torpe en este tópico. Nunca intervenía en su vida pública, discreta y alejada, cuando lo hacía era en forma precisa, puntual, su origen árabe, constituyó un aporte en
este orden. Gabo en una de sus crónicos contó que fue a Medellín donde tomaron la decisión de casarse.
Mercedes hizo
posible “Cien años de soledad”. Manejó la situación de pobreza con dignidad. De
igual manera manejó con destreza y cálculo absoluto los pocos recursos y adelantos enviados por la editorial sudamericana,
para que el escritor se dedicará a escribir la novela, esa debería ser en adelante su única preocupación. El barrio donde vivía era de clase media.
Cuando empezó a escribir su obra magna, la situación económica era difícil. Habló
con el dueño de la casa para que les permitiera una mora de 6 meses, calculó con Gabo este plazo, que tuvo que postergarse. El señor fue consecuente con su petición, de hecho estimaba al escritor, tuvo consideraciones especiales con Gabo. Los inviernos eran fatales donde vivían, en un acto total de complicidad, Mercedes en plena escritura de “Cien años de
Soledad le hizo unos guantes, respeto sus horas de trabajo, cuido que no fuera molestado, lo que habla de su ternura y la convicción y confianza en lo que hacía su esposo, sabía la magnitud de lo que estaba pasando. Gabo tenía una complicidad absoluta con su esposa, se entendió toda la vida mejor con las mujeres que con los hombres
Gabo se
exilió en México en los 70 del siglo pasado, durante el gobierno seudo fascista de Turbay Ayala, sintió y
le informaron que estaba lista su orden de captura.. Nunca estuvo dispuesto a ceder su independencia, menos con una detención del más nefasto presidente que haya tenido Colombia. Desde su salida a Europa de cuenta del espectador en el 50, el periplo de viajes fue mucho. Siempre pendiente de el amor de su juventud, Mercedes Barcha, una sincelejana de cuello largo y rostro hermoso. Se conocieron en Sincelejo
muy jóvenes. Pese a la diferencia de edad, fue un amor contrariado, vencido por
la perseverancia de Gabo, por su paciencia de relojero, la certeza y la
predestinación que lo embistió, como todo lo suyo, desde que la vio supo que esa sería su
esposa.
La anécdota
de cómo empezó a escribir “Cien años de soledad” puede ser un mito, pero algo tiene de cierto. Yendo a Acapulco, para unas vacaciones de familia, Gabo le dijo a su esposa, tengo la novela lista, ahora si puedo sentarme a escribirla.. Ya sé cómo terminarla. Ella
inmediatamente no solamente le dio el visto bueno sino además hizo posible su creación, le pidió que se olvidara de todo
y se entregará con entereza a terminarla, ella se encargaría de lo demás. Se encargó de todo en casa. Realmente "Cien años de soledad" terminó siendo su novela, la que lo inmortalizaría, todo lo que escribió hasta esta obra fue en función de la misma. La concibió desde los 17 años. Hasta que llegó a la novela que lo inmortalizó. Inclusive el primer biógrafo se atreve a decir que esta nació 25 años antes del nacimiento con el duelo entre el abuelo de gabo y Medardo Pacheco. Nada raro que fuese así, si miramos los efectos de semejante tragedia, que terminaron en su obra magistral. Siempre se debe comenzar a narrar esta historia aduciendo este inexplicable evento, un duelo de honor, que lo haría trasladar a Aracataca, como lo hiciera Úrsula y José Arcadio a Macondo.
Los nietos
son de Mercedes, lo hombres concretos no tienen hijos, le dijo Gabo a Arismendi,
robándole su frase. Sus hijos, no los tuvo de joven. La historia de los
avatares en el tiempo que escribe “Cien años de Soledad” son contados con una sindéresis
magistral, en el texto de su hermano, Eligio Marqués, “Tras las huellas de
Melquíades”..
Gabo se
dedicó a escribir y la Gaba se encargó de todo en la casa. Con la sabiduría y
paciencia que solo le vimos al personaje Úrsula, entre otras cosas, tiene mucho
de Mercedes. En Vivir para contarla” las
memorias de Gabo describe dos aspectos fundamentales de su esposa. Los amores
encubiertos que vencieron los obstáculos y prevenciones de la familia. Y su
matrimonio siendo muy jóvenes. Cuando se la llevaron de Aracataca para hacerla
olvidar de Gabo, en una complicidad del gremio, mantuvo comunicación permanente
con Gabo, lo que hizo imposible la cura de amor hecha por los abuelos y padres
e Mercedes. Fue como una novela de amor, Imposible contrariar la perseverancia
del telegrafista de Aracataca.
Ella estuvo
en todas las decisiones de Gabo. Fue su alma gemela. No llegabas nunca a Gabo
sino pasabas el filtro de Mercedes. Cuando GGM término “Cien años de soledad”
fueron a enviarla a Argentina. El del correo pesó las hojas, más de 500 hojas,
escritas a doble espacio, como el lógico cobró de acuerdo a este peso. Dijo el del correo, son 83 Pesos. Mercedes
miró a Gabo y le hizo saber que tan sólo había la mitad. Mande la mita le dijo
el escritor, así lo hizo ella. Efectivamente lo envió, pero una vez despachada
se dio cuenta que había enviado la última parte. Fue cuando soltó la memorable
frase: Ahora falta que esta novela salga mala. Empeñaron los pocos electrodomésticos
que tenían y enviaron la otra parte.
De ahí en
adelante todo es conocido y hace parte del mito que constituyó el autor de la
novela más importante de Hispanoamérica después del Quijote. Es cierto lo que
dice Gabo con cierta ironía: Se vendió como salchichas y los vendedores de revistas
de Buenos Aires, fueron sus publicistas, ellos fueron sus agentes, son lectores
endiablados de literatura, verdaderos críticos.
Mercedes fue
todo para Gabo. Su mancorna, nunca estuvo lejos del escritor. Se encargó de los
hijos y del dinero, Manejó la vida privada y tomó la mayoría de decisiones
importantes por el escritor quien le entregó sin pensar esta potestad. Decidió
vivir en México el resto de su vida. De hecho, murió en la misma casa donde
murió Gabo.
El tiempo
diluirá la importancia de Mercedes, igual de Gabo. Cien años de soledad les sobrevivirá
a los dos. Pocos hablan de Cervantes, en cambio el quijote es popular, está
ahí, todo les debemos algo a este personaje y sobrevivirá al autor, que nadie paradójicamente
recordará con el tiempo. Hamlet es más importante que Shakespeare. Tal vez
nadie recuerde a Gabo, pero Úrsula nadie la olvidará. Paradojas del mundo
creativo. La ficción afecta a la realidad más de lo que imaginamos.
Gabo hxo de México su casa y México lo acogió como su hijo, le consintió y siempre ha sentido que nuestro escritor es uno de los suyos. Lo mismo le pasó a Mercedes.