miércoles, 12 de noviembre de 2025

LOS PRIMEROS AÑOS (TERCER RELATO MA)

 En un día lluvioso de octubre, exactamente el 22 del 2003  nací. Soy la hija primogénita de un hogar que me esperaba con mucha ansiedad  y amor. A partir de esa fecha fui la razón de su existencia y su ángel. Tres años después nació mi hermano Andrés, fue un primero de junio del 2006, quien ha sido mi compañero incondicional y a ratos mi enemigo. En el 2009 nació mi otro hermano, Felipe. Realmente somos un triunvirato loco, lleno de amor y con cierta dosis de perversidad. En estos años Colombia había fracasado en uno de los procesos de paz más osados con la FARC,  la guerrilla más grande del mundo y quienes intentaron tomarse el poder por más de cuarenta años. El secuestro, la toma de pueblos, las bombas, eran la constante en mi país. Soy de Liborina,  del occidente de Antioquia. Crecí en medio de la guerra, fue corriente verlos pasar por el patio de la casa, acampar en el mismo e incluso jugaba con los hijos de los comandantes, cuando los veía a lo lejos, caminando hacía el pueblo, me alegraba de sobremanera. No tengo referencias malas de su presencia, diferente a mi madre quien sufría mucho con ellos, siempre se imaginaba consecuencias nefastas, sobre todo si llegara a producirse una confrontación con el ejercito, que es lo más corriente. Después  por esas connotaciones de vivir en un país lleno de contradicciones, no supe nunca cual de los bandos era peor. En mi país la tragedia la vive inexplicablemente la población civil. El presidente electo encarnaba la derecha y su mandato lo llamó la seguridad democrática.

La vida de provincia es sencilla, familiar, tranquila en el fondo. Mi pueblo es agrícola y ganadero. Se sufre por todo, menos por comida. Es lo que llamamos, una región montañera y en el fondo me siento así. Crecí al lado de mi abuelos maternos,  de ellos recibí solo amor y mucha compañía. Recuerdo con mucha fijación y agradecimiento a mi tías Ana y Ofelia. Son matronas de pura cepa, antioqueñas de la vieja guarda, conservadoras a morir, muy pendientes de su casa y excelentes cocineras. Aun hoy añoro el sudado de pollo que preparaban los domingos.

El mundo había consolidado la globalización y la apertura para esa década. Nací en plena revolución de las tecnologías, de la información y del conocimiento. Pertenezco a la generación z. Recuerdo con mucha nostalgia mi diccionario Larousse. Un libro muy pesado, mi mejor compañero después de mis hermanos. (continuará)



















































































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