viernes, 9 de septiembre de 2011

FERNANDO VALLEJO


El premio otorgado a Fernando Vallejo por la feria del libro de Guadalajara es un reconocimiento que se suma a otros muy importantes: Premio Rómulo Gallegos, Premio FIL.  Ha escrito excelentes novelas, mejores ensayos y  algunos libros de divulgación científica, que han despertado todo tipo de controversias y por supuesto textos no tan buenos, intentos fallidos. El valor literario de su obra muchas veces se pierde entre el mar de debates que suele despertar sus declaraciones, que son muy radicales y variopintas. Por ejemplo, este  premio ya lo ofreció a una asociación de animales. 
Empecemos por hablar de su estilo:
Fernando escribe en primera persona y suele descalificar a quienes lo hacen de otra manera. Sus novelas son narraciones al desparpajo, ríos verbales de un riqueza inconmensurable, como si sus textos fueran guiados por una cámara, como lo señala Luis Antonio de Villena en la revista Arquitrabe, parecen escritassiempre en las cimas de la desesperación, en un estilo magnífico, enrabietado, lleno de energía y precisión, colmado también de meandros sabrosos y quizás excesivas repeticiones, pues Vallejo –caudal, torrencial, volcánico, sulfúrico- no teme retornar, subrayar y machacar de nuevo”.
Sus novelas tienen por escenario a Colombia. “La virgen de los sicarios” se desarrolla en Medellín.  En este texto ya aparece su prosa descarnada, que parece colocarnos en medio de la trama, es envolvente y a pesar de su multiplicidad, responde a un orden preconcebido producto de una estructura prefigurada muy seria.  María Mercedes Jaramillo en la gaceta señala con lucidez sobre esta obra: Es una descarnada parodia de la violencia que afectó a Medellín durante el auge del cartel dirigido por Pablo Escobar.  Es curioso como alguna parte de la crítica ve a Vallejo como el precursor de este recurso, cuando en las novelas de Tomas Carrasquilla esta forma narrativa ya era un hecho relevante. El merito del escritor está en la calidad que le impone a la narración a través de un estilo decantado y perfecto en sus textos. En la “La virgen de los sicarios” “Vallejo se representa como un anciano homosexual de conservadoras costumbres y de espíritu elitista que se dedica a la gramática y que regresa a su ciudad natal después de largos años de exilio en busca de amantes adolescentes y en espera de la muerte. Con humor cáustico describe la ciudad y sus habitantes, nada escapa a su afán desacralizador y a su mirada crítica» (María Mercedes Jaramillo, Gaceta de Colombia).
Los cinco libros de su autobiografía titulada El río del tiempo son: Los días azules (1985), que refleja varios episodios de la infancia del autor en los escenarios de la finca de sus abuelos (Santa Anita) y el tradicional barrio Boston de Medellín; El fuego secreto (1987), donde explora como adolescente los caminos de la droga y la homosexualidad en Medellín y Bogotá; Los caminos a Roma (1988) y Años de indulgencia (1989) narran sus experiencias en Europa, especialmente en la capital italiana, y en Nueva York; Entre fantasmas (1993) comprende los años en que ha residido en Ciudad de México, donde vive desde 1971.
Con “El Desbarrancadero” Ganó el premio Rómulo Gallegos.  En medio de alusiones autobiográficas y con la inaudita fuerza de un lenguaje descarnado, Vallejo describe en esta obra la enfermedad y la muerte de su hermano Darío, presentando reflexiones sobre los temas de la enfermedad (el sida concretamente), la crisis de la familia, la violencia cotidiana y la iglesia católica como mal social.
En La rambla paralela (2002) un cadáver ambulante circula alucinadamente por una Barcelona asfixiada por el calor y que en la voz del narrador se confunde con Medellín y México, por medio de una prosa llena de furia y nostalgia, donde se funden en uno pasado, presente y futuro.
Mi hermano el alcalde (2004) —novela inspirada en la figura de su hermano Carlos, alcalde del municipio de Támesis, en Antioquia—, describe irónica pero festivamente los rituales electorales sudamericanos: promesas irrealizables, votos comprados, electores fantasmas y compadrazgos. Tras luchar a brazo partido con su ingénita honradez, el protagonista es elegido alcalde y su gestión, saturada de problemas económicos y judiciales, redunda en un gran progreso para la ciudad.
 Los escenarios  de sus novelas están vinculados a Colombia y sus temas recurrentes son la violencia y la homosexualidad, la adolescencia y las drogas en su caótica Medellín.
Tema aparte debe figurar las excelentes biografías de Porfirio Barba Jacob y la de José Asunción Silva. Las dos excesivamente documentas y donde hay un trabajo de archivero sin límites, aclarando mitos y dimensionando la grandeza de cada uno de estos poetas desde una visión novedosa y humana.  Son de una factura impecable y de hecho constituyen un aporte a los pocos trabajos serios sobre  nuestros escritores en Colombia.

