La crisis Europea y la
reverberación de los movimientos sociales motivada por la baja del nivel
de vida de la clase media, quienes
comprobaron que su destino muchas veces no depende de sus decisiones y en cambio está en manos de
terceros, debido a los entramados del poder, me
trajeron a colación la obra de Foucault, que abordó el tema del poder y sus relaciones con el saber y el
sujeto. Recordarlo es importante, su vigencia es indiscutible, más ahora
cuando el ciudadano inerme está totalmente avasallado entre poderes que lo
superan en lo absoluto.
Deleuze alguna vez expresó
que el siglo viente iba a ser foucaultniano. Fue el último gran filosofo
Francés, que actuó como vedete, con el
prestigio de un artista de Hollywood, fue el centro del pensamiento de los años
sesenta remplazando a Sartre en estas lides, ponía a pensar al mundo con solo
dar una opinión, sus estudios descifraron el poder-saber, de la mano de
Nietzsche a través de Heidegger.
Como Nietzsche y Heidegger es crítico de la
modernidad. Esta comenzó con Descartes, quien se olvido
del ser y se concentro en las cosas. Contrario a los Griegos que basaron toda
su filosofía en el ser. Para Foucault el sujeto muere en Heidegger. Su trabajo
gira alrededor de esta pregunta, no para resolverla, sino para descifrar su
entramado. Por ello expresa que, no estudia la historia del pensamiento, sino
lo que hay de pensamiento en la historia. En el texto sujeto y poder, Foucault es
enfático cuando afirma: “...mi objetivo ha sido elaborar una historia de los
diferentes modos por los cuales los seres humanos son constituidos en sujetos.
Nació en Potiers 1926. Crítico
de la psiquiatría, la medicina, el derecho y los sistemas disciplinarios cualquiera sea su origen. Fue un pensador
total: sociólogo, estudioso de la psiquiatra, del psicoanálisis, excelso
escritor. Fue el segundo de tres hermanos. En su niñez se caracterizó por ser
un estudiante fuera de serie. Más tarde bajo inexplicablemente su promedio, Cambió de colegios frecuentemente, se sintió
aislado, infelicidad que tiene que ver con sus problemas de identidad sexual. Mantuvo tratamiento psiquiátrico por
mucho tiempo hasta que obtuvo un equilibrio que le sirvió para descollarse
intelectualmente y ser quien fue.
La primera etapa de la “arqueológica”,
estudio como nacieron los objetos de saber, la psiquiatría, la medicina, el
derecho. Se pregunta cómo se constituyeron en saberes, como adquirieron su
estatuto de ciencia, como se empoderaron, indagó sobre las prácticas sociales.
Su indagación es genealógica, además de descifrar el origen del poder, como se
ha diseminado en micro-poderes, nos permite saber de cómo funciona esta maquina. Como el estado se hace
cargo de la totalidad de la vida, que
denomina la biopolítica, la metáfora represiva, puso en cuestión los
dogmatismos, los ismos, rompe la idea de un poder unificado y más habla de la
difuminación del poder, la dispersión del mismo. Es un trabajo de archivista
que descifra, que indaga profundamente por cada uno de los poderes que afectan
al sujeto, que lo modelan. “La
evolución del pensamiento de Foucault en tres etapas distintas: la etapa
arqueológica, que acabamos de describir (de 1961 a 1969), la etapa genealógica
(de 1971 a 1976) y la etapa de las tecnologías del yo (a partir de 1978),
caracterizadas supuestamente cada una de ellas por las diferencias en el método
de análisis histórico empleado[1].
Se pregunta por la
epistemología de las ciencias sociales, por su ontología. Partía del
hecho, que la filosofía
fue siempre el reflejo de la cultura occidental, la forma de cultura más característica y general. Esto produjo un evento fundamental, es una
reflexión de tipo antropológica, vuelve a Kan quien se hace la pregunta, El pensamiento de Michel Foucault, se mueve desde una
variante de la triple interrogación kantiana: ¿Qué sé?, ¿Qué puedo?, ¿Qué
soy?; pero sin que estas cuestiones sean reductibles a una cuarta: ¿Qué
es el hombre?, indaga la forma como el
hombre occidental se cuestiona así mismo, sobre el estatuto de verdad. “Lo que
Foucault ha llamado arqueología, es hacer hincapié en los vínculos con la
epistemología Francesa tal como se practicaba desde Bachelard.
