Hablé esta mañana con mi hermano Edgar, que
tiene más o menos 63 años, le oí un poco desvariado, más bien triste y me
pregunté qué es lo que espera un hombre de la vida a esta edad, qué significa
triunfar, irle bien como suelen decir, cómo hallar el punto de trascendencia
que le permita a cualquiera de los mortales darle sentido a la vida. Está sin
trabajo desde hace más de tres años, Ahora vive dedicado a cuidar a mi Madre.
Mi padre nos enseñó siempre a pensar en grande, tal vez en utopías
irrealizables, en grandes negocios, en esa especie de lámpara de Aladino que al
final nos sacaría de problemas, el ADN de estas huellas terminó por hacernos
mucho daño, el éxito de la vida está en los detalles, es difícil de aceptarlo,
pero es así. Estos hechos me recordaron a mi padre y a mi familia. Trato de
recordar las primeras imágenes de mi padre y lo primero que se me viene a la
cabeza es la de un hombre impecablemente vestido, con un peinado hacia atrás,
siempre en orden, alto, con unas piernas largas y perfectas, como de atleta,
todos los días caminaba al centro de la ciudad, le encantó caminar. También
tengo una fotografía nítida, leyendo el periódico, nunca dejó de hacerlo, después entraba en disertaciones
azarosas, tal vez por mi edad no puedo traerlas a colación con exactitud, pero
son constantes, fue un ser político, un ciudadano comprometido. Tendría para esa época tres o cuatro años,
vivíamos en Bucaramanga, cerca de un parque muy famoso de la ciudad que se
llamaba: “El parque de los niños”, me parecía inmenso, muchos años después al
visitarlo, lo vi pequeño, siento que mi imaginación me traiciona en ocasiones y
los sitios de mis recuerdos son como narrativas armadas a conveniencia, esto me
ha pasado con muchos otros lugares. A
los nueve años adquirí plena conciencia de la existencia de mi padre, casi
nunca estaba en la casa, la finca le quitaba todo el tiempo, vivíamos en una
casa vecina al de la tía Matilde, quien tenía una hija llamada Cecilia, la tía
era jubilada, padecía un asma que la mantenía siempre alarmada, nunca se me ha
borrado su imagen, con ella me enfrenté a la enfermedad, a la mortalidad como
tal, siempre tuve la impresión que sufría mucho, por su asma y en circunstancias que desconocemos de súbito fuimos llamados intespectivamente, nos enteramos, que se ahogó en un aguacero, suceso que recuerdo como si fuera ayer.. La casa nuestra era pequeña,
fue el lugar donde tomé conciencia de mi vida, desde esa época los recuerdos
son bastante nítidos y de hecho de niño, son más los miedos los que dominaban
mi naturaleza que las alegrías, se suponía sucedía por efectos de la edad,
supongo que es lo corriente. Tengo dos hermanos, antes fuimos cuatro hijos, soy
el menor, en esa época era muy cercano a mi hermano Erwin, quien murió muy
joven en un accidente absurdo, pasábamos el día completo juntos, solíamos ir al
parque, el alquilaba cuentos y yo jugaba fútbol, me tomaba de la mano, siendo
mayor nunca dejó de estar pendiente de mí. Era cariñoso, pero serio para su
edad, parecía un señor. Nayibe mi hermana era una mujer joven, supongo que
adolescente, comprometida con la vida y dedicada a sus estudios, de estos años
son pocos los recuerdos, siento que fue por razones de la edad, éramos
distantes, después consolidamos una amistad hermosa. Edgar el mayor, era otro
mundo, lejos de nosotros y con cierta arrogancia, me imagino que es un defecto
de los hermanos mayores. Mi padre hablaba por esa época de la violencia como el
peor mal de este país, tenía una imagen nefasta de nuestra clase dirigente que
paradójicamente aún tiene vigencia. Alegaba todo el día en abstracto con esa
clase, la conocía perfectamente y cuando leía parecía que los tuviera al
frente, les increpaba sus errores. Como lector no se dejaba asaltar por los
mentirosos, conocía nuestra historia y sabía que una élite abusiva mantenía el
poder desde tiempos inmemoriales sin importar nada de lo que le pasa a eso que
llamamos pueblo. Corría el año de 1968,
se hacía una reforma total del estado, básicamente se creaban los organismos
institucionales que hoy manejan la agenda pública, se instrumentaba un
centralismo que al final le ha hecho mucho daño a la provincia, paradójicamente
de la mano de un presidente liberal, el doctor Carlos Lleras Restrepo. A mi padre le
encantaba precisamente por ser liberal y por su carácter, a mí me parecía
siempre disgustado, amenazó al congreso con su renuncia varias veces si no le
aprobaban sus reformas, el poder se centralizó aún más, está es una constante histórica
del país. Para mi padre el doctor Lleras Restrepo fue el político del siglo XX
más relevante, le tocó vivir la triste historia de muchas violencias, su vida
política se inició con los gobiernos liberales del 30, vivió la violencia de
los años cincuenta, colaboró con la creación del frente nacional, terminó
siendo el último presidente de este acuerdo excluyente entre liberales y
conservadores. Recuerdo que en estos tiempos siempre las noticias hablaban de
la guerrilla, de los muertos del llano, del viejo Caldas y del Tolima grande.
Tirofijo, que era el jefe guerrillero de la FARC, un movimiento insurreccional
con mucha presencia en el territorio nacional, se convirtió en un personaje de
mucha referencia en los discursos mi padre. Tirofijo era el peor problema para
la élite colombiana, los otros eran los estudiantes, los sindicalistas y los
líderes sociales. Mi padre narraba algunos hechos de la historia con una
lucidez impresionante, era experto en la historia colombiana, en la conquista
realizada por los españoles, en la segunda guerra mundial, conocía a la
perfección todos los pormenores del asesinato de Kennedy, le oí relatar este
suceso muchas veces, hacía énfasis en todas las implicaciones que trajo su muerte y acusaba
con una seguridad sorprendente, la alianza perversa entre la mafia y los
políticos, así como los cubanos del exilio; rastreaba con mucha obsesión los gobiernos populares de
Latinoamérica. Ahora pienso, que me hablaba a esa edad como si fuera un mayor.
