viernes, 22 de septiembre de 2023

TAN SOLO UN HASTA LUEGO

 Todo esplendor tiene el riesgo de guardar en su seno su propia oscuridad y tragedia. No solo en lo que tiene que ver con la individualidad, la interioridad, sino con los otros, los espacios y eso que llamamos esperanza que es el motor de la vida. Llegue cualquier día a los Alcázares un barrio de la zona 13 de Medellín Colombia. Sus habitantes son moradores de muchos años, hay como en botica de todo: Profesionales, comerciantes, amas de casa, maestros de obra, mecánicos, técnicos, jubilados y por supuesto, desocupados absolutamente felices, que no se preocupan para nada de su situación.

Recordé esa gran obra llamada "El callejón de los milagros" de Naguib Mahfuz premio nobel egipcio, novela costumbrista, que narra todas las vicisitudes de un barrio, llena de personajes inolvidables; los viejos aislados; los jóvenes pletóricos de aventuras y esperanzas, alocados muchas veces, pero siempre alegres. Este es un cuadro espectacular de la vida cotidiana. Los Alcázares, tienen ese  matiz. Este barrio parece una pintura con varios planos que confluyen siempre en un parque, cortado por calles, muchos arboles que lo atraviesan y le dan un aroma vegetal con pretensiones burguesas. Son cinco partes. En uno de ellos hay una cancha pequeña de futbol en asfalto, donde se hacen torneos, valga la pena decir, tienen mucha tradición y ha dado excelentes jugadores profesionales. El segundo a unos cuarenta metros de la calle Colombia le llamamos "El parquecito", o en su defecto, "El parque de J" o en sus últimos meses, "El parque de los iconoclastas". En este lugar pasé dos años de experiencias inolvidables y conocí amigos entrañables, absolutamente especiales. 

Allí, como si leyera un libro, a través de estos amigos, devele todas las cualidades y defectos humanos, siempre bajo el amparo de la amistad. Simón, de buen trato y lejos de la meloceria, está en el momento adecuado para uno. Vive con el Wey, hermano de Mario, cuya nobleza y experticia es indiscutible. Tienen mucha firmeza y ese talante paisa para no tenerle miedo a nada. Nunca renuncian a sus objetivos. Leche, con una historia digna de Mario Puzo. Hoy dedicado a su familia y trabajo. Cuando sale y se fuma su baretica, una chimenea que le permite sobrevivir a una rutina implacable, siempre es amable. Armando con un humor lacerante, buen padre de familia, esposo inigualable, hasta el punto de que uno parece no entenderlo por esa manera anárquica como asumimos la vida. James, noble, pero firme.  Alina, su hermano David, trabajadores incansables, dedicados a su madre, actitud extinguida en estos tiempos, seres inolvidables, pareciera que nunca tienen obstáculos para su felicidad y naturaleza. Andrés, un pintor excelso, con una conversación rica en referencias pictóricas, su pareja Sandra, llena de bondad. El sabio abogado Esteban y su novia. El odontólogo. Ana y Sebastián, la pareja más visible del barrio con su historia han cubierto todos los casos expresados por el teatro romántico Isabelino. J, un señor jubilado, amable, lejos de los problemas, lector y mejor padre. Está Paula, Gloria, Lina, Consuelito, Melina y un numero infinito de amas de casa con expectativas olvidadas, pero siempre con la sonrisa a flor de labio. Por supuesto don Joaquín y su esposa que nos soportan en el negocio y nos tienen la cervecita.

El eje de todos estos amigos, encuentros, se llama Omar. Es un ser excepcional, intelectual, alegre, con un humor picante. Aún conserva el biotipo del nadador consumado. Es comunicador social de una de las mejores universidades de Medellín, carrera que le dio herramientas para tener una charla cautivadora, encantadora y sobre todo, nunca cansa. Conoce la historia de cada uno de los personajes del barrio. Lo considero como un hermano y todos los días me abruma su capacidad de servicio.

Este es el cuadro de un grupo heterogéneo que se reúne frecuentemente, que le saca el quite a la vida, con tertulias y anécdotas llenas de gracia, con los que he compartido momentos inolvidables, hablando de lo humano y lo divino. Me han ayudado a sobrepasar mis problemas, a disfrutar mis alegrías y sobre todo a sentir que a la soledad se le torea de mil maneras.

Ahora, por muchas circunstancias trágicas, cuando el alcohol se volvió un verdadero problema para mí, en medio de otros entrañables amigos, con los que he compartido en los últimos tres meses una vida desmedida, loca, sin propósitos, me debo otra oportunidad. Entonces a estos seres: Henry, Morgan, Pele, Pelos, Torres, el Ingeniero, Cristian, en los cuales de igual manera encuentro mucho agradecimiento, junto con el variopinto grupo anterior, les expreso: No un adiós, solo, hasta luego, con lágrimas nacidas de la ausencia, con una nostalgia empozada en el alma, con la pena de no verlos por un tiempo, pero convencido que es la mejor decisión.