domingo, 3 de mayo de 2020

ÁLVARO SU VIDA Y SU SIGLO JUAN ESTEBAN CONSTAÍN




Estamos ante un escritor consumado, está descontado, la biografía es narrada con una excelente prosa, con el orden y el cuidado que la misma exige. El texto es claro, directo, sin arabescos, sin florituras.

Siempre me había preguntado quién se le va medir a la biografía de Álvaro Gómez Hurtado. La inteligencia y lucidez de este hombre es indiscutible. Vivió inmerso en los principales hechos de la vida colombiana desde el año 40 del siglo XX hasta prácticamente el final del mismo, fue protagonista de cargo, adentro y fuera del régimen, como solía decir, su vida constituye un verdadero reto en materia de investigación. 
He tenido pasión por las grandes biografías, de hecho, estoy leyendo la biografía de Keynes escrita por Robert Skidelski. Personajes como Álvaro Gómez son difíciles de atrapar, de contar y estudiar para una biografía, más con los radicalismos en que vivimos, nuestra historia siempre es confusa. Recuerdo los retos de Gabriel García Márquez para escribir “El general en su laberinto”, no solo frente al cumulo de textos sobre el libertador, sino el hallazgo de un país con la capacidad de tergiversar cualquier hecho, por claro que parezca.

Hay una etapa de formación, incluye la estadía en Buenos Aires, en plena caída del conservatismo en el año 28, el periplo por Europa, Paris, España, Berlín y por su puesto los estudios de Derecho en Bogotá. Los autores donde abreva el Doctor Avaro Gómez son muchos, desde Spengler, Nicolai Berdiaaeff, Ortega y Gasset, Charles Maurras, Leon Daudet, Dostoyevski, Plutarco, para sólo citar los más emblemáticos.  En estos dos capítulos asistimos a la formación canónica de un hombre que vivió y se formó en medio de las luchas ideológicas enconadas de su padre.  Hay un hecho que desconocía, la creación de la revista la Unidad y revivir la Academia caro, confirma la tradición de gramáticos y filólogos, en Colombia siempre estuvieron cercanos al poder y al talante tradicional del partido conservador. Estas empresas las llevó a cabo al lado Guillermo Camacho Montoya y Francisco Fandiño. Constain narra con lujos estos detalles, en medio de la consolidación del franquismo en España y los hechos que dieron inicio a la primera guerra mundial los que incidieron de manera grave en nuestra historia.

La vida de Alvaro, la del siglo veinte de Colombia, gracias a los hechos atribulados del país, terminaron convirtiéndolo en un hombre  reflexivo, profundo, mantuvo una preocupación por el país desde una actitud y  mentalidad excepcional, entre el 40 y el gobierno de su padre, a partir de este momento fue marcado por un INRI que lo persiguió,  se le atribuían instigaciones y hechos sin que haya participado. Le cabía el país en la cabeza como solían decir, por su cultura y gracias a las experiencias trágicas en las que tuvo inmerso, siempre actualizado.  Pública por esta época su primer libro: “El paraíso perdido de los sóviet”, su tesis de derecho se llamó “La influencia del estoicismo en el derecho civil”. Estaba en el extranjero para el asesinato de Gaitán en pleno gobierno d su padre. La historia no ha podido dilucidar, a pesar de la infinidad de estudios, las responsabilidades de la clase dirigente de manera clara, lo que no los exime. Los dirigentes liberales y los líderes conservadores fustigaron una guerra civil, su responsabilidad es absoluta, siempre fomentaron el enfrentamiento con cizañas desde un apasionamiento sin parangón. Nuestro conflicto lleva más de cincuenta años, nuestra clase dirigente y política aún no se deslinda del todo de estos fanatismos, los ejerce sin recato, a ello se les suma el problema histórico de la tenencia de la tierra y las ambiciones de una élite por perpetuarse en el poder, hechos que nos han dejado asesinatos, masacres y por su puesto una corrupción enconada.

