domingo, 13 de noviembre de 2011

LAS NOVELAS QUE DEBERIAMOS LEER INDEFECTIBLEMENTE


Asumo que escribo este artículo para lectores consumados. Hablare de un género específico: la novela. Hare una reflexión sobre aquellas novelas imprescindibles  del siglo veinte, según la crítica,  el canon y la propia experiencia. El tema será asumido desde un punto de vista absolutamente personal, queda descontado que faltarán muchas novelas y por su puesto novelistas. El artículo nace de sendas antologías y listas publicadas en este mes por la revista Arcadia y por un periodista cultural de la revista Semana. Solo empezaremos con las primeras cinco novelas de un total de veinte en el plano universal. Después hablaremos de aquellas novelas hispanoamericanas del siglo veinte y por último  de las novelas Colombianas del mismo periodo.


Seguimos pensando, que es imprescindible incluir en esta lista, lo monumental:


1.- El Ulises de Joyce.


 2.-La montaña Mágica y José y sus hermanos de Thomas Mann.


3.- En busca el tiempo perdido de Marcel Proust.


4.-El cuarteto de Alejandría Lawrence Durreal.


5.- El hombre sin atributos. De Robert Musil.


Qué hace de estas novelas iconos emblemáticos ?. La perfección lograda de acuerdo a las condiciones del género hasta la fecha de su publicación, los cambios sustanciales propugnados y la revolución estética producida para la literatura en general. Estas obras sobreviven a sus autores y se han convertido en universos suficientes a los que se recurre y se cita cotidianamente, como realidades por encima de su condición metafórica. Estas obras  hacen parte del patrimonio estético de la humanidad y la memoria de un siglo, con un  ítem: están siempre abiertas, viven, se renuevan, gracias a sus lectores e interpretaciones múltiples, hay un dialogo permanente con ellas.


Ulises incorpora el monologo interior a la novela y constituye una revolución lingüística para la lengua inglesa. Esta obra cambia totalmente la estructura de la novela. Con su publicación se produce una revolución, lenta de comprender, pues los avatares de su edición y publicación dan para otra novela, pero consolidada en el tiempo. “El MONÓLOGO INTERIOR o «fluir de la conciencia» (el narrador narra impresiones fugaces en forma delirante, sin orden temporal. Su conciencia fluye y se exponen los sentimientos más íntimos sin organización lógica tal y como vienen a la mente. A veces se eliminan los signos de puntuación y las estructuras gramaticales. Este discurso refleja el caos interno del personaje”. Otras muy serias connotaciones aporto la obra, pero sustancialmente esta es una de las más importantes.


Thomas, Mann, es un novelista a carta cabal, por sus obsesiones frente al género y los temas que pretendió abarcar. Busco eso que llamamos la novela total y por lo tanto a través de la ficción, describir al hombre en toda su dimensión. La montaña mágica y José y sus hermanos, constituyen verdaderos monumentos.
Proust, con la publicación de su extensa saga de siete novelas, junto con Joyce, deslumbra, por la perfección de su obra, por las connotaciones particulares,  excepcionales y por los cambios introducidos. Cuando se lee, se asiste a una ópera prima de tipo lingüístico: “Su estilo es muy especial y se compone de frases muy largas que resultan extrañas, y para las que es necesario tomar aliento si se quiere llegar al punto sin ahogarse. Sus contemporáneos aseguran que de hecho, se trataba prácticamente del modo en el que el autor hablaba, lo que también resulta paradójico si se tiene en cuenta que Proust era asmático. No obstante, al igual que el escritor cubano José Lezama Lima, la redacción de sus extensas frases recuerdan el ritmo lento de la respiración del asmático. Se cuenta, además, cómo solía hacer innumerables adiciones a los textos en las galeradas previas a la edición final, hasta agregar folios e incluso tomos completamente nuevos. Este ritmo, podría decirse «ahogado», que alarga sus frases, sumado al ímpetu frenético de su escritura, se pueden entender más claramente a partir de ciertas observaciones: algunos de sus amigos y conocidos más cercanos sospechaban en Proust los rasgos del hipocondríaco.” La visión sujetica del tiempo, Bergson, es aplicada aquí en toda su dimensión. Estas largas ensoñaciones, del tiempo recobrado, de una poética sin igual y cargadas de citas sobre la pintura, la sociedad Francesa y el arte en general, en un ambiente burgués en absoluta decadencia, son un bocado para el lector y constituyeron una verdadera revolución para la literatura. 


