
He leído con atención una buena cantidad de artículos, que inevitablemente aparecen por esta época, sobre los libros que marcaron el año, según los gustos de quien lo recomienda. La gama es variopinta, pero existen convergencias sobre algunos autores y títulos. Las benévolas de
Jonathan Littell editada en español por
RBA, constituye un fenómeno a nivel mundial, es una excelente novela, que nos narra un ejemplo flagrante, sin precedentes, de hasta donde puede llegar la crueldad de la naturaleza humana. Alfredo
Rangel,
politólogo colombiano, escribe una reseña, que prefiero traer a
colasion: “la gran pregunta que trató de responder con su novela es "la naturaleza del crimen de Estado". El autor trabajó durante más de 10 años en una
ONG de lucha contra el hambre. Esto le permitió vivir de cerca la violencia en
Chechenia, Bosnia y
Ruanda y "empezar a comprender qué es lo que convierte a las personas en verdugos, en asesinos. Ese es el tema central de mi novela", ha afirmado
Littell. La novela es la historia narrada en primera persona de un oficial alemán de las
SS durante la invasión a Rusia en el curso de la Segunda Guerra Mundial. El personaje,
Max Aue, es un hombre muy culto que por accidente se ve obligado a ingresar a ese cuerpo militar. Doctorado en leyes, políglota, disfruta la buena mesa, las óperas de
Monteverdi, las pinturas de
Vermeer, y relee constantemente La Educación Sentimental, de
Flaubert. Nada de esto le impidió participar directamente en decenas de masacres de miles de judíos, gitanos y rusos, y luego poner su genio organizador al servicio de la eficacia de la matanza hasta alcanzar los más altos reconocimientos de la jerarquía
nazi. La narración de estos hechos es escalofriante y no tiene antecedentes.” Adelante agrega: "La cultura no nos salva de nada. Los
nazis son la prueba", ha dicho
Littell, comentando su novela. "No hay una relación directa entre la cultura y tus opciones políticas o éticas", ratifica. Y, en efecto, tanto los
nazis como casos más recientes (
Yugoslavia,
Abu Ghraib,
Guantánamo) nos confirman que ni el progreso material y tecnológico, ni el refinamiento cultural son por sí mismos garantías de comportamiento ético ni humanitario.” He querido hacer referencia, solo a este titulo, para señalar como una sola obra puede hacer la diferencia. En
Colombia apareció una nueva novela de Santiago
Gamboa, que confirma su ascendente calidad: “Hotel
Pekín “.
William Ospina, publicó “El país de la canela”, que ratifica la disciplina desmedida de este excelso ensayista y poeta. En todo caso, quisiera recomendar la lista aparecida en el siguiente blog, por ser muy seria y constituir una verdadera guía para los lectores:
http://hermanocerdo.anarchyweb.org/index.php/2008/12/las-lecturas-de-2008-introduccion/