martes, 15 de marzo de 2022

RAZONES PARA VIVIR (RELATO)

 Para Enrique con mucho cariño

Llevábamos más de cinco horas en la tienda del viejo Tulio tomando cerveza con Omar, las conversaciones fueron triviales, para matar la angustia existencial que nos agobiaba desde hacía varios días con una intensidad  por fuera de lo común, nos generaba cierta impotencia que suplíamos con la literatura  y temas de actualidad sin importancia algunaEn estos días decidimos no volver donde Willy, curiosamente en este sitio siempre encontrábamos un optimismo inexplicable  en sus clientes, calcados y esto no armonizaba con nuestro estado de ánimo. Es un bar decoroso de barrio, de muchos años, brinda la confianza de los lugares emblemáticos de sitio, donde todos los que vienen se conocen o reconocen, lo que no implica solidaridad alguna, aún así, tiene mucho encanto. De súbito esa tarde llegó donde Tulio un hombre de 41 años, si mis cálculos no fallan, diferente, con una barba como  de  monje tibetano, de mediana estatura, con un don de gente que despertó confianza inmediata en nosotros, Después de un buen tiempo, pude concluir que era culto, ponderado, con afinidades intelectuales muy cercanas. Por estos lados las sorpresas son de ese tipo, tal vez esa era la razón que me conmovía de una zona tan falsamente señalada por los signos de violencia que dejaron mucha huella en la ciudad. Tenía dos años de vivir en este barrio, estaba en el peor momento de mi vida, mental y económico, en una angustia inexplicable, sin salida. Está ubicado en una comuna denominada Santa Lucia  que si mal no recuerdo, fue la madre de Constantino y la culpable que todo el occidente fuera cristiano. Nuestro sector se llama los Alcázares, como sí aquí hubiese muchos castillos o fortificaciones, no se qué pensaba quien lo bautizo con semejante pretensión y arrogancia, al final es muy bello sobre todo por la calidad de sus moradores. Tulio se limitaba a pasarnos las cervezas, con el calculo típico de los tenderos y administradores de bares, amables, siempre y cuando haya plata, este personaje era frío, sin pasión alguna; en todo caso estábamos felices pese a que el lugar donde nos ubicaba el viejo tenia un metro por dos, un cuchitril como decía mi madre. 

En la medida que tomábamos, la conversación adquiría un matiz interesante, hicimos un recorrido por las novelas que tocan el alma, recordamos Abdón el exterminador de Sábato, el extranjero de Camus, el guardián en el centeno de Salinger, algunos poetas malditos de Francia, a Jatin el loco, León De Greiff, al filosofo Emil Cioran, sin ninguna hondura, sólo para justificar nuestro importaculismo, la tomata y la angustia que nos iba minando.

Pocos días antes habíamos estado donde Willi con Omar bebiendo Ron, junto con Diego un amigo entrañable, Marcela, querida y amorosa de sobremanera, en compañía de tres personajes más que, a pesar de conocerlos, no podía decir que eran mis amigos. Desde ese día veníamos con Omar de traspiés en traspiés. Donde Tulio sellamos una amistad con Enrique, ese visitante fortuito, diferente, con el que ligamos de una y que nunca espere conocer, su historia da para un relato, me quedó muy claro. 

Recuerdo, o mal recuerdo que después pasamos a tragos cortos, que fuimos soltando perlas de la vida, en esas típicas transferencias que despiertan los encuentros con personas que por sus afinidades nos llevan a confesiones, desahogos y catarsis. No supe que paso después, lo cierto es que nació un proyecto bellísimo que nos une a los tres y en el cual trabajamos con mucho juicio. 

La vida está llena de eventos pequeños que, unidos constituyen la totalidad, los que nos afirman o nos desvanecen. Muchas eventualidades con alguna trascendencia se nos van borrando de la memoria y es buena catarsis traerlos. La crisis que antecedió a estos hechos, como todas, es la acumulación de muchas situaciones no resueltas, interiorizaciones peligrosas. Procuraré seguir trayendo a colación estos eventos que en apariencia son insustanciales y está claro queeste relato aquí no termina.