jueves, 21 de marzo de 2019

MIGUEL HERNANDEZ




Ahora que gran parte de las editoriales Colombianas no publican poesía, según ellos por problemas de mercado, volví por la poesía de Miguel Hernández, ese bálsamo que nos enseña que la vida es más que consumo y vanidad. Abrevé en la generación del 27, ese cántaro de excelentes poetas y poesía, de una calidad indiscutible, obras que mantienen toda su frescura y que se pueden leer por fuera de los avatares políticos e históricos que la hicieron tan memorable. La vida atribulada de Miguel, su homosexualismo y la pasión por su poesía que consideraba una condición natural, un don que como diamante en bruto iría puliendo, escrita en medio de una persecución sin sentido, constituye un patrimonio de la lengua castellana, paradójicamente para Franco los poetas constituían un objetivo militar.

Pero siempre permanece una esperanza vital y entusiasta
Encima de los fusiles
Y en medio de las batallas.

En España, desde hace mucho tiempo se ha valorado y estudiado su obra, teniendo en cuenta lógicamente los contexto en que fue creada, pero desligando de alguna manera el valor de la misma de las acostumbradas manipulaciones políticas de unos y otros. Recordemos que por mucho tiempo se le reconoció como opositor al Franquismo, su obra pasaba casi a un segundo plano.
Estos estudios ahora enfatizan sobre “la recuperación de los testimonios de sus coetáneos, su relación con la universidad popular de Cartagena; su inclusión comprometida en la guerra civil Española; su vinculación y amistad con Ramon Sijé, tal como él lo refleja de forma muy específica en la documentación encontrada en su archivo, la vigencia del poeta y su relación con la cultura Andaluza; el imaginario artístico de la violencia; Los lectores de su palabra poética; la importancia de su métrica; el ritmo de sus poemas; la simbología  y fruición de sus imágenes; su revelación como dramaturgo en el ámbito de la segunda república; su ferviente participación en las misiones pedagógicas”.
Hay un tópico importante al analizar su creación poética,  Dice un texto de homenaje publicado por la revista Anthropos. “Se refiere a poesía y tragedia; al sentido clásico de su construcción poética; diversos contenidos que se pueden percibir en su obra Cancionero y romancero de ausencias. 
En su poesía decanta toda su formación y la esencia de su vida campesina, el contacto permanente con la naturaleza, la comunicación más allá del conocimiento, desde lo más íntimo de la naturaleza humana.  Desde niño tuvo que dedicarse al pastoreo. Fue un autodidacta, se debió más a algunos mentores, como el sacerdote Luis almarcha, José Marín Gutiérrez un intelectual quien firmaba con el seudónimo de Ramon Sijé, a través de ellos se acercó al romancero Español, de tanta importancia en su obra. Después vino el contacto con Madrid vital para su vida y poesía.
Hay una colección gratuita de libros y textos cortos que publica en Medellín la caja de compensación familiar Comfama y las empresas públicas de Medellín, llamado "Palabras rodantes" textos para ser leídos en el metro y con el ánimo de que rueden de lector en lector, una labor pedagógica encomiable. Hace un mes publicó un texto de María Zambrano que cae como anillo al dedo a propósito de la obra de Miguel Hernández. Dice María Zambrano en un texto denominado pensamiento y poesía: “A pesar de que en algunos mortales afortunados, poesía y pensamiento hayan podido darse al mismo tiempo y paralelamente, a pesar de que en otros más afortunamente todavía, poesía y pensamiento hayan podido trabarse  en un sola forma expresiva, la verdad es que poesía y pensamiento se enfrentan  con toda gravedad a lo largo de nuestra cultura. Cada una de ellas quiera para sí eternamente el alma donde anida”. Enfatiza adelante: “Es que hoy poesía y pensamiento se nos aparecen como dos formas insuficientes; y se nos antojan dos mitades: El filósofo y el poeta. No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía”. Expresa: “En la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual”.
Nada más cierto. Miguel Hernández es el ejemplo concreto de esta premisa. Miguel es un poeta esencial, nos conecta con la vida en sus rasgos más emblemáticos. Si alguien lo leyera sin saber nada de su vida y trayectoria, lo encontraría muy cerca de su propia naturaleza, de los avatares de la vida, de las grandes ausencias, del proceso de búsqueda que significa vivir. Su poesía nos toca en lo más íntimo.
La generación del 27 renovó la lectura de los clásicos castellanos (Hernando Charry Lara), dice el poeta colombiano, "Algunos se sintieron atraídos por aquel clasicismo de inspiración francesa, con clara alusión  a cierto purismo que se pretendió para la lírica". Enfatiza:“Se volvía de una parte a las formas y metros tradicionales. Y, de otra, lejos de la rauda verbosidad, se aspiraba a eliminar del poema todo aquello que no fuese poesía”.
Góngora renace con esta generación y para Miguel Hernández es fundamental. “Hay un intento de actualizar la des-humanización del arte. Insuflándole el componente humano neo-romántico”. El componente católico, el gongorismo entendido como fundamento de vuelta a lo esencial y la lírica amorosa constituye el trípode sobre el cual creará su obra poética.
Hay mucha obra en donde se decanta el gran proceso de interiorización del poeta (Cancionero y romancero de ausencias). Otra sus compromisos, su militancia, en todas el canto a la ausencia constituye una especie de constante (vientos de pueblo). A su proyecto estético, que constituye la razón de su vida, se suma su compromiso ético, su contemporaneidad, su entrega a la causa.
Leer a Miguel Hernández es un bálsamo, nos recuerda que la vida es más que sobrevir, le quita las presiones y las urgencias que nos hacen olvidar lo esencial, más en los actuales momentos. Es una vuelta a la naturaleza, a la fuerza que nos da la vida, pese a la tragedia que nos trae muchas veces la existencia. Siempre habrá esperanzas, insiste el poeta. Ojala las nuevas generaciones se acerquen a su obra: