Nunca acabaré de agradecerle al
autor de la novela más grande del idioma español después del “Quijote” con “Cien años de soledad” y por
su puesto el colombiano que nos dio más gloria en toda su historia,por haberme regalado las páginas de literatura que me dieron los
momentos más alegres y especiales como lector. He escrito en este blog mucho sobre su obra,
pero es indudable que este momento me obliga a volver a los temas que más me conmueven
de su vida y de su obra.
Su amor por la literatura fue inconmensurable.
Abandonó todo por esta pasión. En el primer capítulo de “Vivir para contarla”
está escrita de manera magistral esta historia frente a la incomprensión de su
padre y la tenacidad de su madre por hacerlo un hombre de bien. Nunca renunció
a este compromiso y fue fiel a su destino.
Gabo fue un hombre tímido, su
conversación era agradable, ordenada como sus novelas, atrapaba al
interlocutor, lucida e inteligente, con el tono típico de un caribeño de mil quilates.
El itinerario creativo de Gabo se parece a sus novelas. La genealogía de su
obra es un recorrido exhaustivo por la historia de la literatura, por la
historia de latinoamericana, desde sus propios mitos y con la altivez de quien
los descifra a cabalidad para el mundo, pero con un elemento relevante, se
otean algunas de las claves para los amantes de la escritura, de cómo se arma
un texto. No se nos puede olvidar que su vida estuvo llena de penurias propias de un escritor en un país y en un mundo que no esta hecho para tolerarlos y menos para valorarlos.
Desde el primer cuento la “Tercera resignación” en 1947, la
publicación de su primer novela “La hojarasca” su obra crece en tal medida, basada en una disciplina sin parangón que lo hacía
trabajar con un horario inmodificable, que le permiten construir 33 libros que
hoy enorgullecen a toda Hispanoamérica, con una factura impecable, un encanto
indescifrable donde se decanta la mejor literatura del idioma español.
Esta nota, la escribo desde el
agradecimiento, consciente de su legado y esperando realizar un escrito acorde
con su grandeza solo con la intención de decirle: Su obra le hará eterno.
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