El premio otorgado a
Fernando Vallejo por la feria del libro de Guadalajara es un reconocimiento que
se suma a otros muy importantes: Premio Rómulo Gallegos, Premio FIL. Ha escrito excelentes novelas, mejores
ensayos y algunos libros de divulgación
científica, que han despertado todo tipo de controversias y por supuesto textos no tan buenos, intentos fallidos. El valor literario de su obra muchas veces se pierde entre el mar de debates que
suele despertar sus declaraciones, que son muy radicales y variopintas. Por
ejemplo, este premio ya lo ofreció a una
asociación de animales.
Empecemos por hablar de su estilo:
Fernando escribe en primera persona y suele descalificar a quienes lo hacen de otra manera. Sus novelas son narraciones al desparpajo, ríos verbales de un riqueza inconmensurable, como si sus textos fueran guiados por una cámara, como lo señala Luis Antonio de Villena en la revista Arquitrabe, parecen escritas “siempre en las cimas de la desesperación, en un estilo magnífico, enrabietado, lleno de energía y precisión, colmado también de meandros sabrosos y quizás excesivas repeticiones, pues Vallejo –caudal, torrencial, volcánico, sulfúrico- no teme retornar, subrayar y machacar de nuevo”.
Empecemos por hablar de su estilo:
Fernando escribe en primera persona y suele descalificar a quienes lo hacen de otra manera. Sus novelas son narraciones al desparpajo, ríos verbales de un riqueza inconmensurable, como si sus textos fueran guiados por una cámara, como lo señala Luis Antonio de Villena en la revista Arquitrabe, parecen escritas “siempre en las cimas de la desesperación, en un estilo magnífico, enrabietado, lleno de energía y precisión, colmado también de meandros sabrosos y quizás excesivas repeticiones, pues Vallejo –caudal, torrencial, volcánico, sulfúrico- no teme retornar, subrayar y machacar de nuevo”.
Sus novelas tienen por
escenario a Colombia. “La virgen de los sicarios” se desarrolla en
Medellín. En este texto ya aparece su
prosa descarnada, que parece colocarnos en medio de la trama, es envolvente y a
pesar de su multiplicidad, responde a un orden preconcebido producto de una
estructura prefigurada muy seria. María
Mercedes Jaramillo en la gaceta señala con lucidez sobre esta obra: Es una descarnada parodia de la
violencia que afectó a Medellín durante el auge del cartel dirigido por Pablo
Escobar. Es curioso como alguna parte de
la crítica ve a Vallejo como el precursor de este recurso, cuando en las
novelas de Tomas Carrasquilla esta forma narrativa ya era un hecho relevante.
El merito del escritor está en la calidad que le impone a la narración a través
de un estilo decantado y perfecto en sus textos. En la “La virgen de los
sicarios” “Vallejo se representa como un anciano homosexual de conservadoras
costumbres y de espíritu elitista que se dedica a la gramática y que regresa a
su ciudad natal después de largos años de exilio en busca de amantes
adolescentes y en espera de la muerte. Con humor cáustico describe la ciudad y
sus habitantes, nada escapa a su afán desacralizador y a su mirada crítica»
(María Mercedes Jaramillo, Gaceta de Colombia).
Los cinco libros de su
autobiografía titulada El río del tiempo son: Los días
azules (1985), que refleja varios episodios de la infancia del autor
en los escenarios de la finca de sus abuelos (Santa Anita) y el tradicional barrio
Boston de Medellín; El fuego secreto (1987), donde explora
como adolescente los caminos de la droga y la homosexualidad en Medellín y
Bogotá; Los caminos a Roma (1988) y Años de indulgencia (1989)
narran sus experiencias en Europa, especialmente en la capital italiana, y en
Nueva York; Entre fantasmas (1993) comprende los años en que
ha residido en Ciudad de México, donde vive desde 1971.
Con “El Desbarrancadero”
Ganó el premio Rómulo Gallegos. En medio de alusiones autobiográficas y
con la inaudita fuerza de un lenguaje descarnado, Vallejo describe en esta obra
la enfermedad y la muerte de su hermano Darío, presentando reflexiones sobre
los temas de la enfermedad (el sida concretamente), la crisis de la familia, la violencia cotidiana y la iglesia católica
como mal social.
En La rambla
paralela (2002) un cadáver ambulante circula alucinadamente por una
Barcelona asfixiada por el calor y que en la voz del narrador se confunde con
Medellín y México, por medio de una prosa llena de furia y nostalgia, donde se
funden en uno pasado, presente y futuro.
Mi hermano el alcalde (2004)
—novela inspirada en la figura de su hermano Carlos, alcalde del municipio de
Támesis, en Antioquia—, describe irónica pero festivamente los rituales
electorales sudamericanos: promesas irrealizables, votos comprados, electores fantasmas y
compadrazgos. Tras luchar a brazo partido con su ingénita honradez, el
protagonista es elegido alcalde y su gestión, saturada de problemas económicos
y judiciales, redunda en un gran progreso para la ciudad.
Los escenarios
de sus novelas están vinculados a Colombia y sus temas recurrentes son
la violencia y la homosexualidad, la adolescencia y las drogas en su caótica
Medellín.
Tema aparte debe figurar
las excelentes biografías de Porfirio Barba Jacob y la de José Asunción Silva.
Las dos excesivamente documentas y donde hay un trabajo de archivero sin
límites, aclarando mitos y dimensionando la grandeza de cada uno de estos
poetas desde una visión novedosa y humana.
Son de una factura impecable y de hecho constituyen un aporte a los
pocos trabajos serios sobre nuestros
escritores en Colombia.
Vallejo también ha
cultivado el ensayo: en 1983, el Fondo de Cultura Económica publicó
en México Logoi. Una gramática del lenguaje literario, un ambicioso
proyecto investigativo sobre la escritura literaria, en el que resaltan puntos
de vista originales y críticos sobre el lenguaje, su uso y sus límites; en La
tautología darwinista (1998) intenta refutar la teoría darwinista de
la selección y adaptación como causas de la evolución, que acepta pero teniendo
como causa exclusiva las modificaciones que aleatoriamente pueden producirse en
el ADN a nivel molecular, sin intervención ni influjo del medio ambiente ni de
ninguna causa exterior.
Como narrador ofrece una
visión insolente, iconoclasta, negra y profundamente pesimista del mundo. Su
estilo es áspero y vigoroso y en conjunto representa una de las cumbres de la
actual narrativa colombiana. Un ensayo más, el Manualito de
imposturología física (2005), ofrece una discusión, en forma de
sátira, de las construcciones teóricas de la física; en la voz de un erudito
narrador, Vallejo acusa de impostores a los máximos representantes de la física
con la ayuda de la 'imposturología', una ciencia de la impostura inventada por
él. Este libro, para mi es un intento fallido del autor en su compulsiva pasión por algunos temas, que muchas veces son superiores a su capacidad.
El año 2007 publicó La
puta de Babilonia, un ensayo histórico extenso y prolijo, en el que Vallejo
expone una intransigente crítica al cristianismo y la Iglesia Católica. Él ha
definido el libro como un prontuario de crímenes del Vaticano. En principio
debería haber sido publicado por Santillana, la editorial del Grupo
Prisa, pero esta le pidió que eliminara "referencias antimusulmanas, por
miedo a las represalias. Él se negó y fue a Planeta, que se la publicó
como la escribió". En esta obra su estilo desborda las condiciones estéticas que le eran habituales, el odio por la iglesia católica le hace sucumbir y en mi apreciación el libro es una denuncia histórica vulgar, aunque como todo lo suyo excesivamente documentada.
Hijo del abogado conservador Aníbal Vallejo Álvarez, creció en Medellín, su ciudad natal.
Hijo del abogado conservador Aníbal Vallejo Álvarez, creció en Medellín, su ciudad natal.
Aficionado a la música,
llegó a ser un pianista excelente. Su gusto por Mozart, Chopin, Richard
Strauss es destacable. Después de un año de estudios en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá,
se licenció en Biología en la Universidad Javeriana. Viajó a
Europa para estudiar cine en Italia, en la Escuela Experimental de Cinecitta.
El 25 de febrero de 1971
Vallejo se transladó a Ciudad de México, donde ha producido la totalidad
de su obra. Desde entonces no ha vuelto a vivir en Colombia.
En septiembre del 2009
Fernando Vallejo fue galardonado con el doctorado honoris causa de la Facultad
de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, después de un
extenuante trabajo debido a la polémica en torno a su obra.
Vallejo vive con su pareja,
el escenógrafo David Antón.
El mejor homenaje, leerlo, el deseo, que termine la biografía sobre José Rufino Cuervo.
El mejor homenaje, leerlo, el deseo, que termine la biografía sobre José Rufino Cuervo.