Siempre he estado más cerca de sus poemas que del mito. El
fusilamiento, hace ochenta años cerca de Granada, en el camino que une las
poblaciones de Vínar y Alcafar, lo convirtieron en el poeta nacional de España,
fue víctima de un fascismo en ciernes, con la guerra civil esta nación confirmó sus anacronismos históricos,
decadente, absurda, con este hecho se ratificó de nuevo, que el poeta siempre se
sobrepone al tiempo, sobrevive a su propia muerte, nada apaga su voz.
Federico nació en plena decadencia del imperio español, en
1898 La guerra contra Estados Unidos desembocó en la independencia de Cuba y en
la pérdida de las últimas colonias españolas en América y Asia como Puerto Rico
o Filipinas. Paradójicamente estos hechos alimentaron un nacionalismo que volvió
a rescatar los temas populares, los valores locales. “La obra entera de
Federico García Lorca, del Romancero gitano a Bodas de sangre, Doña Rosita la
soltera, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Seis poemas galegos o Diván del
Tamarit, está atravesada por un profundo sentido de lo popular español, que
atiende tanto a saberes, creencias y sentimientos como al modo de celebración
de la vida (y la muerte) en las manifestaciones folclóricas de toda la
Península”. “García Lorca fue un moderno. A principios del siglo XX, se sumó en
Granada a la rebelión de las provincias para regenerar España con maestros como
Fernando de los Ríos y Manuel de Falla. Fue también un moderno cuando llegó a
la Residencia de Estudiantes en 1919 y buscó a Juan Ramón Jiménez. Pronto
abandonó la elocuencia sentimental para ensayar la síntesis de las canciones y
el poder conceptual de los versos. Fue moderno al comprender el valor de las
metáforas ultraístas y al acompañar a Salvador Dalí en su paso del cubismo al
surrealismo, un viaje que Lorca caracterizó con las etapas de la imaginación,
la inspiración y la evasión. Por si fuese poco viajó en 1929 a Nueva York, leyó
a Whitman y a Eliot y sintió de manera muy personal la deriva al vacío de la
civilización contemporánea. Quizá por esto colocó a Garcilaso y san Juan de la
Cruz sobre la tierra baldía, porque dudó del camino lineal que se llama
progreso y quiso habitar un presente perpetuo o un eterno retorno en el que
actualizar el pasado. No es raro que buscase en su último libro, Diván del
Tamarit, un abrazo entre los aires clásicos y la expresión radicalizada”[1]. Los
temas fueron populares, su poesía no fue popular. El cancionero de Lorca se
pega a la piel, el poeta cuida mucho que sus versos calen y por ello compone
abrevando en el arraigo, el tema de la muerte, la danza, el duende, la infidelidad, del amor imposible son
recurentes. Rodrigo Purcel Torreti lo expresa de otra manera: “A Lorca no le
gusta el aburrimiento de la aristocracia y prefiere deambular o transitar
dentro del terreno de lo popular, o como el poeta lo llama, “el espíritu oculto
de la dolorida España”. A través de esta mención, podemos ver que Lorca, asocia
lo popular al dolor, y desde ese dolor construye su poética, comenzando a
introducir desde ese sitial temático el tema del duende, que no es un concepto
propio, sino de la tradición popular española, y más puntualmente, andaluza”[2].
Tengo grabado el poema “La casada infiel”, nunca se me olvida:
“Y que yo me la lleve al rio/ creyendo que era mozuela/ pero tenía marido. Perteneció
a la generación del 27 que es mi preferida.
Fue un flamenco muy particular: “Y es que Lorca inventó un público y una
manera de entender el flamenco desde la cultura europea, lo “puro” debía más al
purismo de Le Corbusier que a la impostura primitivista del cante. Es verdad
que muchas veces lo que consideramos lorquismo es ajeno a Lorca. Pensemos, por
ejemplo, en cómo ignoró a Carmen Amaya, que tan bien vendría a su tópico, y
alabó a La Argentinita. Lorca es un efecto, una manera de enfocar. Por ejemplo,
para el situacionista Debord el Romancero gitano era digno de
Villon, el poeta delincuente. Su homosexualidad y su asesinato cierran su
topología flamenca. Lorca es ajeno a cualquier binarismo —hombre/mujer,
gitano/payo, humano/animal— y se diría que es flamenco como ahora se dice queer,
maricón, un calificativo despectivo tomado como bandera. Así, escuchamos a
Shostakóvich con textos de Lorca y nos parecen flamencos. ¡Dios!, qué bien
entendía a Lorca el cante, el decir de Enrique Morente”.