Morey le asignaba a su
trabajo y a sus libros un curioso estatuto: “Caja de herramientas”, esto quiere
decir “a) Se trata de construir no un sistema sino un instrumento; una lógica
propia a las relaciones de poder y a las luchas que se comprometen alrededor de
ellas b) Que esta búsqueda no puede hacerse más que poco a poco, a partir de
una reflexión”. Cuál es la condición previa frente a la filosofía: “Creo que
hoy la filosofía no existe; no es que haya desaparecido, sino que se ha
diseminado en multitud de actividades diversas, por ejemplo en la actividad del
axiomático, del lingüista, del etnólogo, del historiador, del revolucionario,
del político. Esto le permite decir: hay pensamiento en la filosofía, pero
también lo hay en una novela, en la jurisprudencia, en el derecho, en un
sistema administrativo, en prisión. “A Esta de pensamiento que cruza todo lo
social, discriminándolo del modo en que vivimos lo llama SABER.
En una tesis sobre Foucault
escrita por Guillermo Mendoza Martínez para la universidad de Granada,
denominada “historia de la sexualidad crítica del psicoanálisis abre con un
interrogante muy interesante para entender la tarea de este filósofo:
“Porque nosotros, los que
conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos, la filosofía tendría que
tener como tarea levantar los velos que posibilitan el desconocimiento,
trabajando deconstructivamente los saberes que se entretejen en lo imaginario y
que son sustentados por los que conocemos como conocimientos verdaderos de la
verdadera realidad. La filosofía, como crítica incesante de la ilusión epistémica
(Saber) y metafísica (Real), debería denunciar aquello que insidiosamente se
mantiene como impensado y se acepta sin más incidencia al asumir ciertos
saberes arbitrarios e históricos que dicen decir lo que somos. ¿Cómo se ha
llegado a pensar, a decir y actuar como pensamos, decimos y actuamos? Las
investigaciones de Foucault, retomando cierta ilustración y utilizando
interesantemente a cierto Nietzsche, llevando hasta las últimas consecuencias
el ejercicio de la crítica dando forma a una ontología de nosotros mismos, a
una antología de la actualidad”, articulada a través de una serie de preguntas
especificas sobre el surgimiento histórico de los saberes sobre el hombre, los
juegos de verdad, las modalidades de ejercicio del poder y las formas temporales
de la subjetividad.” La genealogía en su obra es vital como instrumento. Foucault
en el texto “Nietzsche, la genealogía, la historia” aclara: “La genealogía [...] se opone [...] al despliegue
metahistórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos.
Se opone a la búsqueda del origen”[2]. El papel genealógico está
marcado en este texto de manera puntual: “La genealogía es gris; es meticulosa
y pacientemente documentalista.
Volvamos a su itinerario. Carrera académica en Humanidades en Francia Tras
la Segunda Guerra Mundial, ingresó en la prestigiosa Ecole Normale Superieure la tradicional
puerta de entrada a una. Tras un breve
período de docencia en la École
Normale, asumió una posición en la Université Lille Nord de Francia, donde enseñó psicología de
1953 a 1954, año en que publicó su primer libro, “Enfermedad mental y personalidad”, una
obra que más tarde desaprobó. En 1961 publica su obra: “Historia de la locura
en la época clásica”, de su primera época con la que obtiene el doctorado y el inició de una obra sistemática
durante más de veinte años. “En Las palabras y las cosas. Una arqueología de
las ciencias sociales (1966), Foucault plantea la interrogación acerca de
lo que es imposible pensar y acerca del tipo de imposibilidad de que se trata,
y confiesa su sospecha de un desorden que exige ordenamientos empíricos dentro
los cuales los hombres sepan a qué atenerse y se reconozcan a sí mismos;
ordenamientos que, por otra parte, nada tienen que ver con una presunta razón
universal”[3].