Alguna vez baje con al centro, no se me olvida como sus amigos lo oían con un respeto
casi reverencial. Para esa época empezaron a hablarnos de tener mucho cuidado
cuando saliéramos, sentía que la gente vivía con muchos miedos. Este es un país
de miedos y alegrías concomitantes. El secuestro, hablo de la década de los
setenta, comenzó por los lados de la finca a ser un problema para las personas
que habían conseguido algún dinero. Lo peor, era que nunca se sabía de dónde
venía esa nefasta práctica, si de la guerrilla o la delincuencia. En esa época
el movimiento estudiantil adquiere mucha importancia y los gobiernos comenzaron
a estigmatizarlo y perseguirlo, hubo muertos y desaparecidos con una impunidad
penosa para el país. Corrijo, la verdad es que en este país siempre hay muertos
y asesinatos a granel. Comencé a entender que había muchos países en uno solo y
que la muerte violenta siempre está detrás de la puerta. Apenas se consolidaba
la clase media, la clase dirigente brillaba por su ausencia en las regiones, el
país era manejado por los mismos políticos que lo habían llevado al lastre. No
se me olvidan los alegatos del viejo. Conocía la violencia desde los años
cincuenta, tristemente le tocó presenciar muchas tragedias. Este es un país de
mil violencias, de sangre, me repetía a cada rato.Un día cualquiera sentí que
en la casa las cosas no estaban bien. Mi abuelo, el padre de mi madre Myriam un
día llegó con tres mujeres, que desde esa época se convirtieron en personas de
la casa, como hermanas, algún día se irían de la misma manera. Nunca he sabido
por qué ni qué acuerdo hicieron mi abuelo y mi madre, fue simplemente una
realidad a partir de ese momento. La casa se hizo muy pequeña.Mi madre era una
cosa distinta a todas las personas que he conocido, es una mujer activa por
naturaleza, ahora por las enfermedades que le asedian ha suspendido muchas de
sus cosas y la mayoría del día está en su cama, hay una infección que le ha
llevado a estar muy mal y le ha producido serios problemas cardíacos, muchas
veces hemos pensado que se nos va, ella siempre supera todo estos impases de
salud, pese a su avanzada edad. tiene unas manos prodigiosas, para tejer, hacer
cortinas, velos, carpetas, cocinar, todo tipo de cosas manuales, las que le
sirvieron para sobrevivir en tiempos de crisis. Ella tiene mucho carácter y una
capacidad extraordinaria para enfrentar los problemas, ahora me sorprende su
verraquera, en tiempos difíciles nunca cedió, menos a las tragedias de la
cotidianidad que son muchas. Venía de Puerto Salgar un pueblo de Cundinamarca
del centro del país, famoso por que es la sede de la base aérea más importante
de Colombia. Allí conoció a mi padre en los tiempos en que el perteneció a la
fuerza aérea. Me imagino que fue en los años cincuenta, en plena efervescencia
de la violencia política de este país. El viejo siempre decía: "Las mujeres
son cosa aparte en este país, son las víctimas más numerosas, nuestro
territorio está lleno de viudas, de mujeres maltratadas, de desplazadas. Al
final, cuando se quedan sin marido, cuando son echadas de su tierra, sacan la
verraquera y se echan la familia al hombro". La historia de la familia en
buena parte es la historia violenta del país.
Mi abuelo de parte materna también fue un desplazado de la violencia, llegó de Salgar Cundinamarca, huyendo de los asesinatos y la persecución en el Tolima grande, después tuvo que irse al sur del Dpto de Cesar. En la casa, hablábamos siempre de los muertos, mi padre contaba con mucha tristeza cada tragedia que conocía. La élite sembraba las guerras y el pueblo ponía los muertos. Mi abuelo era partero y tenía una droguería. Su capacidad de servir era emblemática y nunca dejó de ser esa persona, ayudaba a sirios y Troyanos, realmente era un filántropo. Los colombianos vivimos matándonos, es como un virus, el abuelo aprendió a vivir en medio de estas guerras fractales del país. En el treinta del siglo pasado después de una hegemonía conservadora de más de treinta años, Olaya Herrera, un político liberal, ganó la presidencia. Los conservadores quienes llevaban en el poder treinta años, los padres del país clerical y mojigato nunca aceptaron perderlo. Desde estos años comenzaron los muertos, los eventos reaccionarios se convirtieron en una constante. Los pájaros, unos asesinos al servicio de los políticos regionales comenzaron a ser famosos por sus asesinatos selectivos. A los ocho años, exactamente en el año 34, Alfonso Pumarejo un empresario y banquero de muchos quilates, modernizó al país, lo hizo a través de una reforma constitucional, implementa la función social de la propiedad, ordenó la primera reforma agraria y legalizó los sindicatos, el país entró realmente al siglo XX treinta años después, nos caracterizamos por el atraso institucional y la falta de industria y por lo tanto no teníamos una productividad sería. Mi abuelo en todo caso hablaba de esas épocas con mucho orgullo. Nos ganaron los liberales, él era un conservador de arraigo, honesto y trabajador, aún así, replicaba, seguimos siendo dueños de todo. Mi padre le refuta afirmándole con vehemencia que una clase empresarial y banquera del liberalismo había sembrado la modernidad y que ahora el pueblo si iba a tener mejores posibilidades. Este momento nunca ha llegado a pesar que este país ha progresado mucho, siempre en medio de muertos. Recuerdo un libro de Solom Becerra que dio a leer el viejo, se llama “Al pueblo nunca le toca”. Lo leí muy joven. En síntesis, al pueblo nunca le toca, la clase dirigente ha venido aplazando el turno para la gente marginada. La década de los treinta del siglo XX fue de afirmamiento institucional. Apareció una generación de jóvenes liberales que iban a dar de qué hablar a lo largo de todo el siglo XX: Alberto Lleras, Darío Echandía, Carlos lleras, Jorge Eliécer Gaitán, Eduardo Santos, Álzate Avendaño, Silvio Villegas, Fernando Londoño, toda una pléyade. Estas también fueron las épocas del abuelo Genaro, el padre de mi viejo. Pertenecía al liberalismo radical de provincia, vivió en una población cercana llamada Rionegro, después se trasladó a Bucaramanga, la capital del Dpto. de Santander. Cuando lo conocí estaba muy viejo, parecía una pieza de museo, tengo la imagen de la impotencia que reflejaba, un rostro duro y triste, siempre en la puerta de la calle 34 como esperando a alguien, perfectamente vestido. Vivió en sus últimos años con la tía Chela, una mujer dura, organizada, sin hijos, económicamente estable, ella vivió con los abuelos y su esposo Manuel, un hombre silencioso, con una sumisión emblemática e inexplicable. El abuelo tuvo muchos hijos, no supe nunca cuál fue su actividad, tenía