A Propósito
del virus coronavirus, que nos ataca implacablemente, un gran número de
analistas han expresado que nada será igual después de esta cuarentena
obligatoria en casi todo el mundo. Los optimistas piensan que el mundo atenderá
con más cuidado variables que a la fecha se habían convertido en un lastre: La
concentración de la riqueza, debemos pensar en una redistribución más justa, evitar que el mundo siga manejado por una élite, egoísta y sin
ninguna sensibilidad, menos del 1 %, de la población es dueña de casi todo el
dinero y bienes de valía, quienes al final toman las decisiones políticas, eso
que los sociólogos y politólogos llaman concentración del poder; evitar el
cierre de las fronteras; volver al reconocimiento de los acuerdos
multilaterales que el señor Trump desconoció unilateralmente; debe acabarse de
una vez por todas la guerra comercial entre China y los Estados Unidos. Los
pesimistas pronostican más xenofobia, un nacionalismo exacerbado y el final de
la apertura, por lo menos habrá más restricciones en términos de movilidad. Pienso
que no nos moveremos en extremos, no se dará ni lo uno ni lo otro, viviremos en
una amalgama de factores graves que se irán mitigando, empezando por la salud.
Las tareas serán varias: En materia de salud es pertinente crear protocolos y
acuerdos inaplazables. Entendimos por
fin, que el mercado no maneja todo y que el estado tiene que asumir el control
de variables vitales para el buen funcionamiento de una sociedad, concentradas
en los particulares inexplicablemente. Hablo de la salud, el desarrollo
sostenible, la educación y la redistribución de la riqueza. Esta crisis
demostró que el estado tiene mucho dinero, hay infinidad de fondos, que podrían
tener mejor uso, la política social está ausente de la agenda de gobierno por
falta de voluntad política no por falta de recursos. Poco le ha importado a la
clase dirigente los cordones de pobreza. Es un hecho, la gente no necesita que
les regalen plata, necesita oportunidades, esto ya generaría un cambio.
Varias cosas
tenemos que reconocer. La familia cambió totalmente. La familia tradicional de
una madre, un padre e hijos tiene hoy que compartir su rol histórico con otras
realidades: Todas aquellas que nacen de la comunidad LGTB. Hay un cambio de
paradigma con esta generación, a los jóvenes poco les importa la historia,
atiende a otras realidades, el presente es lo vital, esta generación realmente
es muy diferente a la nuestra. Muchas concepciones cambiaron, actitudes, formas
de relacionarnos y prioridades. No estoy diciendo que sea malo, sino que hay un
cambio y que es preciso reconocerlo para poderlo entender esta sociedad. Está
crisis, me refiero a la que nos impuso el virus, nos enseñó que el mundo
digital se estaba desaprovechado. La red y las TIC son vitales para el
desarrollo social, en todo caso nunca debemos olvidarnos del contacto humano
directo, de la importancia de la vida social como tal.
Las
relaciones laborales se vendrán de otra manera, más flexibles, pero en
detrimento de los derechos del trabajador. Abra más trabajo, el salario y la
contratación cambiará de sobremanera, se desconocerán muchos derechos
adquiridos por la clase trabajadora en cien años de lucha.
Las falsas
noticias, la manipulación de la red, la estadística mentirosa, constituyen un
peligro, quedó demostrado con la última elección de presidente de los Estados
Unidos. Se gana más frente a un candidato creándole falsas noticias, que
asumiendo una discusión política sería, esos debates que antes podían cambiar
un voto, dejaron de ser importantes. Hoy el voto es absolutamente emocional,
las redes sociales cumplen un papel perverso en esta materia. Curioso, en la era
de la información muy pocos se enteran de la verdad. Esto quiere decir que la
manera de hacer política está cambiando sustancialmente.
Debemos fortalecer la democracia liberal, no
renunciar a la participación política y asumir nuestros compromisos y derechos
políticos como necesaria atribución, de esta actitud depende que tengamos una
clase dirigente diligente y responsable.
Abra más
cupos y la educación saldrá de los claustros educativos, la virtualidad
fortalecerá esta variable en favor de la comunidad que tendrá más opciones a
menos precios. El acceso a internet debe
tender a ser gratuito, esto sería un aporte del estado a un derecho
fundamental, el acceso a la información y el conocimiento.
En Colombia, se hace necesario que el estado garantice la paz y la buena convivencia. Después de la firma de
los acuerdos de la Habana con la FARC, que despejó grandes extensiones del territorio
nacional, el estado no ha podido asumir las responsabilidades en estos territorios. Hay más territorio que estado. Esta crisis ha demostrado que,
cuando hay voluntad política, el estado puede con todo. Esto refleja una solo
cosa, la guerra es un negocio y por eso tiende a perpetuarse, la corrupción es
un verdadero flagelo en nuestra sociedad. No basta que la constitución
establezca la vida como un derecho fundamental, necesitamos que eso sea una
realidad incuestionable.