Uno de los libros vitales para entender su pensamiento, escrito dilucidarle
las dudas formuladas por algunos críticos fue “la arqueología del saber”,
verdadera caja de herramientas. Afirmaba en su introducción que se opone a las
miradas totalizantes de la historia y revisa en cambio las capas superpuestas
de los hechos que configuran objetos de saber, una tarea arqueológica, de
desciframiento.“Foucault pertenece a este tipo de pensadores que más que
edificar cavan. En este texto nos permite conocer los instrumentos
metodológicos con los que ha escrito su obra, es una respuesta a los mal-entendidos
que suscitó “las palabras y las cosas”. Es una mirada diferente de la historia,
que creó grandes bloques, se armo con continuidades. “La
continuidad proviene de determinar un origen. Foucault se encarga de negar la
continuidad y buscar los límites de los procesos históricos, sus puntos de
inflexión, "ese desplazamiento de lo discontinuo: su paso del obstáculo a
la práctica; su integración en el discurso del historiador, en el que no
desempeña ya el papel de una fatalidad exterior que hay que reducir, sino de un
concepto operatorio que se utiliza; y por ello, la inversión de signos, gracias
a la cual deja de ser el negativo de la lectura histórica (su envés, su fracaso,
el límite de su poder), para convertirse en el elemento positivo que determina
su objeto y la validez a su análisis"”[4].
se trata de problematizar la reconciliación pensada por
Hegel entre razón e historia.
“las palabras y las cosas”, al igual que Nietzsche
tuvo “la intuición profunda de estudiar la ciencia como acontecimiento surgido
desde las relaciones de poder. Y tuvo la intuición de que los límites del
arte están establecidos por la racionalidad, la formalización, la lógica que
circunvalan los sentidos, el deseo, la materialidad propia del arte”. “El
libro, inspirado en un texto de Borges, empieza con una larguísima
discusión de “las meninas” del pintor español Diego Velázquez, en atención a su
complejo juego de miradas, ocultamientos y apariciones. “ahí desarrolla su
argumento central: que todos los periodos de la historia poseen ciertas
condiciones fundamentales de verdad que constituyen lo que es aceptable como,
por ejemplo, el discurso científico. Foucault argumenta que estas condiciones
de discurso cambian a través del tiempo, mediante cambios generales y
relativamente repentinos, de un de
un episteme a otro”.[5]
El estudio de las ciencias humanas desde su perspectiva histórica, a través del
lenguaje, de la representación, constituye el eje central que desatornilla
totalmente el problema del saber".
En las palabras y las
cosas la cuestión del lenguaje es fundamental. La alegoría de la “prosa
del mundo” nos dice que el mundo nos habla –según la episteme del siglo XVI
y XVII- en un lenguaje y que los ordenamientos
de este lenguaje serán los ordenamientos del mundo.
“Es por esto que acceder a
las cuatro similitudes –la conveniencia, la emulación, la analogía y la
simpatía-, los criterios de asociación semántica no es algo independiente del
mundo. Es a partir de estas condiciones que se puede establecer las cadenas o
redes semánticas que ordenan el discurso sobre el mundo, la naturaleza, y el
mismo lenguaje”[6]. Por
ello en síntesis, se puede establecer que
“el discurso no es un suplemento lingüístico de un fenómeno
óntico, sino el lugar a partir del que asignamos significado y orden al mundo. El texto busca la respuesta concreta al interrogante de
como se instauro el discurso de la modernidad, como se expresa en las ciencias
sociales, cual son los momentos de ruptura, de discontinuidad, como se forman
los enunciados y como en este contexto, se deriva al proceso de formación de
las ciencias sociales como instrumentos de saber-poder.
Resulta muy esclarecedor acompañar el estudio de su obra con la biografía
con el itinerario de su construcción, de su estructuración. Edier Eribon,
publicó la mejor escrita hasta ahora, con otro texto que se llama, “Foucault y
sus contemporáneos”.
Desde sus primeros años en Potiers hasta sus últimos días en París la
relación directa entre lo que vive y escribe, es determinante para la
comprensión de algunos aspectos fundamentales de su obra. Su relación con el psicoanálisis es un ejemplo
típico de este factor. Su obra en principio pone en cuestión al psicoanálisis,
pero en la “historia de la sexualidad” está en el centro de su indagación y con él
saca a flote los dispositivos de la sexualidad, donde establece que es
históricamente burguesa, que el cristianismo se abroga, controla y administra y
la somete a su arbitrio.
El paralelo entre vida y obra lo publicaré en la próxima entrega.
[5]
Esther Díaz. Nietzsche entre las palabras y las cosas. http://www.estherdiaz.com.ar/textos/foucault_nietzsche.htm
[6]
El Foucault de “las Palabras y las Cosas” dialoga con el Derrida de
la “Gramatología. http://rickyesteves.wordpress.com/2007/07/27/el-foucault-de-las-palabras-y-las-cosas-dialoga-con-el-derrida-de-la-gramatologia/
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