domingo, 19 de julio de 2015

LAS DISCUSIONES SOBRE EL PLAGIO EN ARGENTINA

Actualmente en Argentina está prendida la discusión del plagio, por efectos de la publicación de una ficción llamada “El Aleph engordado” de  Pablo Katchadjian, el cual le dio pie a la señora Kodama para presentar una demanda, lo que es una afrenta contra el propio Borges, quien abrevo en toda la literatura universal y lo dejó entrever en cada palabra de su obra, sabía que nada hay nuevo en materia de ficción.
Barthes después de citar un texto de Balzac al indagarse de quien habla expresa: “Jamás será posible averiguarlo, por la sencilla razón de que la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe”.  Después remata: “Siempre ha sido así, sin duda: en cuanto un hecho pasa a ser relatado, con fines intransitivos y no con la finalidad de actuar directamente sobre lo real, es decir, en definitiva, sin más función que el propio ejercicio del símbolo, se produce esa ruptura, la voz pierde su origen, el autor entra en su propia muerte, comienza la escritura”. El texto sobrevive por encima del autor, la humanidad recuerda más al Hamlet que a Shakespeare. Para los lingüistas de tradición saussureana, las frases eran enunciados abstractos, desprovistos de toda determinación. Estos textos reunidos en corpus, se consideraban igualmente como aislados de todo contexto. "El texto y sólo el texto". Establecen estos señores además, que el Análisis textual encara el relato (bajo la noción de texto) no como "un producto finito, clausurado sino como una producción que se está haciendo, ramificada en otros textos, en otros códigos, articulada de este modo en la sociedad, la historia y no sólo modos deterministas sino como un lugar de cita. En el caso de la discusión actual por la publicación de la ficción en Argentina, el autor deja intencionalmente ver, que parte de un texto de Borges, la sola alusión, elimina todos los argumentos de la señora Kodama y más bien es un homenaje al propio Borges, que queda en todo caso, en el entramado de una ficción, tácitamente preservado. La noción bartheana de intertextualidad es muy fructífera en este caso. Según él, "lo que hace al texto, es lo intertextual". Por ello la obra literaria comprendida como una estructura dialógica permite a Bajtín asociarla al carnaval. El texto pasa a ser comprendido como una estructura temporal que existe en el proceso de su lectura y/o interpretación por parte de un lector históricamente situado, quien a la vez, puede tomarlo como corpus independiente, para la creación de otros textos, diluyendo en este recorrido, la idea de un autor, el cual al final, nunca termina desapareciendo a pesar de la prelación del texto.
Encontré en la red un análisis que toma el texto de Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote”, para compararlo con la posición de Foucault, sobre el suicidio del autor[1]. “Borges en el año 1939 imaginó la historia de un escritor (Pierre Menard) que emprende una empresa absurda: rescribir El Quijote. Pero Pierre Menard “No quería componer otro Quijote –lo cual es fácil- sino el Quijote.(...) Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran –palabra por palabra y línea por línea- con las de Miguel de Cervantes.” El autor, concluye en primera instancia: “Componer el Quijote a principios del siglo diecisiete era una empresa razonable, necesaria, acaso fatal; a principios del veinte, es casi imposible. No en vano han transcurrido trescientos años, cargados de complejísimos hechos. Entre ellos, para mencionar uno solo: el mismo Quijote.” Este fragmento demuestra el inmenso logro de Menard y a la vez corona la ironía borgiana, el verdadero mérito de Menard era lograr lo imposible, escribir una obra fuera de su tiempo; escribir un libro más allá de la realidad que lo rodea y lo afecta, de los otros libros ya escritos, de la infinidad de enunciados que ya han circulado entre un ejemplar y otro”. Después citando a Foucault, establece: ¿Cómo no establecer paralelos entre el juego que nos proponía al principio Borges y los conceptos que sostiene Foucault?. Es, creo entender, Pierre Menard, el paroxismo de lo que Foucault crítica y pretende evitar. Aquellos textos, iguales en su totalidad, que se diferencian únicamente al ser leídos a la luz (o a lasombra) del nombre de su autor, son la parábola perfecta del autoritarismo del autor. El mismo párrafo puede resultar predecible si quien lo firma es Cervantes y brillante en la pluma de Menard. El autor actúa directamente sobre la obra, convirtiéndola en su posesión y en su extensión; obturando así una infinidad de interpretaciones. Como se ve los matices son infinitos.
Pero la discusión puede ser mas simple. Nunca el autor pretendió hacer un plagio en el caso concreto que aludimos, no se ve para el caso, ni desde la teoría de la creación artística, ni desde lo puramente formal, algo que determine la tipicidad del mismo. Se le agradece a la señora Kodama, la publicidad que le dio y como trajo a la palestra un tema de vieja data. Es rico en variables y multiplicidades interpretativas.






[1] Michel Foucault: El suicidio del autor, Pablo Colacrai.

lunes, 13 de julio de 2015

RELATO SOBRE EL TIO PEDRO HUERTAS

En toda familia hay un hombre que trasciende por los detalles, la nuestra no fue la excepción, se caracterizan por no estar pendientes de las cosas que le interesan a la mayoría de la gente. Mi tío Pedro pertenece a este gremio, no fue negociante, ni comerciante, menos intelectual, pero tenía una habilidad para todo lo que tienen que ver con la vida cotidiana, la administración del día, que lo hacía  imprescindible, con un orden miliciano para todo, producto de sus experiencia en la fuerza aérea Colombiana, como solía justificarse. Lo recuerdo con  un cariño inmenso, con una nostalgia cargada de anécdotas, hizo parte de nuestra niñez y juventud, dejó una huella indeleble en nosotros. Es un ser excepcional, terco a morir, organizaba las cosas pequeñas como si fueran grandes proyectos, como universos, nadie podía cambiar sus planes, cuando teniamos almuerzos de familia, pues es un gran cocinero, nada se movía sin su aprobación, al final se le perdonaban esas pequeñas actitudes dictatoriales, pues es un campeón en la cocina, sus platos eran de una ricura emblemática, terminábamos  chupándonos los dedos y solo pensábamos cuando sería la próxima comida.   Cortaba la cebolla, con una habilidad de relojero, en partes diminutas, haciendo del hogado, un aderezo de reyes, me parece estar viéndolo, con los ojos puestos en el cuchillo, con una rapidez envidiable, preparando el platillo, mientras hablaba con sorna y una felicidad sin parangón. Mi primer recuerdo lo tengo por los años 70 sí mi memoria no me falla, en Aguachica Cesar, en una casa inmensa, donde el abuelo se acomodó con el tío Hugo y su Familia y el tío Pedro y la suya, en una convivencia difícil, pero segura desde lo económico.  El tío allí ejercía su dictadura con absoluto rigor, ordenaba la casa, despachaba a los hijos y junto con Orfilia, su esposa, repartían funciones, ella lo ha entendido y administra con una sabiduría inexplicable, propia de las mujeres del puerto, ha sido su compañera incondicional, en ese tiempo, se comportaban con la sabiduría de aquellas parejas que saben que nunca se separarán, ese destino los hacía sabios en la convivencia. El tío Pedro tiene un humor muy particular, es cariñoso, cuando brindaba la casa con absoluta candidez, uno duraba dos y tres semanas y no sentía nunca la incomodidad natural que se siente en una casa ajena. 
 Su parecido con el abuelo era impresionante, siempre vivió muy cerca del viejo, pero paradójicamente no ganó su confianza, por razones que desconozco. El abuelo fue hermético en el trato con cada uno de sus hijos, era difícil saber lo que pensaba de cada uno, el tío Hugo era el hombre de los negocios, siempre a su lado, el tío Ludjerio, quien mantuvo una independencia absoluta desde el principio, le reconocía una inteligencia abrumadora, le ayudo en la mayoría de sus proyectos, el tío Eduardo, inteligente, con una habilidad para la pintura innata, lector, fue el único profesional de la familia, pertenecía a otro mundo y el abuelo lo admiraba de sobremanera, con sus hijas era muy distinto. Pedro siempre se quejó del trató que le daba la familia, aun así, se las arregló para tener una relación especial con cada uno de ellos.
El tío Pedro tiene esa costumbre de los militares en ser impecable con su presentación personal. Se viste con un rigor y orden que nunca le he visto cambiar, no importa que día sea, los pantalones en la cintura, la camisa metida, la correa bien puesta, los zapatos impecables y el peinado de militar, se repite hasta el cansancio. Orfilia, lo sabe llevar y le vi en algunas ocasiones enfrentarlo con vehemencia, sobre todo cuando su terquedad sobrepasaba los términos de tolerancia.   Siempre tuvo una habilidad para arreglar las cosas de la casa. Le sobraba la herramienta y cuando se imponía una tarea la terminaba por encima de todas las dificultades. Las personas que han convivido con él en el Puerto de Salgar, en Cundinamarca Colombia, fueron testigos de su amor por la pesca, esperaba la subienda del rio Magdalena con ansiedad, alistaba la atarraya y apenas llegaba, pescaba Bocachicos, un pescado de la región, con un sabor envidiable, pero el que solo comen los expertos por su exceso de espinas. Lo cocinaba como nadie más sabe hacerlo. En la familia hubo siempre un reconocimiento en este sentido y aún tengo fijos en mi memoria en Manizales los almuerzos alrededor de este plato, era el rey.
No he podido olvidar su actitud con los hijos. Era un militar completo. A la prima yudi la cuidaba en exceso y muchas veces le vi negar permisos con un actitud troyana que aún no logro entender. Cuando digo no es no y no había poder humano que le hiciera cambiar.

Supe que el tío Pedro  está muy enfermo. Duele saber que un hombre de su vitalidad esta vencido por los años y la enfermedad. Siempre queda el recuerdo imborrable de su espíritu, y el deseo  que pueda lidiar con los imponderables que nos impone el destino. El tiempo no es nada y los años pasan sin que nos demos cuenta. Solo tengo que agradecerle cada uno de los momentos que me regaló, los que tengo muy presentes. Ahí están sus hijos y sus nietos, ellos son el legado de un ser que en las cosas en apariencia poco importantes, nos marcó para siempre.