La violencia en Colombia no tiene comparación en latinoamérica, ha sido cruel, afectó y sigue afectando a la población más vulnerable. Desde el cincuenta hasta el día de hoy nunca hemos dejado de matarnos. El narcotráfico es ahora el problema más grave del país, pero los factores que  erigieron nuestro conflicto, mantienen una huella muy grande. 

Los capítulos 7, 8 y 9 son fundamentales para entender ciertas prejuicios conceptuales, se asumen siempre como ciertos, categorías que se nos imponen  sobre Laureano y Álvaro frente a muchos hechos, que curiosamente siempre prevalecen en cualquier análisis, por lo menos en la mayoría, sobre todo  en los estudios sobre el conflicto entre el 46 y el frente nacional, categorías  sesgadas, el autor aclara que no es una defensa, simplemente que hay factores críticos que no se han tenido  en cuenta, en todo caso no los exime de las responsabilidades que tuvieron lugar, tampoco cae en las trampas partidista en este tipo de análisis, deja en claro estos errores históricos que se traen siempre como verdades. Es un hecho, nuestra clase dirigente tiene  responsabilidades incuestionables en la violencia que nos ha tocado vivir, por atizar, promoverla, fue la constante partidista de una clase radical y entronizada en el poder. nunca nos preocupamos por resolver nuestras diferencias de buena manera, no aprendimos. En el texto, se transcribe el “Discurso del silencio” de Jorge Eliécer Gaitán pronunciado en febrero del 48 en Bogotá. Siempre asumimos que el asesinato del líder liberal fue el único factor que inició la violencia, cuando veníamos matándonos desde el año 30. Esto no quiere decir que haya sido un hecho grave y el cual constituye una frontera siempre a tener en cuenta. Los historiadores tienen aún una tarea muy grande en muchos hechos no esclarecidos del todo. El autor habla a partir de los documentos y los hechos que tiene a la mano y que curiosamente no habían sido atendidos Las responsabilidades de los partidos en nuestra violencia no tiene duda alguna, pero no es como no la cuentan la mayoría de estudios.
Transcribo el inicio del capítulo IX que es magistral en mi criterio:

“cómo había de juzgarse el gobierno de Laureano Gómez? La verda es que es muy difícil porque por lo general, al menos en la historiografía colombiana, ese juicio se ha hecho desde una perspectiva partidista o tendenciosa, con un claro interés aplogetico o hagiográfico o difamatorrio o destructivo: para amarlo o odiarlo, como dijo Guillermo Valencia; para quemarlo con el incienso de los Santos o hacerlo arder en la hoguera de hielo del infierno. Como si las  mismas categorías que sirvieron para aproximarse a su compleja figura en vida, se hubieran perpetuado en el tiempo para estuiar su legado. Eso es un poco también, por otro lado, y creo que ya lo había dicho aquí, la suerte historiográfica en términos muy amplios al periodo que llamamos la violencia, sobre el que muchas veces se aplican categorías de análisis que nacieron en su propio seno y adolecen de sus mismo defectos y sus ismas pasones y prejuicios: Dogmas y sesgos que se asumen como verdades científicas cuando no lo son, ideas heredadas que cada generación asienta y repite sin beneficio de inventario (Pág 245 Jusn Esteban constaín,. Randon Hause Literatura).

Tenía muchas dudas sobre la biografía, es un excelente texto. Su lectura es igualmente agradable, revivimos momentos de nuestra historia bastante olvidados, pese a que la academia los ha estudiado con juicio y están a la mano. Poco a poco vamos entrando en la vida de un hombre de suma importancia para la vida nacional, hasta llegar al asesinato no esclarecido y donde están comprometidos muchos personajes de la élite, una parte del narcotráfico, el propio gobierno de turno y estamentos militares.

Despues del capitulo IX, se narra los hechos de la dictadura, el frente nacional, su candidatura y el periodo entre el 74 y su muerte.  Con esta biografía recordamos apartes de suma importancia en la historia de Colombia. Quiero dejar inquietos a mis lectores.