literatura al dia
sábado, 15 de noviembre de 2025
SIEMPRE ESPERO QUE VUELVAS
viernes, 14 de noviembre de 2025
QUERIDAS LECTORAS, QUERIDOS LECTORES (ANAGRAMA 7 NOVIEMBRE 2025)
En la mitología griega, Caronte, el barquero del inframundo, transporta las almas de los muertos a través del río Aqueronte (o del Estigia, o del Cocito, según la versión) hacia el reino de Hades. Ese trayecto en el agua simboliza el paso de la vida a la muerte, y Caronte lo realiza con dos condiciones: que el difunto haya recibido un entierro adecuado y que su cuerpo tenga una moneda en la boca o sobre los ojos como pago. Cruzar hacia la eternidad tiene un precio.
Nils Vik no es Caronte, pero también tiene una barca y habla con los muertos. Es un anciano viudo que ha trabajado toda su vida pilotando, en un fiordo noruego, un ferri que tiene el nombre de su esposa fallecida: Marta. Su trayectoria vital y laboral ha sido rutinaria y estable, transportando a muchas personas de un sitio a otro. Así ha logrado ver infinidad de situaciones y conocer a modelos, primeros ministros, médicos, investigadores… Como un Caronte contemporáneo, acompañaremos a Nils en su último día de vida, en el que toma el barco para emprender un viaje final en el que se reencontrará, navegando por el fiordo, con las almas de todos aquellos que un día, hace tiempo, fueron sus pasajeros.
El paso de la laguna Estigia, Joachim Patinir, 1520-1524. |
En la mitología griega, Caronte, el barquero del inframundo, transporta las almas de los muertos a través del río Aqueronte (o del Estigia, o del Cocito, según la versión) hacia el reino de Hades. Ese trayecto en el agua simboliza el paso de la vida a la muerte, y Caronte lo realiza con dos condiciones: que el difunto haya recibido un entierro adecuado y que su cuerpo tenga una moneda en la boca o sobre los ojos como pago. Cruzar hacia la eternidad tiene un precio.
Nils Vik no es Caronte, pero también tiene una barca y habla con los muertos. Es un anciano viudo que ha trabajado toda su vida pilotando, en un fiordo noruego, un ferri que tiene el nombre de su esposa fallecida: Marta. Su trayectoria vital y laboral ha sido rutinaria y estable, transportando a muchas personas de un sitio a otro. Así ha logrado ver infinidad de situaciones y conocer a modelos, primeros ministros, médicos, investigadores… Como un Caronte contemporáneo, acompañaremos a Nils en su último día de vida, en el que toma el barco para emprender un viaje final en el que se reencontrará, navegando por el fiordo, con las almas de todos aquellos que un día, hace tiempo, fueron sus pasajeros.
El día que Nils Vik murió es un libro sobre la muerte y la vida. Sobre las últimas decisiones. Sobre el tiempo. Sobre el recuerdo. Pero también sobre el duelo. Desde que a Nils se le murió su esposa, «el frío se extendió por las habitaciones y se le metió en el cuerpo». ¿Cómo seguir viviendo después de la pérdida? Esta es la pregunta que Massimo Recalcati se hace en su reciente ensayo sobre el duelo, La luz de las estrellas muertas. Para el psicoanalista italiano, la condición básica del duelo es la sensación palpable entre las personas del objeto perdido. Eso mismo es lo que le ocurre a Nils: en su último día de vida, los cuerpos que algún día existieron se hacen presentes. Y entre ellos está el de Marta.
Después de perder a su madre, Roland Barthes escribió un precioso libro sobre el duelo, en el que afirma que la muerte cambia a los sujetos porque es imposible seguir deseando lo que uno antes deseaba: el duelo consiste en esperar que un nuevo deseo aparezca. En el caso de Nils, parece que el deseo se le ha agotado y que el recuerdo de su esposa, Marta, se convierte en una presencia más fuerte de lo que nunca ha sido. En su funeral, cuando sacaron el ataúd, Nils dio unos golpecitos en un lado con su alianza de boda, como diciendo: «Nos vemos pronto, amor mío», cuenta su hija Eli. Desde ese momento, el espectro de Marta se hace presente, cobra vida: ¿cómo puede ser que haya personas que renacen al morir?.
Recalcati llama a eso «angustia melancólica», cuando el objeto perdido se retiene de forma obstinada en una suerte de prolongación física y no empieza el trabajo del duelo. El objeto ya no está, escribe el psicoanalista, pero el sujeto lo ha incorporado en él mismo, lo ha convertido en algo propio, en una introyección imaginaria que niega la pérdida real. Hay duelos que son imposibles y que se cristalizan en añoranzas inconsolables. «La vida después de Marta», escribe el narrador. ¿Existe? ¿Es posible? ¿Cómo seguir viviendo?.
Novedades
De la semana
Arrancamos el mes de noviembre con la incorporación al catálogo de Eliza Barry Callahan, que debuta con La prueba de audición, traducido por Rita da Costa. Una novela magistral sobre la naturaleza del sonido y el silencio que adopta la escritura como método para fijar una realidad que se torna, de repente, incomprensible, y de la que os explicamos más aquí.
Seguimos con Una noia a la ciutat, de Mercè Ibarz, Una chica en la ciudad, en castellano, una exploración de la memoria íntima de la autora a partir de su llegada a Barcelona en 1971, que es a su vez una crónica poética, testimonio generacional y retrato vívido de unas calles cuya piel no ha dejado de cambiar.
Para acabar, publicamos Nadie me esperaba aquí. Apuntes sobre el desclasamiento, de Noelia Ramírez, una reflexión en primera persona sobre los orígenes, la pertenencia, el privilegio, los relatos dominantes y la impostura de la autenticidad.
