sábado, 23 de febrero de 2019

LA CUADRA DONDE VIVO EN MEDELLÍN ( RELATO)


Hace un año vivo en la Floresta, un barrio tradicional de Medellín de la más vieja estirpe, conserva casas de los años cincuenta, viejas pero de una belleza inclasificable, sus diseños son rurales, construcciones iguales a la de nuestras fincas cafeteras, ante-jardín con mecedoras de vieja data, madera y mimbre, hechas para estar cómodos, sentarse sin afugias, para conversar en las tardes cuando ya nada importa; techos de teja de barro, zaguanes anchos, ventanas amplias con barrotes de madera, y esa presencia de vieja arrogante a la que el tiempo no le hace mella, como diciendo aquí estoy.  Mi cuadra ya ha sido trasformada, producto de la ola de cambios urbanísticos de la modernidad, edificios a granel, suplen la necesidad de una explosión demográfica sin parangón que no para desde los años 90 del siglo pasado, pese a ello, estas construcciones no le quitan su aire de cuadra tradicional, hay un híbrido entre lo viejo y lo nuevo que la hace inclasificable, llena de árboles, grandes mangos abren sus copas altas,  dándole sombra todo el día, en medio de casas re-modeladas, edificios pequeños, como injertos. En las tardes se dan corrientes de aire como aquellas que corren en la costa en ciertas temporadas, muy mediterráneo y poco habitual en estos tiempos de cambios climáticos y calores infernales.
El entorno es importante para el hombre. En la infinitud espacial, la vecindad como dicen los Mexicanos sigue siendo vital, es la célula urbana, además nuestro centro existencial, en este lugar brota el sentimiento de un espacio común, de propiedad compartida. Una cuadra es el lugar más común de nuestra vida, es el punto desde donde observamos el mundo en que vivimos con sus alegrías y tragedias. Parece un organismo vivo,  tiene sus propios hábitos, conserva la atmósfera  que tienen nuestros pueblos. Todas las mañanas hasta el final del día, se repiten los mismos actos, como si viéramos el  mismo capitulo de alguna novela. Usted ve salir la misma gente a  una hora puntual, va conociendo por lo tanto sus trajes, su manera de encarar el día, en esas aparentes y ociosas rutinas: Prender el carro, barrer al frente de la casa, comprar las cosas del desayuno, rituales que se nos van volviendo lugares comunes. Con las mascotas, que constituyen un mundo absolutamente encantador, pasa algo curioso, siempre las sacamos  a una hora exacta,  no hay falla, me encuentro entre ellos, nos saludamos con un sentido de camaradería inusual, hablamos de cada experiencia con estos seres como si fueran personas, curiosamente a la gente se les olvidan que son perros, hay una especie de cofradía, se crea una solidaridad en tiempos de desconfianzas desmedidas, la mascotas nos humanizan, generan una cordialidad que no se da cuando estamos solos.
Los personajes de mi cuadra son variopintos. Don Orlando, el dueño de la casa donde vivo, es un señor jubilado, su figura es muy italiana, como aquellos personajes del Padrino, se sienta afuera en su silla con una altivez contagiosa, denota siempre la satisfacción de la labor cumplida, su anecdotario es rico y extenso, cada relato suyo tiene moralejas, evoca nombres y recuerdos como si nosotros viviéramos en los espacios y lugares en su pueblo natal San Jerónimo, que evoca más como sueños que como recuerdos, cuando habla lo mete a uno en su vida como un buen escritor: Cerca del parque, en la tienda del viejo Matías, dice y ahí se va yendo en sus añoranzas, llevándonos por su pasado en relatos interminables, llenos de nostalgia pero nunca de infelicidad, más bien reflejan mucho orgullo.  Cuando salgo a las 6 Am me encuentro con mi vecina, que barre con un juicio irredimible la calle, es alegre, sin un ápice de resentimiento, sin los prejuicios de la sociedad del éxito que nos venden los agentes de mercadeo y los gurues del comercio, presión que nos fatiga y agobia, ella  es pletórica por naturaleza, de una humildad sin cortapisas, por fuera de las presunciones  de la juventud de ahora, acepta la finitud de la vida sin mayores consideraciones metafísicas, sus irremediables injusticias, el tiempo corto, lo sabe de antemano y no le preocupa para nada, vivió con sobrecargas de trabajo como educadora con verdadera pasión, a pesar que solo le servia para compensar las necesidades primarias, levantar los hijos y no esperar más, así fue llevando la vida, como todos, terminará en soledad en medio de los encantos de la vejez que nos hace lentos y olvidadizos, mi vecina me ha enseñado más que muchos textos.
