Cuando
Cortázar emigra a Paris, lo hace para no volver nunca. Allí produce lo mejor de
su obra. Es un exilio voluntario que le permitió formarse y consolidarse como
escritor. En un escrito para la revista “Viva”
de Argentina Juan Cruz trae una frase de “Rayuela absolutamente hermosa: “En
pleno contento precario, en plena tregua, tendí la mano y toque el ovillo
París, su materia infinita arrollándose a sí misma, el margen del aire y de lo
que se dibujaba en la ventana, nubes y buhardillas”.
En
1951 se alejó de Argentina y desde entonces trabajó como traductor independiente
de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. Este
año publica “Bestiario”, su primer libro de cuentos, y en 1953 se casa con
Aurora Bernárdez, con quién hace un amplio viaje por Italia. Durante su breve estancia
en Roma traduce las obras en prosa de Edgar Allan Poe. En 1954 empieza a
trabajar como traductor para la UNESCO y se instala definitivamente en París.
En 1956 publica “Final del juego” y la traducción de los cuentos completos de
Edgar Allan Poe. En 1959, se edita “Las armas secretas”, que incluye el relato
“El perseguidor”. El año siguiente viaja a Argentina y publica una novela
escrita durante ese viaje en barco: “Los premios”. “Durante años, el modo de sustento de Julio Cortázar provino de sus traducciones.
Primero, en la prensa argentina, y posteriormente en la UNESCO, Cortázar se
entregó a la labor con la misma intensidad que a la literatura. Tradujo a Gide,
Chesterton, Daniel Defoe y Henry Bremond, pero el golpe de gracia vendría con
las traducciones –míticas ya- de la obra en prosa de Edgar Allan Poe y
“Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar. “Pienso también que lo que me
ayudó fue el aprendizaje, muy temprano, de lenguas extranjeras y el hecho de
que la traducción, desde un comienzo, me fascinó. Si yo no fuera un escritor,
sería un traductor”.
Julio
Cortázar viaja a Cuba, donde se fraguará su compromiso político con la
Revolución Cubana. También en 1961 aparece la primera traducción de una obra de
Cortázar: la editorial francesa Fayard publica “Los premios”. El año siguiente
ve la luz “Historias de cronopios y famas”, en la editorial Minotauro de Buenos
Aires, y en 1963 lo hará “Rayuela”. Ese mismo año participa como Jurado en el
Premio Casa de las Américas, en La Habana. Las traducciones de sus obras y sus
colaboraciones en prensa se suceden. En 1966 publica “Todos los fuegos el
fuego” y asume –con la publicación de su artículo “Para llegar a Lezama Lima”
su compromiso con la izquierda latinoamericana y su lucha de liberación. Al año
siguiente aparece “La vuelta al día en ochenta mundos”, y en 1968 “62, modelo
para armar” y “Buenos Aires, Buenos Aires”. 1969 será el año del volumen de
miscelánea “Último round”. En 1970, viaja a Chile para asistir a la investidura
como Presidente de la República de Salvador Allende, y la editorial
Sudamericana reúne en el libro “Relatos” una selección de cuentos de “Todos los
fuegos el fuego”, “Las armas secretas”, “Final del juego” y “Bestiario”.
Algunos
de los poemas escritos por Julio Cortázar entre 1948 y 1958 se publican en 1971
bajo el título de “Pameos y meopas”. En 1972, es el turno de Prosa del
observatorio, que incluye fotografías suyas, y en 1973 el de su obra más
política, “El libro de Manuel”. La obra será galardonada con el Premio Médicis.