Píldoras
Para estar al día
Espectros noruegos
La travesía de Nils Vik en su último día de vida se llena de fantasmas y presencias del pasado. Luna, su perrita fallecida hace tiempo, atropellada por un camión, es la primera que aparece: como un guía en los bajos fondos del Hades, Luna acompaña a Nils. Frode Grytten, que ha ganado con esta delicada historia el Premio Brage, el más importante de las letras noruegas, no es el primer autor nacional que escribe sobre fantasmas: el dramaturgo Henrik Ibsen firmó la conocida Espectros, una de las obras más famosas del teatro moderno, en la que los fantasmas no son presencias sobrenaturales, sino fuerzas invisibles del pasado que aún dominan el presente. Los personajes de la obra no pueden liberarse de ellos, y es así como se hacen presentes los secretos familiares, las enfermedades heredadas, las voces de los muertos. No es casualidad, pues, que Nils acompañe a su hija a ver una obra de Ibsen al teatro: Solness, el constructor, un Prometeo moderno que se rebela contra Dios, de la misma forma que Nils se rebela contra la muerte.
Hedvig Winterhjelm y August Lindberg en la representación sueca de Espectros, 1883. 18 de noviembre: el día eterno Nils Vik decide que el 18 de noviembre será su último día de vida: antes de salir de casa, se pregunta si hay algo más que hacer. ¿Debe llevarse algún objeto? «¿Qué se lleva uno consigo cuando sabe que no va a regresar?» Da cuerda al reloj y lo pone en hora. Siete menos cuarto. Dieciocho de noviembre. Ese es su último día. La literatura escribe preciosas y grandes casualidades, porque ese día es el mismo en el que el tiempo se queda parado en El volumen del tiempo: el 18 de noviembre, Tara Selter se acuesta en un hotel parisino y, al levantarse al día siguiente, vuelve a ser el mismo día. Así es como empieza el bucle temporal de una de las mejores sagas nórdicas de los últimos tiempos. ¿Casualidad? Puede que ese día tenga algo mágico: podemos pensar que es el último día de Nils, o que, como ocurre con Tara, es el inicio de la eternidad. | |||
| Fuera De pagina | El contrabando ejemplar de Pablo Maurette , ganador del 43.º Premio Herralde de Novela | El pasado lunes 3 tuvo lugar la entrega del Premio Herralde de Novela que en esta ocasión ha recaído en El contrabando ejemplar de Pablo Maurette. El jurado de la 43.ª edición, compuesto por la librera Cecilia Fanti, Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé, ha destacado que con «poderosa imaginación» la obra es «un relato familiar, una novela policíaca imposible y el bosquejo de la historia de un país». El contrabando ejemplar llegará a las librerías de España y Latinoamérica el 26 de noviembre. ¡Enhorabuena, Pablo! «Adaptarme a mí mismo ha sido una experiencia traumática» Hoy llega a las salas de cine Siempre es invierno de David Trueba, basada en su novela Blitz. El filme marca la primera vez que el director lleva uno de sus libros a la gran pantalla, una experiencia que él mismo describe como «traumática». La historia está protagonizada por David Verdaguer, en el papel de un arquitecto paisajista cuya vida da un vuelco durante un viaje a Bélgica, donde rompe con su pareja (Amaia Salamanca) y comienza una relación con una mujer mayor que él (Isabelle Renault). Bajo el destello de un relámpago, que es exactamente lo que significa la palabra blitz, tendrá que afrontar un cambio de vida y de ideales. Delphine de Vigan y Bernhard Schlink, ganadores del Premio Novela Europea El Casino de Santiago se llenó el pasado martes 28 de octubre para acoger el coloquio con los ganadores del Premio Novela Europea: Delphine de Vigan, por Los reyes de la casa, y Bernhard Schlink, por La nieta. En el encuentro, presentado por Maribel Martín, participaron miembros de los clubes de lectura que debatieron sobre las obras finalistas de esta 18.ª edición del galardón. «No soy un robot»: seminario en línea Del 13 de noviembre al 12 de diciembre tendrá lugar el nuevo seminario virtual «No soy un robot. Conocimiento, narrativa y lectura en tiempos de IA», que constará de cinco sesiones conducidas por Ariana Harwicz, Juan Villoro, Mariano Peyrou, Neige Sinno y Víctor Balcells. |
miércoles, 12 de noviembre de 2025
LOS PRIMEROS AÑOS (TERCER RELATO MA)
En un día lluvioso de octubre, exactamente el 22 del 2003 nací. Soy la hija primogénita de un hogar que me esperaba con mucha ansiedad y amor. A partir de esa fecha fui la razón de su existencia y su ángel. Tres años después nació mi hermano Andrés, fue un primero de junio del 2006, quien ha sido mi compañero incondicional y a ratos mi enemigo. En el 2009 nació mi otro hermano, Felipe. Realmente somos un triunvirato loco, lleno de amor y con cierta dosis de perversidad. En estos años Colombia había fracasado en uno de los procesos de paz más osados con la FARC, la guerrilla más grande del mundo y quienes intentaron tomarse el poder por más de cuarenta años. El secuestro, la toma de pueblos, las bombas, eran la constante en mi país. Soy de Liborina, del occidente de Antioquia. Crecí en medio de la guerra, fue corriente verlos pasar por el patio de la casa, acampar en el mismo e incluso jugaba con los hijos de los comandantes, cuando los veía a lo lejos, caminando hacía el pueblo, me alegraba de sobremanera. No tengo referencias malas de su presencia, diferente a mi madre quien sufría mucho con ellos, siempre se imaginaba consecuencias nefastas, sobre todo si llegara a producirse una confrontación con el ejercito, que es lo más corriente. Después por esas connotaciones de vivir en un país lleno de contradicciones, no supe nunca cual de los bandos era peor. En mi país la tragedia la vive inexplicablemente la población civil. El presidente electo encarnaba la derecha y su mandato lo llamó la seguridad democrática.
La vida de provincia es sencilla, familiar, tranquila en el fondo. Mi pueblo es agrícola y ganadero. Se sufre por todo, menos por comida. Es lo que llamamos, una región montañera y en el fondo me siento así. Crecí al lado de mi abuelos maternos, de ellos recibí solo amor y mucha compañía. Recuerdo con mucha fijación y agradecimiento a mi tías Ana y Ofelia. Son matronas de pura cepa, antioqueñas de la vieja guarda, conservadoras a morir, muy pendientes de su casa y excelentes cocineras. Aun hoy añoro el sudado de pollo que preparaban los domingos.
