Eugène Delacroix, Hamlet y Horacio en el cementerio, 1839.
Jerzy Jurandot fue un poeta, dramaturgo y compositor polaco de ascendencia judía, un artista total, que cambió la manera en que los judíos vivían en el gueto de Varsovia antes de ser deportados de forma masiva a los campos de exterminio. Confinado con su esposa, la actriz Stefania Grodzieńska, fundó el teatro Femina. Bajo su dirección artística, se convirtió en uno de los cinco teatros permanentes del gueto, donde se escenificaban obras, operetas y espectáculos musicales de sátira social. Se dice que las representaciones no eran nada fáciles, pero el objetivo lo tenían claro: era el único momento en el que los judíos encerrados podían olvidarse, momentáneamente, del horror.
Ocho décadas después, Isabella Hammad, que debutó con El parisino, escribe una inteligente segunda novela, Entra el fantasma, en la que narra una situación muy similar y, a la vez, completamente diferente. El libro de Hammad no ocurre en Varsovia, ocurre en Haifa, y el protagonista no es un dramaturgo judío polaco, sino Sonia Nasir, una actriz británico-palestina que vive en Londres y viaja a Israel para visitar a su hermana. Durante ese viaje conoce a Mariam Mansour, una directora teatral que quiere poner en escena una versión árabe de Hamlet en Cisjordania. ¿Qué mejor que una actriz profesional como Sonia para participar en esa producción?.
La misma representación de Hamlet irá adquiriendo matices cada vez más cercanos al problema de fondo. El fantasma del difunto rey de Dinamarca acabará identificándose con el fantasma de la ocupación de Palestina: lo podrido «en el reino de Dinamarca» se transforma en lo podrido «en el Estado de Israel», hecho que desata la indignación israelí contra la producción teatral cisjordana.
En la narración, seguimos los momentos de debilidad de la directora de teatro, y podemos observar que aunque crea vehementemente en la relación entre arte y política, se cuestiona la necesidad, la importancia y la eficacia de esa representación: ¿tendrá sentido llevarla a cabo o es acaso el arte un narcótico más? Sonia tiene una respuesta, bien clara: «La fatiga es lo que impide que la gente luche. No el teatro».
Si para Jerzy Jurandot el arte era una huida, para Mariam, en la novela, es insistencia, una alegoría de su dolor. Pero para ambos, eso sí, el teatro es una forma de combatir la desesperación, el método para recuperar un aliento de vida.
Esto nos hace reflexionar hasta qué punto las formas de expresión artística llegan a desafiar el statu quo: «Tal vez la persona que escribe no necesite entender del todo lo que su texto producirá en el mundo», señala Isabella Hammad en Reconocer al extraño, la conferencia que ofreció sobre la importancia del relato que construimos en torno al conflicto palestino-israelí, y que también publicamos en Anagrama. «Tal vez pueda relajarse un poco. Tal vez baste con formular una pregunta y esperar, tal vez, entrever a posteriori el significado de esa pregunta.»
Novedades
De la semana
Ya podéis encontrar en librerías Entra el fantasma, de Isabella Hammad, novela a la que dedicamos esta newsletter y libro indispensable para entender el conflicto palestino desde la vida cotidiana y en conjunción con el arte. La traducción al castellano es de Antonio-Prometeo Moya, quien ya se encargó de su espléndido debut, El parisino.
Le sigue Todas las hijas de la casa de mi padre de Juan Francisco Ferré, una de las voces más lúcidas del panorama literario español y ganador del Premio Herralde de Novela en 2012 con Karnaval. El autor construye un artefacto literario con múltiples capas y juegos de seducción que retan al lector a adentrarse en un mundo de transiciones tanto políticas como íntimas.
En «Argumentos» recuperamos Tristísimo Warhol. Cadillacs, piscinas y otros síndromes modernos, un particularísimo ensayo de Estrella de Diego, autora de El Prado inadvertido, que versa sobre la compleja naturaleza de Andy Warhol, el más célebre representante de la cultura pop y, a la vez, un ser melancólico que vivió la vida como una carrera hacia la muerte.
Continuamos con Extranjero en todas partes, de Mercedes Halfon, un viaje biográfico a la inesperadamente larga estadía argentina de uno de los narradores imprescindibles del siglo XX: Witold Gombrowicz.
Ocho años después de su publicación en Anagrama, Calle Este-Oeste, de Philippe Sands, cobra vida de nuevo en nuestra recién estrenada colección «Intervenciones». Una novela gráfica excepcional sobre el Holocausto y los juicios de Núremberg, de la mano del guionista Jean-Christophe Camus y el ilustrador Christophe Picaud.
Y finalmente, en «La Bella Varsovia» publicamos La vía sutil, de Aurora H. Camero, una erótica personal del deseo entre mujeres, en la que sensualidad y sexualidad son inseparables. «Ahora está este libro, que reúne mis imágenes amadas», escribe la autora. «Hice un espejo.»
Píldoras
Para estar al día
Romper la cuarta pared
El corresponsal de guerra Sorj Chalandon, periodista de Libération y conocido por sus reportajes sobre Irlanda del Norte, ganó el Premio Goncourt de los Institutos en 2013 con su novela La cuarta pared, en la que Sam y Georges, sus protagonistas, deciden representar Antígona en el corazón de Beirut, entre francotiradores de ambos bandos: ¿se le puede robar a la guerra unas horas de paz? La representan actores chiitas, palestinos, cristianos, drusos, maronitas, de todas las religiones y etnias afectadas por el conflicto. Si la cuarta pared separa los actores del público, ¿qué es exactamente lo que separa la paz de la guerra? Mariam pregunta, en Entra el fantasma, a su equipo artístico: «¿Sobre qué creemos que versa la obra?». Responden: la guerra, los dramas familiares, la venganza, la muerte. Pero también sobre la distancia que separa a su pueblo de la paz. El libro fue llevado a la gran pantalla por David Oelhoffen en 2024.
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