Ayer
escuche en la radio colombiana algunos comentarios sobre el interés de
sectores importantes de la cultura Mexicana por la obra y vida de Octavio
Paz. La obra de Paz, como la voz de Gardel, con el tiempo se disfruta
más, su importancia es incuestionable, adquirió el sitial propio entre los
grandes escritores universales. Es un ensayista de la línea de Reyes y Borges,
humanista a carta cabal, escribió sobre lo divino y lo humano. Sus artículos
sobre pintura, de crítica literaria, sobre la revolución lingüística y
antropología, de poesía, de interpretación sobre la opacidad genealógica del
ser mexicano ( El laberinto de la soledad), dejaron una huella muy grande desde
la perspectiva estética, la cual no es valorado por las generaciones
nuevas, más por falta de divulgación que por otra cosa. Qué bien por México.
Se
inaugura en la biblioteca Nacional de España una exposición sobre la generación
del 14 del siglo pasado. Es difícil hablar con la juventud sobre este
tema. Nada les dice Ortega y Gasset, menos Juan Ramón Jiménez y ni que hablar
de la saga de pensadores y científicos de esta tormentosa época que antecedió a
la primera guerra mundial. Fundamentalmente busca recordar el legado histórico,
científico, cultural y político de aquellos hombres y mujeres fundamentales en
la historia de España del siglo XX y que se podrá ver entre el 14 de marzo y el
1 de junio en la BNE. La muestra, comisariada por Antonio López Vega, Juan
Pablo Fusi Aizpurúa, José Manuel Sánchez Ron, José Lebrero Stals y el
recientemente fallecido Carlos Pérez García, recorre a través de más de dos
centenares de piezas -algunas de ellas inéditas, entre pinturas, esculturas,
fotografías, manuscritos, cartas, material científico, obras de arte, libros…-
estructuradas en seis apartados las diferentes facetas del legado intelectual y
científico de la Generación del 14. El término Generación del 14
identifica a aquellas personas que hicieron de la europeización de España su
quicio generacional. Para ellos, Europa significaba ciencia, razón,
universidad, cultura, investigación, en definitiva, modernidad. Entre un largo
etcétera, podemos incluir en esta generación a los filósofos, Ortega y Gasset,
D’Ors o García Morente; los médicos Marañón, Pittaluga, Rodríguez Lafora,
Hernando, o Pi i Sunyer; los matemáticos Rey Pastor o Terradas, el físico
Cabrera, el químico Moles, los historiadores Castro y Sánchez Albornoz, los
literatos Gómez de la Serna, Pérez de Ayala, Cossío, Madariaga, Onís, Vela,
Díez Canedo o los poetas Juan Ramón Jiménez o Carner, el pedagogo Lorenzo
Luzuriaga –que acuñó el término Generación del 14 en la revista Realidad en
1947-, los músicos Falla, Ernesto y Rodolfo Halffter, los pintores y escultores
Sert, Miranda o Vázquez Díaz, los políticos Azaña, Besteiro, Fernando de los
Ríos, Jiménez de Asúa o toreros como Juan Belmonte.
La
literatura y el arte siempre parecen adelantarse a todos los acontecimientos.
La desaparición del Boeing 777 me recuerda la exitosa serie “LOST”. La ficción
vuelve adelantarse a la realidad. El avión desapareció de los radares
hasta ahora solo hay hipótesis al respecto.
Los
países nórdicos no dejan de sorprendernos con la novela negra. Viktor
Ingólfsson “El enigma de Faltey” resulta ser un bocado de cardenal. Este
es el primer capitulo:
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