Este es el diario de un
crítico muy importante para Colombia, un lector consumado. “Ernesto
Volkening (Amberes, pero de vecindario renano-alemán, 1908-Bogotá, 1982) llegó
a Colombia en 1934, recién graduado de Derecho, y aquí se quedó hasta su
muerte. De hecho, toda su obra —sus ensayos paulatinos y constantes— la publicó
en Colombia, salvo la bella edición de ese libro extraño y maravilloso, entre
diario y evocación de la infancia europea, que es Los paseos de
Lodovico (1974). Y sus dos únicos libros colombianos son, el primero,
selección de sus ensayos, y el segundo la edición revisada de su tesis de grado
en Derecho”.
Quiero comentar el libro “En
causa propia”, re-editado por la
universidad EAFIT de Medellín, valioso aporte a las letras Colombianas, no solo
por el rescate que hace de nuestra memoria literaria y crítica, sino por la
divulgación y reverberamiento que producen estas re-ediciones.. El texto es un
diario de sus lecturas, sin mayores pretensiones, no fue escrito para ser publicadas,
refleja la agudeza de un lector fuera de serie, juicioso, preparado, con mucha
sensibilidad, su mirada sobrepasa los rígidos análisis académicos, son los efectos
del deslumbramiento que le dejan ciertos libros y autores, el revelamiento de las
emociones que se desprenden desde el texto que lee, sus impresiones, la esclerótica de un poliglota enfrentado a un mundo muy ajeno al
suyo por circunstancias históricas especiales. Su formación académica la tuvo en
Europa. El descubrimiento del talante
creativo de esta parte del mundo lo impresionó mucho y de hecho con sus
escritos contribuyó a su desciframiento
a través del estudio de autores y libros muy puntuales.
Oscar Collazos escribe el
prologo del texto, esto expresa: “Cada lector crea y construye su método para
leer. Y lo que importa y revela es lo que con ellas-la lectura y la mirada- se
destruye y construye desde la sensibilidad y la crítica, porque ambas se evidencian
en el momento de la destrucción y el caos, como dice Volkening- no basta, pues,
con la contemplación pura: precisa mirar a través de las cosas”, , los libros
sólo viven cuando se leen; puesto que la biblioteca constituye su muerte”.
Cada lector responde a una
formación, desde ahí parten sus elucidaciones. Hay lectores emblemáticos como
Borges, Octavio Paz, Vargas Llosa, de una cultura descomunal. Volkening, también lo era, es un lector fuera de
serie, profundo, quien no realiza juicios, ni elabora esquemas, trasmite lo
esencial de los textos desde una espiritualidad que abrevó en lo más calado de
la cultura occidental. La diferencia es que hay dos culturas enfrentadas, este
europeo se ve incorporado a una cultura que lo asalta, diferente a su país de
origen, del cual se vino evitando los horrores de la guerra.
Cuando uno entra a leer
estos diarios queda impertérrito. Nunca había leído unos diarios de esta calidad,
no me deslumbra su conocimiento desproporcionado de la buena literatura, ni su
excelsa y exquisita prosa, no, es el tacto, la textura de, la manera como expresa
lo que le deja cada lectura, El 26 de junio escribe: “El que está habituado a
asociar al barroco las ideas de énfasis y de plenitud desbordante hará bien en
leer a Baltasar Gracia. Sin duda, esto
es bien barroco, y del mejor, más por añadidura representa una de aquellas
audaces abreviaturas en las cuales aparece el periodo clásico contraído al mínimo,
encerrado en formulas cuyo laconismo llega gongoristas extremos.” Las
disertaciones sobre el quijote con que comienza este diario son fascinantes,
inducen a lecturas olvidadas: “Cuando Don quijote, tras extensas lecturas de “Amadis
De Gaula” y otros libros de caballería resuelve salir como caballero andante,
ha de ver se en ella la inversión de usuales procederes literarios. Lo leído se
trasforma ahora en aquella realidad viva la que tomaban los viejos autores el
material para sus historias”.
Este libro es además una biografía
literaria de su relación personal y crítica con Gabriel García Márquez: “Gabriel
es hombre de porte sencillo y natural, sin pretensiones, tiene un manera
discreta de mostrar sus simpatías. Su fama de autor debiera haberme intimidado,
pues así me suele suceder en presencia de gente de peso. Pero al contrario fue
él que dio la impresión de sentirse inhibido. Curioso parece que me tiene como un pozo de
sabiduría, sin embargo, se creó al instante un ambiente de mutuo entendimiento,
más aún experimente en e trato de él, igual qué para que con los personajes de sus
libros. Esa sensación honda de familiaridad que no había vuelto a sentir desde
mi amistad con Benno.” Sus articulaciones y referencias literarias son caso
aparte: “En filosofía sin supuestos” de
Danilo cruz Velez, parte II, página 210, ahí donde el autor, interpretando a
Heidegger, se ocupa del modi essendi,
encontré una clave para el entendimiento de Robert Musill y su “Hombre sin atributos”. Lo
posible es lo todavía no real, la posibilidad se ve, pues, dese la realidad; es
un escalón previo de la realidad. Lo posible es lo que se puede llegar a ser;
por lo tanto, no debe ser pleno, sino ser deficiente. Además, lo posible es lo
indeterminado. En estos dos respectos, la posibilidad es lo posible no es todavía
planamente pero puede llegar a ser, su posibilidad es doble; puede llegar a ser
real o no llegar a serlo. Por ello, la posibilidad se opone a la necesidad”,
etc.”.
Volkening fue un fiel
lector de la obra de Nicolás Gómez Dávila, su mirada a este autor, siempre fue
de respeto y sorpresa, de deslumbramiento con una inteligencia de tantos
quilates. En este diario hay citas bellas alrededor de sus diarios. No me queda
más que recomendar su lectura.
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