Orlando Sierra fue un hombre de provincia, nacido en la ciudad de
Manizales Colombia. Subdirector del diario local “La patria”, vilmente
asesinado hace diez años. Fue un emblema vivo de denuncia y valentía. Poeta y
lector infatigable, adorado por su ciudad y admirado por el país, era el periodista estrella de la región, una reserva moral, quien a través de su columna
“punto de encuentro” denunciaba a una
clase política perversa, que saqueaba y saquea inexplicablemente las arcas públicas. El día de su asesinato se encontraba en compañía de su hija, Beatriz, entonces estudiante
de psicología de la Universidad de Manizales. Un sicario los sorprendió y le
disparó a quemarropa dos disparos en la cabeza. De inmediato
lo trasladaron al Hospital de Caldas, en donde durante dos días luchó contra la
muerte, pero ésta finalmente llegó el 1 de febrero a las 8:35 p.m. Colombia ha
sufrido desde hace muchos años el asesinato de innumerables periodistas. La mayoría
de las veces estos actos quedan impunes, hasta ahora este ha corrido con mejor suerte en los estrados judiciales.
Quien era Orlando y que
representa para el periodismo colombiano. Gloria Luz Angel Echeverri editora de
papel “Salmon” del diario “La Patria” escribió esta bella nota hace dos años:
OCHO AÑOS DE AÑORANZA
"Hablar de Orlando Sierra Hernández y de su obra es difícil. Primero,
porque se ha convertido en un ícono del valor civil y del compromiso social de
los periodistas. El caso de su asesinato ha sido un ejemplo de la impunidad que
reina en el país. Segundo, porque sólo vieron la luz tres de sus libros de
poesía y uno quedó inédito. Además, de sus cinco novelas, sólo una fue editada
en Francia, pero es como si no hubiera sido publicada porque no llegó a
Colombia.
Era un ser que tenía el alma templada para el periodismo de riesgo, pero también para la poesía y el disfrute de lo cotidiano; ese líder de masas que los manizaleños hoy tanto extrañan por su palabra comprometida con el bien común, por la brillantez de su lenguaje y su obsesión por develar verdades. Escribía semanalmente una columna titulada “Punto de encuentro” donde su interés se centraba en la lucha contra la corrupción y en la demanda porque se dieran mayores espacios de participación política en Manizales y Caldas. Su carácter rebelde, el interés por la ciudad y por las causas perdidas, el apego a la verdad y a la libertad, el amor a la poesía, esa inquietud que lo llevaba a cuestionarse siempre a sí mismo y a los demás, y su gran sed por conocer lo que decían los escritores universales, lo acompañaron durante sus 42 años.
En su poesía se develaba un hombre distinto, uno que le escribía al amor. Orlando Sierra era un niño en el cuerpo de un hombre grande, impaciente, curioso. Él mismo lo dijo en su poema “Confesión” (Simulacro del paraíso. Inédito) “Yo soy un niño terco metido en ropa de hombre mayor”. También lo era en el amor y así lo refleja unos de sus versos: Sé que hay una edad / en que se empieza a amar sin impaciencias. / No aspiro a ella. (“Anhelo” - La celebración de la nube – 1992).
Han pasado ocho años de su partida, pero sus enseñanzas viven todavía entre nosotros, sus compañeros de trabajo y de la vida, y también entre sus alumnos de los talleres de poesía. Sus pasos apresurados, su exigencia en la escritura, su amor a la existencia y a la libertad, también nos acompañarán por siempre. Extrañamos al niño-hombre que con tanto humor nos hacía reír y gozar la vida como él lo hizo. Periodista. Editora de Papel Salmón – La Patria."