parientes importantes en Bucaramanga, un exgobernador que pesaba mucho y su hermana Beatriz González una mujer muy relevante para el arte colombiano, es aún una gran pintora y escultora, ha expuesto en todo el mundo y su obra hace parte ya del patrimonio nacional. Cuando se trataba de sacar los linajes aparecían todos estos lazos. Bucaramanga era una ciudad pequeña, gozaba en esa época de un clima primaveral, templado, la ciudad era muy comercial, básicamente es la capital del oriente colombiano, con una gran universidad pública, La universidad industrial de Santander. A Santander; a sus tierras no solo llegaron los españoles en la conquista, alemanes, detrás del oro imagino, lo que dejó una huella especial que aún prevalece, Santander es llena de hombres con los ojos zarcos y grises, muy altos. Fue industrial desde la colonia hasta finales del siglo XIX, esta región de alguna manera tiene una historia diferente a todo el país. Es la tierra de los primeros brotes insurreccionales, en Socorro Santander un poblado muy próspero en la colonia, se generó la revolución de los comuneros a finales del siglo 17. De ahí viene el carácter fuerte de los Santandereanos y una infatigable capacidad para el trabajo. Vivíamos en esa época muy cerca de la tía Chela y de los abuelos. Todos los Domingos acompañaba a mi padre a visitar a la abuela Ana. Tenía una cabeza blanca, sus canas eran hermosas y su pelo ondulado siempre estaba arreglado. Era muy especial con mi padre y terciaba a su favor en algún problema que mi padre tenía con la tía chela. Tenía que ver con un Buldócer y una finca arrocera. Siempre la relación de mi abuela con mi padre fue muy afectiva. A finales de los 70, el país terminaba el Frente Nacional, un pacto entre conservadores y liberales, los partidos tradicionales que siempre habían manejado el país y el poder, acuerdo que dejó por fuera a todas las opciones de izquierda y al final fue un reparto del poder entre las mismas élites que germinaron la violencia a partir de los años cincuenta después el asesinato de Gaitán. Aprendí a vivir cerca del peligro, todos los colombianos hemos este curso de alguna manera, nuestro país vive entre mil violencias, tragedias, aprendimos a compartir con la muerte a granel, golpeándose la puerta y hasta ahora, esta es nuestra realidad, inmodificable. En la casa, gracias a mi padre que realmente estaba muy comprometido con todo lo que pasaba, vivíamos al tanto de todo. Enterarse de lo que pasa a nuestro lado también es una tragedia Mi padre Hernando era un historiador frustrado. Armaba historias inverosímiles de sus infatigables lecturas, al final muchas veces tuvo razón, sobre todo cuando intentaba descubrir casos velados por la élite dominante. Me dijo, la historia del país se puede estudiar como un sistema binario de infatigables tragedias. Fueron muchas las luchas enconadas entre caudillos, demasiados escándalos, muerte, desplazamiento, saqueos…en fin. La primera disputa que me narró fue la disputa entre Nariño y Camilo Torres después de la independencia. Admiraba a Nariño, fue el hombre ilustrado, seguidor de la revolución francesa, lector actualizado en una época de pocos libros, tradujo los derechos del hombre y fue quien fomenta las primeras tertulias en Santa Fe de Bogotá, no fue del todo un santo como los biógrafos nos hacían ver. Es el gran hombre de la independencia, de hecho, su biografía parece una novela de Honoré De Balzac. Las violencias en colombia son generadas desde la élite que nunca pone los muertos. Obando contra Mosquera, Mosquera contra Núñez, enfrentado al general Reyes...se repite como constante perversa de nuestro sistema. Es difícil encontrar un hombre público en Colombia que no tenga lunares. Este es un país de corruptos, repetía el viejo. A mí me encantaba leer la historia de nuestra conquista y de la colonia. Después me apasione por la historia del siglo XIX y por supuesto de la independencia. En ocasiones comenzábamos un ejercicio de indagación sobre hechos puntuales. Le encantaba hacerles seguimiento a los grandes desfalcos financieros de este país.El viejo fue un hombre noble, lleno de ambiciones y en los últimos veinte años de su vida las cosas no le salieron para nada, aun así, siempre tenía un proyecto en ciernes. El país de los setenta había incrementado la violencia de manera descomunal y desde esa época comenzó a consolidarse el narcotráfico, permeó todas las actividades productivas del país y gran parte de la sociedad. Para la época en que vivíamos en la casa cerca de la tía Matilde sentía que algo no estaba bien en la casa. Un sábado cualquiera llegó a la casa un hermano de Luz Mery, Ninelly y Olga, con el tiempo sería como un hermano para mí, se llama Elio, vivimos demasiadas experiencias, de alguna manera estas nos unen, el pasado parece un cordón umbilical que de vez en vez nos da por desatar. En la casa siempre se discutían grandes temas. Había debate permanente, conexión con nuestra realidad, éramos una familia ideológica, sin los excesos del pragmatismo irreal de estos tiempos. Mi padre era un hombre actualizado y le gustaba debatir. La política fue el eje, siempre estábamos inmersos en los hechos del día. Se Vivían momentos muy difíciles para el país, la guerrilla se consolidaba y su presencia en el territorio se había convertido en una realidad más. Los gobiernos, para no decir que la élite encumbrada, antes y después del frente nacional, firmaron sendas amnistías con la guerrilla incipiente de los llanos, con el tiempo les jugaron sucio a los pocos hombres desmovilizados, estos grupos fueron creados por el partido liberal con propósitos políticos perversos, cuando firmaron los acuerdos y entregaron las armas, fueron asesinados inclementemente, primero en el gobierno dictatorial de Rojas Pinilla, el único militar que había hecho un golpe de estado en el siglo XX y gobernó por siete años al país de la mano con los partidos tradicionales, dictadura que empezó después de un golpe militar en el año 53 que derrocó a Laureano Gómez y terminó en el pacto denominado el frente nacional. Los pocos hombres que sobrevivieron en cabeza de Tirofijo la toma de Marquetalia, alimentados ideológicamente por la revolución cubana y con la ayuda de los partidos comunistas crearon la FARC en pleno frente nacional, se fortalecerán con el tiempo y sería el peor dolor de cabeza del país. El viejo guerrillero decía con ironía que la élite por no cumplirle a 14 guerrilleros le sembró al país el peor conflicto armado de su historia, guerra que le ha costado muchos muertos, desplazamiento, secuestros y violencia generalizada al país. En el setenta el narcotráfico, que era una realidad que desde hacía por