viernes, 16 de febrero de 2018

UNA EXPERIENCIA VITAL ( Relato)



Después de vivir catorce horas muy diferentes a todo lo que me ha pasado en los últimos dos años, que por cierto no han sido nada fáciles, tengo anclados recuerdos inenarrables de un encuentro furtivo con una mujer, Claudia, quien sólo había visto una sola vez. Tengo imágenes fijas como pequeñas fotografías, postales: Esa manera encantadora de hablar; Su ojos pequeños, sin ser orientales absolutamente expresivos, su misteriosa mirada, llena de encanto y  de alusiones, con cierto encubrimiento, como si guardara una ira contenida por tanta injusticia; sus labios hermosos, parecen delineados  por un pintor impresionista; sus manos, con movimientos sutiles, matizando actitudes pedagógicas cargadas de cariño;. Muy pronto comprobé que desea cambiar el mundo, odia las servidumbres que le imponen implacablemte al ciudadano de a pie, dice: “Este mundo es una mierda”, lo expresa cerrando los ojos, con cierta impotencia “Es una mierda” y lo dice basada en experiencias concretas, trabaja con una fundación que le permite palpar una realidad lacerante. Otro recuerdo que me quedó plantado: su manera de conducir, confiada, desprevenida en apariencia, con alguna locura, no corre riesgos, menos genera sustos ser su copiloto, curiosamente me recordó un cuento de Harukami del texto “Hombres sin mujeres”, exactamente “Drive may car”[1]. La conocí de manera muy casual, en un café muy tradicional de Medellín, famoso por ser un museo vivo del  tango, cada cosa que hay, las personas que lo atienden, el orden, gira alrededor de esta música. Tiene una historia de peso, llena de recuerdos, personajes y por su puesto vivencias, ratifican el amor de esta ciudad por este generó. Gardel murió tragicamente en Medellín hace muchos años, la ciudad tiene un inconmensurable amor  por este hombre, guarda una especie de deuda, para los tangofilos este lugar es sagrado. Nadie nos presentó, la vi arreglando un día cualquiera unas banderas, lo hacía con un cariño excesivo, con solemnidad. La observé por mucho tiempo y no resistí las ganas de hablarle, de saber para que fueran, intuía en todo caso que eran muy especiales. Todos los encuentros casuales causan una especie de estupor, pensamos  que seremos rechazados, es  un miedo inexplicable que de alguna manera superamos. Cuando menos imaginé, estábamos hablando desaforadamente, descubrí gratamente muchas afinidades: El amor por las experiencias positivas con la gente, por la lectura, por la sociología y el pensamiento social, en fin, todas aquellas cosas que ya casi no importan a nadie. Me suscitó alivio saber que existe una mejor de tantos quilates, entendí que no estaba tan loco y ratificaba que las utopías aún valen la pena,  enfatizamos los dos con alegría: No somos tan locos, valen la pena todas nuestras luchas. En este encuentro quede gratamente sorprendido y de hecho le dije que si podíamos vernos de nuevo. A los ocho días estábamos en el mismo sitio, hablamos con más calma pero con la misma pasión y encanto. De pronto supe que nada iba a ser igual en mi vida en adelante, qué todo cambiaría, como si empezara  una búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como si encontrara el soporte ético imprescindible para sobrellevar el transcurso de mi trágica existencia, como si ella me diera alas para volar, para realizar todo lo que hasta ahora fue un proyecto, ser feliz, volver a mirar a los ojos a una mujer, intentar de nuevo compartir. No se la razón, pero recordé los textos de Sandor Maria, a Rosa Montero. Claudia, como buena mujer prevenida, recibió los encuentros con esa psicología propia de ellas, llena de esperanzas, pero con la prevención propia que le han dado los golpes de la vida, siempre se aprende a punta de dolor. Estuvimos 14 horas  exactas compartiendo, hablamos como locos sin parar.  No puedo asegurar nada de lo que pasará, pero conocerla confirma aquello de que una persona en muy  poco tiempo te puede cambiar la mirada de la vida…las puertas siempre se abren. Así como existe la muerte, existe la vida. Lo confirmo todos los días. Hoy más que nunca. 



HAGAMOS UN TRATO
Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo
(de una canción de CARLOS PUEBLA)
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
                      es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.


