Este libro siempre
permanece como grata compañía en mi mesa de noche. Siempre vuelvo por sus paginas. Doris Lessing, es una de mis escritoras preferidas, no solo por la factura de sus novelas, estructuradas de
manera impecable y escrita con una prosa que deleita y mantiene al lector en
vilo, sino por los aspectos ideológicos que desarrolla, las líneas argumentales de carácter político en la voz de sus personajes, que abarcan desde la mitad del siglo XX hasta casi los años 80, siglo cargado de convulsione, guerras y tensiones sociales en medio de debates políticos e ideológicos de mucho calado. Doris Lessing interpreta con lucidez la mitad del siglo XX en todo el caos que representa, las luchas de la clase obrera, de la izquierda, la actitud reaccionaria de la derecha, la consolidación de los partidos obreros, en concomitancia con las consecuencias de la revolución bolchevique, el Marxismo en su última reverberación, los conflictos internos de los países emergentes, matizados siempre por las intervenciones de las dos
potencias, que no abandonaron nunca sus intereses mezquinos.
Por el prólogo conocemos algunas claves del texto. “Otros temas intervinieron en la elaboración
de este libro y dieron lugar a una época crucial para mí: Se juntaron
pensamientos y temas que había guardado en mi mente durante años. Una que no había podido hallarse una novela
que describiera el clima moral e intelectual de cien años atrás, a mediados del
siglo pasado en Inglaterra; algo equivalente a lo que hicieron
Toltoi en Rusia, Stendhal en Francia (Siglo 19). Llegados a este punto, conviene hacer las
excepciones de rigor, Leer “Rojo y Negro” y “Lucien Leuwen” es conocer aquella Francia como si viviera en
ella, como leer “Ana Karenina” es conocer aquella Rusia. . Pero no se ha
escrito así una novela que describa la época victoriana. Hardy nos cuenta lo
que experimenta siendo pobre, teniendo
una imaginación rica en época limitada, sin posibilidades o siendo
víctima. George Eliot es buena hasta
donde alcanza. Pero cree que el castigo que pagó por ser buena mujer, aunque
estaba disconforme con las hipocresías de su tiempo y hay gran cantidad de
cosas que su sentido moral no le permitía comprender. Meredith, sorprendente y
poco estimado escritor, quizá rosó más la realidad. Trollope trató del asunto,
Pero le faltaron posibilidades. No hay una novela que tenga el vigor y el
conflicto de sentimientos en acción que se encuentre en una biografía de
Willliam Morris”.
Adelante explica: "Desde
luego que esta tentativa mía presuponía que el filtro usado por la mujer para
mirar a la vida tiene idéntica validez que el que usa el propio hombre”. Y
categoriza después: “Dejando aparte este problema o, más bien, no considerándolo
siquiera, decidí que la expresión de “Sentido” ideológico de nuestro medio
siglo (Siglo 20) debería colocarse entre socialista y Marxistas, debido a que
los grandes debates de nuestro tiempo han tenido por escenario los congresos
socialistas”. Este es el primer pretexto que le permite armar una de las
novelas más grandes del siglo.
La novela la estructuró de manera muy especial, esto expresa al respecto: "Tiene un armazón o marco titulado” Mujeres libres”,
novela corta convencional que puede sostenerse por ella misma. Pero está
dividida en cinco partes y separada por los cinco periodos de los cuatro
diarios: negro, rojo, amarillo y azul. Los
diarios los relata Anna Wulf, un personaje importante en mujeres libres. Lleva
cuatro diarios en vez de uno, pues, como ella misma lo reconoce, los asuntos
deben separarse unos de otros, a fin de evitar el caos, la deformidad.., el
fracaso. Los diarios terminan a causa de las presiones internas y externas. Se
traza una raya negra que atraviesa la página, un cuaderno tras otro. Pero una
vez terminado, puede surgir de sus fragmentos algo nuevos. “El cuaderno
dorado”. Aclara: “A través de los
diarios, la gente ha polemizado, teorizado, dogmatizado, etiquetado y
clasificado, a veces con palabras tan generales y representativas de la época,
que resultan anónimas, podéis ponerles nombres a la usanza de las viejas
comedias morales: El señor dogma y el señor-soy libre-porqué-no-
pertenezco-a-ninguna-parte, la señorita necesito-amor-y-felicidad y la señora
cuanto-haga-debo-hacerlo bien-,el señor ¿ dónde-hay-una-mujer-autentica? Y la
señorita ¿dónde-hay-un-hombre-real?-, El señor estoy-loco-porque dicen que lo
estoy y la señorita la-vida-experimentarlo-todo, el señor
hago-la-revolución-luego existo y el señor y la señora, si-resolvemos-perfectamente-este-pequeño-problema-entonces-seguramente-podremos-olvidar-que
debe-olvidar-que-debe-mos-fijarnos-en- los-grandes”.
Esta novela se ha etiquetado
como feminista por la mayoría de la crítica, es un hecho que es narrada desde la óptica feminista y en la dimensión que significa romper con el paradigma machista en un siglo convulso y abierto a mil debates, aún así, creo que va mucho más allá de
este molde. Esta discusión queda abierta, como toda obra polifónica, la óptica genera puntos de vista disímiles. Otro tema que toca en el prologo es la condición de los artistas en el siglo
pasado (siglo 19) y el hecho de ser tratados como héroes. El libro explora y trata la condición del artista, realiza una elucidación sobre cómo los artistas interpretan la realidad, la esclerótica que los motiva. El tema del artista tiene que ver
con la subjetividad y está con la manera como los poderes se expresan en el
ciudadano de a pie, siempre matizados en medio de los grandes debates intelectuales. La
autora diserta en este prólogo sobre lo que se conoce como novela convencional, "El cuaderno dorado", se asimila a la novela Europea y no a la inglesa, es una novela de ideas.
Este prólogo resulta ser además un ensayo sobre la novela en general, su lectura es
enriquecedora y anticipa las dimensiones del texto. Leerla, releerla y
tenerla como referencia es un mérito que nace de su calidad, en una prosa
exquisita, los diálogos son además, un bocado de cardenal, tratan sobre lo humano y divino, siempre desde la perspectiva histórica, política y filosófica, son pedagógicos e incitan a tomar posición, la autora nos fustiga a no ser lectores pasivos. Recomiendo a mis lectores leerla definitivamente.