El mundo había consolidado la globalización y la apertura para esa década. Nací en plena revolución de las tecnologías, de la información y del conocimiento. Pertenezco a la generación z. Recuerdo con mucha nostalgia mi diccionario Larousse. Un libro muy pesado, mi mejor compañero después de mis hermanos. (continuará)
lunes, 10 de noviembre de 2025
ÁLVARO OJEDA UN AMIGO ENTRAÑABLE
Todo conocimiento cristiano, por estricta que sea por lo demás su forma, es y debe ser inquietud; pero esta inquietud misma edifica. Es inquietud es el verdadero comportamiento con respecto a la vida, con respecto a nuestra realidad personal y, por consiguiente, para el cristiano, es la seriedad por excelencia. La altivez de las ciencias imparciales, lejos de ser una seriedad todavía superior, no es para él más que farsa y vanidad. Pero lo serio, os digo, es lo edificante.
Del prologo "del tratado de la desesperación" de Soren Kierkegaard.
Cuando pienso en mi amigo entrañable, de muchos años, con el que he compartido lo humano y lo divino, pienso en San Agustín por gracia de su conversión, su entrega a Dios, a una fe de manera absoluta y sin un ápice de duda muy a pesar de ser el hombre un ser desde la moral y la virtud muy vulnerable, cercano al pecado para decirlo en términos cristianos. Las Confesiones son consideradas la primera autobiografía occidental en la que un autor examina su vida interior y su desarrollo espiritual de forma tan detallada, sirviendo de modelo para futuros escritores cristianos. Su estilo retórico, su profundidad psicológica y su exploración de conceptos como la naturaleza del mal y la teoría del tiempo siguen siendo objeto de estudio e inspiración. fue un camino de búsqueda incansable de la verdad y la felicidad que culminó en una profunda conversión al cristianismo a los 32 años. El punto culminante de su vida fue su dramática conversión, un proceso que él describe como un "itinerario afectivo" de ordenar sus amores hacia Dios.
Álvaro le conocí en el Instituto Caldas de Bucaramanga, Colombia, cuando apenas era un joven lleno de vida, cargado de energía, con un optimismo sin par y una alegría contagiante. En la medida en que fuimos conociéndonos y fomentando una amistad de altos y bajos, que duraría toda la vida, en nuestro primeros encuentros y charlas extensas, me entere la tristeza silenciosa que siempre le acompaña y el dolor en esos días que le produjo la muerte temprana de su madre. Hay sucesos que el razonamiento no es capaz de dilucidar y que el alma contenida carga sin tregua alguna. Aún así, cumplía con sus obligaciones, mantenía comunicación permanente con sus tres hermanos y tenía objetivos claros sobre lo que sería su futuro. Álvaro siempre ha sido un tipo ordenado de sobremanera, bien parecido, madrugador y bien informado debido a un espíritu inquieto y muy curioso. Siempre lo acompañó una buena dosis de locura, coqueto por antonomasia y una conversación lucida y grata, virtudes que aún conserva. ahora con los años y su fe, en las justas proporciones. Cómo lo trae a colación en su proceso evangelizador podría repetir su predica que encajaría perfecto, pues así lo hizo después en su vida, para llegar a un equilibrio que hoy lo enaltece: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.”
Después por cosas inexplicables del destino, pero en esas trampas que el azar impone a nuestra vida, volvimos a encontrarnos en Barranquilla, una ciudad costera, pujante, caribe al 100%, abierta y que para nosotros personas del interior, su actitud y forma de ser, era algo nuevo y extraño, en todo caso, muy agradable y fiestero, más allá de lo habitual. Sus gentes alegres nos agradaban e impresionaban, nada es problema para ellos. Trabajaba como vendedor de una empresa de repuestos si mi memoria no me traiciona, ya estaba casado, tenía un hijo y vivía con otro amigo mío, ingeniero de la universidad industrial de Santander, Carlos. Fueron cuatro años o cinco entrañables, inolvidables, llenos de anécdotas y de crecimiento. Los triunfos de mi amigo nos llenaron de orgullo y le vimos ascender con esfuerzo y basado en el cumplimiento de su trabajo y de sus metas. También fueron años de locura, charlas interminables alrededor de unas cervezas, nuevos amigos y tragedias personales, hablo de mí, los dos las supimos alivianar.
Vino su nombramiento en una multinacional, vivir en Cali, en Bogotá, viajar por muchas partes del mundo, consolidar su hogar y seguir creciendo a nivel profesional. Leyendo la biografía de San Agustín, las etapas de su vida estuvieron marcadas por tres periodos, pensé también en su primera etapa, narrada en su excelente autobiografía: Relata su infancia, adolescencia y juventud, su educación en Cartago, su carrera como retórico en Milán y Roma, y su gradual alejamiento del maniqueísmo. Describe su crisis espiritual y su eventual conversión al cristianismo bajo la influencia de San Ambrosio y su madre Mónica. Para mí, lo narrado sobre Álvaro, sería una primera etapa. Si quisiera contar su vida o novelarla, hablaría de muchos hechos puntuales que vivió mi amigo por esta época.
La segunda etapa de la vida de Álvaro fue crucial para su conversión. Su hijo creció, se hizo hombre, se graduó de abogado, se separó de su primera esposa, entró en una fase existencial y crisis verdaderamente difícil. Fue un período de profunda turbulencia, disruptivo, pero de reflexión y de encuentro con sigo mismo y con Dios. Creo que todo esto paso a finales del siglo XX y principio del siglo XXI. Difícil describir este momento. Se me viene una aseveración de un crítico llamado Berdiaev sobre los "hermanos Karamazov y por supuesto Dostoievski, él escribió: "Aceptando que todo lo esencial en el hombre, es decir, todo lo que conoce y hace, se debe a un principio absoluto semejante a él, debe quedar por determinado por qué la fe en Dios y la fe en el hombre convergen en una completa y total verdad para Dostoievski: la plenitud absoluta. Si el ser humano no es un fenómeno natural sino una exclusividad, un microcosmos y el centro de toda la existencia, se comprende entonces que en él se encuentra “el enigma de la vida universal. [Por lo que para Dostoievski] resolver el problema del hombre significa resolver el problema de Dios”. Muchas cosas debieron aparecerle súbitamente a Álvaro, sólo el lo sabe, pero el cambio fue absoluto, la entrega a Dios total, en otras palabras, es un seguidor de Jesús, alguien que cree que él es el Hijo de Dios, que murió por los pecados de la humanidad y resucitó. Álvaro es un convencido que él señor, te da vida, aire para respirar, comida para comer, una casa para vivir, ropa para ponerte, gente a tu alrededor para amar, lujos para disfrutar. ¡Qué buen padre es! El hecho de que Él sea tan poderoso, por supuesto, plantea la pregunta: ¿Qué pasa si las cosas salen mal? ¿Cuándo se detiene mi trabajo, cuando mi cuerpo se debilita, cuando las relaciones van mal? Luego hay algunas certezas, pero igual muchas incertidumbres y miseria en el mundo, dónde esta Dios?. Mi amigo tendrá la respuesta adecuada que mi racionalismo es incapaz de dar, de eso estoy seguro.
