La narrativa
y la literatura siguen siendo importantes, pero ya no son la vedette del mundo
creativo. Ahora con la revolución de las TIC, para la juventud actual
la literatura y la novela, igual la poesía, no son los únicas narrativas. Esto quiere decir que a la literatura tal como la conocíamos, le toca competir con otros formatos, desde
otras ópticas, la juventud abreva en el mundo digital.
Curiosamente
esto hace que aquellos que se dedican y disfrutan la lectura y la literatura,
sean más obsesivos, sean unos lectores apasionados. He compartido con jóvenes y
sorprende cómo asumen su papel, son unos verdaderos innovadores y sus textos no
corresponden a la idea tradicional que tenemos de la novela, el ensayo o la
poesía. En este sentido sus novelas son ensayos, libros de memorias, encuentros
entre ficción y realidad y mundos imaginarios totalmente desconocidos para nosotros. Si los cuentos
de Gabriel García Márquez contaban lo real maravillosa de una Colombia
violenta, con unos personajes que simbolizan mundos, iconos que sintetizan lo
que nos pasaba, significantes de la tristeza, el dolor o el abandono, la
situación inerme de gentes de provincia sometidos a las peores violencias, a un
mundo irredimible. Ahora, nos encontramos con narrativas muy diferentes, no
tienen la pretensión de la novela total. Lo que no constituye un desastre a la
manera de Blancho, es otra forma de asumir el mundo creativo y la escritura. En
este sentido, la literatura norteamericana, constituye una muestra de la novela
como resistencia, desde la ficción se opone a la realidad contándola,
expresando sus paranoias, haciendo explotar a los personajes frente a las
servidumbres del poder.
Esto me
encontré en la red firmado por Harold en un portal denominado siete ciudades: “Y
si pensamos de esta forma es porque aquella reflexión nos dejaba con la idea de
que la literatura tenía que ir en contra de las leyes de un mundo acabado y
total, precisamente porque había que buscar no en la totalidad sino en las
fracturas, en los intersticios, entre las grietas de lo convencional y austero.
Lo que creíamos entonces que era literatura fractal no correspondía
cronológicamente a las nuevas producciones metaliterarias, sino que bien podían
ser rastreadas a los orígenes mismos de la literatura, el acto de contar está
reconstruido sobre la imaginación y la experimentación”[1]. Y qué decir del sueño dentro del
sueño de Poe, de los laberintos de Borges, de los monstruos de la literatura
romántica, de las majestuosas sagas nórdicas o de las exploraciones de
Shakespeare. Todos, fruto de la imaginación y del entendimiento de que hay que darles
la vuelta a las cosas, buscar en el reverso de las cosas y en la
paradoja del pensamiento, en que hay que hacerle frente al buen sentido y al
sentido común”.
Mire como se
abren nuevas posibilidades:
“Bitpunk: Resultante
de la fusión entre los términos “8-bit” y “punk”, este género ha sido el
eminente sucesor de los movimientos cyberpunk y post-cyberpunk y ahora engloba
no solo a una nueva corriente literaria, sino que también tiene presencia en la
música y el cine. Inspirada en los visuales, textos y sonidos de los
videojuegos de 8 y 16 bits, esta corriente se caracteriza por su nostalgia ante
las tecnologías que gobernaban la cultura entre la década de los setentas y los
noventas”.
“Novelas
Twitter: El impacto de Twitter en la cultura contemporánea, plataforma que nos
ha enseñado a sintetizar ideas o anécdotas en solo 140 caracteres, se ha
transformado en un reto para diversos escritores que se sienten atraídos por la
restricción. En un principio este formato microbloggero se popularizó para
crear haikus y poemas cortos. Sin embargo, cada vez es más común encontrar
novelas completas (cuyo percusor fue la novela de teléfono móvil) y existen
países en los que este nuevo género es ya uno de los favoritos, entre ellos
Japón”.
“Literatura
progresiva: Este extraño género, cuya naturaleza es algo difícil de definir, es
una de las nuevas vertientes con mayor bagaje filosófico. Su narrativa conlleva
implícitamente la sucesión cronológica, casi a tiempo real, de los eventos
durante una historia. De algún modo busca mimetizar la forma en que las
personas percibimos el tiempo y los eventos a lo largo de nuestra vida o de un
periodo determinado. Generalmente las historias de literatura progresiva quedan
inconclusas para ofrecer la oportunidad al lector de que configure el propio
final o simplemente se acostumbre a que una narrativa no siempre tiene un fin
secuencial. Por otro lado, este género remite a la eterna búsqueda de la
"verdad" por parte de la mente humana y entre sus raíces filosóficas
podríamos incluir al postmodernismo y postestructuralismo”.
“Ficción
Lúcida: La espiritualidad y misterios de la naturaleza son temas recurrentes en
la historia de la literatura. Sin embargo, el género de Ficción Lúcida se
refiere a "una realidad surrealista que atrae desde las alturas de la
percepción sensorial de la conciencia" dentro de un contexto onírico o en
escenarios que viven en la frontera entre estar dormido y estar despierto. Este
género percibe los medios masivos como entidades que recrean, para manipular a
la sociedad, una obscura ficción distante de la imaginación poética y la
fantasía freestyle. Y a pesar de que algunos conceptos del New Age son
evidentes en sus historias, lo cierto es que sus autores generalmente tienen
una búsqueda mucho más honesta que la que caracteriza dicho movimiento, para
entender una realidad mística a partir de nuevos paradigmas”.
“Poesía
Quinética: Como uno de los fenómenos más refinados de los nuevos medios e
inmersa entrañablemente en la nueva cultura digital, emerge la poesía quinética
para sintetizar antiguas tradiciones poéticas con herramientas de arte
multimedia. Recurriendo a lenguajes de programación y gráficos como Java o
Flash, esta corriente no ha constituido ningún tipo de manifiesto y más bien
concibe sus propios límites en sintonía con las limitaciones que conllevan los
propios lenguajes tecnológicos que implementan para desarrollar su poesía”[2].
El espectro
de las narrativas se multiplica en favor del lector y las relaciones con el
escritor responden a novedosos formatos fuera de los tradicionales que, contrario a
los denostadores, sigue tan vigente como antes.