Leer textos que fueron
escritos sin la intención de ser publicados, sin ninguna pretensión, desde el desasosiego,
la soledad o el simple desahogo, a través de esos mecanismos de trasferencia que
se dan desde la escritura, es un lujo, más cuando vienen de Elías Canetti, Adolfo
Byo Casares o Robert Musil.
Desde su publicación,
supe que los diarios de las conversaciones entre Byo y Borges constituían un
tesoro invaluable. Cada anotación es una huella de lucidez de dos escritores que solo vivieron para la literatura. En las primeras entradas: 1931-1946 nos va mostrando el itinerario de una amistad que abrevaba en los buenos libros, una crítica excelsa y una búsqueda de
sentido de sus lecturas más próximas. Entre caminatas, casitas de barrios del viejo Buenos Aires, quintas de
Adrogué y “de interminables, exaltadas conversaciones sobre libros y argumento
de libros”, comidas todos los día en la casa de Byo, se fueron construyendo estas
páginas que no son otra cosa que un recorrido por la literatura universal y una
radiografía del mundo creativo. Expresa Byo: “Por dispares que fuéramos como
escritores, la amistad cabía, porque teníamos una compartida pasión por los
libros. Tardes y noches conversábamos de
Johnson, de De Quincy, De Stevenson, de literatura fantástica, de argumentos
policiales, de L”Ilusion Comique, de teorías
literarias, de las Contrerimes de
Toule, de problemas de traducción, de Cervantes, De Lugones, de Góngora y de un
Quevedo, del soneto, del verso libre, de literatura China, De Macedonio Fernández,
De Dunne, del tiempo, de la relatividad, del idealismo, de la fantasía metafísica
de Shopenhauer, del neo criol de Xul Solar, de la crítica del leunguaje de
Mauthner”.
En el prólogo de los
diarios de Robert Musil existe una aclaración pertinente y puntual sobre los
mismos que es sificiente para relevar su importancia: “Estructurados en grandes círculos concéntricos que en ocasiones se
entrecruzan o interpolan temáticamente sin voluntad de culminación resolutiva
alguna, lo que hace de ellos una genuina obra abierta. Estos diarios son más
que viruta del taller en el que tomó
cuerpo literario decisivo “El hombre sin
atributos”. Por qué más allá del pretexto puntual de estas anotaciones a
las que el autor dedicó parte del esfuerzo durante cuatro cargadas décadas-
reelaboración narrativa de muy diversos hechos y ocurrencias, temas de posición sobre acontecimientos
históricos o cosas y personasque en algún momento pudieron cruzarse en su
camino, lecturas, reflexiones sobre una gran novela o trance, no menos largo y complejo de gestión-, lo que
realmente adensa aquí, página tras página,
su presencia son los grandes temas/problemas cosmovisionales, teóricos-literarios,
filosóficos y artísticos de ese gran escritor doblado de pensador o pensador
doblado de escritor que fue Robert Musil”. Realmente este es un viaje hermoso
desde la esclerótica de una mente perspicaz y enciclopédica, que tomaba
posición y escribía sobre lo divino y lo humano. Aquí encontré unas notas sobre
Husserl excelente, pedagógicas, que nos devuelven a temas de suma
importancia y que olvidamos sin
explicación alguna. Estos diarios son una buena compañía.
Los apuntes de Canetti,
los que realmente nunca quiso que se publicaran, poderosos vislumbres, sobre la
historia, sobre el arte de narrar, sobre los mitos, sobre los caracteres, sobre
la guerra. Son “esbozos ensayísticos, tropismos, apólogos, citas, sentencias,
epigramas, juegos verbales, impromptus, etcétera”.
Hablar consigo mismo
constituye el eje de estos apuntes, esto nos permite conocer al escritor desde
lo más íntimo de su mundo creativo. Son libros para leer sin ningún orden, para
tomar cualquier página y conversar con estos grandes autores, son operas primas
abiertas. Realmente es un deleite.