Era un ser que tenía el alma templada para el periodismo de riesgo, pero también para la poesía y el disfrute de lo cotidiano; ese líder de masas que los manizaleños hoy tanto extrañan por su palabra comprometida con el bien común, por la brillantez de su lenguaje y su obsesión por develar verdades. Escribía semanalmente una columna titulada “Punto de encuentro” donde su interés se centraba en la lucha contra la corrupción y en la demanda porque se dieran mayores espacios de participación política en Manizales y Caldas. Su carácter rebelde, el interés por la ciudad y por las causas perdidas, el apego a la verdad y a la libertad, el amor a la poesía, esa inquietud que lo llevaba a cuestionarse siempre a sí mismo y a los demás, y su gran sed por conocer lo que decían los escritores universales, lo acompañaron durante sus 42 años.
En su poesía se develaba un hombre distinto, uno que le escribía al amor. Orlando Sierra era un niño en el cuerpo de un hombre grande, impaciente, curioso. Él mismo lo dijo en su poema “Confesión” (Simulacro del paraíso. Inédito) “Yo soy un niño terco metido en ropa de hombre mayor”. También lo era en el amor y así lo refleja unos de sus versos: Sé que hay una edad / en que se empieza a amar sin impaciencias. / No aspiro a ella. (“Anhelo” - La celebración de la nube – 1992).
Han pasado ocho años de su partida, pero sus enseñanzas viven todavía entre nosotros, sus compañeros de trabajo y de la vida, y también entre sus alumnos de los talleres de poesía. Sus pasos apresurados, su exigencia en la escritura, su amor a la existencia y a la libertad, también nos acompañarán por siempre. Extrañamos al niño-hombre que con tanto humor nos hacía reír y gozar la vida como él lo hizo. Periodista. Editora de Papel Salmón – La Patria."
Conocí a Orlando en la librería palabras de Manizales. Siempre estaba
buscando novedades y tenía una curiosidad infinita por los buenos libros, pese
a que era un hombre muy popular por la calidad de su columna, su sencillez era emblemática.
Parecía un niño, la primera vez que me encontre con él, me costo reconocer que estaba hablando con quien tenía a la clase política de la ciudad en vilo y al portas de la carcel. Orlando nunca dejó de publicar sus denuncias, pero parecía no comprender la
prligrosidad y los alcances de sus enemigos. Muchos de sus amigos le advirtieron sobre el peligro
que le rodeaba, aun así prosiguió su labor como si nada. Su muerte confirma lo vulnerable de esta profesión en un país donde confluyen infinidad de violencias. Esperamos, que alguna vez termine el proceso que condene a los autores intelectuales , pues en Manizales todos conocen quienes son. Por ahora solo queda brindarle un pequeño homenaje.
Orlando en esencia era un poeta vestido de periodista:
ALQUIMIA
Para algunos la alquimia
es transmutar en la retorta
la escoria en oro.
Para mí es conquistarte,
hacer que me quieras.
Sólo así oro será mi nombre
en el enrojecido
caldero de tu lengua.
Ese es el secreto.
Para algunos la alquimia
es transmutar en la retorta
la escoria en oro.
Para mí es conquistarte,
hacer que me quieras.
Sólo así oro será mi nombre
en el enrojecido
caldero de tu lengua.
Ese es el secreto.
Escribió cinco novelas, tan solo una ha sido publicada, paradójicamente
en Francia y no ha llegado a Colombia. Esta es una pequeña biografía aparecida
en la revista “Alquitrave:
Orlando Sierra Hernández (Santa Rosa de Cabal 1959-2002) hizo
estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Caldas y de Periodismo en
la Tadeo Lozano. Profesor de la Universidad de Caldas, fue director de
Extensión Cultural y desde 1986, hasta el dia de su asesinato trabajó en el
diario La Patria, ocupando diversos cargos, desde Jefe de Redacción hasta
Director. Publicó tres libros de poemas: "Hundido entre la piel "
(1978), "El sol bronceado" (1985) y "Celebración de la
nube" (1992). En 1995 fue becario de la Casa de Escritores y Traductores
Extranjeros de Saint-Nazaire, donde escribió la novela "La estación de los
sueños", publicada en esta ciudad de la bretaña francesa en 2007.
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