Mario Benedetti






[1] Harukami Haruki. Hombres sin mujeres. Editorial Tusques.
Hasta entonces, Kafuku se había subido a un coche conducido por una mujer
en varias ocasiones y, a su modo de ver, la manera de conducir de las mujeres
podía clasificarse básicamente en dos tipos: o un poco demasiado brusca o un
poco demasiado prudente.

martes, 13 de febrero de 2018

AUTOR Y CREACIÓN LITERARIA


 La literatura es un trabajo que parte de un a priori, reconocimiento de una actividad, dentro del mercado especifico, en un sistema capitalista, que de antemano pone las reglas y paga de acuerdo a un mercado y a un producto. En este caso, el libro. El mundo editorial tiene sus propias reglas y se mueve desde una estructura que en las últimas décadas ha tenido cambios sustanciales con las TIC.
Que es un autor: “Se llama autor a toda persona que crea una determinada obra sobre la que tendrá derechos protegidos por la ley”. Cualquier elemento creativo se encuadra en esta definición. Sartre en uno de sus ensayos más lúcidos: “¿Que es la literatura”,  empezaba diciendo: “ Todos los escritores de origen burgués han conocido la tentación de la irresponsabilidad, desde hace un siglo, esta tentación constituye una tradición en la carrera de las letras”. Expresando después: “el autor establece rara vez una relación entre el pago de sus obras y la misma creación”.


Los novelistas y los poetas, los ensayistas y los académicos, todos intelectuales, asumen ser creadores, son autores, lo que les permite asumir una especie de superioridad, algo así como inteligencia superior por fuera de lo común, cierta lucidez, una capacidad de racionalizar mejor la realidad, crear más allá del común, desde el talento, estamos hablando de arte, lo que perdura, su obra tiene un sobre-valor. Están en el mercado desde una actividad especifica: En este caso, habló de los autores de ficción, de los novelistas concretamente.

Hay miles de autores exitosos. Hablando de la novela,  es un género con una fortaleza sin parangón que ha exorcizado todos los pronósticos fatales sobre su extinción. Cuando empezamos una novela nos entramos en un universo, la ficción constituye el eje que le permite al autor ser un Dios.  El autor es el genio, si tiene éxito adquiere un estatus por encima del común, es un pensador.

Foucault expresa muy al contrario: “« ¿Qué importa quién habla?» En esta indiferencia se afirma el principio ético, el más fundamental tal vez, de la escritura contemporánea. La desaparición del autor se ha convertido, para la crítica, en un tema ya cotidiano”.  Establece una especie de genealogía del término: “Dejaré de lado, por lo menos en la exposición de esta tarde, el análisis histórico-sociológico del personaje, del autor. Cómo el autor se individualizó en una cultura como la nuestra, qué estatuto se le dio, a partir de qué momento, por ejemplo, empezaron las investigaciones de autenticidad y de atribución, en qué sistema de valoración quedó incluido un autor, en qué momento se empezó a contar la vida no ya de los héroes sino de los autores, cómo se instauró esa categoría fundamental de la crítica «el hombre-y-la-obra», todo esto sin duda merecería ser analizado. Por el momento quisiera tratar únicamente de la relación del texto con el autor, del modo como el texto apunta a esa figura que le es exterior y anterior, aparentemente por lo menos”. De igual manera establece: “ El nombre de autor: imposible tratarlo como una descripción definida; pero igual imposibilidad de tratarlo como un nombre propio ordinario.  La relación de apropiación: el autor no es exactamente ni el propietario ni el responsable de sus textos; no es ni el productor ni el inventor. ¿Cuál es la naturaleza del speech act que permite decir que hay obra?”.

En pleno siglo XXI, con la consolidación de otras formas de expresión más populares: La televisión, para no hablar de las series que son un bocado de cardenal, allí se da todo, escritura, escena, creación integral, puesta en escena, la mano del director que es magistral, es un total creador de la mano de un libreto. El cine ni hablar, la opera, el teatro, la comedia y otras formas e híbridos muy populares, en todos ellos el autor prevalece.
Hoy el autor es una vedette, desde el siglo XIX empezó a serlo, Balzac, Tolstoi, Zola. Es un creador en todo el sentido de la palabra, un artista metido en medio de una cosa tenaz que se llama mercado, en un sistema, el capitalismo voraz, una sanguijuela. Atrapar al lector en medio de tanta oferta es más difícil. La pregunta sin resolver en el fondo es: Cual es el papel del autor en la sociedad, su estatus ?.