‘El cuarteto de Alejandría’ es una tetralogía escrita por Lawrence Durrell a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado. La intención del autor, como explica en la nota que abre “Balthazar”, el segundo de los libros, es construir una serie de novela que se desplieguen en el espacio sin constituir una serie; obras que se complementen unas a otras, entretejiéndose en una relación puramente espacial, sin referencia temporal alguna. Eso es lo que Durrell hace con los tres primeros volúmenes, mientras que el último sí que se revela como un sucesor de los anteriores y utiliza el tiempo (narrando hechos posteriores a los ya mostrados) para tejer una imagen última —que no definitiva— de los protagonistas ( Solodelibros). Existe una experimentación en los aspectos formales de la novela, sobre todo en el manejo del tiempo y el espacio. Estas obras se refieren a los acontecimientos en Alejandría justo antes y durante la segunda guerra mundial. Los primeros tres libros cuentan en esencia la misma historia, pero desde diferentes perspectivas, una técnica que Durrell describió en su nota introductoria a "Balthazar" como "relativista". Sólo en la parte final, "Clea", la historia avanza en el tiempo y alcanza un desenlace. En estas novelas investiga el amor en todas sus formas, y pasajes de gran belleza se mezclan con estudios sobre la corrupción y con una compleja investigación sensual.


El hombre sin atributos de Musil, inacabado por la muerte del autor, se resume en estos hechos: obra escrita entre 1930 y 1942.  Los actores principales de esta tragicomedia monumental son: Ulrich, el hombre sin atributos, el matemático idealista, el sarcástico espectador; Leona y Bonadea, las dos amadas del matemático, desbancadas por Diotima, cerebro dirigente de la "Acción Paralela" y mujer cuya estupidez sólo es comparable a su hermosura; y Arnheim, el hombre con atributos, un millonario prusiano cuya conversación fluctúa entre las modernas técnicas de la inseminación artificial y las tallas medievales búlgaras. Alrededor de ellos se mueve, como en un esperpéntico vodevil, la digna, honrada, aristocrática sociedad de Kakania (el imperio austro-húngaro), que vive los últimos momentos de su vacía decadencia antes de sucumbir a la hecatombe de la Gran Guerra. “La perspectiva de Musil tiene trescientos sesenta grados y abarca la gama entera de lo real, como un diccionario universal que incluye todas las voces del mundo y toda inteligencia, desde el principio de razón suficiente al gran amor vagabundo, desde el capitalismo a la nieve, desde una media femenina que se deshilacha en una pierna, a las mejillas de Agathe que arden como rosas en la sombra. Musil sabe mirar al mundo con los ojos apagadamente melancólicos de su Leo Fischel, como con los amablemente estúpidos del conde Leinsdorf o los alucinados de Clarisse.” Se ha reeditado en Español. La lectura de los diarios de este autor, es absolutamente exquisita.
Siempre hablamos de los libros que nos gustan con  sentido hedónico, como lectores sin ninguna pretensión academica. Estamos convencidos, que es mucho mejor releer que arriesgar con títulos nuevos. Pero es imprescindible estar en todo en materia narrativa, tan solo como lectores impenitentes. La curiosidad frente a los nuevos autores, nos hace tomar los riesgos consabidos, muchas veces con  gratas sorpresas. Seguiremos en la tarea en todo caso.









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