Quiero hablar de
algunos textos y filósofos que se leen con absoluto agrado producto de una
prosa excelsa, bien facturada, que no le envidia nada a las mejores obras de
literatura en textura, belleza y rigor. Nietzsche, para citar al más emblemático, es un autor cuyo valor literario de sus textos es incuestionable, es reconocido
por infinidad de críticos, terminó
imponiendo un estilo particular, el aforismo, es la figura literaria preferente en su obra, de mucha
exigencia y rigor, su influencia se
decanta fácilmente en muchos escritores contemporáneos, su prosa es metafórica, abierta, parece un juego de arma-todo,
depende del lector, se da para interpretaciones múltiples, en un doble juego, donde
se baten autor y lector, el aforismo es siempre cortante, tiene un filo peligroso, hay
que descifrarlo, corresponde a un estilo contestario e iconoclasta, es el sello
del filósofo alemán. Tomo por estilo de un autor, lo que lo diferencia de otros, en la construcción de sus textos, su esencia particular, lo que lo individualiza e identifica. “Uno puede hablar de estilo refiriéndose a la configuración de la
obra o remitiéndolo a un concepto histórico". El estilo es el sello del autor,
la huella digital que lo diferencia de otros. Leer a Schopenhauer en su idioma
y traducido es difícil, podría uno admitir sin temor a equivocarse que su
estilo es muy complicado, inentendible para muchos.
Hay filósofos y
pensadores que gozan de un prestigio literario indiscutible: Nietzsche, Cioran,
Sartre, Camus, Foucault, Ortega, Savater, Deleuze, Derrida, Freud. El pensamiento es la base del
estilo. Jesús de Ferrero, quien escribe en Boomerang literario, tiene un blog
excelente, expresa en su última entrada: “Los filósofos, poetas, escritores de
obra sólida y unitaria, con frondosa vegetación por fuera y mucho fuego por
dentro, se convierten en planetas semánticos. Platón es un planeta semántico,
pero también lo son Sófocles, Descartes, Nietzsche, Primo Levi (y su opuesto
Junger). Y también lo son Poe y Whitman. A veces el planeta semántico se puedo
componer de una sola obra de autor incierto, por ejemplo el Tao Te King (como
hermosamente se escribía antes). Son planetas porque podemos ver su límite,
conformado por su obra, e intuir su redondez, porque forman en sí mismos un
mundo que ilumina de algún modo el mundo, porque crean su propio sistema de
fuerzas, su propia divina comedia”[1].
Estoy leyendo a Gilles
Deleuze, el texto: “Nietzsche y la filosofía”
es una muestra absoluta de lo que es un ensayo filosófico con el rigor, el
estilo y la belleza de una obra literaria. No solo hay claridad conceptual,
sino que su estilo es envidiable, se deja leer. En Colombia existió un filosofo
muy importante para Latinoamérica, con obras de referencia obligada: Danilo Cruz Vélez,
no solamente fue un gran filosofo, sino que sus
textos estan sustentados en una prosa diáfana, rigurosa gramaticalmente
hablando y que tiene la facultad de hacer fácil lo que es muy díficil de digerir.
Fernando Savater, tiene similares características, por ello es
reconocido como un gran divulgador. Los textos de Foucault sobre-pasan estas
medidas, su estilo, prosa, construcción y argumentación es casi perfecta,
habría podido ser un escritor excelente, de hecho sus ensayos literarios lo
confirman.
Voy a terminar con un
pequeño resumen que sirve de entrada a un texto sobre Borges en referencia a su
elucidaciones sobre filosofía, constituye un acápite perfecto a lo que estoy tratando : “La relación de Borges con la filosofía parece haber sido
objeto de tres interrogaciones: ¿Es acaso Borges un filósofo? ¿Cuál es su
filosofía? ¿Qué hace con la filosofía? Sin embargo, no es seguro que en las
respuestas a estas preguntas se explicite cuál es el valor de Borges para la
filosofía. Se trata aquí de una pregunta diferente que, si la condición de
filósofo de Borges es precisamente lo que se halla en juego, no podemos esperar
contestarla desde su propia obra. Proponemos hacerlo a partir de la historia de
la filosofía y la teoría del discurso filosófico de Gilles Deleuze. En efecto,
creemos que es posible encontrar allí un modo novedoso de interpretar la famosa
sentencia borgeana según la cual la filosofía sería una rama de la literatura”[2].
[1]
Jesús De Ferrero. Boomerang literario. Planetas errantes, planetas semánticos.
http://www.elboomeran.com/blog/74/blog-de-jesus-ferrero-cielos-e-infiernos/
[2]
. Axel Cherniavsk La filosofía como rama de la literatura: entre Borges y
Deleuze.
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1666-485X2012000200001
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