Este viernes mis tres hijos: Mariana, Santiago e Isa, viajaron de fin de semana a Manizales con sus respectivas parejas, Andrés, Manuela y Jacobo. Esta ciudad es y será la matriz de la vida para estos tres muchachos. Los mayores nacieron en ella y la menor, siempre ha tenido una conexión muy intensa. Ana Isabel, su mama nació en Manila, como le llamamos y la adoró siempre, por todo lo que representó para su vida. Doña Ana Emilia, mi suegra, de hecho, los recibirá con absoluto encanto, es además una excelente anfitriona y embajadora sin igual de su terruño.
Mi tío Eduardo Huertas me describió la configuración geográfica y urbana de Manizales con una metáfora harto efectiva. Es una gran tortuga y su cresta la representa la avenida o carrera 23, que la atraviesa de lado a lado. Sí uno entra de Medellín, empezando apenas la ciudad, puede en una Y, escoger. Salir a Bogotá por la vía que va a Villamaría o entrar a la ciudad por la plaza de toros. Si tomamos esta emblemática carrera, puede recorrerse la ciudad de lado a lado. Las calles, casi todas, se van desprendiendo en bellas y traviesas lomas, a todo lo largo, dándole un diseño muy especial que se aprecia claramente desde el cerro de San Cancio, sitio de su fundación. Es gente culta, muy orgullosa y con un abolengo creado con cierta mitología ancestral cargada de algunas falsedades pero, que le da el talante que los hace ver muy diferentes y marcar fronteras, para favor suyo y del progreso inusitado que siempre ha tenido. Esto los hace ver de igual manera, clasistas y un poco arribistas, aspecto que las nuevas generaciones han evitado con mucha naturalidad. Es la ciudad de la familia de mi esposa y toda su parentela.
Cuando uno lee, "los hermanos Karamazov", novela que gira en torno a la familia Karamazov, especialmente en la disputa entre los hermanos y su padre, Fyodor Pavlovich, vislumbra la familia en sus aspectos generales. La obra examina temas como la culpa, la fe, la moral y la libertad, en un contexto de disfunción familiar, codicia y violencia. Dostoyevski analiza cómo las relaciones familiares pueden ser fuentes de sufrimiento y redención. Se da cuenta que la mirada al interior de este núcleo es más complejo de lo que parece. Este año de una biblioteca pública, tomé al azar una novela de Matías Edvardsson, llamada: "Una familia normal". Devela en esencia que no hay familias normales desde la perspectiva utópica que nos vende la sociedad moderna (El concepto es histórico). Consigue desenmascarar las promesas que nos hacemos a nosotros mismos para ser las personas que nuestros seres queridos esperan que seamos, revelando lo endebles que pueden ser esas pretensiones. En el fondo el autor cuestiona la verdad, la ley, la justicia y a Dios, cuatro variables que nos venden realidades inexistentes.
El viaje de mis hijos, cada quien con su pareja, marcará desde mi humilde perspectiva, un antes y un después en sus vidas. Creo que todos tendrán cambios sustanciales hacía futuro. Mariana intentará tener una familia, empezará un ciclo. Siento que Santiago recorre un camino igual, pero no dentro de la convivencia sino con esas complicidades absolutas que solo el amor depara. Isa se consolidará, siempre y cuando su pareja este a la par. Esto lo miro desde muy lejos de sus vidas, la que siempre abrogo porque sea cada vez mejor. Gran parte de mi familia me ha borrado de su mente, es una muerte en vida que he sabido asumir también con amor, esperando que eso que llaman destino prefigura mejores momentos. De antemano asumo todas las culpas y evito juicios complejos o arrepentimientos futuros. Para doña Ana Emilia, quien el amor por su hijo, sus nietos y el recuerdo de Ana son el eje de su existencia, será esta una realidad, que la enaltecerá. Es una abuela formidable, como todos nosotros con defectos, diferentes a los míos, pues, los de los demás son perdonables, en cambio a mi me laceran cada minuto. Los hijos los adoramos indefectiblemente. En ello manda el corazón. La vida de pronto nos cambia abruptamente, otras veces con una lentitud metafísica indescifrable. Al final todo sigue igual, el mundo cada vez más decadente y falaz, lo que hace que sólo nosotros prefiguramos nuestra suerte. El ejemplo de ello son las primas: Luz y Pato, mi hermana y muchos amigos. Aún me pregunto que es la felicidad. Cuando leo y escribo siento que es mí forma de ser feliz. Veremos que nos depara la vida.
Los viajes son por naturaleza premonitorios. Este lo es para ellos, para la abuela y para las primas. En lo sustancial las cosas serán del mismo corte, pero la familia se ampliará con las virtudes y los riesgos que ello implica. La convivencia indica que las decisiones ya se toman entre dos, hay acuerdos y desacuerdos, el todo es la suma de las partes y estas no se alinean siempre con el mismo tono y ritmo. Espero que estas nuevas realidades sean a favor de lo único que puede esperar una persona: La felicidad.