Estoy leyendo con juicio a este escritor colombiano, leo religiosamente sus columnas, me encantó su novela sobre el poeta Silva desde la
esclerótica de un loco; "Autogol" que narra la paranoia y la violencia del
país desde el inexplicable asesinato de uno de sus mejores deportistas, Andrés Escobar, por haber hecho
un autogol, algo que aterraría a cualquier sociedad, en nuestro país hay efectos muy mediáticos, frente a este tipo de eventos tenemos como un libreto, después todo se olvida y lo peor, la impunidad es total.
Ahora empiezo
a leer su obra total con juicio, con ánimo crítico, por parecerme muy seria. Su más
reciente novela: “Cómo perderlo todo” (Alfaguara, 2018) ganó el quinto Premio
Biblioteca Narrativa Colombiana Eafit. Esta novela polifónica, con muchas voces
narrativas, es otro intento por descifrar nuestros tiempos. En una entrevista publicada
por la revista “Semana” a propósito del premio, el autor expresa:
“SEMANA: Cómo
perderlo todo entrelaza la historia de muchos personajes. ¿Cuáles fueron los
retos creativos de trabajar con tantas voces narrativas?
Ricardo Silva
Romero: Esa es una pregunta me pone a pensar una cosa en particular. En el
siglo XIX, cuando no había cine, era más frecuente tener novelas que le daban
la misma importancia a cualquier personaje que apareciera. Es decir: había un
esfuerzo para que cada uno tuviera vida y que los lectores pudieran intuir su
drama. Esa es una cuestión que he tratado de seguir: ningún personaje es en
vano, todos tienen un asomo de humanidad. En Cómo perderlo todo creo que eso se
logra, así haya personajes que, por el peso de sus historias, se impongan como
protagonistas, pero siempre son relevados por otros personajes”.
Es un
escritor de oficio, vive de lo que escribe, está dedicado de tiempo completo a
su tarea. La profesionalización de los escritores colombianos es de suma
importancia, hasta hace muy poco era casi imposible vivir de la
literatura y realmente el grupo de privilegiados se contaba con los dedos de una mano. Hoy es diferente y en esta materia existen muchos escritores dedicados de tiempo completo al oficio. Paradójicamente esta
condición genera la obligación de publicar religiosamente cada año, o por lo
menos en tiempos muy determinados, implica mucha responsabilidad y cierta carga
que, la mayoría de veces se deja ver en la obra, se repite la técnica narrativa
y las tramas, es difícil ser genio en cada novela, el talento se va comprometiendo
de alguna manera, es imposible dar en el blanco siempre, pero es una garantía para quien vive de la literatura.
Pese a esta
realidad, Ricardo Silva Romero mantiene su vigencia, sus novelas son leídas, vende muy bien. Nadie sabe cómo será
recordado un escritor después de muchos años de la publicación de su obra,
hasta la fecha imagino que por lo menos dos de sus obras tienen ganado la
perdurabilidad (El libro de la envidia y Espantapájaros con su contraportada,
una novela romántica), lo digo por la calidad de las mismas.
Comenzó a
escribir a los 15 años y lleva más de 22 absolutamente dedicado a la escritura.
Cuando escribe ficcionario, un ensayo sobre la ficción y el drama, en esencia
sobre la escritura, se le hizo una entrevista que deja ver mucha sus
concepciones sobre el oficio:
‘Ficcionario’
está atravesado por dos ideas: el drama y la ficción. ¿Qué reflexión le suscita
cada una?
La ficción es
el gran descubrimiento humano: es la prueba reina de que hemos sido incapaces
de vivir sin entender, sin retener lo vivido, sin hallarle la cara a todo lo
que hay y a todo lo que pasa. El drama, que es una forma tan estricta como un
soneto, y como un soneto puede caer en manos de maestros, no es un formulario
ni es un capricho: responde al hallazgo de que nuestro cuerpo, que para algunos
es todo lo que hay, vive una carrera contra el tiempo y espera descubrir su
propia meta antes de que le llegue el final.
Después el
entrevistado en otra pregunta le concreta:
Usted
comenta: ‘Creo que todo aquel que elige un oficio elige en realidad una
ficción. No una mentira, no, una ficción’. ¿En qué se diferencian la mentira y
la ficción?
La ficción es
un pacto. La mentira es una traición: las estafas, las campañas políticas
llenas de propaganda sucia en un principio parecen ficciones comunes y
corrientes, es decir, relatos que van del emisor al receptor, pero en algún
momento es claro que una de las dos partes no está cumpliendo el acuerdo. Hay
gente que se dedica a la ficción de la política y gente que dice dedicarse a la
política, pero en realidad está dedicándose a robar.
Luis Antonio
Merchan Parra en la red no habla de sus inicios: “Ricardo Silva Romero nació en
Bogotá, el 14 de agosto de 1975. Estudiante del Gimnasio Moderno, donde comenzó
a escribir sus primeros cuentos, los cuales eran unas pequeñas narraciones en
las que los personajes no tenían nombre. Culminó sus estudios de Literatura en
la Universidad Javeriana, en 1998, y su tesis de grado fue un documental sobre
Paul Auster, titulado Todos los hombres del rey. En aquellos años escribió
Sobre la tela de una araña, pequeña colección de cuentos que conforman una
novela humorística; también escribió tres poemarios, todos inéditos y perdidos,
titulados Paréntesis, Puntos cardinales y El blues de la luz de la luna; además
de la novela El libro del sol y una obra de teatro llamada Podéis ir en paz”. Asumió
su condición de escritor precozmente, ha sido fiel a esta decisión, lo
demuestra un trabajo riguroso y juicioso, además de una vigencia ganada a
pulso.
Llevo dos
meses trabajando su obra y creo durar unos seis meses más, espero publicar el
texto en este portal.
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