Su credo le ha permitido asumir la vida de otro modo, más humilde por supuesto, lleno de esperanzas y siempre atento a cumplir los designios de Dios. Ser buen samaritano diría. Se que es un error vivir demasiado en el pasado o en el futuro, epíteto me enseñó que el presente es lo real, lo que existe, mi presencia, estar ahí, por ello siempre debo asegurarme de estar más presente y en el hoy. He aprendido a disfrutar el viaje de la vida no solo por lo que logramos y su éxito material, sino simplemente por convertirnos en nosotros mismos y la emoción y el desafío del crecimiento personal. En esencia, eso es lo que significa vivir una buena vida: una vida feliz, rica y plena. Creo que Álvaro cree lo mismo, pero siempre en compañía y aceptando a Dios como ser supremo.
Ahora vive tranquilo, hace parte de lo que se denomina el plan divino, se preocupa por su prójimo màs cercano, evangeliza y comparte con su esposa, cristiana como él y su hija, está pendiente de sus amigos, soy fiel testigo de su amistad y bondad, además, se preocupa por sus hermanos y sobrinos. Este podría ser el proyecto de una novela corta. Álvaro es un ejemplo de que todos podemos cambiar en la vida. Quisiera aprender màs de sus predicamentos, la vida dirá cual será el tercer periodo de su vida y como terminará. Solo Dios lo sabe me contestaria mi amigo con una sonrisa estridente.
viernes, 7 de noviembre de 2025
MOMENTOS QUE ANTECEDIERON A NUESTRA INDEPENDENCIA (CLUB DE PRENSA BIBLIOTECA EPM PRIMERA PARTE)
LA REVOLUCION DE LOS COMUNEROS
Nuestra independencia está antecedida por varios hechos que constituyen hitos de suma importancia para que se diera la ruptura total con la península ibérica. Podría primero relevar el nacimiento de una clase criolla muy ligada a la administración de la colonia que ya vislumbraba deseos de desligarse de la corona. A ello se suma las reformas Borbónicas, la expedición botánica, la revolución de los comuneros y una permanente conexión con algunos sucesos por fuera de Hispanoamérica que actuaron como catalizadores de nuestra separación. La principal es la revolución francesa.
Es preciso advertir que España durante la colonia vivió muchas revueltas, para darle un nombre menos contundente, realizadas por etnias y grupos indígenas que nunca estuvieron de acuerdo con el dominio español. Este es un tema importante, pero no lo tendremos en cuenta en nuestro proyecto.
empezaremos con la revolución de los comuneros producida el 16 de marzo de 1781.
LA REVOLUCIÓN DE LOS COMUNEROS
El historiador Orlando Melo señala que “la guerra con Inglaterra que terminó en 1713 mostró que, a pesar de la riqueza de América, España estaba perdiendo poder frente a Inglaterra, Francia y Holanda. Ante las concesiones que hizo en 1713 y que debilitaban su monopolio comercial, España trató de reformar a fondo el sistema colonial. Hasta entonces había buscado ante todo proteger el monopolio de los mercaderes españoles y cobrar impuestos sobre el comercio, principalmente en Sevilla y Cádiz”.
España era intermediaria de un comercio que favorecía las industrias de los países del norte. Para muchos, la riqueza americana había dañado la industria y la agricultura españolas para favorecer al gremio comercial de Cádiz y cobrar unos impuestos fáciles. Como remedio, había que promover la producción de América, reduciendo las trabas al comercio entre las Indias y España y aumentando los impuestos a los bienes que entraran a España. Esto requería evitar las trabas que impedían un comercio ágil entre el continente y la península. De igual manera inspiradas por el pensamiento ilustrado, las autoridades españolas apoyaron cambios sociales y culturales: el crecimiento de las universidades, el estudio de los recursos americanos para mejorar la agricultura y la minería, la publicación de periódicos, la creación de sociedades de comerciantes o propietarios para fomentar la economía. También tomaron de Francia una posición más monárquica y autoritaria, menos transaccional.
De hecho Carlos III impuso muchos impuestos a nuestros pueblos, de forma autoritaria. desencadenaron la inconformidad del pueblo granadino, el problema central recae en quién tenía la autoridad para hacer estas nuevas imposiciones fiscales. El gobierno de Carlos III predicaba un discurso de absolutismo francés de Luis XIV y Luis XV encaminado a que los súbditos obedecían ciegamente a la autoridad, chocando directamente con los documentos de la rebelión comunera donde profesan la creencia en que las leyes injustas no tienen validez, además de no tener una aprobación popular, que también era exigida. Se puede colegir entonces que la revolución de los comuneros (RVC) fue “La crisis de 1.781 fue, en suma, una colisión constitucional entre la centralización imperial y la descentralización colonial”.
Quiero hacer un paréntesis para hablar del por qué se denomina la RV de los comuneros. John Leddy Phelan, para él, el punto de análisis recae en no concebir la rebelión comunera en términos de sucesos, sino en el análisis de dos expresiones claves: Comunero con el cual se identificaban los inconformes y el lema “Viva el rey y muera el mal gobierno” a cargo de la muchedumbre en las plazas. Para el autor la constitución intelectual y política de la generación de 1.781 provenía de la doctrina teológica clásica española de los siglos XVI y XVII, de los cuales, el más notable era el jesuita Francisco Suárez. Para los habitantes de Nueva Granada sus tradiciones encaminadas al bien común estaban siendo erradicadas por las innovaciones fiscales establecidas por los burócratas del rey Carlos III. Esto entendido por el autor en la medida en que en Nueva Granada no se manejaban los conceptos de “Nación” o “Patria” pero si las de “el común" o “La comunidad”, es decir, el bien común dentro de la comunidad.