En 1974, viaja a Roma como miembro del Tribunal Russell -una institución
dedicada al estudio de la situación política y de los derechos humanos en
Latinoamérica- y aparece “Octaedro”. Al año siguiente, participa en la Comisión
Internacional de Investigación de los crímenes del régimen pinochetista, que
tiene lugar en México, y pronuncia una serie de conferencias sobre la
literatura latinoamericana en la Universidad de Oklahoma, recogidas –junto a
otros dos textos- en “The final island: The fiction of Julio Cortazar”. También
en 1975, publica “Fantomás contra los vampiros multinacionales” y
“Silvalandia”. En 1976 aparece “Estrictamente no profesional. Humanario”, e
inicia sus viajes a Nicaragua con una estancia en Solentiname que recogerá un
año más tarde en el texto “Apocalipsis en Solentiname”, aparecido en el libro
de relatos “Alguien aparece por ahí”. En 1978 se separa de Ugné Karvelis y da a
la imprenta un libro sobre pintura, “Territorios”. En 1979 publica “Un tal
Lucas”. En 1980 se casa con Carol Dunlop, y desde una nueva visita a Nicaragua
se compromete con la Revolución Sandinista, además de conocer en Panamá a Omar
Torrijos. Ese mismo año dicta unas conferencias en la universidad californiana
de Berkeley, y publica el libro de cuentos “Queremos tanto a Glenda”. François
Miterrand le otorga la nacionalidad francesa el 24 de agosto de 1981; ese año
le es diagnosticada una leucemia. En 1982, publica el volumen de relatos
“Deshoras” y muere su esposa, Carol Dunlop, con quién coescribió “Los
autonautas de la cosmopista”, que aparecerá al año siguiente, al igual que
“Nicaragua tan violentamente dulce”. Ese año viaja durante unos días a
Argentina, y a La Habana. En 1984, recibe la Orden de la Independencia Cultural
Ruben Darío nicaragüense. El 12 de febrero, muere de leucemia y es enterrado
junto a Carol Dunlop en el cementerio parisino de Montparnasse.
En
esencia este es el itinerario de Cortázar en París. Pero esta ciudad fue mucho
más para él. La relación es entrañable. El
itinerario y los lugares que recorrieron la Maga y Olivera en esta ciudad han
sido recorridos por sus lectores más apasionados con una exactitud apabullante.
José Guillermo Ángel escribió en un blog dedicado al escritor Argentino:
“De
Cortázar se ha dicho mucho. Incluso su nombre, Julio, ha desaparecido para que
el apellido Cortázar lo llene todo. Con el nombre de este autor, ha sucedido lo
de su cuento Casa tomada. Pero hay más: su obra, que se ha mantenido vigente
debido a los jóvenes lectores, sigue seduciendo: seduce el lenguaje con tonos
lunfardos, seducen las formas disparatadas en que se propone la lectura de
Rayuela, seduce la historia de Johnny, saxofonista drogadicto (homenaje a
Charlie Parker, Birdie), seduce el mundo de los cronopios y las famas, el de
los ochenta mundos que giran alrededor de un día, el ring de El último round.
Quizá, en el mundo de la literatura latinoamericana (en el que los escritores
se pegan a otros más viejos como los usuarios de las putas de Otto Dix), nadie
ha seducido a la juventud como Julio Cortázar. Y es que en él se cumple aquello
de los franceses: no hay que llegar a los estudiosos ni a los mayores, hay que
llegar a la pléyade, compuesta por quienes se inician en el mundo de la
imaginación. Cortázar (Julio) lo hace: piensa del amor como los jóvenes,
esculca los laberintos de la juventud solitaria, expresa el miedo de los que
ven cómo su futuro es robado.”
En el caso particular, me sorprende el manejo del idioma, la perfeccion de sus textos, su factura, la precisión de relojero y el entrucruzamiento entre realidad y ficcion. "Casa tomada" es un ejemplo típico.
En el caso particular, me sorprende el manejo del idioma, la perfeccion de sus textos, su factura, la precisión de relojero y el entrucruzamiento entre realidad y ficcion. "Casa tomada" es un ejemplo típico.
Como
siempre el mejor homenaje es leerlo.
La gran mayoría de la información ha sido tomada de un portal que se llama cronopios y famas.