Los textos de Borges no son
fáciles, exigen un lector atento y enamorado de la literatura, de antemano,
para el goce de su narrativa, se hace necesario como mínimo haber abrevado en
buena parte del universo literario existente,
conocer parte de la republica de las letras en cabeza de los autores más
emblemáticos, con todo el entramado de figuras y artificios gramaticales y
literarios, recursos que este autor dominó con absoluta destreza. Su prosa es
impecable, escrita con el cuidado de un relojero, cada palabra responde a un
propósito específico, sus textos están llenos de referencias, citas, sentencias
clásicas, estas constituyen el basamento de su obra. La interxtualidad (Es uno de sus progenitores) adquiere en él, el
nivel más alto, la perfección, tanto en sus cuentos, como en sus ensayos, que
al final resultan ser lo mismo. Borges trató desde la ficción temas
metafísicos, propios de la filosofía. Leonardo Acosta en un texto crítico
hermoso expone magistralmente al respecto: “ Se ha dicho que la fantasía
exacerbada de Borges, a diferencia de otros escritores latinoamericanos,
responde a un pensamiento metafísico particular, acorde con ciertas doctrinas
filosóficas ( Berkely Hume, Schopenhauer, Nietzsche), aunque sabemos que su
enciclopédica erudición iba mucho más: de Heraclito al inefable Zenon De Elea, de las disputas teológica, a la especulación teológica de los Arabes, sin
ignorar el pensamiento científico de Huxley, o de Bertrand Russel entre otros.
En el umbral del pensamiento religioso y la mística, nos conduce de Pitágoras a
los gnósticos, de Scoto De Erigena a Swudemborg, y a la metafísica Hindu de los
spanihads”[1].
El libro “Historia de la
eternidad”, con muy pocos textos, constituye el mejor ejemplo del universo de
Borges, de sus preocupaciones mayores, tratadas desde la ficción, estos fungen como ensayos, las referencias constituyen verdaderas joyas,
perfectamente hilvanadas a un argumento encubierto, se van suscitando con mucha
inteligencia, en Borges son artificios hermosos, pese la erudición de las citas,
son traídas como alusiones esenciales del tema principal, sin ellas no habría trama, va creando aperturas temáticas alrededor de
conjeturas ordenadas con
premeditación bien intencionada, pensando en el lector, expectantes, parten
de hipótesis muy especiales, el tiempo, la eternidad, o del análisis de un
recurso literario, la metáfora, los keningar, con un grado de perfección
magistral, nunca se les ve de más, asombroso para el lector, al final, uno no
termina de saber, sí está frente a un ensayo, un cuento, un relato, o
simplemente un texto lleno de alusiones, como una especie de juego.
El primero, el que da
nombre al libro, “ Historia de la eternidad”, es un buen ejemplo de la manera como construye
Borges sus textos a partir de una conjetura: “En aquel pasaje de las Eneádas
que quiere interrogar y definir la naturaleza del tiempo, se afirma que es
indispensable conocer previamente la eternidad, que-según todos saben-es el
modelo y arquetipo de aquel. Esa advertencia liminar, tanto más grave sí la
creemos sincera, parece aniquilar toda esperanza de entendernos con el hombre
que la escribió”. Después cita el Timeo de Platon: “El tiempo es una imagen
móvil de la eternidad”. A partir de esta
conjetura, empieza una elucidación metafísica desde la esclerótica de autores
muy diversos, todos de la predilección del autor, va citándolos uno a uno y
construyendo hipótesis harto inverisímiles: “Invirtiendo el método de Plotino
(única manera de aprovecharlo) empezaré a recordar las oscuridades inherentes al tiempo:
misterio metafísico, natural, que debe preceder a la eternidad, que es hija de
los hombres. Una de esas oscuridades, no
la más ardua pero no la menos hermosa, es la que nos impide predecir la
dirección del tiempo. Que fluye del pasado al porvenir es la creencia más
común, pero no es más ilógica la contraria, la fijada en un verso español por Miguel De
Unamuno: Nocturno el rio de las horas
fluye/ desde su manantial que es la mañana/eterno. Comienza de súbito a participar
al lector en la narración, lo hace cómplice
de las conjeturas que va armando: “Se trata de una imaginación personal de la
que puede prescindir el lector”, refiriéndose a las sentencias de Plotino: “El
universo ideal a que nos convida Plotino es menos estudioso de variedad que de
plenitud; es un repertorio selecto, que no tolera la repetición y el pleonasmo.