Es necesario tener en cuenta que cuando el oro de los indígenas, la riqueza guardada, la disponible, no el de las vetas que requiere una explotación más técnica y sofisticada, se agotó, fueron los impuestos el factor determinante para la época de RVC, el traslado de riqueza a la península, los principales fueron: El tabaco, los naipes, el aguardiente, la sal.
Antonio Garcia expresaba sobre este suceso algo que amerita traer a colación: “La singularidad y trascendencia nacional de la insurrección de los comuneros consiste en que, a partir de ella, la historia de la Nueva Granada cambia de naturaleza y de sentido: deja de ser una parte marginal e inmersa de la historia de España, para ganar la categoría de historia de un país que emerge de la dominación colonial y del vasallaje - espiritual, económico y político -identificándose a sí mismo en el tiempo y en el espacio.
Por ello en esta historia es importante estudiar este suceso como predeterminante y antecedente vital en nuestra independencia.
LOS HECHOS
En los últimos meses de 1780 hubo motines contra los guardas de la renta del tabaco en Simacota, Mogotes y Charalá, pero la cabeza del movimiento fue la ciudad del Socorro, donde el 16 de marzo de 1781, en día de mercado, unos hombres encabezados por José Delgadillo, Roque Cristancho, Ignacio Ardila, Miguel de Uribe, Pablo Ardila y otros que al ritmo de un tambor gritaban frente a la casa del alcalde José de Angulo y Olarte que no pagarían los impuestos, y este les intentaba disuadir desde el balcón de la residencia junto a Salvador Plata, reconocido personaje del Socorro. Durante el griterío una mujer se acercó a la puerta de la residencia donde estaba fijado el edicto del visitador Gutiérrez de Piñerez y lo arrancó. Esa mujer era Manuela Beltrán, que rompió el edicto referente a las nuevas contribuciones a los gritos de «viva el Rey y muera el mal gobierno. No queremos pagar la armada de Barlovento». Los Comuneros reunidos en El Socorro recibieron el Manifiesto Comunero que llegó de Simacota, escrito por Fray Ciriaco de Archila, dominico que vivía en su convento de Santa Fe de Bogotá.
En sus comienzos los protagonistas visibles eran los pobres, tanto mujeres como hombres. Las revueltas comenzaron luego a ser dirigidas por personas un poco mejor ubicadas social y económicamente (comerciantes, carniceros, pequeños agricultores) y la rebelión tomó forma. La presión logró que algunos hombres de prestigio se comprometieran con ella.
Es importante empezar a tratar a los líderes naturales de este evento. El primero es José Antonio Galán, quien pertenecía a la clase media, era hijo de labradores acomodados y había nacido en Charalá, en la jurisdicción del Socorro, en 1749. Aunque apenas sabía leer y escribir, estaba dotado de extraordinaria energía y de una elocuencia natural que llevaba en pos suya a cuantos quería; era gallardo de cuerpo, galante como su nombre, y, según sus mismos enemigos, “hombre de un valor nada común, de audacia y serenidad de ánimo a toda prueba, que arrostraba los peligros con singular sangre fría y realzaba estas cualidades con un genio franco e insinuante y un decir tan persuasivo, que apenas se presentaba, todos los habitantes de los pueblos le seguían y obedecían ciegamente” ( Don Salvador Plata, según José María Quijano Otero,). El segundo es Francisco De Berbeo Hijo del español Justino Berbeo, natural de Oviedo y de doña Juana María Moreno, su familia era de la élite socorrana, pero no tenía gran riqueza. Se casó dos veces: la primera con doña María Blasina Montenegro, con quien tuvo cinco hijos; y en 1771 contrajo segundas nupcias con doña Bárbara Rodríguez Terán, con quien tuvo una hija, María Josefa. Entre sus descendientes se cuentan el presidente de la República Alberto Lleras Camargo y el historiador de los Comuneros, Pablo Enrique Cárdenas Acosta. Su fortuna era modesta, tenía una casa en la plaza principal del Socorro y dos fincas con esclavos. No era un negociante exitoso, ni tampoco fue un gran rico. Berbeo era muy respetado en el Socorro, pues era su jefe natural.
Tenía fama de hombre valiente y decidido, que inspiraba confianza, tanto para los criollos, como para las masas socorranas. Tenía alguna experiencia militar adquirida en campañas contra las tribus aborígenes de carares y yaregüíes. Había hecho viajes frecuentes al interior del país, a Venezuela y el Caribe. Tenía numerosas amistades en Santafé de Bogotá, entre ellas, don Francisco de Vergara, regente del Tribunal de Cuentas. Era diestro jinete. En 1781, Juan Francisco Berbeo y Salvador Plata eran los ciudadanos más prominentes del Socorro, y eran, además, regidores del cabildo; por eso los socorranos los tuvieron en cuenta como sus dirigentes en el movimiento que estalló en el Socorro el 16 de marzo de 1781, en protesta contra las autoridades coloniales.
La protesta nació en los pueblos tabacaleros de las montañas del nororiente del Virreinato afectados por el alza de los impuestos decretados por el nuevo visitador regente Gutiérrez de Piñeres. Un domingo de mercado de marzo de 1781 se convirtió en motín popular en la ciudad de El Socorro. Una enfurecida vivandera llamada Manuela Beltrán arrancó de las paredes de la plaza los edictos de los nuevos impuestos gritando “¡Viva el rey y muera el mal gobierno!”: un grito que parece demasiado largo y bien compuesto para ser natural (tal vez fue inventado por los historiadores, dice Antonio Caballero). Nació del pueblo raso, es indiscutible y está documentado.