lo menos diez años iba creciendo, empezó a permear la sociedad. Se volvió un poder más y enriqueció a muchos hombres, los que, con el tiempo, no solo mandaron en gran parte del territorio nacional, llenaron a este país de sicarios y asesinatos en el marco de una impunidad lacerante. Primero fue la exportación de marihuana desde la costa atlántico, después la creación de grandes cocinas de coca con pasta peruana y colombiana en los andes y el valle del Cauca. Como había dinero en todas partes, el país en general asumió una complicidad perversa que después le costaría mucho. Entre el ochenta y los noventa aparecieron los grandes capos, los mafiosos insignes que paradójicamente parecen ídolos, a ellos les debemos un sicariato desmedido, convirtieron las ciudades en mercados de narcotráfico, las dividieron y empezaron a cobrar impuestos, crearon el negocio de los préstamos gota a gota y con el tiempo cuando fueron combatidos, estas plataformas terminaron en las bandas criminales al mando de estas zonas. Bucaramanga ciudad tradicional, hoy tiene un desarrollo descomunal, las malas lenguas se lo achacan al dinero oscuro y perverso del narcotráfico. Está ciudad siempre es proclive a estos arribismos en total hipocresía. Es una de las características del Santandereano, son solapados. Gente trabajadora, fue contaminada socialmente con esta epidemia. Teníamos una finca arrocera al sur del departamento del Cesar en una zona cerca del municipio de Aguachica, llamada el Barro, que fue colonizado por un grupo de tolimenses desplazados de la violencia del 50. colombia nunca ha podido consolidar el sector rural y nunca hemos podido llegar a serlo por las ambiciones de la élite y políticas erráticas de nuestros ministros de Agricultura. Cada territorio de Colombia estaba marcado por la violencia, nosotros lo vivimos a nuestra manera, por la finca de mi padre fueron apareciendo los grupos paramilitares creados por los grandes terratenientes para oponerse a la izquierda de mierda como solían decir, con el tiempo se fortalecieron de tal manera que se volvieron aliados de algunos gobiernos, son un contrapoder aterrador, visible y descarado, tienen el triste récord de haber hecho las peores masacres de que se tenga noticia en de la historia. Tristemente nos acostumbramos a movernos con esta multiplicidad de variables, de muertes, como si no pasara nada, todos los días las noticias nos traen eventos llenos de crueldad. Cuando se es hijo de un agricultor siempre se estará esperando la próxima cosecha, se vive de esperanzas que casi nunca se cumplen. Mi familia realmente era grande y los costos no daban tregua. Crecí con esa tensión pese a que en la casa nunca hizo falta nada. En la finca aumentaban los secuestros de agricultores, habían aparecido en Aguachica al sur del Cesar, en la nueva zona de desarrollo agrícola del país, los extorsionistas y los agricultores exitosos tenían que pagarles a los grupos paramilitares supuestamente para su protección, lo paradójico fue que ellos mismos financiaron el nacimiento de estas fuerzas por fuera del estado. Las ciudades parecían desconocer estas realidades, vivían como en otro planeta, pese a que recibían los desplazados y víctimas de la violencia. Recuerdo con mucho cariño el mundial de futbol del 70, fue el primer mundial transmitido en directo por la televisión, desde esa época fui fanático del rey Pelé, el mejor futbolista del mundo ´para muchos. Vivíamos en una casa muy grande cerca de un sitio conocido como la concha acústica, una rotonda para espectáculos públicos. La tía Matilde se había muerte en circunstancias trágicas, un aguacero descomunal le toma solitaria, el asma le cobró la soledad y terminó muerta en una acera. El país vivía momentos realmente difíciles, en lo económico y social. Me pregunto cómo la violencia llegó a niveles tan crueles, fuimos algún día el país con más muertos, la pregunta es, cómo nos acostumbramos a los muertos y los desaparecidos. Mi familia materna y paterna eran muy grandes. En alguna medida habían sufrido los avatares de la violencia, mi abuelo Pedro terminó en el Cesar huyendo de la violencia del viejo Tolima y de Cundinamarca. A un tío nuestro le habían asesinado en Bogotá y mi padre recordaba de vez en vez y con mucha tristeza la mano de eventos penosos cometidos por las fuerzas militares en los cincuenta, los cuales eran el pan de cada día de estos años, ahora se repetían e otra manera. Para esos años estaba muy unido con mi hermano Erwin. El empezó a jugar ajedrez, paulatinamente se estaba volviendo un lector compulsivo. Siempre le iba muy bien en el colegio. En esta época, con diez años, formado el carácter empecé a enfrentarme a la vida. La lectura nos dio otra dimensión de las cosas, sobre todo a mi hermano Erwin y a mí. Estábamos al tanto de lo que pasaba en el mundo y fuimos entendiendo las cosas desde una racionalidad muy diferente a la del común. Empecé a leer libros clásicos. Leía novela francesa, toda la novela de aventuras, me deleite con el Quijote, aún es mi libro de cabecera, mi padre tenía una colección espléndida de libros, enciclopedias. La lectura cambió mi vida. Nunca más pude estar alejado de los libros y de alguna manera ellos han justificado buena parte de mi vida. El mundo de pronto se abrió en una dimensión que aún me asombra, un laberinto de autores y conocimiento que constituye un interlocutor valioso que me ha dado la lectura, me fui convirtiendo con el tiempo en el filósofo, el hombre lúcido para mis amigos. Lecturas que, paradójicamente siempre ha estado cerca... aun así no comprendo bien la naturaleza del hombre, la racionalidad no es garantía de nada, el arte por ello, es la mejor manera de comprenderlo en todo su contexto. La novela los miserables, leída tan sólo a los 14 años me produjo un impacto del cual aún no salgo.
Era el primer gobierno después del llamado frente
nacional, un pacto entre liberales y conservadores para turnarse el poder por
14 años. Fue un pacto de exclusión que terminó en el 74. El presidente era el
doctor López Michelsen, hijo del expresidente López Pumarejo.
El mundo estaba en plena guerra fría. España era Franquista y el Fútbol se iba
consolidando como la gran anestesia, en estos tiempos, la gente vive viendo
partidos, esa es la realidad de hoy, todo el día, en la noche los repiten, el
entretenimiento nos adormece. Fuí descubriendo a Freud, la lectura de las
confesiones de Rousseau me conmovió de tal manera, que por un año, solo leía
este libro. Latinoamérica era una región de tercera para los gobiernos del
primer mundo. solo nos explotaban, esa era la costumbre, pese a la
consolidación de una clase empresarial preparada y con recorrido.
