martes, 20 de junio de 2023

LENGUAJE E IDENTIDAD EN LOS ALCAZARES

 En este barrio excepcional de la zona 13 de Medellín, con tanta historia intrincada, como un laberinto carente del hilo de Ariadna que salve a sus personajes, existe un tejido social propio de la literatura fantástica, con una memoria llena de contrastes, entre la vida persistente pese a sus adversidades y la muerte sorpresiva que está al acecho, late como un perro rabioso, vive y tiene su propio palpito. 

Con más de 100 años de memoria, hoy se bate contra una situación siempre difícil. Las rutinas son las mismas, los personajes asumiendo identidades por fuera de las clasificaciones del estado, la cédula no importa, no es Darío es lolo,  galleta, el loco, Giovanni, Pato, Alirio, torres, Darío con su brazo como insignia, amos y dueños de la esquina entre las fronteras de la parte baja, y las lomas, siempre listos, con muchos años en estos espacios, se conocen al dedillo, se aman y se falsean, es una solidaridad dudosa pero siempre constante, cada uno tiene una historia personal de lo que ha sucedido, de sus vecinos, de las imposturas del estado, como políticos barriales, manejan los conceptos, con jerga propia.

También está la tienda de Beatriz, el barcito de Cristina, la panadería, el jubileo, la enfermera, siempre con un ritmo fijo, todos sabemos a que hora abre la verdulería del amable Elkin, a que hora sale Sandra la gastrónoma empírica, con una sonrisa a flor de piel, personajes variopintos, como de novela policiaca. También está el rebusque, la mona mandona, el evangelista, las señoras emblemáticas que deambulan entre los negocios terminando como una constante en la carnicería, sacándole la sangre al peso en una economía absorbente y envolvente.

En el otro parque está el profe, Omar, leche, Ana, Wey, J, Simon, Moisés, pelos, Pele, el ingeniero, Morgan, Orlando, Henry, Cesar, Annie, Armando, Esteban y el que llegue, con otros ritmos, igualmente cumplidos, los mismo problemas pero en esquemas literarios peores de administrar. El parque es un eje, como en el parche anterior la imagen de la virgen. Aquí se ve pasar la gente apurada a la estación del metro, con el tiempo conocemos como más a los transeúntes, a los paseadores de perros, a los mismos perros, en su caprichoso sometimiento. 

Siempre en estos sitios prima el alcohol, cierto importaculismo, el vicio soterrado, el coqueteo infame, los amores contrariados y la esperanza de una vida más apacible. Cada espacio genera su propia memoria y cada personaje su propia narrativa.  

También hay mitos tangibles que permiten mucho orgullo. Dicen: Aquí vivió el profe Maturana, Trellez, los Monsalve, quinterito, Aun vemos a Boterito deambular por estas calles, quien entrenó con Cueto, la Rosa, Pelufo, Vilarete, en el nacional de Zubeldía, todos grandes futbolistas.

De igual manera hay profesores, jubilados al por mayor, amas de casa, viudas inconsolables, sardinas juiciosas y otras desenfrenadas, timadores, prepagos, que convierten a este lugar en un arco iris que refleja a Colombia en su totalidad.

Estos son los Alcazares, un Barrio emblemático, del que uno no quiere salir nunca, tiene un imán social indefinible, lleno de amigos, de farra, cultura y una cotidianidad que se repite pero, como los grandes cuadros que no dejamos de mirar, nunca cansa. 

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