Así lo describe Antonio Caballero en su libro ”Historia de Colombia y sus oligarquías: “Por oportunismo se sumaron al bochinche los notables locales: las “fuerzas vivas”, como se decía, las modestas oligarquías municipales, comerciantes, hacendados medianos; que después, por miedo, se vieron empujados a tomar la cabeza del movimiento. Uno de ellos, Salvador Plata, escribiría más tarde en su disculpa que lo habían forzado “con lanzas en los pechos”. Sería menos: serían apenas gritos de “¡que baje el doctor, que baje el doctor!” dirigidos al balcón de su casa. Y el doctor bajó, y se dejó llevar contento a la primera fila de la protesta. Lo mismo sucedió en los pueblos vecinos: Mogotes, Charalá, Simacota. Y eligieron por capitán general al terrateniente local y regidor del Cabildo Juan Francisco Berbeo, que organizó el desorden en milicias armadas con lanzas y machetes y escopetas de cacería. Las tropas eran de blancos pobres, de indios y mestizos. Los capitanes eran criollos acomodados, con pocas excepciones, entre ellas la del que luego sería el jefe más radical de la rebelión, José Antonio Galán: “hombre pobre, pero de mucho ánimo”.
La Rebelión fue liderada como lo anotamos, por José Antonio Galán y Juan Francisco Berbeo, quienes se convirtieron en símbolos de la lucha por la independencia y la igualdad. Los comuneros organizaron un gobierno propio en Villa del Socorro y establecieron una serie de medidas que buscaban mejorar las condiciones de vida de la población.
El movimiento rebelde logró contar con el apoyo de diversas clases sociales, como los campesinos, los artesanos y algunos sectores de la élite criolla. Sin embargo, el gobierno español respondió con violencia y represión, enviando tropas para sofocar la rebelión. Hasta de la capital
empezaron a llegar entonces inesperadas e interesadas incitaciones a la revuelta de parte de los ricos criollos, deseosos de que recibieron un buen susto las autoridades españolas. Se leyeron en las plazas y se fijaron en los caminos pasquines con un larguísimo poema que se llamó “la Cédula del Común”, por remedo irónico de las reales cédulas con que el monarca español otorgaba o quitaba privilegios. La del Común, por el contrario, incitaba a “socorrer al Socorro” y a convertir la revuelta en un alzamiento general del reino. De nuevo un grito popular: “¡A Santa Fe!”. Y allá fue la montonera arrastrando a sus jefes, que sin embargo tomaron primero la precaución leguleya de consignar ante notario que lo hacían forzados por la chusma y sólo con el virtuoso propósito de “sosegar y subordinar a los abanderizados”. Por el camino fueron reclutando más gente: notables locales que ponían dinero, criollos pobres dueños de un caballo y un cuchillo, mestizos, indios de los resguardos. Al indio Ambrosio Pisco, negociante de mulas de arriería y descendiente de los zipas, lo unieron a la causa proclamándolo “príncipe de Bogotá” casi a la fuerza. En mayo, cuando llegaron a Zipaquirá, eran ya veinte mil hombres de a pie y de a caballo armados de lanzas, machetes y garrotes y unas cuantas docenas de mosquetes: el equivalente de la población entera de Santa Fé, niños incluídos. La ciudad estaba aterrorizada ante la inminencia del “insulto”, como se llamó al posible asalto, al que no podía oponer más defensores que las dos docenas de alabarderos de aparato de la guardia del virrey. El visitador regente Gutiérrez de Piñeres huyó a Honda buscando llegar por el río a Cartagena, donde estaba el virrey Flórez con sus exiguas tropas. Se nombró en comisión al oidor de la Audiencia Vasco y al alcalde Galavís, asesorados por el arzobispo Caballero, para que fueran a Zipaquirá a parlamentar con los rebeldes.
En esta parte de la historia quiero citar a Antonio Caballero de nuevo, por razones que entenderán mis lectores, que son de suma importancia: “Se supo entonces que la incendiaria “Cédula del Común” que había galvanizado a los pueblos, escrita por un fraile socorrano, había sido financiada, impresa y distribuida por cuenta del marqués de San Jorge, el más poderoso de los oligarcas santafereños. El mismo que, a la vez, ofrecía contribuir con cuatrocientos caballos de sus fincas para la tropa que las autoridades se esforzaban por levar a toda prisa. Porque el sainete de dobleces que llevó al fracaso del movimiento comunero no fue sólo de los gamonales del pueblo como Plata y Berbeo, que se levantaron en armas al tiempo que firmaban memoriales de lealtad; ni de los funcionarios virreinales que se comprometieron a sabiendas de que no iban a cumplir: fue una comedia de enredo en la que participaron todos”. También jugaran cartas dobles grandes hacendados, nombraré tan sólo dos: Jorge Miguel Lozano de Peralta y Varaes Maldonado de Mendoza, hombres muy ricos, quienes se sentían injustamente postergado en sus méritos por los virreyes españoles, que en su opinión eran —según le escribía al rey— “incompetentes y corruptos”, como lo suelen ser todos los gobernantes a ojos de los ricos. Y se quejaba diciendo: “¿De qué nos sirve la sangre gloriosamente vertida por nuestros antepasados? Aquí los virreyes nos atropellan, mofan, desnudan y oprimen… [y]… los pobres americanos, cuanto más distinguidos, más padecen”.
Los rebeldes comuneros llegaron a Zipaquirá con una lista de exigencias de treinta y cinco puntos. Unos referidos a los propietarios, como la abolición de un recién creado impuesto que consideraron extorsivo: el “gracioso donativo” personal para la Corona; o el compromiso de privilegiar a los españoles americanos sobre los europeos en la provisión de los cargos públicos.
Otros que beneficiaban a los promotores originales de la protesta, los cultivadores de tabaco: la reducción de los impuestos. Otro para los borrachos del común: la rebaja del precio del aguardiente. Y finalmente algunos para los indios que se habían sumado a la acción: el respeto de sus resguardos y la devolución de las minas de sal. Y también, para todos, un perdón general por el alzamiento.