Vallejo también ha cultivado el ensayo: en 1983, el Fondo de Cultura Económica publicó en México Logoi. Una gramática del lenguaje literario, un ambicioso proyecto investigativo sobre la escritura literaria, en el que resaltan puntos de vista originales y críticos sobre el lenguaje, su uso y sus límites; en La tautología darwinista (1998) intenta refutar la teoría darwinista de la selección y adaptación como causas de la evolución, que acepta pero teniendo como causa exclusiva las modificaciones que aleatoriamente pueden producirse en el ADN a nivel molecular, sin intervención ni influjo del medio ambiente ni de ninguna causa exterior.
Como narrador ofrece una visión insolente, iconoclasta, negra y profundamente pesimista del mundo. Su estilo es áspero y vigoroso y en conjunto representa una de las cumbres de la actual narrativa colombiana. Un ensayo más, el Manualito de imposturología física (2005), ofrece una discusión, en forma de sátira, de las construcciones teóricas de la física; en la voz de un erudito narrador, Vallejo acusa de impostores a los máximos representantes de la física con la ayuda de la 'imposturología', una ciencia de la impostura inventada por él. Este libro, para mi es un intento fallido del autor en su compulsiva pasión por algunos temas, que muchas veces son superiores a su capacidad.
El año 2007 publicó La puta de Babilonia, un ensayo histórico extenso y prolijo, en el que Vallejo expone una intransigente crítica al cristianismo y la Iglesia Católica. Él ha definido el libro como un prontuario de crímenes del Vaticano. En principio debería haber sido publicado por Santillana, la editorial del Grupo Prisa, pero esta le pidió que eliminara "referencias antimusulmanas, por miedo a las represalias. Él se negó y fue a Planeta, que se la publicó como la escribió". En esta obra su estilo desborda las condiciones estéticas que le eran habituales, el odio por la iglesia católica le hace sucumbir y en mi apreciación el libro es una denuncia histórica vulgar, aunque como todo lo suyo excesivamente documentada.
Hijo del abogado conservador Aníbal Vallejo Álvarez, creció en Medellín, su ciudad natal.
Aficionado a la música, llegó a ser un pianista excelente. Su gusto por Mozart, Chopin,  Richard Strauss es destacable. Después de un año de estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, se licenció en Biología en la Universidad Javeriana. Viajó a Europa para estudiar cine en Italia, en la Escuela Experimental de Cinecitta.
El 25 de febrero de 1971 Vallejo se transladó a Ciudad de México, donde ha producido la totalidad de su obra. Desde entonces no ha vuelto a vivir en Colombia.
En septiembre del 2009 Fernando Vallejo fue galardonado con el doctorado honoris causa de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, después de un extenuante trabajo debido a la polémica en torno a su obra.
Vallejo vive con su pareja, el escenógrafo David Antón.
El mejor homenaje, leerlo, el deseo, que termine la biografía sobre José Rufino Cuervo.