Es el inmóvil y terrible mundo de los arquetipos platónicos”.
De pronto, como detectives, estamos inmersos en conjeturas metafísicas, “El universo, los números,
el espacio” abriéndonos pasos entre sentencias, en un entramado de aluciones, llenas de erudición, pero
con el encanto que produce este tipo de develaciones históricas, pues son alucinantes elucidaciones al propósito de
sus intenciones literarias. Analicemos el
texto con más detalle: alusiones de Plotinio, del más arraigo idealismo Platonico, cita el libro tercero de las Eneadas, una afirmación que pone en duda la
existencia de la materia: “En el libro tercero de las Eneadas , leemos que la materia es irreal: Es una mera y hueca
pasividad que recibe las formas universales como las recibiría un espejo; estas
la habitan y pueblan sin habitarla”, en adelante cita Shopenhauer y termina con
una sentencia Platonica: “ los individuos
y las cosas existen en cuanto participan de la especie que los incluye, que es
su realidad permanente” y a partir
de estas elucidaciones va relacionando las más diversas referencias: “Keats, ajeno al error, puede pensar que el
ruiseñor que le encanta es aquel que oyó Ruth en los trigales de Belen, Stevenson erige un solo pájaro que consume
los siglos: el ruiseñor devorador del tiempo”. Siempre en el texto va llevando al lector por
el sendero señalado: “Presumo que la eterna leonidad puede ser aprobada por mi
lector”. Además le pregunta: “Presumo si mi lector precisa argumentos para
descreer de la doctrina Platónica”. Está no esto cosa ue la disputa entre los universos
idealistas y aquellos que refutan al mismo, los va suscitando desde la pregunta
sobre naturaleza de la eternidad y el tiempo que es su imagen. Con una particularidad, estamos en el universo
Borgeano, está es la forma como construye los textos de literatura fantástica, casí siempre a partir de
conjeturas metafísicas, las mismas con las que deslumbró al mundo.
Por este camino cita a San
Agustin, a Marco Aurelio, al obispo Ireneo para plantear los interrogantes
alrededor de la trinidad: “ Si el hijo no es también el padre, la redención no
es obra directa divina; si no es eterno, tampoco lo será el sacrificio de
haberse denigrado a hombre y haber muerto en la cruz. Nada menos que una infinita excelencia
pudo satisfacer por un alma perdida para infinitas edades, insto
Jeremias Taylor”. Más tarde afirma: “Desde que Ireneo la inauguró la eternidad
cristiana empezó a diferir de la Alejandrina”. Categoriza en esas sentencias metafísicas
muy propio de la inteligencia de Borges,utiliza la filosofía para generar
conjeturas que termina convertidas en literatura fantástica a partir de
especulaciones, que como cosa excepcional, proceden de un recorrido histórico
sobre la eternidad desde los autores más emblemáticos: “La eternidad quedó
como atributo de la ilimitada mente de Dios, y es muy sabido que generaciones de
teólogos han ido trabajando en esa mente, a su imagen y semejanza”. Después trae referencias de la mitología, de Aristides, cita las últimas
páginas del Ulises de Joyce, Juan Escoto
De Erigena.
Al final termina con una experiencia que es una visión propia de la eternidad. Uno supone que las elucubraciones constituyen el proposito de una busqueda especifica y se sorprende cuando responden a un proposito muy personal, es el preambulo a una experiencia fantastica. Espero que lean este texto,
es un reflejo fidedigno de la literatura Borgiana. Lo reflejan cabalmente.
[1]
Borges el escritor de las antípodas. Leonardo Acosta.
http://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/Acosta.pdf
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