Nos acostumbramos a vivir entre múltiples realidades, como si fuera normal,siempre contrapuestas, como vidas paralelas, cada quien tiene su propia historia en este galimatias. Edgar era el hermano mayor, siempre con una actitud emancipadora, como queriendo darle salida a la vida solo con palabras, sus ficciones eran muchas, como morcillas rellenas, sobre-dimensionadas. Son hechos múltiples en la medida que crecemos. Sembramos nuestro propio Karma. Leí los miserables y quedé pasmado, como somos presas de la gula, tomé tiempo para digerir tan exquisita narración del siglo XVIII, es un hecho que semejante texto no exige mayor preparación, como un plato de sancocho colombiano, está predestinado que será un buen plato. Lo leí a los 14. En mi barrio siempre le dejaba tiempo a esos días tan apretados típicos de la adolescencia, más cuán fuimos especiales. Después con Proust, el aprendizaje fue otra cosa...el tiempo es relativo y uno construye su pasado. La memoria siempre nos traiciona. Por ello cuando escribimos sobre el pasado estamos construyendo una ficción basados en los pocos datos que recordamos lo que, nunca son iguales a la realidad. Es una construcción subjetiva. Bucaramanga en el año 1979, era una ciudad de provincia, muy pequeña, de hecho, no tenía una librería buena, ordenada de sobremanera, capital del oriente colombiano, comercial a morir. Estaba en plena transición. Ese año ocurrieron dos cosas en mi vida: Murió mi hermano Erwin en un accidente absurdo, muy joven y el suscrito apenas terminaba el bachillerato en el Instituto Caldas. Un colegio laico, respetuoso, garantizaban ciertas libertades que en ningún otro colegio de la ciudad se daban, fue fundado por una de las familias más ricas de la ciudad, los Puyanas, gozaban para la época de muy buena fama, hacen parte de la nueva burguesía urbana, preparada, vanguardista, que combatía tácitamente los análisis marxistas sobre la Colombia rural que, ahora cedía sus espacios, en un país inmerso en graves conflictos y violencia, a un desarrollo urbano intenso, con la misma inequidad de siempre. La mayoría de integrantes de esta familia, con la excepción de Tatabo Puyana, estudiaban en el colegio, el viejo fue educado en Estados Unidos, políglota, dedicado a la construcción, al comercio, a la industria y como toda la elite del país inmersa en el poder, en la actividad política. La mejor manera de crear servidumbres, de ganar poder, es manejando la educación, ese aprendizaje dejado por los jesuitas, seguía vigente y estos señores eran conscientes de esta realidad. En esos tiempos era novio de Margie Rodríguez, la negra como le decíamos. Nunca he conocido mujer más delicada, agraciada e inteligente. Estudiaba en un colegio normalista, curiosamente se llamaba: “La normal de señoritas”. Es una excelente ajedrecista, como su padre Luis y como su hermano Rubén. Fue siempre una mujer detallista, llevada de su parecer, como dicen en Bucaramanga y tenía una coquetería, que le dio alegrías y además tristezas. Tuvimos un noviazgo hermoso, de seis años y como todos los amores, con la excepción del que le profesamos a los hijos, están llamados al fracaso. Vivíamos en un Barrio llamado Terrazas, en las afueras de la ciudad, en los suburbios, de la carrera 44 a la 48. Cada carrera ocupaba una terraza, una escala, no correspondía al cuadrante español, cada cuadra, estaba constituida por casas iguales, la cuadra fue reemplazada por un rectángulo de dos casas o tres casas en cada calle, rematados por una loma, llamada “Pan De azúcar”, justo estaba al frente de la carrera 48, marcada con letras grandes y visibles, se ve desde toda la ciudad y constituía un referente importante. Su diseño fue influenciado por el movimiento arquitectónico americano de los 50, los famosos suburbios, que generó el crecimiento de las ciudades cosmopolitas americanas. Casas iguales, estándar, con espacio para una ampliación, típica de clase media: Profesores, gerentes, comerciantes…etc., aquí vivan gentes con pretensiones burguesas y ciertas arrogancia inexplicable, eso que las matronas llamaban arribismos. Nuestro barrio estaba lleno de grandes extensiones de lotes vacíos a su alrededor, todavía guardaba un aroma vegetal, por ahora sin la intervención de los ambiciosos constructores, casi virginal. Éramos una juventud prepotente. Aficionados al fútbol, de hecho, buenos futbolistas. Vivíamos al día. El barrio era especial, vanguardista, la marihuana rondaba, reverberaban ideologismos, un marxismo profético marcado por un fracaso evidente, pero esperanzador, por lo menos en el plano de las perspectivas; buena literatura; posiciones radicales frente al poder iconoclasta y perverso de la derecha, la de nuestros padres por supuesto; formado por familias de clase media, estudiantes de la universidad industrial y mujeres que rompían la vajilla sin inmutarse, marihuaneros insignes, gente liberal, desocupados, allí se vivía una revolución en materia social muy oprobiosa para nuestros padres; además había una liberación sexual por fuera del canon pastoral acostumbrado, nos daba mala fama en toda la ciudad. En esa época solo tenía tiempo para Margie. Era la menor de cuatro hermanos, Rubén el mayor, que se casaría con mi hermana, después de que ambos terminaron economía, Orlando y La Gorda. Su padre Luis y su madre Teresa, vivan en un barrio llamado la victoria. Lo conocía por su cancha de Fútbol y ahora por ser la casa de mi novia, a la que iba todos los viernes religiosamente. El sábado o el mismo viernes, siempre salíamos a bailar. Mi suegra Teresita vivía en una dictadura. Había un régimen tenaz en su casa. En su casa había simulacros en favor de la convivencia. Yo vivía en un hogar absolutamente liberal. Algún día estaba en casa de mi novia, don Luis, mi suegro, acostumbraba a anunciar su llegada desde la esquina, haciendo pitar la bocina de su carro dos veces, una especie de santo y seña. Estaba por casualidad un viernes en la casa, de pronto sonó el pito del carro y súbitamente todos corrían en la casa, como sí viniese el mismo diablo, era una escena de locos. Doña Teresa se quitaba los rulos, idénticos a doña Florinda el célebre personaje del Chavo Del Ocho, quitaban el desorden visible o lo peor lo escondían, ordenaban la sala en un segundo, Orlando apagaba el equipo de sonido, lavaban los pocos platos y de pronto, estaban bellas y con una sonrisa forzada, como una obra de teatro. Quedé impertérrito. Después descubrí que le tenían un miedo atroz. Las salidas con Margie eran un encanto. Estudio en medio de pedagogos. es totalmente diferente a toda la educación estándar del país, era un bachillerato que les permitía salir licenciadas en educación. Tienen que hacer el pensum común y el especial, la carga es doble, el aprendizaje que implica ser profesoras en un país de analfabetos y mucha pobreza. Le acompañé muchas veces a su colegio y conocí a todas sus amigas. Estábamos en el gobierno de Turbay Ayala, fue el padre del clientelismo, un intercambio de dádivas por el voto a cambio de su voto o favores de otro orden, la burocracia por ejemplo, fue un personaje siniestro, liberal, de derecha, quien espero cincuenta años para llegar al poder, se lo fue ganando poco a poco, ya había sido nombrado designado, quien remplaza al presidente en caso de