Es típico de la generación del 27 fusionar los temas
populares con ciertos vanguardismos que le dieron a muchos de estos poetas una condición
muy especial, los poemas de esta generación son de una factura perfecta, fueron estudiosos de la
tradición poética española y por lo tanto renovadores de la misma, es una poesía
con mucho ritmo. Después de Lorca mi preferido es Rafael Alberti.
Hay una anécdota que identifica el carácter aristocrático y sui
generis de Lorca: “Sin embargo, también es en esta época cuando Federico García
Lorca vive, según sus palabras, «una de las crisis más hondas de mi vida»,9 a
pesar de que sus obras Canciones y Primer romancero gitano, publicados en 1927
y 1928 respectivamente, están gozando de gran éxito crítico y popular. Esta
crisis fue provocada por varios acontecimientos en su vida. Por un lado, con el
éxito del Romancero gitano, comenzó a verse a Lorca como costumbrista, defensor
de los gitanos, ligado al folclore andaluz. Éste se quejaba en una carta a
Jorge Guillén diciendo: «Me va molestando un poco mi mito de gitanería. Los
gitanos son un tema. Y nada más. Yo podía ser lo mismo poeta de agujas de coser
o de paisajes hidráulicos. Además, el gitanismo me da un tono de incultura, de
falta de educación y de poeta salvaje que tú sabes bien no soy. No quiero que
me encasillen. Siento que me va echando cadenas».9 Y, por otro lado, se separó
de Emilio Aladrén, un escultor con el que había mantenido una intensa relación
afectiva. Además, esta crisis debió agravarse cuando Lorca recibió las duras
críticas de Dalí y Luis Buñuel sobre el Romancero gitano.9 A pesar de esto,
Lorca siguió trabajando y comenzando nuevos proyectos, como la revista Gallo de
la que sólo se publicaron dos números o la obra Amor de don Perlimplín con
Belisa en su jardín, la cual intentó estrenar en 1929 pero fue prohibida por la
censura de la Dictadura de Primo de Rivera”[3].
Aun existen muchos hechos oscuros alrededor de su muerte. “En
Granada buscó refugio en casa de la familia de su amigo el poeta Luis Rosales,
donde se sentía más seguro ya que dos de sus hermanos, en los que confíaba,
eran destacados falangistas de Granada. A pesar de ello, el 16 de agosto de
1936, se presentó allí la Guardia Civil para detenerlo. Acompañaban a los
guardias Juan Luis Trescastro Medina, Luis García-Alix Fernández y Ramón Ruiz
Alonso, exdiputado de la CEDA, que había denunciado a Lorca ante el gobernador
civil de Granada José Valdés Guzmán. Valdés consultó con Queipo de Llano lo que
debía hacer, a lo que este le respondió: «Dale café, mucho café».3 Según el
historiador Ian Gibson, se acusaba al poeta de «ser espía de los rusos, estar
en contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos
y ser homosexual».19 Fue trasladado al Gobierno Civil, y luego al pueblo de
Víznar donde pasó su última noche en una cárcel improvisada, junto a otros
detenidos. Después de que la fecha exacta de su muerte haya sido objeto de una
larga polémica, parece definitivamente establecido que Federico García Lorca
fue fusilado a las 4:45 h de la madrugada del 19 de agosto,20 21 en el camino
que va de Víznar a Alfacar. Su cuerpo permanece enterrado en una fosa común
anónima en algún lugar de esos parajes, junto con el cadáver de un maestro
nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros anarquistas Francisco
Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él. Trescastro presumiría después de
haber participado personalmente en los asesinatos, recalcando la homosexualidad
de Lorca.22 23 La fosa se encuentra en el paraje de Fuente Grande, en el
municipio de Alfacar”[4].
Este es un homenaje sin ninguna pretensión crítica, hecho
desde la pasión que despierta uno de los poetas más entrañables, aquel que me
enseñó a querer la poesía por fuera de los academicismos que la hacen difícil,
sus poemas no solamente se disfrutan desde la lectura desprevenida, se cantan.
[1]
Periodico el País de España. Agustín
Sánchez Vidal.
[3]
Una vida en breve, Christopher Maurer.
Fundación Federico García Lorca. Consultado el 10 de agosto de 2014
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