La última columna de este excelente
escritor colombiano, giró en torno a dos escritores: Knausgard, Guadalupe
Nettel, que le permitió disertar sobre la auto-ficción como recurso
literario. En este blog alguna vez hable del mismo, no dejo de insistir en que es un instrumento extraordinario que
le permite al escritor crear, pontificar sobre temas específicos, actuar como ensayista
a la vez, salirse del argumento, mezclar variables temáticas múltiples, con aluciones autobiográficas. Gamboa escribió al respecto: “Es poco frecuente un empeño tan claramente proustiano
como el de Knausgard, el cual consiste ya no sólo en aislar un episodio de su
vida y narrarlo, sino en trasponer a la escritura la totalidad de su vida para
verla al trasluz, darle vuelta y analizarla, interrogarla con las armas de la
literatura y, en particular, de la novela. El propio Knausgard denominó su obra
global -Mi lucha-, título obviamente provocador, de la cual se han publicado en
español los dos primeros tomos, La muerte del padre y la muy reciente Un hombre
enamorado”.
Martin Amis y Paul Auster, son dos
novelistas quienes lo han explotado con una perfección indiscutible,
convirtiéndolo en una técnica no solamente novedosa (En apariencia), sino
versátil. Este recurso le dio a la novela un respiro frente al avasallante mundo
digital, consolidándose como el género más importante y exitoso de la
literatura en estos tiempos de dominio de la imagen y las TIC sobre la prosa.
.
La cita de Proust no es casual: “En busca
del tiempo perdido”, es una clara muestra del recurso desde la subjetividad más
extrema, desde donde hace un recorrido por el arte, la sociedad francesa de su
tiempo, la música y la propia literatura, realmente es una radiografía de lo
que el autor quiera tocar desde las líneas de una historia de ficción.
Un artículo de “El país” de España
categorizaba frente a un encuentro de escritores: La auto-ficción domina la
narrativa en castellano y ha llegado también al cómic y al arte. No son
memorias, no son diarios, no son biografías: es una escritura del Yo, que se diversifica
y ocupa nuevos espacios. Ratifica el artículo mencionado refiriéndose al
recurso: “Los trazos principales de este retrato oral hablan de que se trata de
libros con un tipo de argumento y de narración más acorde a estos tiempos de
individualidad, del supuesto desprestigio de la ficción, de la avidez de los
lectores por historias verídicas, de la necesidad del lector de que le
reconstruyan el mundo y poder reconocerse en él, de lo difícil que es competir
con tantas historias increíbles divulgadas por los medios de comunicación; y en
España, por la desinhibición de hablar de sí mismos tras un pasado de miedos y
de la pérdida de prejuicios sobre los géneros que cuentan vidas”.
Me pregunto acaso si Balzac y Fiódor
Dostoyevski, no son representantes dignos del recurso, escriben verdaderos
tratados sociales, entran y salen de la historia analizando aspectos esenciales
de la subjetividad acordes a los grandes sucesos y problemas de su tiempo que
no eran menores.
Es absolutamente cierto lo que expresa
Gamboa con respecto “Al olvido que seremos” de Facio Lince, es un formidable ejemplo
del recurso, pero además constituye una obra mayor de la literatura colombiana
e hispanoamericana debido al grado de perfección que alcanza: Excelente retrato
de una ciudad, una época, del conflicto social que reverberaba,
auto-biográfica, de una textura especial, bien contada, con una prosa coloquial
que hace de su lectura un frescura, rememora al padre asesinado, un personaje
inolvidable de Medellín vilmente asesinado, al país enfrentado en medio de una
violencia soterrada que aun no superamos.
La literatura sobrevive hábilmente a los
embates de la era digital, con total éxito, leer una gran novela aún es un gran
divertimiento.
Winston Manrique Sabogal, expresa con
respecto a la novela de autoficcion: No son autobiografías, no son diarios, no
son memorias, no son actas notariales, no son biografías, no son ensayos
novelados, no son novelas puras donde todo es imaginación. Pero también son
todo eso. Es literatura. Son novelas, insiste Javier Marías, "porque ella
lo asimila todo".
Siempre he categorizado que la novela es
la que mejor interpreta la naturaleza humana. El artículo de Gamboa cumplió con
la tarea de rememorar este excelente artificio.
“El teniente Sturm de Ernest Junger es un
reflejo vivo de esta técnica, no solo narra una historia, sino que describe en
su totalidad una época y sucesos de guerra inenarrables de la primera guerra
mundial y a la vez realiza una reflexión filosófica sobre la misma de una hondura que interroga a la humanidad.