Si mi memoria no me falla, llevamos más de cuarenta
años desde la publicación del manual de literatura colombiana editada por procultura. Estoy trabajando algunos tomos de la
historia crítica de la literatura argentina de Jetrik, 12 tomos, realmente una
obra monumental y valiosa, lo que me suscitó la reflexión: Por qué los
trabajos de esta condición nos son tan esquivos a los colombianos, conozco muchos trabajos de la
academia, nunca de esta magnitud, de antemano se que para este tipo de proyectos no
existen los estímulos económicos. Hubert Poppel escribió hace algún tiempo (2006) : “Un
país como Colombia puede seguir viviendo tranquilamente sin una nueva historia
de su literatura. Sus autores, tanto los que han alcanzado el reconocimiento de
todo el país y más allá de las fronteras, como los que se contentan con
lectores de su región o con grupos de lectores con características muy
específicas, no dependen de ninguna manera de su inclusión -o no-inclusión- en
este tipo de libro-archivo. Ellos escriben para sus lectores, o para el
mercado, o para sí mismos, y no para unos historiadores e investigadores. Sin
embargo, algo falta; hay cierto vacío sin esa historia; ella es, sin que
sepamos por qué, necesaria; existe un desiderátum que es, a la par, un desafío ante
la labor titánica que espera”.
He venido
escribiendo en este blog que, en los últimos años realmente no tenemos una crítica
literaria rigurosa. Estamos lejos de tener una revista de la calidad de “Letras
libres”, pese a la existencia de “Arcadia” y “El malpensante”. Emprender la
historia crítica de la literatura colombiana exige financiamiento, el estado debe hacerlo, hay quien pueda emprender la tarea,
de hecho, la academia produce todos los meses textos e investigaciones de literatura colombiana. Llevo
varios años leyendo los tres tomos de la obra crítica de Borges y sorprende la
calidad y la seriedad de un trabajo que les llevó más de veinte años. No existe un trabajo en esos términos con la
obra de nuestro nobel de literatura, teniendo en cuenta que las claves de “Cien
años de soledad” son tan locales.
Rafael
Humberto Moreno Durán soñó toda la vida con este cometido y también le fue esquivo.
Hay investigaciones y publicaciones importantes, la de Mery Giraldo en relación al cuento colombiano, siendo
una antología, es una excelente contribución. Paula
Andrea Marín Colorado, publicó un texto denominado: La historia literaria
colombiana a través de la teoría de los campos, “En él pretende mostrar «cómo
se presenta la afirmación de la autonomía literaria en Colombia entre 1926 y
1970, y cuáles son sus características particulares”[1].
Recuerdo el libro del profesor David Jiménez Paneso: “Historia de la crítica
literaria en Colombia. 1850-1950”. A
ello se suman los textos clásicos de Restrepo y del profesor Ferrer, horas de
la literatura colombiana.
La carreta
editores publicó hace algunos años un texto llamado “visión histórica de la
literatura colombiana”. Parte de la premisa que “No obstante los esfuerzos
realizado por los historiadores, la denominada dependencia estética o ancilaridad
de la literatura de América Latina, no ha podido ofrecernos una narración de la
totalidad de los fenómenos efectuados en el continente”. Aduce entonces: Por todo
y cada uno de estos aspectos, el grupo de investigación,
tradiciones de la palabra se ha empeñado, en el marco de la investigación:
Elementos para una propuesta de periodización de la literatura colombiana”. El
texto es producto del primer encuentro nacional en abril del 2008 del coloquio
nacional de historia de la literatura latinoamericana. Se había creado desde el
2003 el SILC, Sistema de información de la literatura colombiana.
Desde esa
fecha los esfuerzos han sido muchos. Fuera de estas líneas de investigación, la
universidad nacional tiene trabajos similares, la universidad de los Andes y la
del Valle, nunca he visto un trabajo como el argentino publicado hasta la fecha
y de hecho este es un vacío muy grande.
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