¿Es posible pensar en estos
tiempos? Me refiero al actor de pensar con independencia, en un tiempo donde los
totalitarismos de la información alcanzaron niveles imaginables. El hombre de
hoy no piensa, reacciona a contenidos que lo programan desde que nace, está
inmerso en la sobre-información, que lo configura, en una infinitud de
condicionamientos soportados por la sociedad de consumo imperante, factor perverso, pero que sostiene todo el
sistema capitalista.
Esto no quiere decir que el
fenómeno sea nuevo, pero los niveles de tecnicismo y capacidad de entrada y
salida de la información en sus múltiples formas, el tiempo record en que se
procesa hoy, de una velocidad inimaginable, nos avasalla, nunca antes el hombre
llegó a estos niveles de sometimiento. Para estos efectos es preciso entender cómo
se articula esta alienación del sujeto frente a lo que recibe, el primer
compromiso es resolver el problema con la verdad, para entender y descifrar,
como se genera la alienación. Daniel Davidson, el filósofo Estadunidense,
asumió en este sentido, “Que el acceso a la verdad no puede ser una
prerrogativa especial de la filosofía, y que la verdad debe tener conexiones con
los intereses humanos. Era despreciativo con la tradición filosófica que
consideraba la verdad como correspondencia entre el pensamiento y una realidad
inaccesible a la investigación experimental y a la práctica ordinaria. Creía
que esta imagen de la verdad fue designada para servir a la tesis de que los filósofos
poseen una técnica privilegiada para lograr una forma de conocimiento diferente
de, y superior a, la ciencia”[1]. Realmente le quitaba a la
verdad los artilugios que suelen darle los filósofos, que la desvían, según el
pensamiento pragmático común a esta línea de pensamiento.
Nietzsche expresó: “Qué es
entonces la verdad?: Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han
sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después
de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las
verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se
han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su
troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal”[2]. Adelante agrega: “El
intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas
principales fingiendo”. Hoy ni siquiera finge, navega, está donde quiere que estén
y los fundamentos mínimos de la existencia, permanecen condicionados por
poderes no visibles para él, peor, sus pensamientos y deseos han sido
condicionados en su totalidad.
En la revista “Observaciones
filosóficas”, me encontré un artículo de Thomas Macho titulado: “El hombre
factible, la domesticación de la muerte”, con un aporte pertinente para el tema:
en el contexto premoderno del reconocimiento del nacimiento y de la muerte como
límites, en principio fuera del alcance humano, se llevaban a cabo numerosas
prácticas y rituales para comunicar las instancias de la providencia o del
destino, para reconciliar y congraciarse, pero también, en el peor de los casos,
para soportar sus decisiones –como prueba o castigo. Para ese propósito se
celebraban ceremonias sacrificiales, se asumían reglas de comportamiento
definidas hasta el último detalle (desde el bautismo hasta el funeral) y, no
menos importante, una pronunciada metaforización del “más allá”: precisamente
esta limitación definida de manera tan severa favorece la fantasía de
transgredirla”.
Todas las formas de ser, de
trascender han sido de alguna manera previamente definidas, programadas, el sujeto
no tiene posibilidad de pensar de manera
diferente, de trasgredir la norma, deslindarse del enrutamiento, es imposible escapar
de la alienación, pues el individuo está configurado desde que nace, es lo que
otros quieren que sea. Thomas Macho ratifica: “Nacimiento y muerte se
virtualizan de manera latente junto con las posibilidades crecientes de
manipular y cambiar las expectativas de vida: pero esta “virtualización” exige
forzozamente planificaciones y decisiones que difícilmente se pueden juzgar
desde la perspectiva de una ética tradicional”.
Cuando aparece un discurso
que se sale de los giros lingüísticos impuestos, de las formas lógicas
prevalentes, de los lineamientos generales, de inmediato se genera un optimismo
que me lleva a imaginar que, sí es posible escapar a esa perversión que
consiste en pertenecer al rebaño, a la estandarización del pensamiento y la
vida.
Ojala pensar sea posible,
no abdicamos de la tecnología, ni del progreso, sino de las formas, de las
imposturas, de la manipulación, de esas formas insuperables de la esclavitud.
Pensadores como Onfray en
Francia han trabajado estos procesos y son obsesivos con las descripciones de
muchas de las formas en que se relacionan los ciudadanos con los conceptos que,
en su análisis, son completamente errados y hacen parte de los
condicionamientos históricos que mantienen a la humanidad en esta
situación.
Parte desde el cuestionamiento al papel de la propia filosofía, la forma en que el poder desde el discurso, la ley, engaña a a la sociedad, para darle un nombre elegante, hasta la manera como los gurúes de la academia, del conocimiento científico, caen en la misma categorización, de manipuladores y manipulados, pues ceden, lo que contribuye y justifica la situación imperante.
Parte desde el cuestionamiento al papel de la propia filosofía, la forma en que el poder desde el discurso, la ley, engaña a a la sociedad, para darle un nombre elegante, hasta la manera como los gurúes de la academia, del conocimiento científico, caen en la misma categorización, de manipuladores y manipulados, pues ceden, lo que contribuye y justifica la situación imperante.
Solo la muerte parece
liberarnos, lo demás está descontado.
[1] http://www.textosenlinea.com.ar/academicos/Davidson%20Donald%20-%20Estructura%20y%20contenido%20de%20la%20verdad.pdf
[2]
Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral. Federico Nietzsche.