Estoy
releyendo el libro “la literatura norteamericana y otros ensayos” de
este excelente autor italiano, quien tradujo a los grandes escritores
americanos a su idioma: Lewis, Ernest Hemingway, Sherwood Anderson, Gertrudis
Stein, Jhon Steimbeck, Theodoro Dreiser, entre otros, para no citar algunos
poetas emblemáticos, como Lee Masters. Estos ensayos no solamente constituyen
un estudio riguroso sobre un largo periodo de creación entre los años veinte y
cuarenta y cinco del siglo pasado, de la mejor literatura del mundo, sino son
un aporte interpretativo, cada uno está estructurado desde ejes absolutamente
novedosos.
El
ensayo sobre Sinclair Lewis, que titula: “Sin provincianos, una literatura no
tiene nervios” empieza con una sentencia deliciosa: “Los norteamericanos han
inventado una nueva manera de beber. Desde luego me refiero, a una nueva manera
literaria”. Cuando leí esta sentencia, recordé de inmediato la
película “Adiós en las vegas”. Como dice Pavese: “En determinado momento el
personaje de la novela da al traste con todo” Este ensayo devela la intrincada
relación entre alcohol y literatura: “Norteamérica ha sido un país de
extraordinarios bebedores”. Con inteligencia cita Poe, O Henry, Jack London,
saga de escritores que no solamente beben, sino que escriben sobre la
cotidianidad etílica de ciudadanos corrientes, sin rumbo, exceptivos por
naturaleza, impotentes diría.
De
Pavese es preciso recordar la actitud trágica con que concibió la vida. Realmente
vivió siempre proclive al suicidio, al que sucumbió finalmente. Hay hechos que
marcaron su vida, que constituyeron un especie de sino: La muerte de su padre:
“Cuando el padre yace en el lecho de muerte, moribundo, le pide a su mujer que
le permita ser visitado por una vecina, mujer a la que había amado. La
visita le fue negada y la imagen del suceso trascendería la memoria de niño de
Cesare”; la muerte de sus hermanos; la experiencia nefasta con algunas mujeres
que hizo que viviera siempre en auto-flagelamiento
permanente. La cita viene a colación, pues la literatura americana le cae como
anillo al dedo, por su carácter pesimista, por sus personajes sin destino y
abocados al fracaso, por la tragedia inexorable de cada historia.
Sobre
Sinclair Lewis agrega: “En sus primeras novelas hay rastros de la literatura
ampliamente panfletaria de Upton Sinclair y Frank Norris. Cierto deseo de echar
a luz sobre problemas sociales resurge, con menos crudeza y convertido en arte,
en las páginas de dichas novelas-The Job, Calle mayor.”, después enfatiza:
Todos los personajes de Lewis son melancólicos rebeldes que de mil
maneras-enamorándose, viviendo al aire libre, cambiando de ocupación,
estudiando, interesándose por el arte, hablando un dialecto abigarrado o
también, alguna vez emborrachándose- intentan huir del envilecedora monotonía
cotidiana, de la fatigosa vacuidad de las fabricas, de las oficinas, de las
casas. Los personajes de Lewis son emblemáticos: Estos personajes no son
super-hombres, son seres insignificantes, incluso cuando tienen un genio”. La
obra que catapultó a este autor americano fue “calle mayor”. Pocas veces vemos
en Latinoamérica y me atrevería a decir, en el mundo, ensayos que realmente se
constituyan no solamente en una incitación a la lectura, sino que sean
verdaderos aportes interpretativos, tan importantes como el autor que
descifran, son verdaderas creaciones. Borges es el maestro en esta materia.
El
ensayo sobre Sherwood Anderson empieza haciendo un esbozo sociológico sobre el
carácter de estos autores: Theodore Dreiser, Sinclar Lewis, además de Anderson.
Cuál es la necesidad histórica común que afrontan, se pregunta. Por eso es
indispensable hacer un paralelismo histórico y lógico lo encuentra en su amada
Italia. Las novelas de estos tres autores, donde el lector se encuentra con
paisaje de “Ohio, Michigan, Illinois, Minnesota, Iowa, Indiana, Dakota,
Nebraska, dice: Grandes llanuras entristecidas por la miseria y el trabajo,
pequeñas comunidades de comadreo y mezquindad.” Sus relatos reflejan
la tensión entre el pasado rural y la modernidad galopante jalonada por la
industrialización. Según Pavese, “Para Anderson, todo el mundo moderno es un
contraste entre ciudad y campo, entre sencillez y vacías apariencias, entre
naturaleza y hombres mezquinos. En adelante, el ensayo de Pavese
sobre este escritor, resulta absolutamente enriquecedor. No solo realiza una
genealogía de sus textos, apoyada en los sustratos sociológicos que rodean al
autor y sus incidencias sobre su obra, sino los paralelos necesarios con la
literatura local y universal. Esta es una incitación a la lectura sin duda
alguna.
De
Edgar Lee Master, uno de los poetas preferidos del autor, su análisis
se centra en la “Antología de Spoon River”. Se titula “El ardor puritano de una
polémica antipuritana”. Realmente es una defensa de la poesía de este grande
que supervive hoy y que demuestra la claridad de Pavese.
A
renglón seguido, aparece uno de los ensayos más hermosos. Sobre Herman
Melville, que abordare en el próximo artículo, junto con otros
autores.