Santiago Gamboa, como le he
expresado en este blog, cada vez que publica algo nuevo, confirma la calidad
como narrador, sus dotes de escritor, se fortalece como creador, la mayoría de
sus textos han sido traducidos a más de 15 idiomas y los últimos:
las crónicas de viajes, ratifican lo expuesto. Como lo afirme
categóricamente en algún escrito anterior, sus ensayos y columnas son de
excelente factura: absolutamente rigurosos, bien escritos, documentados, con el
encanto que los buenos prosistas le dan a estos escritos cortos, en el
caso suyo, entretenidos de sobremanera, pero serios y con hondura, la palabra
tiene peso específico. En alguna de sus novelas las descripciones sobre las
ciudades son verdaderas joyas literarias. Santiago es un viajero atento,
consumado, es un trotamundos. En sus ficciones se decanta el hombre
cosmopolita, sus personajes son trashumantes. Es un narrador a carta cabal, culto,
cuidadoso, con una prosa depurada, formado en intensas lecturas. Las columnas
del diario “El país” lo ratifican a granel.
Su último libro, titulado
“La guerra y la Paz” es un ensayo sobre el conflicto armado Colombiano.
Toca un tema absolutamente controversial, por las ópticas tan polarizadas que
se dan en nuestro país frente al tema y por lo que nos ha tocado padecer a los
colombianos en los últimos años, es sabido que nuestra historia está plagada de
sangre. El texto, resulta de antemano una sorpresa, pues el autor venía
en una línea creativa muy puntual y en plena consolidación con sus obras de
ficción y sus experiencias como ser itinerante. Indudablemente a los escritores
contemporáneos les ha sido imposible eludir el tema, lo confirman los textos de
William Ospina, de Héctor Abad Facio Lince, de Gustavo Gardeazabal, de Oscar
Collazos, para nombrar tan sólo algunos.
Traigo a colación un reseña
absolutamente lúcida sobre la novela “El síndrome de Ulises” escrita por
Jorge Ladino Gaitán Bayona que parece darnos la posición del autor sobre el
tema, mucho antes de este ensayo, lógico desde uno de sus personajes de
ficción: “Al protagonista de El síndrome de Ulises, en medio
del desencanto por su país que lo arrastra a la indiferencia (más que a la
angustia metafísica), su deseo de no volver y su precaria situación económica,
sólo le queda para sobrellevar la supervivencia (no la vida) el efectismo del
goce sexual, la “obsesión con el goce idiota que enloquece” (Zizek, 2000, p.
213), el que nada resuelve y puede tornarse mecánico. Su yo, en cierta forma,
es “como un espejo vacío que reclama terapia” (Lipovesky, 1986, p. 56). La
misma novela que escribe se revela como goce idiota —para nada sublimación— y
está destinada a la no publicación pues desde su autor hasta la más “reciente
de las lectoras” la descubre “plagada de imprecisiones y estereotipos, de
personajes falsos” (Gamboa, 2005, p. 263). La novela al interior de la novela
de Gamboa está pensada en su fragilidad como una suerte de equivalente del
vacío, el desencanto y precariedad del hombre agobiado por la tragedia de lo
simple; es una “escritura que traduce derrota y desolación” (Giraldo, 2008, p.
97). En ella, metaficcionalmente, el protagonista sugiere que ni siquiera el
espacio estético puede estar signado por la utopía, la aspiración de
trascendencia o la sensación de consuelo pues, en el mismo plano del lenguaje,
la propia palabra es despojo. El deterioro del ser-escritor es llevado a la
forma compositiva de la creación ficcional. Es un lugar común y universalmente
válido expresar que la ficción, por más dolorosa que establezca su vinculación
y refiguración de la realidad para no tranzar con el olvido, le otorga al
creador ficcional la redención de la belleza.” Veremos cómo se expresa este
creador frente al conflicto armado colombiano, de hecho será una aventura leer
el texto. Hay una frase de Santiago que lo explica: “¿Dónde está la obra
literaria? No en el libro. El libro es un objeto formado por papel y tinta que
en sí mismo no tiene nada de artístico. La obra literaria está cifrada en el
libro, y existe, adquiere vida a través del lenguaje, en la imaginación del
lector". También la tragedia de cualquier conflicto para el hombre lo
constituye su capacidad para superarlo a través de la palabra que, es el
instrumento más sólido para hacerlo, con ella se construyen miradas y conceptos
nuevos, acuerdos, formas de inter-actuar, maneras de construir realidades que
suplanten la tragedia englobante, de lo contrario continuaremos engañándonos y
matándonos, descifrar esta disyuntiva resulta esencial para darle salida a
nuestra atribulada realidad, que parece no tener salida. Hace poco leí en una
du sus columnas en el “País” de España, una especie de apertura al tema de este
libro y que debe hacer parte del mismo. Los fundamentos del tema son de corte
filosófico e histórico, se parte de la naturaleza de nuestra especie, que hace
la guerra, asesina, muchas veces sin sentido y por el prurito del poder.
Empezaba este articulo con una afirmación: “Hace algunos años, siendo diplomático
ante la Unesco, le escuché decir al delegado de Palestina la siguiente frase:
“Es más fácil hacer la guerra que la paz, porque al hacer la guerra uno ejerce
la violencia contra el enemigo, mientras que al construir la paz uno debe
ejercer la violencia contra sí mismo”. Heriberto Fiorillo en el periódico el “Heraldo”
de Barranquilla comentando este texto expresa: “Gamboa nos demuestra que el conflicto y la
violencia son connaturales al ser humano, mientras la paz, por el contrario, es
un acto de creación: En efecto, decía Gamboa: "Es muy violento darse la mano y
dialogar con quien ha martirizado y herido de muerte a los míos, es violento
hacerle concesiones y reconocer como igual al que ha destruido mi casa, quemado
mis tierras, usurpado mis templos. Es sumamente violento, y sin embargo debe
hacerse. El ser humano, en el fondo, lleva siglos haciéndolo y no hay una
pedagogía concreta ni una fórmula que asegure el éxito”. No es fácil entrarle
al tema del conflicto armado colombiano, menos al de su resolución, ósea la
paz. Espero después de esta lectura, descifrar más nuestra realidad, tener más
herramientas para comprender la tragedia que nos somete, con esto estaré más
que agradecido, de hecho anticipo que será una lectura constructiva e
importante.
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