Estaba parado al pie del separador de cemento de tan solo cincuenta centímetros de altura y veinte de ancho, servía de asiento a sus visitantes, al frente de la tienda del viejo Joaquín, en el parque de los iconoclastas. En su mano derecha tenía una cerveza light y en la otra un cigarrillo que, fumaba al mejor estilo Humphrey Bogart junto con su amigo Omar y Wey. Era un domingo cualquiera y como de costumbre, se reunían a disertar en el día final de la semana, sobre lo divino y lo humano, para darle oxigeno a una vida que hasta la fecha se había remitido en una lucha tenaz sólo para sobrevivir, muy por debajo de las expectativas que aún tenía y las que lo mantenían lúcido y muy responsable.
Simon siempre piensa que los seres humanos son en su mayoría imperfectos, falibles, pero no por ello iguales, talvez en derechos y dignidad, pero no en hechos y valor. Tenía claro que tomar de cada amigo y que omitir. El hecho de haberse criado en una familia con pretensiones burguesas, con cierto valor social agregado frente a los pares, le había dado un valor de juicio muy certero y en ocasiones cruel. Recordaba fielmente cada rincón de su casa en el poblado, barrio de la elite de Medellín, de estilo moderno, muy cercana a los diseños franceses de Le Corbusier, quien visitó a Colombia para su fecha de nacimiento. Realmente Simon nació en envigado, a principio de la década de los ochenta del siglo pasado, la ciudad estaba en plena efervescencia por el narcotráfico que aún no presentaba los resultados nefastos en muertes y caos, se podría decir sin temor a equivocaciones, que había un auge intempestivo del comercio, que se traducía en una expansión urbana sin precedentes. Es mellizo, su hermana se llama Melisa, tiene además a Manuela y Juliana, su hermano se llama Lukas. La crianza correspondía a los estereotipos de la familia colombiana. Todas las familias del país pretenden ser ricas, son arribistas por naturaleza y esta no era la excepción. La casa del poblado lo marcó para siempre, no solo con la idea de familia que aun conserva, sino por las experiencias que anido, malas unas y otras de grata recordación. La convivencia con sus padres y hermanos nunca fue homogénea, tiene muchas afinidades con Juliana, conversa mucho con Lukas, pero son más las diferencias que las concordancias. La melliza es otra cosa, una relación indescifrable, pero con tácitos afectos. Tiene muy claro la frase de Freud: "Un hombre que ha sido el indiscutible favorito de su madre mantiene durante toda su vida el sentimiento de conquistador". Ahora se pregunta, cuáles fueron las preferencias en su casa. Aún no lo puede afirmar con certeza. Simon tiene una forma de ser temperada, tranquila, sus dudas que son muchas, las matiza en silencio, asume siempre una responsabilidad silenciosa en las tensiones cotidianas, muy por fuera del canon. Desde que fundó con su padre la agencia de publicidad, se hecho toda la carga encima. Es consciente que esta sociedad es como un parto precoz. Sabía que todo lo que se haga en la empresa debe remitirse en últimas a ganar dinero. Trabaja con publicidad y mercadeo que, es una forma de profesionalizar el engaño con inteligencia y persuasión encubierta en el producto final. Es un ser adicto al orden, a la limpieza y un enamorado de la buena cocina. En la universidad, en las épocas de su preparación como publicista, le perturbaba el desorden de sus amigos, las malas maneras. Los años de estudio fueron un bálsamo y donde comenzó la relación afectiva con las mujeres. La naturaleza de las féminas le intriga de sobremanera. Nunca se sabe, menos ahora que han asumido un rol protagónico en la sociedad, que se ha empoderado elocuentemente. Sueña con una relación ideal. Aprendió muy pronto que el sueño es la liberación del espíritu de la presión de la naturaleza externa, un desprendimiento del alma de las cadenas que nos imponen las ilusiones banales. También aprendió muy pronto que no son los males violentos los que nos marcan, ni las cicatrices producto de una relación, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos miran meticulosamente con el tiempo, se imponen soterradamente. Eso pasaba en sus relaciones sentimentales y en ocasiones familiares.
Hay hechos indisolubles en su vida que han configurado mucho su forma de pensar, de asumir la realidad y su relación con los otros, experiencias que definitivamente marcaron. La vida en familia, el día que abrió la oficina y cuando decidió vivir independiente, la convivencia con su amigo Wey. Sabia que esta vida es un infierno, pero igualmente, cada instante es un milagro. Cada uno de estos momentos son relevantes para su existencia y podría narrar muchas experiencias que recuerda con nitidez.
Toda la vida se ha preguntado por qué y pese a que han compartido los mismos padres, experiencias y entornos, es tan diferente a sus hermanos y ellos entre sí cada uno. Partía en sus análisis existenciales de reconocer que cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos así mismo. Las relaciones con sus padres, pese a que en apariencia no hay sobresaltos significativos, sí están llenas de baches y sucesos que apenas empieza a comprender. Nació en el año 84 del siglo pasado, en una época llena de esperanza para este país violento y conflictivo, cada muro, cuadro, panfletos a granel se llenó de palomas de la paz en medio de diálogos con la guerrilla.. En el gobierno del poeta y abogado Belisario Betancur, al principio Colombia parecía retomar su camino. Al final todo fue frustración.
Miraba con admiración a Omar, su forma de ser era muy especial. Este domingo la conversación de súbito pasó al plano personal:
Estuviste ayer con Juliana?, le preguntó Omar.
Sí. tomamos mucho aguardiente, replico Simon.
Buena copa es Juliana, no es raro que aún siga bebiendo, le dijo su amigo.
Es difícil seguirle el ritmo, ayer la conversación fue sobre la oficina, pese a que producimos lo justo, me siento mal, creo que las cargas no son iguales. Le afirmo con cierta preocupación a Omar.
Usted de antemano sabe como son las cosas, le dijo Wey con mucha seguridad.
Saber no basta, es algo que uno va reservándose y con el tiempo se vuelve una amargura, contestó.
Eso pasa replicó Omar.
Al final es como un crédito con cuota inicial, mi padre asumió que ya lo dio todo y realmente sus aportes y ayuda es insustancial en estos momentos, en todo caso los dividendos se reparten por igual. Ahora reconozco que, la carga de trabajo la llevo toda, abro la oficina, hago los tintos, contesto las llamadas, recibo los insumos, mando hacer los pedidos a proveedores y me encargo de las entregas y el cobro. Mi asistente me ayuda mucho, pero es un hecho puntual que yo lo pago y la responsabilidad del funcionamiento me cae a mi en su totalidad. Expresó Simon con un halo de cansancio.
Se tomó el poco de cerveza que le quedaba y se paró a pedir la otra tanda. No sabía si era el guayabo o si realmente algo le molestaba de sobremanera en la oficina. Hablar con los amigos se convertía en una terapia necesaria. Igual le pasaba cuando cocinaba. Estaba pensando en que hacer para el almuerzo. En este momento recordó el libro de Siddhartha de Hernán Hesse. El hombre vive inmerso en su búsqueda interior, en aquellas certezas y coherencias que le permitirán vivir mejor con su entorno, el que no se quiere así mismo es incapaz de querer a otro. Hacía cinco meses había terminado con su novia Adriana después de un largo noviazgo que paradójicamente dejó mucha cicatrices pero para alivio suyo develó verdades sobre su naturaleza, importantes para conocerse mejor.
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