lunes, 12 de noviembre de 2012

CESARE PAVESE Y LA LITERATURA AMERICANA





Estoy releyendo el libro “la literatura norteamericana y otros ensayos” de este excelente autor italiano, quien tradujo a los grandes escritores americanos a su idioma: Lewis, Ernest Hemingway, Sherwood Anderson, Gertrudis Stein, Jhon Steimbeck, Theodoro Dreiser, entre otros, para no citar algunos poetas emblemáticos, como Lee Masters. Estos ensayos no solamente constituyen un estudio riguroso sobre un largo periodo de creación entre los años veinte y cuarenta y cinco del siglo pasado, de la mejor literatura del mundo, sino son un aporte interpretativo, cada uno está estructurado desde ejes absolutamente novedosos.
El ensayo sobre Sinclair Lewis, que titula: “Sin provincianos, una literatura no tiene nervios” empieza con una sentencia deliciosa: “Los norteamericanos han inventado una nueva manera de beber. Desde luego me refiero, a una nueva manera literaria”.  Cuando leí esta sentencia, recordé de inmediato la película “Adiós en las vegas”. Como dice Pavese: “En determinado momento el personaje de la novela da al traste con todo” Este ensayo devela la intrincada relación entre alcohol y literatura: “Norteamérica ha sido un país de extraordinarios bebedores”. Con inteligencia cita Poe, O Henry, Jack London, saga de escritores que no solamente beben, sino que escriben sobre la cotidianidad etílica de ciudadanos corrientes, sin rumbo, exceptivos por naturaleza, impotentes diría.
De Pavese es preciso recordar la actitud trágica con que concibió la vida. Realmente vivió siempre proclive al suicidio, al que sucumbió finalmente. Hay hechos que marcaron su vida, que constituyeron un especie de sino: La muerte de su padre: “Cuando el padre yace en el lecho de muerte, moribundo, le pide a su mujer que le permita ser visitado por una vecina, mujer a la que había amado. La visita le fue negada y la imagen del suceso trascendería la memoria de niño de Cesare”; la muerte de sus hermanos; la experiencia nefasta con algunas mujeres que hizo que  viviera siempre en  auto-flagelamiento permanente. La cita viene a colación, pues la literatura americana le cae como anillo al dedo, por su carácter pesimista, por sus personajes sin destino y abocados al fracaso, por la tragedia inexorable de cada historia.
Sobre Sinclair Lewis agrega: “En sus primeras novelas hay rastros de la literatura ampliamente panfletaria de Upton Sinclair y Frank Norris. Cierto deseo de echar a luz sobre problemas sociales resurge, con menos crudeza y convertido en arte, en las páginas de dichas novelas-The Job, Calle mayor.”, después enfatiza: Todos los personajes de Lewis son melancólicos rebeldes que de mil maneras-enamorándose, viviendo al aire libre, cambiando de ocupación, estudiando, interesándose por el arte, hablando un dialecto abigarrado o también, alguna vez emborrachándose- intentan huir del envilecedora monotonía cotidiana, de la fatigosa vacuidad de las fabricas, de las oficinas, de las casas. Los personajes de Lewis son emblemáticos: Estos personajes no son super-hombres, son seres insignificantes, incluso cuando tienen un genio”. La obra que catapultó a este autor americano fue “calle mayor”. Pocas veces vemos en Latinoamérica y me atrevería a decir, en el mundo, ensayos que realmente se constituyan no solamente en una incitación a la lectura, sino que sean verdaderos aportes interpretativos, tan importantes como el autor que descifran, son verdaderas creaciones. Borges es el maestro en esta materia.
El ensayo sobre Sherwood Anderson empieza haciendo un esbozo sociológico sobre el carácter de estos autores: Theodore Dreiser, Sinclar Lewis, además de Anderson. Cuál es la necesidad histórica común que afrontan, se pregunta. Por eso es indispensable hacer un paralelismo histórico y lógico lo encuentra en su amada Italia. Las novelas de estos tres autores, donde el lector se encuentra con paisaje de “Ohio, Michigan, Illinois, Minnesota, Iowa, Indiana, Dakota, Nebraska, dice: Grandes llanuras entristecidas por la miseria y el trabajo, pequeñas comunidades de comadreo y mezquindad.”  Sus relatos reflejan la tensión entre el pasado rural y la modernidad galopante jalonada por la industrialización. Según Pavese, “Para Anderson, todo el mundo moderno es un contraste entre ciudad y campo, entre sencillez y vacías apariencias, entre naturaleza y hombres mezquinos. En adelante, el  ensayo de Pavese sobre este escritor, resulta absolutamente enriquecedor. No solo realiza una genealogía de sus textos, apoyada en los sustratos sociológicos que rodean al autor y sus incidencias sobre su obra, sino los paralelos necesarios con la literatura local y universal. Esta es una incitación a la lectura sin duda alguna.
De Edgar Lee Master, uno de los poetas preferidos del autor, su  análisis se centra en la “Antología de Spoon River”. Se titula “El ardor puritano de una polémica antipuritana”. Realmente es una defensa de la poesía de este grande que supervive hoy y que demuestra la claridad de Pavese.
A renglón seguido, aparece uno de los ensayos más hermosos. Sobre Herman Melville, que abordare en  el próximo artículo, junto con otros autores.