muerte, ausencia o por licencia, aprobó el estatuto de seguridad, una ley para que le permitía las peores violaciones a los derechos humanos, que miedo, en su gobierno, se dieron exterminios, desapariciones, tortura, al amparo de la ley, fue una dictadura camuflada de democracia que dejó desaparecidos y muertos a granel. Ya se estaba cociendo el primer escándalo financiero del país, la caída de Jaime Michelsen del grupo Colombia, ósea el banco de Colombia. el M-19, un grupo guerrillero de jóvenes. Con ellos nació la guerrilla urbana tipo tupamaros. Por esos tiempos comenzó para Colombia la bonanza marimbera y el narcotráfico. Eran tiempos locos. Termine el bachillerato ese año. Por circunstancias muy raras cambió todo en mi vida. Inicie un exilio interior absoluto. Nosotros los Bustamante, somos optimistas por naturaleza. Nos ponen un revolver en la cabeza y decimos, salimos adelante. Siempre ha sido así. A mí por gracia de mi madre, desde los 8 años me visitaba un vendedor de libros del círculo de lectores. En Colombia teníamos una violencia muy cruda desde el año 48, cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán. Nosotros éramos la tercera generación después de ese hecho trágico, padecemos los estertores de un conflicto armado eterno, culpa de una élite irresponsable, por ello alentamos la protesta total. El M-19, era una realidad, cosa que nos alegraba y comprometía, la primera guerrilla urbana de Colombia, daba golpes de astucia, juzgó y ajustició a Raquel Mercado, un sindicalista que vendió a su clase. Cualquier día se robaron la espada de Bolívar. Su discurso seducía y nosotros no fuimos ajenos a esos encantos. El fundador de ese movimiento fue Jaime Bateman, un samario, inteligente y quien conocía nuestra historia desde tiempos ancestrales, no hablaba de la conquista sino del arrebatamiento perverso de nuestra historia, la riqueza, el idioma y las etnias. Por mi padre había leído muy joven “Biografía del Caribe” de German Arciniegas, el flaco, Bateman, sabía lo que estaba diciendo y haciendo, sus planteamientos era diferente a la lógica revolucionaria de la guerrilla latinoamericana, sobre todo aquella que nació a la sombra de la revolución de la Habana, es una historia, que ha querido ser manipulada. Tenía 14 años, había leído mucho. Era un lector compulsivo. Estaba matado con los cuentos de Cortázar y las obras de Borges, Cien años De Soledad, parecía la biblia, el círculo de lectores, tenía tan solo 14 años, publicaba los clásicos latinoamericanos, obras completas, así leí a Onetti, a Borges completo, Los cuentos de Gabo, Roa Bastos, Arturo Uslar Prieti, Carlos Fuentes, Rómulo Gallegos, Vargas Llosa…en fin………..Ya había abrevado en casi todo Nietzsche, Shopenhuauer…..conclusión, irresponsable total………. Y no tenía idea quienes eran en el contexto latino…Me los vendía, por el hecho de ser el recomendado del trimestre…Fuera de eso, me alucinaron “Los miserables” de Víctor Hugo… cuando lo releo…vuelvo a gozar del texto como si fuera la última lectura. Mi biblioteca ya era muy valiosa…a la casa todos los días llegaban los tres periódicos, el Espectador, El tiempo y Vanguardia Liberal. mi Madre los pagaba, alcahueteaba mi gusto. A partir del momento en que empecé a leer, mi realidad está marcada por esta afición…siempre. Me debo a muchas narrativas y autores. Viví más en la ficción que en la realidad. Esto no es un problema, pues la vida es una ficción en la mayoría de los conceptos que la sustentan. Una especie de mentira bien aligerada por conceptos de otros, somos lo que otros hicieron de nosotros. Ese año dicte clases en el colegio de una tía. Se llamaba “Nuestra señora del tránsito. En pleno centro, la ciudad vieja. Era una casona grande, de la época de la colonia, había sido una cárcel en el siglo XIX, de nuestras internas guerras civiles, sus salones extensos y dos patios constituían, los sitios sobre los que gravitaba todo el ambiente, entre patio había dos extensos salones y en el segundo piso estaba el internado. Estaba a media cuadra de la casa de Bolívar, al frente de la principal iglesia de la ciudad y a media cuadra de la Gobernación y la Alcaldía. Siempre leía a Borges, Los circundó y abordó siempre, es un escritor excepcional con una inteligencia absoluta y el respeto irrenunciable por la buena prosa, en sus escritos mezcló el cuento y el ensayo, siempre estructurado, con un mundo de citas lúcidas e inteligentes, no siempre reales, que incitan a otras lecturas, perfectamente imbricadas como parte del texto con un propósito estético, termina siendo un artificio narrativo. El escritor no existe sin el lector. Por estos días de lecturas obligadas, la pregunta es: Qué leer, qué escoger, de acuerdo a nuestras preferencias, la perspectiva estética y la sensibilidad son los únicos patrones, también somos una construcción estética de acuerdo a nuestras lecturas. Cuántos autores dejamos de conocer por el exceso de ofertas por gracia del mercado comercial, tan lleno de trampas, la dictadura de las editoriales, muchas veces publican pensando sólo en las ventas y no en la literatura. En todo caso la decisión la toma el lector. Escuche un conversatorio en la red de Juan Gabriel Vázquez sobre la relación de Camus y los escritores del Boom, sobre todo Vargas Llosa, habiendo muerto el primero, ósea Camus dos años antes de la publicación de la “Ciudad y los perros”, pareciera que conocía la obra de Vargas Llosa, hay conexiones impredecibles. Recordé el tema de los precursores traído a colación por Borges. Expresa Juan Gabriel Vásquez que "Escribir es una manera de subsanar, completar lo que está incompleto". Pienso que en la literatura todos los temas han sido tratados. Miremos el momento que vivimos. El confinamiento. La relación de la casa con la literatura. Este fue el propósito de un ensayo (José Joaquin Parra Bañón), "La casa en la literatura latinoamericana contemporánea", gracias a la red lo pude leer, decía en un aparte: “Propongo entonces llevar a cabo un análisis de la representación de la casa a través de la literatura para ir más allá de su construcción material, y entender a cabalidad la importancia – cultural, política y económica – de este espacio en el imaginario social contemporáneo”. Expresa la autora: La casa es el lugar de la identidad y la intimidad por antonomasia, por eso se asimila a la idea de hogar, a una extensión material de nuestro «yo-cuerpo» (Zaplana Bebia 2004, 2) que se ha convertido en la actualidad en un dispositivo fundamental para la configuración de la subjetividad”. El autor deja ver que el tema ha sido tratado y está expuesto en muchas obras: “La casa de vapor de Julio Verne, Casa de muñecas de Ibsen, La casa Rusia de John de Carré, La ilustre casa de Ramires de Eça de Queiroz, La casa del juez de George Simenon, El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald, La casa de Aizgorri de Pío Baroja, La casa de Bernarda Alba de García Lorca, En la casa del padre de Caballero Bonald o El país del miedo de Isaac Rosa”. Enfatiza; "En rigor, investigar el tratamiento de la casa en la literatura es una tarea compleja por dos razones: porque implica una labor titánica de revisión de obras, y porque invita a una aproximación desde múltiples disciplinas y epistemes que complejizan el objeto de estudio" (1).