Veo siempre a Juan, muy a las 6 Am, un constructor que está terminando un edificio de apartamentos  al frente de mi casa, esa mole rompe con la tradición del barrio, pero no contradice para nada el espíritu de la cuadra, más bien la engalana. Su estilo es moderno, líneas rectas, grandes ventanas y una estética minimalista exenta de todo barroquismo. Juan es un hombre amable, con una filosofía de la vida sin mayores complicaciones ni teorías complejas. Le he venido comprendiendo en medio de  tratos muy cortos. No se complica para nada,  pese a que ha tenido muchas dificultades, sabe que la única manera de salir adelante es con responsabilidad y  honradez.  Lo he visto con su hermosa hija, en esos momentos refleja todo el sentido de trascendencia de su vida, se le ve orgulloso, delata mucho amor por su familia,  cuando está con su hija veo en sus sus ojos el inconmensurable amor que lo motiva, cómo diciéndonos, los esfuerzos valen la pena. Su socio, es un ingeniero Civil joven, aplicado, pragmático a morir y de pocas palabras, lo que no quiere decir que no sea  cortes, es un hombre perspicaz por naturaleza. Tiene una esposa joven, bella, de buenas maneras, siempre con una sonrisa espontanea y sincera. Son dos profesionales, reflejan esa juventud que de hecho es muy diferente  a mi generación. Representan el porvenir que nos enaltece, me traen a colación a mis tres hijos quienes igualmente salen en la mañana a devorar los días y sus responsabilidades, su presente es solo futuro. Se van formando con una religiosidad y cierto temor producto de una sociedad implacable y llena de competitividad, más bien cruel, pero saben que no hay tregua.
Son muchos los personajes: Jubilados, retirados,  exitosos, cesantes, sabios silenciosos, resentidos, negociantes frustrados, seres itinerantes, sin apuros, han vencido a la vida de alguna manera. Otros son más relevantes para la vida y la rutina propia del lugar. Jhonny con su tienda bien surtida producto de una dedicación inenarrable, negocio que vende todo lo que un hogar necesita, es un ser amable, con un humor negro cortante, conoce a todo el mundo por estos lados, vive en contacto con la gente a diario, sabe todas las historias de esta cuadra, la vida le exige mucha discreción y sabiamente la tiene y la maneja. Nolasco, es un señor diferente a todo lo que he visto, su lógica es producto de un escepticismo bárbaro, lacerante, su socio,  es un hombre de familia, más coloquial, de finca, un negociante que triunfó y sobrevivió a las mentiras de esta sociedad hipócrita y falsa, tienen una oficina al lado de la tienda, allí se pernota y sobrevive sin perder nunca la alegría. Ellos dos son puntuales  de sobremanera, abren a las 8 de la mañana, no fallan en el horario pese a que son sus propios jefes.  Después, toman la prensa, básicamente el crucigrama y empieza el galimatias de sus días, siempre sin sobresaltos. A estos dos personajes se suma, una caterva de viejos que nos sentamos en la esquina a conversar cosas insustanciales, manteniendo una vigencia impertérrita, contradiciendo esas implicaciones del tiempo que nos delatan, reflejamos cansancio, pero no agotamiento, alguna sabiduría práctica, como los perros viejos, los años en su azarosa tragedia no han enseñado más que todos los libros.  Esta es la vida. Estos son los días que van pasando y nos acercan a la muerte. Con el tiempo nadie nos recordará. Eso está descontado. La cuadra nos sobrevirá.
CESAR HERNANDO BUSTAMANTE