La crisis de
la democracia liberal me ha puesto a leer libros que tenía engavetados. Pienso
que la teoría de la acción comunicativa de Habermas tiene más vigencia que
nunca. De igual manera los textos de Michel Foucault, de Marx, Zizet, Raymond
Aron…en fin. Stevan Pinker, al igual que Habermas afirma que el proyecto de la
ilustración no está aún terminado, el estado, la gobernanza, la racionalidad
política a través de los partidos o las modernas organizaciones política tienen
un papel inaplazable en este momento. Pensar de nuevo las relaciones entre el
estado y la sociedad en términos de igualdad y equidad resulta ser una
prioridad. En un portal llamado “Razón y palabra”, Luis Garrido Vergara publicó
una síntesis muy lúcida de lo que se propuso el filósofo con esta teoría: “ aborda
la teoría de la acción y su fundamento racional, a partir de tres pretensiones
fundamentales: desarrollar un concepto de racionalidad más allá de los postulados
subjetivistas e individualistas de la filosofía y teoría social moderna,
elaborar una nueva concepción de la sociedad en dos niveles integrando los
paradigmas de sistemas y mundo de la vida, y por último, desarrollar una teoría
crítica de la modernidad buscando las respuestas necesarias para retomar su
proyecto original”[1]. Había leído de este filósofo perfiles
filosóficos, es un texto excelente, es una reflexión sobre los principales
filósofos alemanes, su pensamiento es ordenado, pedagógico, lo difícil lo
vuelve fácil, explica con una claridad absoluta cada pensamiento, su labor es
muy crítica. Siempre he abrevado en la filosofía francesa, Lyotard, Derrida,
Guatary, Foucault, Deleuze, para sólo citar los más emblemáticos. Asesoré
algunas tesis, que me obligaron a leer los dos tomos de la teoría de la acción
comunicativa de Habermas, la experiencia fue muy constructiva y me incito a
otras lecturas y reflexión. “el trabajo de Habermas estuvo dirigido a explicar
y superar las contradicciones entre los métodos materialistas y trascendentales
en torno a una nueva teoría crítica de la sociedad, a retomar la teoría social
marxista contemplando las posturas individualistas propias del racionalismo
crítico, en torno al análisis de las relaciones entre los fenómenos
socio-estructurales culturales con los psicológicos y de la estructura
económica de la sociedad moderna”. Ahora pienso que la humanidad necesita hacer
realidad el proyecto de la ilustración de la mano de los nuevos estudios sobre
la sociedad, el estado y el individuo. Eso es lo que se conoce como una
sabiduría emancipadora. Esto paradójicamente me llevó a leer algunos pasajes de
las clases de Foucault en Francia sobre la gobernanza.
Desde hace
unos cinco años, en medio de la crítica situación en que se encuentran las
democracias liberales, he vuelto a mis lecturas fundacionales, a los grandes
filósofos. Leo a Marx con juicio. La necesidad de una reflexión sobre lo que no
está pasando, el surgimiento de un fascismo soterrado y asolapado, vestido de
nacionalismo y xenofobia, me ha llevado a pensar, cual es el papel de la
filosofía en estos momentos. La revolución de las TIC, el papel del mundo
digital, la red y las redes sociales han transformado la forma en que nos
comunicamos, la sociabilidad ha tenido trasformaciones muy grandes y por lo
tanto la política, el comercio, hoy son otra cosa. Los dos últimos textos del
sociólogo Steven Pinker: “Los ángeles que llevamos dentro” y en “Defensa de la
ilustración”, tocan este tema de alguna manera. El primero analiza cómo ha
disminuido la violencia en el mundo, contrario a lo que solemos pensar, la
historia de la humanidad está llena de violencia, el segundo es una defensa al
proyecto de la ilustración. Los dos textos son investigaciones muy complejas,
cada una de 900 páginas. El primer libro arranca con el análisis de las guerras
griegas narradas en la Ilíada y la Odisea, expone cada una de las etapas de la
humanidad desde la perspectiva de la violencia, los hechos y las cifras, nos
hablan de lo violento que hemos sido, hoy vivimos en un paraíso. Los
principales hechos violentos del Dios de los cristianos, un Dios duro y
riguroso en el cumplimiento de la ley; las guerras del imperio Romano; los
Barbaros; el proceso de cristianización de occidente, la revolución francesa,
el descubrimiento de América y la conquista, la colonia y la independencia de
nuestros pueblos; el caótico siglo XX con sus dos guerras…. La historia de la
violencia de la humanidad nos causa rubor, plena de sangre e injusticias. El
texto de Harari: De Animales a Dioses, narra el proceso de monopolización y hegemonía
del Homos Sapiens sobre todas las especies, la consolidación como rey de la tierra
desde la perspectiva del género, llena de violencia por su puesto. Los libros
de Pinker son visión muy positiva de la humanidad, nos dice tajantemente, 7500
millones de seres vivimos con mucha paz, realmente los conflictos son pocos.
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