Colombia es un país de regiones y cada una de estas tiene su propia gastronomía llena de historia, tradición familiar o etnología que, genera ciertas particularidades que hacen de estos grandes espacios geográficos algo especial. Hace dos días visité a mi cuñada, Patricia Ojeda quien me invitó junto a mi hermano y sobrinos: Sergio y Nicolas, a comer arepas, producto típico del municipio de Ocaña, del norte de Santander Colombia, encumbrado a 2000 metros de altura, muy cercano a Venezuela y a Cúcuta, capital del departamento. Recordé la frase de Friedrich Von Schiller, que decía "no es la carne, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos". Mi hermano Edgar se casó con Patricia en la década de los 80, se conocieron en Barranquilla, em la casa de Álvaro Ojeda, cuando ella era muy joven, mi hermano igual, llenos de expectativas muy diferentes, con un factor comun, tenían todo para triunfar, las ganas y esa arrogancia fresca de la juventud. Patricia estaba en búsqueda de un norte que le diera salida a su situación. En Barranquilla, exactamente en el negocio de mi madre, compartieron por mucho tiempo entre los avatares de una tienda muy grande con connotaciones especiales, no era cualquier tienda, sus ventas eran muy grandes, por fuera del canon para este tipo de negocios; estaba situada muy cerca del club country de la ciudad, en plena 53 con 76, uno de los mejores sitios desde lo urbanístico. Llevan más de treinta años de casados y de esa unión nacieron Sergio y Nicolas. Ahora que narro sobre la familia, recordé una frase de una novela de Gabriel Vásquez: "las historias de los otros son territorio inviolable, o así me ha parecido siempre, porque muy a menudo hay en ellas algo que define o informa una vida, y robarlas para escribirlas es mucho peor que revelar un secreto". Como el excelso y gran escritor colombiano, usurpo estas experiencias para hacer memoria con cierta pretensión de trascendencia.
La vida de Edgar y Patricia son muy diferentes. Edgar, particularmente es un personaje especial. Por el sentido de grandilocuencia que tiene, la actitud frente a las formas, su manera de vestir y asumir el entorno. Tiene una idea de grandeza personal por encima de la realidad, lo hace un poco utópico, aún así son muchas sus realizaciones desde lo profesional, la trashumancia por el mundo, que le llevó a muchos lugares fuera del país y los grandes proyectos con que lidió, muy a pesar de los fracasos que son connaturales a la vida, son también un logro, muestra de perseverancia y terquedad frente a los propósitos. Patricia, cuya niñez desconozco, pero aprecio a través de los efectos que se delatan en su forma de ser. Es una mujer sincera hasta el punto de ser atrevida con ciertos conceptos, estos le llegan de súbito, los que no puede pasar por alto, no traga entero diría, es un talante con el que ha lidiado toda la vida. Trabajadora y con un sentido del deber irrenunciable, lo ha demostrado en la infinidad de cambios que ha sumido en la vida, esto se traduce en los sitios y experiencias: Bucaramanga, Barranquilla, Manizales y Bogotá. Siempre lleva en su memoria un suceso que la marcó, la partida de su madre a muy temprana edad, el desmembramiento de su familia y sus experiencias para sobrevivir entre estos avatares que más que debilitarla, la llenaron de fuerza y tenacidad. Es una mujer fuerte pero leal y excelente madre. Está pareja tan disímil ha mantenido un matrimonio estable pese a la infinidad de vicisitudes que tuvieron.
Sergio y Nicolas, mis sobrinos, son el fruto de esta unión. Sergio, nació em Cartagena cuando su padre vivía de hacer restauraciones como arquitecto en la ciudad vieja. Con el he tenido muchas afinidades. Es un joven centrado de sobremanera, juicioso en exceso, pero sin ninguna complicación mental, más bien lleno de coherencias entre lo que piensa y hace. Su bachillerato lo llevó sin sobresaltos, estudió microbiología en la javeriana de Bogotá. Está carrera con un sustrato científico, lo convirtió aun más, en un hombre poco demagógico, consciente que solo lo que se demuestra tiene validez. Con el compartí una experiencia profesional en Urabá Colombia, tenía que ver con reciclaje, en medio de cultivos de plátano de exportación, en una empresa joven que pretendía exportar a Alemania y generar con los desechos productos ecológicos. Hicimos una exposición a los dueños, ese día reconocí por mi propia mano la capacidad y el nivel como profesional de mi sobrino. Hace unos años se enamoró y comparte con una abogada, joven, hermosa, sí mi juicio no es equivocado, le ha enseñado que la vida es de resultados y los objetivos se consiguen cumpliendo a cabalidad con la bitácora propuesta, perseverando.
Nicolas, nació en Manizales Caldas, es un joven lleno de expectativas, enamorado de la música, toca la batería, es amante de la tecnología y los juegos electrónicos como su hermano y su primo Juan Pablo. Siempre ha estado muy cercano al mercadeo y a la administración. Cuando me encuentro con él, solo percibo amabilidad, siempre es un excelente anfitrión y lleva una sonrisa a flor de labio. Como el poema de Mario Rivero: Arrogante e impetuoso.
Alguien expresó: "No hay nada que te haga más loco que vivir en una familia. O más feliz. O más exasperado. O más… seguro". Pensando en mis sobrinos traje a la memoria una excelente novela de Paolo Giordano, la reseña es elocuente y pienso que esta excelente texto es una premonición para mis sobrinos: "Existen entre los números primos algunos aún más especiales. Son aquellos que los matemáticos llaman primos gemelos, pues entre ellos se interpone siempre un número par. Así, números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43, permanecen próximos, pero sin llegar a tocarse nunca. Esta verdad matemática es la hermosa metáfora que el autor ha escogido para narrar la conmovedora historia de Alice y Mattia, dos seres cuyas vidas han quedado condicionadas por las consecuencias irreversibles de sendos episodios ocurridos en su niñez. Desde la adolescencia hasta bien entrada la edad adulta, y pese a la fuerte atracción que indudablemente los une, la vida erigirá entre ellos barreras invisibles que pondrán a prueba la solidez de su relación". Pienso que la vida de mis sobrinos, su hermandad es indisoluble, no esta ligada literalmente a lo que les sucedió a estos personajes, pero si constituye un ejemplo de lo que deben ser.
Mi cuñada preparó el día de mi encuentro unas excelentes arepas Ocañeras, con queso costeño, sopladas y tostadas, preparación que requiere experticia, las disfrutamos entorno a una reunión familiar después de unos años, que evocó las más gratas nostalgias y una enseñanza piramidal, que en ocasiones declinamos: La familia lo es todo.
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