Hasta que por fin se firmaron las llamadas Capitulaciones (porque iban divididas en capítulos, y no porque significarán una rendición) de Zipaquirá. El gobierno cedía en todo, bajaba los impuestos, nombraba a Berbeo corregidor de la nueva provincia del Socorro y dictaba un indulto general para los insurrectos. A continuación el ejército comunero se disolvió como una nube y cada cual se fue a su casa. La insurrección había durado tres meses.
José Antonio Galán no estuvo para la firma en Zipaquirá, estaba en Honda por orden de Berbeo. “Galán, en vez de perseguir al visitador por un lado o de aceptar por el otro el perdón general, siguió durante unos meses recorriendo el valle del Magdalena, levantando a su paso caseríos de pescadores y liberando esclavos de las haciendas,
radicalizando los objetivos de la protesta popular con la consigna ya revolucionaria de “¡Unión de los oprimidos contra los opresores!”.
El movimiento fue aplastado por las fuerzas del gobierno español, y muchos de sus líderes fueron ejecutados públicamente. Desde entonces, ha habido mucha controversia sobre quién fue responsable de la muerte de los Comuneros y si fue justificada.
Ahora, después de años de investigación, se ha descubierto la verdad histórica detrás del suceso. La investigación ha demostrado que fue el gobierno español quien ordenó la ejecución de los líderes de los Comuneros.
En el caso de Galán. Sus propios jefes tumultuarios se encargaron de perseguirlo, capturarlo y entregarlo a la justicia virreinal, como prueba definitiva de su arrepentimiento por el tumulto. después de muerto arcabuceado:
no había en la pueblerina Santa Fé verdugo que supiera ahorcar.
Su cabeza cortada fue exhibida para escarmiento de los descontentos en una jaula a la entrada de la ciudad, y sus manos y sus pies llevados con el mismo fin a los pueblos que habían sido teatro de la rebelión. Se ordenó sembrar de sal el solar de su casa en su pueblo de Charalá, después de demolerla. Se encontró que José Antonio Galán no tenía casa.
Consecuencias importantes para este divulgador la escribe con lucidez Jorge Orlando Melo en su “Historia mínima de Colombia”: Después de sometida la revuelta comunera las cosas parecieron volver a su cauce normal y autoridades y vecinos parecen haber tratado de olvidar el levantamiento. Los virreyes, sobre todo Caballero y Góngora (1783-1787), José de Ezpeleta (1787-1797) y Pedro de Mendinueta (1797-1803), aunque trataron de imponer la autoridad, nombraron peninsulares (o al menos americanos de otras regiones) para los cargos principales y mantuvieron los odiados estancos del tabaco y el aguardiente, siguieron promocionando los proyectos de los intelectuales criollos. Apoyaron, desde 1783, la Expedición Botánica, en la que, siguiendo la orientación de Mutis, trabajaron Francisco José de Caldas, Francisco Antonio Zea, Jorge Tadeo Lozano, José María Carbonell y otros letrados neogranadinos. Respaldaron también empresas de “fomento”, como la sociedad anónima para la explotación de minas de Almaguer, la modernización de las minas de Santa Ana, la exportación de añil y de quina, la apertura de caminos o la fundación de pueblos en tierras tituladas pero sin utilizar, como se hizo en Antioquia. A pesar de que el plan de estudios de Moreno y Escandón fue desmontado, los profesores, con apoyo oficial, siguieron guiándose por su espíritu y trataron de crear una cátedra de Medicina, con la idea de graduar doctores en ese campo. Acogieron la formación de Consulados de comercio, formados por los principales importadores de bienes, y de Sociedades de Amigos del País, para discutir otras medidas de fomento. En 1791 el virrey Ezpeleta apoyó el primer periódico, el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, en el que escribieron los jóvenes eruditos, como Caldas, Joaquín Ricaurte, Joaquín Camacho, Nariño y Zea, en apoyo a las reformas de los estudios, a la investigación de las riquezas naturales del Nuevo Reino, a la aplicación de la economía política o la estadística al gobierno o discutieron qué era eso de ser granadino, español y americano. En 1801 Jorge Tadeo Lozano, hijo del primer marqués de San Jorge, y José Luis de Azuola, uno de sus familiares, publicaron el primer periódico privado, el Correo Curioso. Todavía en enero de 1808 los jóvenes científicos lograron el apoyo del virrey Antonio Amar y Borbón para un periódico dedicado a la geografía, la botánica, la zoología y la promoción de la educación pública: el Semanario del Nuevo Reino de Granada, dirigido por Francisco José de Caldas.
En el marco de nuestro propósito, una historia desde los enfrentamientos que tuvieron nuestros caudillos a lo largo del pasado. La relación entre José Antonio Galán y Juan Francisco Berbeo fue una de liderazgo y posterior confrontación. Berbeo fue el comandante general inicial de la insurrección comunera, mientras que Galán, quien también era un capitán, terminó siendo el líder más radical que rechazó los acuerdos firmados por Berbeo y continuó la lucha, lo que generó una división en el movimiento. Para buena parte de los historiadores, esto fue una traición de Berbeo, no solo a los comuneros, sino al propio Galán.
Esta relación se puede sintetizar en tres momentos:
Colaboración inicial: Berbeo fue proclamado comandante general del movimiento en el Socorro en 1781. Galán fue uno de los capitanes que estuvo bajo su mando en las etapas iniciales de la rebelión.
Ruptura por las Capitulaciones: La relación se rompió tras la firma de las Capitulaciones de Zipaquirá por Berbeo, que Galán consideró inaceptables. Según algunos relatos, Berbeo firmó un acuerdo con la Corona para intentar detener la rebelión, pero el gobierno virreinal anuló las capitulaciones poco después.
Continuación de la lucha: Ante el rechazo a las capitulaciones, Galán se levantó y continuó la lucha con el apoyo de la población, mientras que Berbeo se desmovilizó y, al parecer, fue protegido por las autoridades españolas.
lunes, 3 de noviembre de 2025
QUERIDAS LECTORAS QUERIDOS LECTORES (ANAGRAMA 31 octubre 2025)
La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, Rembrandt, 1632.