La articulación entre textos, la relación
azarosa de sus temas y las coincidencias por fuera de cualquier intencionalidad
es tema que me inquieta mucho. Kundera afirma que la novela comenzó a admitir
la risa con el Quijote. El escritor como
creador en este caso, compite con Dios: “La desdivinización del mundo
(Entgötterung) es uno de los fenómenos que caracteriza los Tiempos Modernos. La
desdivinización no significa el ateísmo, designa la situación en la que el
individuo, ego que piensa, reemplaza a Dios como fundamento de todo; por mucho
que el hombre pueda seguir conservando su fe, arrodillándose en la iglesia,
rezando al pie de la cama, su piedad sólo permanecerá en adelante a su universo
subjetivo. Tras describir esta situación, Heidegger concluye: «Así es como los
dioses terminaron por marcharse. El vacío que se produjo en consecuencia fue
colmado por la exploración histórica y psicológica de los mitos»”. Kundera en los
testamentos traicionados es categórico: ¿Qué es un individuo? ¿En qué consiste
su identidad? Todas las novelas buscan una respuesta a estas preguntas. En
efecto, ¿mediante qué se define un yo? ¿Por lo que hace un personaje, por sus
actos? Pero la acción escapa a su autor, se vuelve casi siempre contra él. ¿Por
su vida interior, pues, por los pensamientos, por los sentimientos ocultos?
Pero ¿es capaz un hombre de comprenderse a sí mismo? ¿Pueden sus pensamientos
ocultos servir de clave para su identidad? ¿O es que el hombre se define por su
visión del mundo, por sus ideas, por su Weltanschauung? Es la estética de
Dostoievski: sus personajes están arraigados en una ideología personal muy
original según la cual actúan con una lógica inflexible. En cambio, en la obra
de Tolstói la ideología personal está lejos de ser algo estable en lo cual
pueda echar raíces la identidad individual: «Stefan Arcadiévitch no elegía en
absoluto ni sus actitudes ni sus opiniones, las actitudes y las opiniones iban
solas hacia él, tampoco elegía la forma de sus sombreros o de sus levitas, sino
que se quedaba con lo que se llevara» (Ana Karenina). Pero, si el pensamiento
personal no es el fundamento de la identidad de un individuo (si no tiene mayor
importancia que la de un sombrero), ¿dónde se encuentra este fundamento?".
Esta es una manera de abordar los textos desde una concepción narrativa frente
a los interrogantes fundamentales de la vida. La novela es un desciframiento de
la condición humana desde la ficción. Escoger los temas también tiene que ver
con nuestras concepciones, con la esclerótica de nuestras convicciones. Para el
lector, fuera de todo aquello que el mercado le va imponiendo, escoger qué leer
es vital, creo en la lectura hedónica, al final siempre vuelvo al redil y a los
autores de siempre. Con el confinamiento y ante la limitante del tiempo, hay
más para leer que tiempo para abordar todos los textos, escoger bien es la
clave. Nos podemos dejar llevar por varios autores. Para mí, el mejor guía
sigue siendo Borges. Pero los apuntes y las memorias: Canetti, Musil,
Borges-bioy, nos llevan siempre a otros autores, son una guía perfecta y una
manera de tomar café con nuestros autores preferidos. Mi padre fue un buen
guía. Leía los clásicos con pasión, hasta el punto de olvidar los negocios. Se
levantaba en la mañana, muy temprano, con alguna frase célebre. Era lector de
Marco Aurelio, de los estoicos en general. Decía. Buenos días hijo y ahí
soltaba la frase lapidaria: “De mi preceptor: no tomar partido en quejas
públicas; la resistencia y frugalidad; el cuidado de no encomendar a otro el trabajo
propio, de no empezar cien asuntos a la vez y de no prestar oídos a los
chismosos”. Un día ante un error mío que me trajo muchas penas, me sentó en sus
piernas y me leyó: De Apolonio: la independencia; el decidirme a obrar sin
vacilaciones y sin entregarme ciegamente en manos de la
suerte; el no tener otro guía que la razón en todo instante; el ser
siempre dueño de mí mismo, aun afligido por grandes dolores,
por largas enfermedades o aun por la pérdida de un hijo; el
haberme mostrado con su nobilísimo ejemplo que la mayor
energía y la más grande dulzura de carácter pueden aliarse
perfectamente; el haber aprendido a ser paciente como él lo era
En el año 73 nos pasamos al barrio terrazas de Bucaramanga, de dos pisos, amplia. Las narrativas sobre la niñez proliferan. Al final buscan relevar moralejas que se constituyan en ejemplos, la búsqueda de una ética, de esa ortodoxia impuesta por un catolicismo anacrónico. En estas líneas, sin ninguna pretensión literaria, sólo quieren evitar el olvido de un barrio que fue singular en la ciudad de Bucaramanga, por allá entre el 70 y el 82, dejó una huella indeleble en la ciudad en todo lo que generó, precoz si se quiere, generó una transformación paulatina en términos sociales, la juventud que la habitaba asumió una posición iconoclasta en una sociedad mojigata, llena de arribismos sin ningún sustrato ideológico, trabajadora pero intensamente ignorante, una élite de choferes y comerciantes de tercera, sin norte. La inequidad fue el pan de cada día, tal vez por eso, en el departamento apareció la primea guerrilla y la primera toma de un pueblo, en el año 68, en el pueblo de simacota Santander, famoso, porque allí llegó el cura Camilo Torres de tanta importancia histórica, quien se dedicó la lucha armada, y sin fortuna, moriría ingenuamente en su primer combate. Bucaramanga por esa época, era aún una ciudad de provincia, con una de las mejores universidades, “La Universidad Industrial De Santander”, pero con un atraso emblemático frente a las cuatro ciudades de importancia del país, Terrazas nuestro barrio se salía del canon, fuimos adelantados en muchas materias. Era la más marihuanera de la ciudad, pero la marihuana no era un vicio sino una actitud contestaría contra el patriarcado perverso, ni siquiera consideramos importante discutir sobre el tema, simplemente se fumaba en el parque a partir de una subjetividad que trataba de