miércoles, 26 de marzo de 2025

LAS RUTINAS E INOCENCIAS DE UNA LONGEVIDAD TRÁGICA

 Cualquier generación anterior a los sesenta del siglo pasado envidiaría los avances de la ciencia medica que nos permiten tener índices de vida sana, lucidez, hasta los 75 años e incluso en paises azules (Con altos grados de longevidad y sanidad mental), mucho más.  

Pero está claro que cada vez sobrevivir en términos mentales sanos, a las incertidumbres del mundo moderno es más difícil. Los viejos terminamos solos, no por razones de abandono, ni siquiera por indolencias de nuestros pares, es simplemente por que el estado, la sociedad,  cada vez están menos preparados para este gran sector de la humanidad que crece en términos exponenciales.

En estos momentos la crisis económica de la mayoría de paises,  de la democracia en términos generales y por lo tanto del estado, generan una especie de prioridades especificas, urgentes, en donde los viejos no cuentan. La situación lleva a exponer buena parte de un sector de esta población a situaciones limites, en muchos casos de indigencia y en otros de abandono en casas geriátricas de dudosa ortografía. 

Más lentos, aún lucidos y por lo tanto con certezas claras de lo que hemos perdido en términos sociales, la suerte de nosotros no debe depender, sino de nosotros mismos. Las políticas sociales del estado, en el caso de Colombia no cubren la totalidad de esta población, son escazas frente a la magnitud del problema. Pero no es a través de la victimización que salimos adelante, lo poco de vital que nos queda nos debe dar la energía para pronunciarnos, tenemos la experiencia y muchas herramientas acumuladas en la vida. Se les olvida que en muy poco tiempo, seremos más los viejos que los jóvenes. las políticas sociales deben ser dirigidas a toda la sociedad, nos deberían cubrir, desde que nacemos hasta que morimos. No es así y ahora  se expresa a cabalidad en "La sociedad del cansancio", el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien describe cómo la modernidad digital ha transformado la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Según Han, hemos pasado de una sociedad disciplinaria, basada en la represión y el control externo, a una sociedad del rendimiento, donde el individuo se autoexplora y se autoexige en busca de la máxima productividad. Este cambio, aunque parece liberador, ha generado una nueva forma de agotamiento y alienación. Y nosotros dónde quedamos en este mundo mediatizado por las redes.

Hoy me levante pensando en los viejos, ví en el parque de las luces de Medellín muchos de ellos abandonados, solitarios y tristes. Me mire que parte de ellos llevo escrito en mi inconsciente....Nada fácil de responder.

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