Rembrandt Harmenszoon van Rijn, a quien nosotros conocemos como Rembrandt, nació en Leiden, Países Bajos, durante el verano de 1606 para acabar convirtiéndose en uno de los artistas más importantes del Siglo de Oro neerlandés y en uno de los maestros de la historia del arte. A pesar de su fama y éxito, sufrió grandes pérdidas personales y terminó sus días en relativa pobreza. Es posible que su biografía nos diga algo más sobre qué significa ser un artista auténtico y nos haga repensar si la gloria artística va siempre de la mano de la seguridad económica, por ejemplo, o si las contradicciones en el mercado del arte llevan siendo las mismas todo este tiempo. ¿Cuál es la tensión entre la imagen pública y la intimidad del artista?.
El historiador estadounidense Benjamin Moser llama a Rembrandt el «maestro de las sombras» y define su técnica como «una oscuridad entreverada de luz» en su recién publicado ensayo sobre los pintores neerlandeses El mundo del revés. En la obra de Rembrandt la cuestión del mal aparece con gran frecuencia y es «tan insistente su presencia que contemplar sus imágenes se antoja a veces insoportable». Sin embargo, Moser ve en él algo más: una luz en sus cuadros que, a medida que envejece, adquiere un lustro nuevo, y nos cuenta cómo la oscuridad de sus pinturas adquirió un valor positivo con el paso de los años y lo llevó a convertirse en el precursor de la bohemia parisina del siglo XIX. Es más: «llegó a verse en términos tan positivos que sus obras incluso se oscurecieron artificialmente», pues los conservadores de sus cuadros decidieron a conciencia no renovar el barniz que protege las pinturas para no aclarar la obra. Por si fuera poco, hasta bien entrado el siglo XX, algunos restauradores añadieron pigmentos a fin de oscurecer los lienzos.
Detalle de Naturaleza muerta con pavos reales, Rembrandt, 1639
Detalle de El buey desollado,Rembrandt, 1655. |
Firmar con su nombre
jueves, 30 de octubre de 2025
ENTRE LIBROS Y LOCURA (DIARIO MA)
15 de 0ctubre 2025
Sentada en una especie de mesa de juntas, armada con ingenio con 6 mesas pequeñas unidas entre sí y doce sillas, asisto a una reunión que le llaman "Club de prensa". La componen unos quince usuarios de la biblioteca EPM de Medellín, por lo que me dijeron sus miembros, llevan más de un año reuniéndose todos los viernes. Asisto a este sitio hace más o menos un mes y medio. Desde hace cuatro años soy una lectora juiciosa, me gustan las novelas de suspenso y drama, con finales inesperados. Pienso que la vida se parece a las historias que cuentan estos viejos, he comprendido que nunca lo que planificamos sale de acuerdo a lo establecido. He querido llevar una bitácora de mi experiencia en este lugar. Son varias las razones que me llevan a ello, poco a poco las iré registrando. Conocí al señor C, lector compulsivo, de unos 65 años, culto para mí, con mucha capacidad lingüística y vocabulario que deja ver siempre a un lector riguroso. Nunca había hablado con alguien que siempre tiene como referencia personajes y libros, es como estar en una biblioteca mental. Cuando lo escucho, sus elucidaciones están llena de ejemplos, de ficción y citas, pero aluden a la realidad y la vida.
Ahora que miro mi vida y la comparo con mis lecturas encuentro más interrogantes que respuestas, la apertura y la mirada más allá de lo corriente le abre a uno un espectro más amplio de lo que significa una vida entre rutinas y cumplimientos. En ocasiones hay hechos que son como escisiones hechas con un cuchillo, lacerantes y nunca dan previo aviso, sucede a cada rato. He entendido que la felicidad es un concepto ilusorio o inalcanzable en la vida consciente, la mayoría de las veces. Estoy en grupo de amigos caminantes y en esas excursiones, frente a los paisajes rurales de este país, pues utilizamos los caminos de la colonia, pienso mucho, recordé a Kant el filosofo que tenia por costumbre grandes caminatas, en las mías, trato de reflexionar desde el desespero y la contemplación. Cioran decía que la plenitud como cúspide de la felicidad sólo es posible en esos instantes en los que poseemos una conciencia profunda de la irrealidad de la vida y de la muerte. Instantes raros en tanto que experiencias, aunque frecuentes en el ámbito de la reflexión, en el cual sólo existe lo que se siente. Ahora bien, sentir la irrealidad y trascenderla en un mismo acto es una hazaña que rivaliza con el éxtasis. Ahora que escucho a los miembros del club de prensa, tantos años y tantas experiencias juntas, en un país lleno de violencias y contrastes, me pregunto que será de mi futuro.
Sentada este viernes al lado de C, escuchando desde cualquier noticias las opiniones de estos viejos, un poco sabios, sobre un país desgarrado, conozco historias hasta ahora veladas para mí. Me crie en la tierra de Pablo Escobar, alguna vez esta ciudad fue la más violenta del mundo. Estudio en una universidad pública, la de Antioquía, que es una síntesis del país. En el campus vivimos y sentimos todas las tendencias que agobian a Colombia. Confluyen derecha e izquierda, guerrilla y centro, jibaros y cristianos. Hay una libertad muy cercana a la anarquía. En este sitio entendí que mis decisiones son lo más importante de mi vida. En el claustro uno está rodeado de todo tipo de influencias, buena y malas. Ahora que escucho este grupo en la biblioteca, personas desplazadas, victimas de la violencia, jubilados, ingenieros, algunos señores absolutamente vulnerables, pienso sí soy realmente consciente en que país vivo. El moderador, F, toma la palabra, pregunta a los invitados que diga la noticia que a su parecer es más importante en la última semana. Cada uno dice la suya y a renglón seguido se vota cual será el tema del conversatorio.
En este momento se abre una especie de debate alrededor de cual será el tema. Se habló de las torpezas de nuestro presidente Petro, algunos señalaron sobre sus aciertos. Comprendí cuan está radicalizado el país, la gente cambia frente al tema político, se enervan, otros se enorgullecen de su radicalismo y pasión. Algunos hicieron un paralelo entre el presidente colombiano y el americano. La discusión siempre está rodeada de mucho contexto e historia. Lo que más me gusta es el entrecruzamiento del presente con historias muy viejas que traen un país que yo realmente desconozco. Cada uno desde su soledad guarda un pasado, hay de todo como en botica.