martes, 19 de febrero de 2019

MISCELÁNEA TEXTOS CRÍTICOS DE JORGE LUIS BORGES



Random Hause bajo la dirección de María Kodoma, en edición de bolsillo recopila en un solo volumen gran parte de la obra crítica de JLB que no está incluida en las obras completas publicadas hasta ahora. “El volumen tiene seis libros de prosas de carácter eminentemente crítico realizadas por el autor en vida: “Prologo de prólogos (Buenos Aires, Torres Agüero editor  1975) y Borges oral (Buenos aires Emece Editores/Editorial Belgrano 1979), el tercero, Biblioteca personal. Prólogos se, se basa en una edición realizada con anuencia del autor, pero publicada después de su muerte (Madrid Alianza Editorial 1988) y reúne los prólogos que Borges había escrito para una colección de obras de lecturas imprescindibles.  El cuarto libro Borges en el sur, sigue la edición de Emece(Buenos Aires/Barcelona,1999) y recoge casi cien textos que el autor publicó en dicha revista y que no había sido incluido en sus obras completas. El quinto y el sexto han sido fundidos aquí en un solo texto, cuya articulación se detalla en una nota explicativa más adelante, tras la portadilla correspondiente.  La obra reunificada recupera todas las colaboraciones que Borges realizó para la revista Hogar y que hasta ahora habían visto la luz en dos volúmenes separados: Textos cautivos (Buenos Aires, Tusquets Editores, 1986,edición de Enrique Sicerio-Gari y Emir Rodriguez Monegal) y Borges en Hogar (Buenos Aires/Emece Editores, 2000)".
Este texto realmente es un acierto. Los Borgianos consumados como el suscrito, que fácilmente tienen toda la obra de este autor en varias ediciones y además sus obras de manera independiente, sabemos la importancia del mismo. Primero por reunir en un solo volumen una obra crítica de una factura impecable, denota no solo un conocimiento absoluto de la literatura universal, quien había leído con abonada pasión desde temprana edad casi todo lo importante, sino que delata, desde los escritos de juventud, una lucidez por fuera del canon. Lo interesante de esta obra, es como el autor toma posición frente a cualquier autor o libro, hace crítica, es incisivo. A manera de jemplo, sobre Almafuerte dice: “Los defectos de Almafuerte son evidentes y lindan en cualquier momento con la parodia; de lo que no podemos dudar es de su inexplicable fuerza poética”. Adelante agrega a propósito de un desciframiento de uno de sus versos: El puro pesimismo de Almafuerte excede los límites del Eclesiastés y de Marco Aurelio; estos vilipendian y admiral al hombre justo; al que se identifica con Dios. No así Almafuerte, para quien la virtud es un azar de las fuerzas universales”.
En un texto sobre la “La invención de Morel” de Bioy Casares empieza con esta acotación: “Stevenson, hacía 1982, anoto que los lectores británicos desdeñan  un poco las peripecias y opinaban que era muy hábil redactar una novela sin argumentos o de argumentos infinitesimal, atrofiado”. La publicación en este texto de Bolsillo de sus artículos en la revista Hogar es de suma importancia, no solo por la juventud del autor en el momento de escribirlo, lo que habla muy bien de su obra temprana, sino porque nos permite ir acercándonos a su cronología creativa, que constituye un verdadero galimatías por lo prolífica, y la precocidad de quien iba a ser el más universal autor de hispanoamerica después de Cervantes.
Cada texto escrito es de una riqueza única, por su factura, con referencias esenciales, articulaciones con otros textos sin precedentes, son afirmaciones de un lector lúcido y aventajado, fuera de todo contexto, especiales, sobre todo, nos enseña a leer, a disfrutar la buena literatura.