ganar algunos derechos desde embalajes contestatarios, teníamos una actitud política que iba más allá de las posiciones apelmazadas, del canon y tradiciones paquidérmicas, que responden a una tradición católica, lo que generó enfrentamientos con nuestros padres que desearon siempre, que fueramos niños sumisos a la vieja usanza. Escuchábamos música diferente a todo, leíamos sobre la revolución, el budismo y los poemas de Gonzalo Arango, cien años de soledad fue muy popular, hacíamos yoga y el importaculismo era parte de la cuota de irresponsabilidad típica de la edad, tenazmente anclado en cada cosa que hacíamos. El barrio no estaba formado por el tradicional cuadrante español de tanta tradición, sino de cuadras largas, como un cordón de tenis, al final lo cerraban por calles de tan solo dos casas. Iba de la calle 52 hasta la 57 y de la 48 hasta la 44, en la última cuadrase enfrentaba a una loma llamada Pan De Azúcar que se divisaba desde toda la ciudad y en la primera cuadra, donde nacía el barrio, había un bosque lleno de bambúes, rematado por una cancha de futbol, nuestra cancha, debajo pasaba una quebrada. Estos parques fueron nuestro segundo hogar, pasábamos largas noches, al principio en la etapa infantil y después alrededor del aguardiente en largas tertulias, llena de jóvenes con una actitud contestaría y rebelde.
Nosotros llegamos en diciembre del año 73 del siglo pasado al barrio, mi Madre, con un dinero que le dio el abuelo, compró una casa hermosa en la última cuadra, frente a la loma de Pan De Azúcar, en plena carrera 48. Al principio me pareció que vivíamos muy lejos, no sentíamos como en un pueblo. Después nos dimos cuenta que en Bucaramanga nada era lejos. De hecho, estas construcciones responden a la influencia de la arquitectura americana de los 50, los famosos suburbios. Llegamos en pleno gobierno de Pastrana, un presidente conservador que fue favorecido por el miedo de una élite que le robo las elecciones a Rojas Pinilla, un verdadero dictador camuflado de político, hablaba del frente popular, realmente le ganó las elecciones al establecimiento y se las robo el viejo Lleras un presidente inteligente y de la vieja guardia. Llegamos al Barrio después del mundial de futbol del 70 que nos deslumbró, tenía el equipo perfecto.
Hoy comprendo que detrás de la realidad que vivíamos había otra trágica, mentirosa y con serias implicaciones en nuestro futuro. Pasaba lo mismo con el país. fuimos criados aprendiendo nuestra historia llena de héroes en un épica que después desvelaremos en tragedia, corrupción y muerte.
Mi padre fue un hombre muy rico siendo joven. Por razones que desconozco el declive de sus negocios hizo que se trasladara de Bogotá a su ciudad natal Bucaramanga. Estábamos en el gobierno del viejo liberal Carlos Lleras que tanto le gustaba. La guerrilla Colombiana crecía sigilosamente y al parecer a nadie incomodaba, fuera de aquellos que sufren sus desmanes. Con el tiempo llegaron a manejar medio país. El mundo vivía una guerra fría tenaz entre las dos potencias. Por esa época vivía más en la ficción que en la realidad. Después aprendí con el escritor Argentino Piglia, quien tomo esta sentencia de Borges, que la ficción afecta la realidad. También leía las meditaciones de Marco Aurelio, quien ha sido un maestro para mí. Recuerdo esta sentencia suya: la aversión a las futilidades; la incredulidad a las patrañas y mentiras sobre la manera de preservarse de los demonios y otras necedades parecidas; el no aficionarse a la crianza de codornices augurales ni otras manías semejantes; el soportar las opiniones de los demás cuando eran sinceras; el haberme familiarizado con la filosofía teniendo por maestros primero a Baquio y luego a Tandasio y a Marciano; el aprender a dialogar desde muy niño; el haberme habituado a cama humilde cubierta de piel, y en fin, a cuantas prácticas y disciplinas son propias de un filósofo Griego.
Muy pequeño estudié en un colegio pequeño cerca de mi casa llamado Luis Gonzaga, al frente de un parque, que después sería el centro de prostitución más famosos de la ciudad, pues a él llegaban las mujeres al ejercicio de su trabajo a eso de las once de la mañana hasta muy tarde de la noche. La prostitución sería un tema que trabajaría en mis aficiones a la filosofía y a la sociología Francesa. Después con la revolución del LGTB, aprendería muchas cosas al respecto. Juditt Bluter expresa:" El mundo es dividido en dos, masculino y femenino, con base en referentes sociales y normativos del género que a su vez se soportan en características naturalizadas —que no naturales— de los cuerpos sexuados. Como resultado, todo sujeto se forma en la reiteración obligada de normas de género que tienen como punto de partida —y que a su vez reafirman— la dicotomía de la diferencia sexual. Esto equivale a decir, para Butler, que todo sujeto —su inteligibilidad social, su identidad y su cuerpo— se forma en y por el poder que se ejerce en la reiteración normativa". En síntesis la atención se centraba en criticar un supuesto heterosexual dominante en la teoría literaria feminista. Mi intención era rebatir los planteamientos que presuponen los límites y la corrección del género, y que limitaban su significado a las concepciones generalmente aceptadas de masculinidad y feminidad. Consideraba y sigo considerando que toda teoría feminista que limite e significado del género en las presuposiciones de su propia práctica dicta normas de género excluyentes en el seno del feminismo, que con frecuencia tienen consecuencias homofóbicas. Me parecía –y me sigue pareciendo- que el feminismo debía intentar no idealizar ciertas expresiones de género que al mismo tiempo originan nuevas formas de jerarquía y exclusión; concretamente, rechacé los regímenes de verdad que determinaban que algunas expresiones relacionadas con el género eran falsas o carentes de originalidad, mientras que otras eran verdaderas y originales
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