Arcadia es una revista de literatura y arte excelente, cumple a
cabalidad con el papel de divulgar lo que está pasando en esta materia, tiene
columnistas de mucha calidad, desde allí se incita a las buenas lecturas,
informando y haciendo pedagogía en cada número.
Todos los años publica una lista de los libros que según su juicio,
ameritan ser tenidos en cuenta, por condiciones del mercado, aceptación del
público y por su puesto por consideraciones estéticas. La revista realiza una encuesta muy minuciosa a los principales libreros, todas
condiciones que hablan con justicia de esta antología que se convierte en una
buena guía para los amantes a la lectura. Personalmente estas listas me gustan, pues además de ser muy
didácticas muchas veces son verdaderas cartas de vuelo para conocer buenos
textos. Hablare de algunos libros de la última lista, de mí preferencia.
Hay escritores que aun son desconocidos para muchos lectores e
inclusive para sectores especializados de la crítica. El primero es el más emblemático,
se trata de Juan Cárdenas un Payanes que vive en Madrid, distante de los
sectores de la crítica acartonada de la capital Colombiana. No solamente estamos ante un buen novelista,
cuentista excelso, sino además un ensayista lúcido. Es autor del libro de
cuentos “Carreras delictivas”
(Editorial Universidad de Antioquia, 2006), reeditado por 451 Editores, en
España. “Sus textos sobre cultura popular, literatura o arte contemporáneo han
sido publicados en Letras Libres, Arte-contexto, Número o Revista Universidad
de Antioquia. En mayo de 2010 publicó su primera novela, Zumbido, con 451
Editores. Entre sus traducciones más notables se encuentran autores como
William Faulkner, Thomas Wolfe, Gordon Lish, David Ohle, J. M. Machado de Assis
y Eça de Queirós”. La recomendación es
pertinente.
Don Carpenter, pertenece a la saga de novelistas suicidas, que suelen
darse particularmente en los Estados Unidos, producto de una sociedad
esquizofrénica extrema que se expresa a
través de hombres excepcionales, diferentes a todo lo que conocemos y por fuera
de todo contexto normal: contestatarios, críticos mordaces de su mundo y sobre
todo, prosistas de una calidad indiscutible. “Dura la lluvia que cae” es una
novela que se desarrolla desde estos ámbitos. La lectura de este tipo de novelas es de mi
absoluto gusto, casi nunca
suelen desilusionarme, son verdaderas perlas y de hecho la vida atribulada de
autores como este, genera una tensión
sin par, cierta complicidad. Poco conocido, en todo caso algunas críticas
confirman la calidad de esta novela la cual se publicó hace poco en español.
Otro autor de antología es Richard Ford, su novela “Canadá” confirma el buen momento de la literatura
norteamericana. A partir de un hecho, contundente además, contado con el
desparpajo se produce un tsunami de eventos que constituyen la matriz del
relato. Esta novela atrapa al lector desde el primer renglón, tiene
una fuerza impresionante, su prosa es impecable, como suele suceder con los
autores americanos, las técnicas del periodismo siguen siendo una herramienta
de primer orden.
Hiromi Kawakami, es una escritora Japonesa que al igual que Harukami ha venido ganando adeptos en occidente,
gracias a una prosa depurada, sin arabescos, lejos de cualquier barroquismo, su
éxito está basado en la calidad de sus novelas, que parten de reflexiones y
situaciones especiales, los personajes, en apariencia muy comunes y silvestres,
atienden a resolver cuestiones vitales,
algunas veces de orden casi metafísico que nos permiten conocer universos
urbanos diversos y situaciones intensas.
Leí “Manazuru” y “El señor Nakano
y las mujeres” sobre esta última un lector expresó sabiamente: “Leer a Kawakami
es como darse un baño de agua tibia. Lo más importante es el homenaje que se
rinde a la melancolía, o a la imposibilidad o, mejor aún, a este estado de
indefinición –prerreflexivo- podríamos decir en el que habitualmente nos
movemos los humanos”.
Valeria Luiselli, para mí fue de esas escritoras que uno dice Wau, esto
que es, dónde estabas, su lectura lo deja a uno impávido, estupefacto.
Sorpresas como esta en el mundo literario son reconfortantes. Sé que hay un mundo infinito de creadores que
es difícil conocer, pero no deja de sorprendernos cuando encontramos escritores
de una calidad incuestionable como los textos de esta mujer.
A esta corta lista de mis preferencias solo agrego un hombre del cual
se hablará mucho. Me refiero a Jeremías Gamboa de Perú quien actualmente tiene
mucho éxito con su novela “Contarlo todo”. Este es una novela, sobre el arte de
escribir novelas y los diez años que pasa escribiéndola: La voz de Gabriel Lisboa –que al comienzo
de la novela no es más que un joven pobre de Lima que vive con sus tíos,
estudia periodismo, trabaja en los
oficios más duros para poder pagar su carrera y, claro, se sienta a escribir
una novela– cautiva de inmediato al lector. Su prosa limpia y honesta, clásica,
crece con la lectura y va construyendo un hermosísimo retrato de juventud con
sus amores difíciles, su culto a la amistad y las frustraciones laborales de
Gabriel, que quiere ser un buen periodista y que comienza como practicante en
la revista política proceso”. Mi consejo, leerla, este autor dará mucho que
hablar.
Los textos de ensayo son caso aparte.
El relato de Piedad Bonnet: “Lo que no tiene nombre”, es una crónica
personal, contada en primera persona, sobre la tragedia del suicidio de su
hijo, es absolutamente hermoso, por la textura de la prosa, la forma como nos
va narrando su historia y las conexiones frente a este hecho puntual incomprensible
para muchos, por lo injustas. Nos conmueve su lectura.
Otro texto es: “Nabakov y la felicidad”, la reseña lo dice todo: “El
encantador mezcla diversos géneros: la biografía, el reportaje, la crítica y la
ficción. Pertenece a una categoría que, a partir de Oscar Wilde y Borges,
podríamos llamar crítica artística, para la cual el autor y la obra comentada
no constituyen un dique sino una fuente de inspiración. Dice Lila Azam, la
joven escritora francesa de origen iraní que vive en Nueva York y que ha
deslumbrado a sus lectores con este original primer libro: “Para mí ha sido
como bailar un tango con Nabokov. El encantador es un baile, a veces con
acrobacias, en un espacio creado con el movimiento en círculos del baile”.
En la próxima entrega tocaremos sobre algunos textos y escritores que
se nos quedan en el tintero, en todo caso les entrego el link de la revista.
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